¡Hola amores míos!
¡Os traigo Ruffcup recién salido del horno! :3
Y no un Ruffcup cualquiera, es Ruffcup de calidad. Ya que es la adaptación de una de las mejores series del mundo ¡MONSTER ALLERGY! *Corazones, corazones, corazones*
Disfrutad~
The Dragon Rider
— La casa de los dragones. Parte 1 —
Los humanos del siglo XXI siempre tienen prisa. Mucha prisa. Van de aca para allá pensando en lo que hacer, con mucho trabajo o ensimismados en su mundo... Pero si su ritmo de vida fuese más lento, si se fijasen más en lo que les rodeaba todos se darían cuenta... Se darían cuenta de que sobre sus cabezas hay algo mágico que no se debe pasar por alto.
DRAGONES.
— Hiccup, baja rápido cariño. Llegarás tarde al primer día de escuela.
En las afueras de la ciudad de Berk, en una casa bastante grande teniendo en cuenta de que se supone que en ella solo habitan una madre y su hijo, que tenía su propio invernadero un niño de 12 años se preparaba lo más rápido que podía. Maldita sea, se había quedado dormido otra vez.
Hiccup Horrendous Haddock, que así era el nombre completo del niño, bajo por las escaleras creyéndose ya listo. Su madre, una mujer de quien había heredado su extrema delgadez y el tono castaño de su pelo, le esperaba abajo con una sonrisa y su mochila preparada en la mano. Hiccup le sonrió amorosamente y tomó la mochila mientras le daba un beso de despedida en la mejilla.
— ¡Hasta luego, mamá! —dijó dispuesto a irse, pero su madre le detuvo cuando estaba cerca de la puerta.
— Espera, hijo. ¿No te olvidas de algo?
Hiccup no sabía de que se estaba olvidando, así que giró para ver a su madre, quien le extendía con su mano un inhalador.
— Oh... —soltó Hiccup avergonzado mientras lo cogía, habría sido muy malo para su salud si se lo dejaba en casa.
— Y no es eso lo único de lo que te olvidas —dijo la mujer y señaló abajo. El niño siguió el dedo de su madre con la mirada para darse cuenta de que no llevaba zapatos.
Se extrañó.
— ¿Y mis zapatos? —preguntó al aire— Yo me los había puesto, estoy seguro.
Comenzó a buscar por toda la casa y no tardo mucho en encontrarlos. Suspiró.
— Muy bien, Gronkle. Dámelos.
El ser que le había robado los zapatos lo solía hacer a menudo. ¿Para qué? Para comer. Los de su especie comían todo lo que estaba a su alcance y este en particular tenía fetiche en los zapatos de Hiccup.
No era humano, por supuesto, si no un dragón. Sí, un dragón. La casa de Hiccup estaba repleta de ellos.
A regañadientes el gronkle abrió la boca, ya como era costumbre, e Hiccup ni corto ni perezoso metió la mano dentro. Tuvo que meter el brazo entero para llegar al estómago y divisar sus zapatos. Para cuando los saco estaban totalmente babados. Era un verdadero asco. Pero sin inmutarse Hiccup los sacudió un poco y se los pusó.
Ya llegaba tarde a la escuela, como siempre, y a estas alturas no importaba la mucosidad en sus pies. De todas formas él era el único que podía ver a los dragones...
El único.
En ese mismo momento, un coche que traía consigo a una alumna nueva aparcó en la entrada de la escuela. A simple vista no parecía amistosa, vestía de cualquier forma con ropa que llamaba bastante la atención. Tenía el cabello rubio medio blanco que adornaba con trenzas.
— Ya hemos llegado —le dijo el conductor que resulta que era su padre—. ¿Quieres que baje y te acompañe?
— No, papá —contestó ella simplemente—. Nos vemos en casa.
— Pásalo bien —dijo el hombre mientras su hija salía del coche—. Pero no demasiado.
Ella soltó una risita ante lo dicho, su padre era un cachondo.
A muchos niños no les gusta la idea de mudarse. Pero Ruffnut Thoston no era "muchos niños" e iba a demostrarlo.
Su padre era el gerente de una famosa línea de supermercados y le habían asignado un nuevo puesto en el recién construido supermercado de Berk, por lo que él y su familia tuvieron que mudarse. Además, su esposa estaba embarazada de ocho meses de un nuevo vástago, por lo que necesitaban una casa más grande. Así mataron dos pájaros de un tiro.
Ruffnut sonrió al entrar y ver la fachada del edificio. Era más grande que su antiguo cole. Perfecto: doble de grande, dobles problemas que causar.
Se dispuso a entrar dentro sin ni siquiera inmutarse cuando pasó al lado de un grupo de niños desagradables que la señalaban y cuchicheaban. En los pasillos encontró lo que buscaba: la lista de alumnos de las diferentes clases.
— ¡HOLA! —se sobresalto cuando dos niñas se acercaron demasiado a ella sin que se diera cuenta— ¿Eres la nueva, verdad?
Ruffnut asintió, no sabría decir porque, pero esas dos le daban una muy mala espina.
— Nosotras somos Tatty y Mattie —se presentaron a la vez—. Vamos a ayudarte a encajar porque somos las más populares de por aquí.
Antes de que ella se negase fervientemente, ambas se habían puesto cada una en un lado suyo y comenzado a parlotear. Ruff solo escuchaba mitad de las frases, Dioses, que pesadas eran.
— Oye, ¿cómo te llamas? —preguntó una cuando el timbre sonó.
— Ruffnut Thorston —contestó con desgana siendo guiada hasta su clase por ambas.
— ¡Oh, Ruffnut! —exclamó la misma que lo había preguntado— Ese mote debe de ser por tu pinta desaliñada ¿verdad?
Ruff le lanzó una mirada asesina.
— ¡Estúpida! —le recriminó la otra— No es un mote, es su nombre de verdad.
Y es que aunque ambas en un principio hacían como que no sabían nada, en realidad eran unas completas cotillas, y a estas alturas ya lo sabían todo sobre la familia Thorston.
— Oh, lo siento —intentó excusarse.
Al llegar la entrada del aula, Tatty y Mattie le dieron tres post-its con una lista de nombres de alumnos en cada uno.
— Los de la lista de la izquierda son las personas buenas —explicó Tatty.
— Las de la derecha son las malas —le siguió Mattie.
— Y los de la lista de en medio son con los que no te puedes juntar nunca —terminaron ambas dramáticamente.
Ruffnut observó atentamente esos papelajos.
— Solo hay un nombre en la lista de los que no me debo juntar nunca —advirtió— "Hiccup"... ¿Quién es Hiccup?
No sabía porque, pero tenía ganas de conocerle fuera quien fuera. Eso era porque a ella le gustaba ir en contra de lo que le decían.
— Un raro —explicó Tatty—, vive al lado de tu casa. Viste como un nerd pero no lo es para nada. Y se supone que padece todas las alergias del mundo ¡Ja! Como si eso fuera posible.
— Además esta loco —siguió Mattie—. No deja de decir que hay dragones y espíritus en su casa.
— Cierto, Mattie, y aun por encima tiene de mascota a ese horripilante gato negro...
Comenzaron a temblar solo de recordarlo y no advirtieron que los ojos de Ruffnut comenzaron a brillar con expectación. Fuese quien fuese, sonaba a que era alguien muy interesante.
En ese momento llegó la profesora y todos se sentaron en el primer sitio libre que encontraron.
— Bienvenidos a todos en este nuevo curso —saludó la profe sin moverse del lado de la puerta— este año tenemos una...
Fue interrumpida por la puerta que se abrió rápidamente y le golpeó la nariz. Por ella apareció un niño que vestía con la típica ropa de nerd con camisa a cuadros y chaleco de lana. Usaba gafas que resaltaban sus ojos verdes y cabello caoba.
Al notar que la puerta dio contra algo la cerró y se quedó boquiabierto al ver a la profesora sujetándose la magullada nariz.
— Hiccup —gruño la profesora diciéndole con la mirada que se sentará YA.
Lo hizo sin ser consciente de que un par de ojos azules grisáceos no le quitaban la lista de encima.
— ¿Ese es Hiccup? —preguntó retoricamente Ruffnut con una pequeña sonrisa— Es guapo.
—¡¿Cómo?! ¡¿Hiccup, guapo?! —exclamaron Tatty y Mattie asqueadas.
Esa misma tarde Ruffnut no perdió tiempo, quería conocer a Hiccup a toda costa. Con un bollo en la mano y su gato Barf en la otra se dirigió a la casa vecina.
De cerca era verdaderamente impactante, era algo más que el doble de su propia casa nueva. Soplaba viento cuando se coló por el jardín trasero para curiosear. Las ventanas traqueteaban, las ramas de los árboles se movían espectralmente. ¡Era genial!
En el porche se encontró con el "terrorífico" gato negro. Sus ojos eran verde tóxico y la miraban fijamente. Ruffnut se acercó, tocó al timbre y dejó a Barf cerca del gato de Hiccup.
— Ala, ala, haceos amigos.
Barf levantó la pata por encima de la cabeza del otro gato para jugar... y recibió un zarpazo.
— ¡Ey! —se quejó Ruffnut cuando Barf se lanzo a su brazos.
Y en ese momento se abrió la puerta.
— ¿Quién eres? —preguntó Hiccup llevando una máscara anti gas.
— ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
Ruffnut se sobresalto debido a la máscara y Barf se escondió detrás de ella.
— ¡¿Qué pasa?! — Hiccup se sobresalto quitándose la máscara.
— Ya nada —rumió—. Soy Ruffnut Thorston.
Le extendió el bollo que a pesar de todo seguía intacto.
— Soy tu nueva vecina y pensé en pasarme a decir "hola" y darte esto así que: Hola.
— Oh... Vaya, gracias por el detalle —rumió apartándose un poco—, pero soy alérgico a la bollería industrial... y al pelo de gato.
Ruffnut se extrañó.
— Eres alérgico al pelo de gato ¿y tienes un gato?
— Por eso llevo una máscara —contestó como si fuese obvio—. Yo soy Hiccup Haddock y también te digo "hola" y después de eso te digo "adiós": Adiós.
Iba a cerrar pero ella puso un pie para impedírselo.
— Escucha —se quejó—, yo no suelo ser tan amable nunca, así que deberías aprovecharlo.
Volvió a extenderle el bollo dándole a entender que aceptarlo era una obligación.
— Muchas... gracias —dijo cogiéndolo sin dejar de mirarla. Sí que era íntimamente.
— De nada —y se fue con su gato siguiéndola mientras él no le quitaba los ojos de encima después cerró la puerta.
— Que niña tan encantadora —comentó Gobber. Él era el fantasma del tío de Hiccup y vivía en la casa.
— ¿Encantadora? —ironizó Hiccup— yo más bien diría "rara".
— ¿Rara? —preguntó cuando pilló a su sobrino mirando fijamente el bollo.
— Bueno, tal vez no rara, solo... me ha hecho sentir extraño.
— ¿Extraño? ¡Ja! Chico, si una chica te hace sentir extraño ya le puedes ir poniendo un anillo en el dedo. ¡Ja!
— No digas tonterías... —se fue a dejar el bollo en la cocina y a lavarse bien la mano.
— Eso, nada de tonterías. Ella no me da buena espina —Contraatacó el gato.
Y es que el gato no era un gato. Si no que también era un dragón. Un Furia Nocturna para ser exactos, el tipo de dragón más poderoso.
— Toothless, tú tan celoso como siempre. No es más que una niña... aunque... no pensé que nadie fuera a regalarme nunca nada...
Gobber sonrió con cabezonería mientras Toothless fruncía el ceño. Una humana rondando a Hiccup era lo último que necesitaba.
¿Esta historia está lléndo muy tranquila, no? ¿Qué tal si le damos un poco de acción? :3... En el próximo capítulo XD
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