Los Juegos del Hambre no me pertenecen, solo utilizo sus personajes para mi historia, de nuevo :)


Capítulo 1:

Katniss's POV:

Abro los ojos e inmediatamente los vuelvo a cerrar, cegada por la luz del sol. A los cinco minutos decido que es tiempo de comenzar de nuevo, y lentamente me incorporo. Lamento haberlo hecho, porque instantáneamente siento un fuerte dolor en el pecho y se me empieza a nublar la vista. Cierro los ojos de nuevo y me abruman los recuerdos.

Mi nombre es Katniss Everdeen, tengo 18 años, vivo en una ciudad conocida como Distrito 12. Mi padre era un minero, murió en un accidente cuando yo tenía 10 años. Mi madre es enfermera y prácticamente una muerta viviente, Prim…

Al recordar su nombre es como si activara una bomba. Inmediatamente empiezo a sollozar, intentando en vano calmar los sonidos que salen de mi boca con mis manos. Así ha sido desde hace dos meses, cuando mi pequeña hermana, de tan solo 13 años, se vio involucrada en un accidente automovilístico por culpa de un conductor ebrio.

Cada día despierto e intento desenredar el caos en que se ha convertido mi existencia, pero por alguna razón no lo logro. Paso horas acostada, hasta que puedo asimilar que será otro día vacío, sin sentido. Como lo han sido todos hasta ahora. Me mentalizo que no debo llorar, que debo ser fuerte, porque sino minaré la poca cordura que me queda.

Todos los días bajo las escaleras y encuentro todo tal cual lo dejé en la noche, salvo por una nota donde mi madre me avisa que trabajará hasta tarde. Así ha sido también cuando murió mi padre; mi madre se convirtió en una zombie adicta al trabajo, dejándonos solas la mayor parte del tiempo, y ahora vuelve a repetir el mismo patrón, dejándome a mí lidiar con la casa y con los recuerdos.

Hoy cuando me decido a comenzar el día me encuentro con algo diferente. Sorprendentemente mi madre está sentada en la mesa de la cocina, sosteniendo entre sus manos una taza. Su mirada está fija en la chimenea, donde no hay nada, salvo cenizas. Me quedo parada, esperando que haga o diga algo, pero ella no parece notar mi presencia. De hecho no parece notar nada, porque está inmóvil, vacía. Igual que antes.

— Madre. – Mi voz la sobresalta y me mira con los ojos desorbitados.

Observo sus ojos rojos, y los círculos morados alrededor de ellos. Cuando mi padre murió y ella se encerró en su mundo llegué a odiarla, porque el poco tiempo que pasaba en casa lo hacía igual que ahora, sentada, mirando un punto fijo, sin mirar a nada ni a nadie realmente. Prim le hablaba, le contaba cómo había sido su día, le regalaba dibujos, le decía que la extrañaba, pero ella no reaccionaba. Yo la odiaba por habernos abandonado, cuando más la necesitábamos.

En este momento ella está haciendo lo mismo, sólo que ya no me afecta. En cierto modo yo actúo igual, porque evito hablar con la gente, y aún más sobre Prim. Siempre imagino que en breve atravesará el umbral de la casa y me pedirá con su dulce voz que le cuente un cuento. Prim necesitaba a mamá, pero yo la necesito mucho más a ella. Me ahogo en mi dolor sola.

Desayunamos, en realidad yo desayuno, en silencio y luego comienzo a preparar una mochila para ir al bosque. Cuando era pequeña solía ir todos los días con mi padre, y ahora es mi lugar seguro, el único lugar de este distrito que permanece sin alteraciones, como siempre debió ser. El resto ahora es como una especie de urbe, aunque no tan grande como el Capitolio, la ciudad de ensueño. Antes decía que cuando grande quería ir allí, porque allí está la única universidad, pero ahora no me interesa. Ya nada me interesa realmente.

Ya es mediodía cuando me siento bajo la sombra de un árbol y me permito respirar aliviada por primera vez en el día. El bosque es mi único lugar seguro y sin recuerdos de mi hermana, porque a ella no le gustaba venir aquí. Es el único lugar donde puedo liberarme, y donde realmente no siento ganas de llorar.

— Catnip. – A mi lado aparece Gale, mi mejor amigo. Es tan silencioso que nunca lo escucho venir hasta que se encuentra al lado mío.

A modo de saludo asiento con la cabeza, y me aparto para que se siente a mi lado. Últimamente no estuve muy comunicativa con él; desde hace dos meses que no lo estoy. Gale suspira y se pone a comer una manzana; ha aprendido a no molestarme, o al menos eso creía yo, hasta que abre su boca.

— Catnip, tienes que dejarla ir. Ya es suficiente. – Me toma por los hombros y me obliga a mirarlo. – Tú tenías sueños, ideales. ¿Recuerdas?

Dirijo mi mirada al suelo y no contesto. En el fondo él tiene razón, los tenía. ¿Pero qué sabe él? Él no tiene idea de cuán grande es mi pérdida, de cómo en todos mis sueños estaba Prim. Quería estudiar por ella, para poder darle una mejor vida, para que fuera feliz. Nunca tuve sueños propios, en todos estaba ella.

— Katniss. – La voz de Gale me trae de vuelta. – Puedes ir al Capitolio todavía. Estudia algo, haz que ella se sienta orgullosa…

Me levanto y salgo corriendo rumbo a mi casa. Paso por el distrito lo más rápido que puedo, evitando tener contacto con nadie. Cuando estoy a poco de mi casa empiezo a llorar, pero sigo corriendo. Entonces choco con algo y caigo al suelo. Desde el piso veo una enorme caja de cartón, y luego como asoma el rostro de un chico con rizos rubios y ojos azules como el cielo. Me mira preocupado.

— ¿Estás bien?

No respondo. Me levanto como puedo y continúo el camino hasta mi casa. Apenas he dado unos pocos pasos cuando todo se pone negro y vuelvo a caer.


Abro los ojos y estoy en mi cama, con Prim mirándome preocupada. Le sonrío tiernamente, algo inusual en mí, y le aseguro que todo está bien, que no tiene nada de que preocuparse, que solo me caí. La puerta se abre y entra mi papá, que también luce preocupado. Una y otra vez me excuso e insisto en que estoy bien.

— ¿Qué sucede? – Les pregunto al ver que no cambian sus caras. Prim se acerca a mí y veo que en sus manos sostiene un diente de león, que me pone en el cabello. Mi padre me acaricia la cabeza y los dos dicen al unísono:

— Vive Katniss.


Abro los ojos y estoy en mi cama, pero esta vez ni Prim ni mi padre están conmigo. Me toco el pelo con desesperación, pero no tengo nada. En la puerta, mirándome con recelo, está Buttercup, el gato de Prim. Creímos que se había ido para siempre, pero al parecer volvió. Mi relación con él nunca fue muy buena, pero ahora nos consolamos mutuamente. Lloramos durante horas, y es en este momento cuando acepto que ella no volverá, y que debo seguir adelante.

Cuando tomo coraje y salgo de mi habitación las cosas no se sienten igual. Buttercup me sigue fielmente, algo que cualquiera hubiera considerado impensable hasta ahora. Respiro hondo y voy a la cocina, donde se encuentra mi madre sentada en la misma posición que la dejé en la mañana. Me pregunto como habré llegado hasta aquí, supongo que Gale me siguió después de todo. Hago una nota mental que debo agradecerle, porque me ha ayudado a su forma.

— Madre, necesito que hablemos. – Sacudo su hombro hasta que consigue fijarse en mí. – Escúchame. – Tomo aire. – Quiero ir al Capitolio.

— ¿Qué? – Abre mucho los ojos. Parece asustada. – No, no podemos. No podemos irnos. Debo… - Comienza a mecerse en la silla. – Prim… Su escuela… No…

— ¡Prim está muerta! – grito con todo el dolor del mundo. Es la primera vez que lo digo, y siento como mil piedras haciendo peso en mi estómago. Mi madre me observa como si fuera la primera vez que lo hace, y comienza a llorar en silencio. – Quiero ir al Capitolio. – Repito. – Sola.


Hola! ¿Vieron que les dije que nos veríamos pronto? Es que tenía una idea en la cabeza, pero hasta recién la pude escribir. Y escribí este capítulo nomás y el principio del siguiente, pero no pude resistir la tentación de subirlo xD

Bueno, ¿qué les parece? Se que este capítulo no dice mucho, pero más adelante la historia se irá desarrollando :)

El martes voy a subir el siguiente capítulo :) Espero que les guste mi nuevo proyecto :p

Saludos!