DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen.

Nota: Tal vez existan algunas fallas en la historia pero intenté hacerla lo más coherente posible. Gracias por leer.


Una EvilQueen caminaba a los alrededores por los pasillos de su castillo sumergida en sus pensamientos. Estaba cansada de que ella siempre perdía, agotada de que Snow White fuera como fuera, y por más que le pusiera demasiados obstáculos, ella terminaba superándolos, porque ella siempre ganaba. Estaba cansada que solo ella, esa traicionera tuviera un final feliz. Ahora sería todo lo contrario, estaba decidida a hacer que todas las criaturas de los cuentos de hadas perdieran el suyo para que fuera ella ahora quien disfrutara de un "felices para siempre".

- Su majestad - entró corriendo y gritando jadeante uno de sus guardias.

- ¿Qué pasa? - preguntó enojada viendo que sus soldados ingresaban a donde ella se encontraba mientras mantenían la cabeza agachada.

- Snow White – comenzó a explicar el guardia temeroso a como fuera a reaccionar la reina- ella, envió a su bebé por un Armario y realmente no sabemos a dónde la llevó - con miedo bajo su volumen de voz en las últimas palabras.

- ¿Torturamos a Snow White para que nos diga? - preguntó uno de sus guardias, pero la mano extendida de Regina le pedía silencio.

- Tengo una idea mejor - sonrió maliciosamente y caminaba a lo largo de la fila de los hombres armados para seguir hablando. - Si Snow White quiso evitar que encontrara a su hijo para que no lo asesinara, le demostraré que estuvo muy equivocada, lo traeré directo a mí y la torturaré delante de sus ojos - su mirada reflejaba la furia que tenía dentro de ella. Los guardias asintieron a la idea de su reina y asimilando lo que ella estaba a punto de hacer, por precaución cerraron todo el castillo, ventanas y puertas por igual. La Reina Malvada haría una gran hazaña.

- ¡Dondequiera que estés primogénito de Snow White, vendrás a mí, tus padres no evitaran que yo obtenga mi final feliz!

Su magia estaba respondiendo a sus plegarías, siguió conjurando hasta que el humo de luz violeta llenaba todo el espacio de la habitación en la que se encontraban en esos momentos. Los guardas miraban asombrados, su reina una vez más demostraba que ella era poderosa y que nadie nunca podría llegar a ganarle. La reina sonreía victoriosa y su rostro quedó neutro al ver una hermosa rubia de ojos celestes aparecer en donde hace unos segundos había sólo humo, por lo visto el bebé de su hijastra resultó ser una mujer y muy bella. Sonrió victoriosa, su hechizo había tenido resultado.

La mujer tenía cerrado los ojos mientras se abrazaba a si misma tapándose los oídos, parecía que se encontraba en un estado completo de shock.

- Tú - llamó la atención de la rubia usando una voz digna de la Reina Malvada. Haciendo que esta volteara y sonriera tan pronto la vio.

- ¡Regina! - fueron las palabras de la joven que salió corriendo al encuentro de la morena. Todos estaban sorprendidos y no sólo porque que la joven rubia conociera el nombre de la EvilQueen y la llamara de una forma tan familiar, sino que la quijada casi se les caía al suelo al ver que cuando llegó a la reina, la mujer la abrazó con todas sus fuerzas dejando a la malvada morena una cara de asombro igual o peor que la de los presentes. Nadie nunca se había siquiera atrevido a mirar fijamente a los ojos de la bruja malvada, mucho menos tener un contacto físico con ella si no lo permitía, eso causaría la muerte segura.

- Que bueno que estés bien, estaba muy preocupada por ti- se oía un voz de alivio en las palabras de la rubia mientras apretaba más el agarre- Todo comenzó a moverse y temblar pero puedes estar tranquila ya que yo protegí a Henry y a … - abriendo los ojos miró al fondo del lugar y se dio cuenta que no estaba en su casa - ¿Pero qué? -susurró asustada y se separó de la Reina, su mirada recorrió desde la cabeza hasta los pies y viceversa. - ¡Oh, mierda! - exclamó al ver la vestimenta de la mujer que tenía enfrente y la Reina la miró con intriga.

- ¡AL CALABOZO! - Gritó señalándola con un brazo - ¡Dentro de poco será ejecutada! Sin derecho a nada

- Regina yo – no sabía exactamente que decir- esto ha de ser una equivocación – intentó defenderse Emma mientras los hombres ya la retenían con fuerza. Las apariencias engañan y aquella jovencita era demasiado fuerte a pesar de verse tan delgada y frágil. – Déjame ir por favor, necesito regresar a mi hogar.

- ¡Silencio! – Calló a Emma con una cachetada – Tú eres una maldita escuincla hija de la peor escoria, no tienes derecho a llamarme ni siquiera Majestad con tu asquerosa boca y ¿te atreves a llamarme por mi nombre? – Emma pudo notar que realmente era la EvilQueen frente a sus ojos y no la Regina que ella conocía y a la que estaba acostumbrada. Había olvidado como se veía el odio desde los ojos de la morena. - ¿Qué esperan? ¡Enciérrenla! - y los guardias aunque con mucho trabajo por las resistencias de la ojiverde, no tardaron en obedecer las órdenes.

Una sonrisa de satisfacción se reflejó en el rostro de la reina pero también la intriga comenzaba a punzar. Era claro que la rubia de ojos claros tenía una mezcla de Charming y de Snow White por supuesto era su hija, pero un sentimiento muy extraño le había dejado el encuentro con la hija de sus enemigos.

Parecía que la rubia la conociera, ¿Cómo? También pudo notar que al contrario que su madre, ella no le temía sino su trato fue afectivo y el abrazo de un sentimiento sincero ¿Por qué la trataba de esa forma tan familiar? Esas y más preguntas atormentaban su cabeza. Y ella no se quedaría con la duda.

Era más allá de media noche, todo el pueblo dormía y Regina consideró que sería el momento indicado para ir a visitar a su más reciente prisionera.

Esperó que todos en el castillo estuvieran durmiendo, aunque obvio tuvo que encargarse de los guardias que cuidaban a la rubia. Para ella eso no fue ningún problema. Un chasquido de dedos y estos al segundo estaban profundamente dormidos. Ella pudo haber esperado para el día siguiente, pero sus dudas no la dejarían dormir y no quería que su reputación de reina cruel y despiadada se perdiera delante de su gente, iba a ser algo complicado dormir a tantas personas.

Mientras tanto, Emma había intentado escapar con su magia. Desde que llegó a la celda utilizaba su mente para poder recordar algún hechizo de teletransportación, inclusive inventar uno, pero todos sus intentos fueron en vano. Agotada terminó dormida en la cama de su celda. Tenía que regresar a su época, y la única que podía hacerlo era Regina. Debía convencerla aunque siendo la EvilQueen no sería tarea fácil.

La Reina Malvada caminó hasta llegar a la rubia prisionera y la encontró durmiendo de una forma muy tranquila. Era cierto que tenía un parecido con sus padres, pero ella ya era bella por si misma. Un golpe en su pecho la sacó de sus pensamientos. ¿Encontraba atractiva a esa mujer de cabellos dorados? ¡Imposible!

- Despierta - dijo firme y en un tono alto mientras se colocaba enfrente de donde dormía la mujer.

- Regina, ¿eres tú? – habló adormilada, se talló los ojos mientras despertaba - Oh, bueno - cambió su rostro al ver que se trataba de nuevo de la Reina Malvada, observando a detalle ese majestuoso vestido y hundiendo su mirada en el escote de la morena mientras tragaba saliva incomodando a la presente. Era la primera vez que la EvilQueen se sentía nerviosa cuando alguien miraba su escote, y eso era algo muy extraño ya que ella era halagada por ello y lo utilizaba como arma contra los demás.

- Tú - volteo a verla y siguió hablando - eres hija de Snow White - aseguró algo obvio aunque había sonado más como tono de pregunta, a lo que Emma respondió.

- Si y también de Charming – respondiendo con cosas aún más obvias burlándose de esta manera de las palabras que había usado. La morena se dio cuenta y sólo la miro fulminante pero decidió pasar aquello desapercibido.

- Bien, entonces tú...

- Emma - interrumpió la rubia mientras acomodaba sus piernas junto a su pecho y recostaba su cabeza en sus rodillas mientras seguía mirando a a reina

- ¿Disculpa? - la morena la miró indignada e intrigada. Esa rubia se daba muchos lujos e interrumpirla mientras hablaba era uno de ellos. No había pasado ni cinco minutos junto a ella y la odiaba incluso más que a Snow White

- Emma, mi nombre es Emma – soltó con un bostezo terminando con una sonrisa en sus labios.

- ¿Por qué debería llamarte por tu nombre? – Comentó enojada - Eres un rehén y morirás dentro de poco, nadie sabrá que exististe y tu nombre será olvidado

- No es verdad, si yo muero sufrirán muchas personas entre ellas una muy importante para mí, que sé que si sabe el motivo de mi muerte sufrirá tanto y se sentiría tan culpable que por el amor que le tengo no dejaré que me mates.

La reina no terminaba de sorprenderse por la actitud que tomaba la hija de Snow White, no le tenía miedo y se enfrentaba a ella al igual que su madre, con la única diferencia que aquellos ojos verdes la miraban de una forma tan extraña que no podía descifrar.

La Reina Malvada comenzó una batalla de miradas con la rubia, ojos color chocolate contra unos tanto azules como verdes que no podía asegurar de qué color eran en realidad. Emma había estado entre abriendo los labios como si tuviera algo que decir y la bruja malvada alzó la ceja haciendo que la rubia por fin expulsara lo que tenía en su mente.

- Se que no debo decirlo, y que realmente es un mal momento – balbuceó lo último para si misma - pero es que en verdad estás muy guapa en ese vestido - sonrió la rubia para al final morderse el labio haciendo que la morena se enrojeciera un poco, aquella rubia era muy atrevida para ser hija de los Charming. ¿Enserio era eso lo que había estado pensando tanto tiempo en decirlo o no? Para nada tenía modales. ¿En verdad era parte de la familia real?

- Señorita Charming, le niego rotundamente a hacerme ese tipo de comentarios - su voz sonó un poco quebrada y aquella voz no sonaba para nada una advertencia de la EvilQueen.

- ¿Enserio Regina? – la rubia sonó un poco frustrada- Es increíble que ni aquí dejas de ponerme el título de señorita

- ¿Aquí? - otra vez la rubia daba indicios de que se conocían, era su oportunidad para preguntar. Por un momento había olvidado a que había venido, la rubia la sacaba de sus casillas y pensamientos - ¿Tú me conoces? - la voz soberbia se apoderaba de nuevo de ella.

- Si - respondió con una sonrisa tan resplandeciente como la de un niño que desconcertó a la reina.

- ¿Cómo? – entrecerró los ojos esperando una respuesta

- Es una larga historia y no creo que su majestad tenga el tiempo para escucharla - Emma conocía muy bien a Regina y sabía cómo lograr lo que quería de ella.

- Tengo tiempo - respondió cortante

- Yo sólo puedo contar una historia si ese alguien está reposando su cabeza sobre mi hombro - Emma se movió a un lado y palmeó donde la cama tenía un espacio vacío para que la reina se sentara.

- ¿Qué? – su indignación creció por los cielos - Primero te mato antes que yo me siente a tu lado y deje reposar mi cabeza sobre ti, ¡la hija de mis peores enemigos!

Emma hizo un puchero con sus labios. Extrañaba su hogar como loca, a su familia. Y justo la mujer que amaba estaba tan atractiva frente a ella pero no podía tocarla. Ese escote la traía dando vueltas, tenía ganas de desnudar a la reina en esos momentos y de no ser porque la EvilQueen la ejecutaría si le llegara a tocar uno sólo de sus cabellos, ya lo habría hecho.

- Pues entonces nos vemos el día de mi ejecución - Emma volteo su rostro y acomodó sus cosas como si fuera a dormir de nuevo lo cual enojó a la reina. ¿Quién se creía esa mujer para negarle responder una pregunta?

- Pues bien ¡Hasta tu ejecución! - gritó enfurecida y caminó hacia la salida de la celda apretando sus puños de la furia. Iba a poner el último pie afuera del lugar cuando un susurro captó su atención.

- Pero te quedaras con la duda - al escuchar esas palabras la reina se dio la vuelta, Emma la miraba mientras rogaba porque la reina cayera en su plan.

- ¿Qué? - la miró como si fuese una loca.

- Que si te vas ahora y nos vemos hasta cuando me vayan a ejecutar nunca podrás saber la respuesta y la duda te perseguirá por siempre.

- No es verdad, no eres tan importante - bufó mientras inconscientemente se iba acercando a la hija de Snow White

- Ah te equivocas, yo soy muy importante en tu vida -la apuntó con el dedo y luego acomodó sus brazos pensativa- demasiado diría yo y toda la gente que te conoce lo sabe. Yo soy Emma Swan, la salvadora y la que rompió la maldición - la rubia sabía que aquellas palabras eran clave para despertar más el interés de la morena.

- ¿La maldición? - ¿sería aquella maldición que estuvo a punto de hacer antes que llegaran con la noticia de la hija de Snow White?

- Si, pero no sabrás la historia porque no quieres recostar tu cabeza sobre mi hombro - Emma volvió a palmear sobre el lado vació y la EvilQueen con la mirada a punto de fulminarla se sentó a su lado y recargó a regañadientes su cabeza sobre el hombro de Emma quien sonreía más fuerte cada vez más

- Ahora tienes que decirme- Se notaba el enojo en su voz. Y a Emma le encantaba ver que también sus mañas influían en la Reina Malvada.