-REALIDAD-

Teburu no Ue no Furuenai Shirase Machitsuzukete- Me mantuve esperando por una noticia sensata en la mesa.

Zenbun Wakattetan da-Y yo ya lo sabía todo.

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Aquella tarde el sol aún se encontraba en lo alto y sus nítidos rayos lograban calentar toda superficie. Ella no sabía si aquel clima le gustaba o por el contrario le incomodaba.

Algunos rayos se posaron sobre su rostro y su cabello brillo con cierta intensidad, su semblante para aquellos que lo miraron les pareció incluso para la situación demasiado hermoso y apagado.

La rubia mujer se encontraba en la primera fila, a su lado sus compañeros y las últimas personas que estuvieron junto a él y corroboraron los hechos.

Sus compañeros mostraban la misma expresión de dolor mezclada con la incredulidad que hechos como aquellos producen por largo tiempo en el corazón. Ella no lo sabía con certeza, pero le basto una mirada al inicio de la ceremonia para reconocer a la propietaria del antiguo bar, la mujer no mostraba un rostro mejor, algunas lágrimas habían surcado sus mejillas que en vano trataba de ocultar bajo el sombrero.

Riza Hawkeye escuchaba los murmullos de la persona que oficiaba la ceremonia sin comprender lo que decía, tampoco sabía cuánto tiempo había pasado o el número de bajas que habían sufrido hace unas semanas y que ahora se les honraba. Porque sus recuerdos vagaban lejos de aquel lugar tan magníficamente cuidado para apaciguar el descanso eterno.

Los recuerdos de los días a su lado los sucedían uno al otro, tan lejanos y adorados que no alcanzaba a precisar en qué momento habían faltado a su palabra. Lo veía entrando a su casa con el rostro obstinado y plantándose frente a su padre pidiéndole lo hiciera su aprendiz; los días de aquella infancia que jamás volverían, la guerra en Ishval la pudo sobre llevar porque en el justo momento en que sentía perdía la razón él había aparecido entre los cadáveres que ella había dejado tendiéndole la mano para apartarla del infierno al cual se sumergía y después el tiempo de relativa paz, de plantearse metas y promesas que ambos se encargarían de cumplir.

Pero también sucedía lo inevitable porque ambos se habían enamorado, él no tuvo miedo de decírselo y poco le importó esa basura de leyes que prohibían las relaciones entre miembros activos de la milicia y ella no dudo en corresponderle, en dar ese paso que terminaría de unir lo que el destino había tratado sin suerte de juntar hasta entonces.

Él le había enseñado que todo era posible incluso cubrir con un poco de felicidad su pasado, encontraba en sus brazos la fortaleza que la impulsaba a apoyarlo ciegamente y junto a él había alcanzado la estrellas. Aquellas noches a su lado era algo que jamás se repetiría porque el destino comenzaba a cobrarle sus actos, y no había encontrado mejor manera que separarla de lo que más amaba.

Se preguntó si no hubiera sido mejor morir en aquel momento, cuando habían sido emboscados y tomada como rehén para obligar a Roy a cumplir con su supuesto destino, ¿pero si ella hubiera muerto que habría sido de Roy entonces?, en ese momento lo había escuchado gritar su rango, después le pedía una disculpa y ella quiso decirle que cumpliría sus ordenes hasta el final; porque no había un boleto de regreso pero habían dado su palabra de no morir. Olvido que no le había pedido cumpliera su propia palabra.

Había jurado proteger su espalda sin importar nada pero no pudo hacerlo, la pelea entre Bradley y Roy pasó tan rápido que ni siquiera escuchó su propia voz llamarlo por su nombre cuando desapareció. Una parte de ella comprendió que los sacrificios estaban preparados y que nada podía hacer.

Aún así imploró con ferviente fe no lo alejaran de su lado, esperó en el mismo lugar porque aunque quisiera ir tras él no sabría cómo llegar a su lado, la espera fue agonizante y por un momento creyó que todo quedaba suspendido en la nada, que el tiempo había dejado de correr.

Pero pasó, de improvisto una luz cubrió todo y el lugar comenzó a derrumbarse Scar la había tenido que sacar casi a rastras, pero si no hubiera sido por su intromisión tal vez ella se encontraría en esos momentos a su lado.

Porque había visto apenas estuvieron fuera del lugar a Edward, entonces sonrió porque detrás del rubio veía acercarse de un Alphonse que ella jamás había visto, estiró el cuello para reconocer las figuras que aún cubría el polvo; una mujer de cabello negro y ropa blanca se sostenía el brazo visiblemente fracturado, pero no vio nada más.

Lo buscó con la mirada mientras echaba a correr hasta ellos pero aparte de los escombros no había nadie más en ese lugar. Interrogó a Ed con la mirada pero el rubio solo bajó la vista y negó con el gesto.

-"Él nos protegió, nos guió hasta la puerta..."-Edward se sorprendió de lo rasposa que se escuchaba su voz.

-"¿Dónde está?, quiero verlo. Edward por favor"-De algún modo había comprendido la situación aún así necesitaba verlo.

El alquimista vio como su hermano lloraba antes de darse cuenta que él hacía lo mismo.

-"Lo siento Teniente creíamos estaba detrás de nosotros pero todo pasó tan rápido que ..."-

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire. Los ojos ambarinos de la mujer se llenaron de lágrimas que comenzaron a correr al tiempo que sus fuerzas la abandonaban quedando sentada en medio de la nada, se llevó sus manos a su rostro en un gesto de terror antes de ocultarlo entre sus temblorosas manos.

Porque lo había perdido, la persona que tanto amaba y con la cual había marchado a la guerra al final no había regresado. Escuchó los lastimeros gemidos que brotaban de sus labios pero no le importaba, se debatía entre lo evidente y la débil esperanza que apareciera de un momento a otro frente a ella pero el tiempo seguía su curso recordándole que él no regresaría. El gran alquimista de la flama, aquel hombre que desde siempre se había esforzado por cambiar su país, su querido Roy había muerto y ella no había estado ahí; desconocía que había pasado y se preguntaba si hubiera podido hacer algo.

Dejó de importarle lo que pasaba a su alrededor, comenzaba a odiar aquella guerra, la misma revuelta que serviría para cimentar los sueños del alquimista era la misma que le había arrancado la vida. No sabía si habían ganado pero eso que importancia tenía frente a su perdida. En Ishval sobrellevó la situación porque estaba él a su lado para sostenerla pero ahora, ¿en quién se apoyaría?. Había llegado hasta ahí solo por él pero hasta ahora comprendía las consecuencias de esa y muchas otras guerras.

Buscó descarga esa cólera sobre la misma guerra que de algún modo ella había propiciado pero entonces recordó el sueño de cambiar la nación, la promesa de llevarlo a cabo y los ideales de Roy, aún había mucho que hacer quería llevar hasta el final su palabra y asegurarse que todo aquello diera frutos.

Limpió su rostro lloroso con sus manos, respiró despacio buscando controlarse y lo hizo cuando sintió una mano sobre su hombro. Miró al frente, ahí se encontraba Edward y Al, trató de decir algo pero Ed se encargó de ponerla al tanto cuidando sus palabras.

Riza le agradeció al rubio con una triste sonrisa antes de ponerse de pie y recobrar el temple que su aún condición de Teniente le exigía.

Desde ese día había transcurrido una semana de alguna forma no volvió a llorar, cuando entregó su reporte se sorprendió de su propio temple pero sus fuerzas habían alcanzado su límite y el dolor volvía a aflorar ese día.

Sentía su pecho agonizar de dolor, sus ojos cristalinos le permitían enfocar figuras borrosas. La ceremonia pronto terminaría escuchó el lejano sonido de los cañones despidiendo al alquimista y aquello le pareció ridículo; al parecer el cruel sonido de los aparatos de guerra lo acompañarían por siempre. Algunas personas se acercaron a la lapida para depositar flores antes de alejarse de ahí y continuar con el rumbo de sus vidas.

Sin embargo ella no se movió, la multitud se dispersó, sus propios amigos después de un tiempo le ofrecieron su ayuda pero ella había negado con el rostro y ellos se alejaban de ahí volteando algunas veces.

La tarde comenzaba a morir, el color rojizo del atardecer desaparecía frente el manto azulaceo que anunciaba el fin del día. El llanto acudía de nuevo dejándolo correr con libertad y permanecía ahí, en silencio sin saber que debía hacer, preguntándose como viviría sin su compañía; tendría que aprender a vivir con su recuerdo y con aquellas cicatrices que nunca sanarían, aún cuando sabía que una parte de sí misma había muerto ese día se obligaba a encontrar la fortaleza para continuar adelante.

-"Riza es hora de volver"-

-"Cuando murió Hughes, Roy me dijo que era gracias a mi que podía seguir adelante. Que yo había impedido que se ahogara en la desesperación, pero yo abuelo ¿qué debo hacer? a quien le diré de este dolor, yo... creo que no podré"-

-"Aún hay personas a tu alrededor que te estiman y estarán contigo todo el tiempo, solo es cosa que quieras darte cuenta hija mía"- El General era una de las dos personas que continuaban esperando en silencio a la joven mujer.

-"Es que, ¿Por qué?. Cuando pierdes a alguien aún te queda la esperanza de saber que todo quedó en buenos términos. Pero yo ni siquiera tengo un cuerpo al cual llorarle, no sé como paso y no tengo el valor para investigarlo"-

-"Creía que ese joven alquimista te contó todo lo que pasó, aún así debes de ser fuerte. Sé que una muerte nunca es fácil superar pero el torturarte a ti misma no le ayudará a ninguno de los dos"-

Riza miró por primera vez a su abuelo, su rostro lloroso revelaba el cansancio de los días acumulados y ahora la sorpresa ante las palabras del hombre, así que lo interrogó.

-"Tu mirada linda, ese brillo en tus ojos te delata con facilidad"- Respondió con tranquilidad el hombre, sonriéndole a la chica.

Riza observó el rostro de serenidad del General y por un instante pudo sonreír, sus palabras de algún modo la tranquilizaron y le devolvieron aquellas memorias al lado de Roy. Grumman aprovechó esa tregua para presentar a la mujer.

-"Ella es Madame Cristmas, no sé si la conocías pero era una persona muy cercana a Roy"-

-"Si, creo, llegue a frecuentar su bar cuando Roy tenía algunos asuntos que tratar"-

Madame le dedicó un gesto amable y dejó que Grumman hablara por ella.

-"Cristmas te llevara a su casa, no creemos que sea conveniente que regreses sola a tu casa, además ella te tratara bien"-

La joven rubia asintió con el rostro y se dejó conducir hasta el carro que las llevó a casa de Cristmas. La mujer agradeció a Grumman para después hacer pasar a la rubia.

Madame envió a una de las chicas a preparar dos tazas de té mientras hacía sentar a Riza en la sala, sorprendida por el extraño mutismo y docilidad con la que atendía. La mujer observó a la militar en silencio, fijándose en cada detalle, desde las finas facciones de su rostro hasta el magnífico porte que mantenía como algo innato a pesar de la situación.

Mientras tomaba la charola que una joven le tendía con una tetera y dos tazas, Madame sonrió al comprender los motivos que llevaron a su hijo para elegir a aquella chica como la persona con quién desearía pasar el resto de su vida. Le tendió a Riza una de las tazas con el humeante té, ella lo aceptó y bebió algunos sorbos antes de recorrer con la mirada la sala.

Los vio sobre una mesa cuidadosamente arreglada, los retratos colocados sobre la blanca madera en ellos reconocía la mujer frente a ella y al alquimista. Aparecía Cristmas junto a un niño pelinegro, algunas más le mostraban el paso del tiempo, sin percatarse de sus acciones se había puesto de pie y tomado la última de las fotos.

-"Roy es mi hijo, lo adopte cuando aún era muy chico, sus padres murieron así que yo me hice cargo de él"- Le explicó la mujer sentada detrás de ella, viendo como Riza asentía moviendo la cabeza y llevándose una mano a la altura de su vientre. –"¿Él lo supo?"- Preguntó con tranquilidad.

Riza limpió las lágrimas que mojaban el cristal del retrato y cerró los ojos negando a su pregunta. –"No, son solo algunas semanas y lo supe pocos días antes de partir, no quería que se preocupara por nada. Sé que si lo hubiera sabido se habría negado a que lo acompañara así que esperaba a que todo terminará para decírselo"-

-"Ya veo"- Fue lo único que atinó a decir, a pesar de considerarse una mujer fuerte y que pocas cosas en la vida le afectaban, la reciente noticia de la muerte de su hijo aún hacía estragos en el corazón de la mujer; en especial el dolor regresaba al ver frente a ella a la mujer que en pocos meses sería madre.

-"Yo, en verdad lamento lo que pasó con su bar y todos los problemas que ocasionamos"- Riza se disculpó después de un prolongado silencio.

-"Niña tonta, eso no importa deja de preocuparte por ese tipo de cosas y concéntrate en el futuro por el cual Roy tanto se esforzó"-

Riza se limpió con la yema de sus dedos los últimos rastros de llanto y trató de sonreír ante el extraño consuelo de la mujer.

-"Anda será mejor que te vayas a dormir, Vanessa te llevará a tu habitación así que esta noche trata de descansar"-

Riza había rechazado la invitación de Madame a instalarse en su casa, lo hizo argumentando extrañar su privacidad y su vida; aún así de algún modo esa noche le bastó para sentirse a gusto en aquella casa. La solía visitar algunas veces, era recibida siempre por la sonrisa de las demás mujeres que ahí vivían las cuales la colmaban de todo tipo de regalos.

Otras veces recibía en su pequeño departamento la visita de los hermanos Elric acompañados en su mayoría por Winry, al principio de esas visitas los tres rubios hablaban poco, cuidando sus palabras para no incomodarla, Riza a pesar de no sentirlo siempre terminaba sonriendo, agradecida por los esfuerzos de los tres amigos por reconfortarla.

La relación con sus antiguos compañeros de brigada había cambiado muy poco, aunque todos habían resentido la ausencia del militar y alquimista trataban no pensar en eso enfocándose en las metas que aún estaban por llegar y por cumplirse. También surgió el instinto protector en los cuatro hombres fuera del cuartel, habían adoptado la costumbre de acompañar a Riza hasta su casa y por las mañanas se turnaban para recogerla, aquellos detalles al menos le arrancaban una fresca sonrisa a la rubia.

-Cont…-


La idea surgió de tanto escuchar la canción de –Uso- del grupo Sid y de la bella voz de mi amado Mao, en especial de la frase del principio, aunque la canción se enfoca a algo completamente diferente y creo que mi fic no toca ese punto en ningún momento D;

También aproveche el secuestro de Roy en el manga xD, y puesto que aún es un "misterio" qué pasara, yo me di la libertad de sacar mi creatividad. Creo que desde mi fic de –Letters- no había vuelto a escribir algo tan dramático.

Como siempre pretendía hacer solo un one shot pero de pronto fue emplear mucha tragedia y quería algo que pareciera natural, me alargue, pero solo serán dos chps. Yo sé que Riza es de temperamento fuerte y al principio no quería que llorara, pero después recordé como se puso cuando creyó que Lust lo había matado y dije, porque tendría que ser diferente.

Ojala les guste y no crean que estoy loca por matar a Roy o por disfrutar escribiendo tragedias…… hmmm, ok lo acepto antes de que la Bruja me lo recuerde, creo que si estoy dañada de mi psique jaja, sé que me recordaría mi lista de psyco-man que adoro y que creo que tendré que incluir a Kimbley, aunque sé será algo pasajero pero me gusto su personalidad en el anime y su voz, que caray tendré que hacer una lista en mi profile de mis amados psyco-man.

Dejó esto que sé no es espacio para poner tonterías, así que Gracias por leer y comentar.

-Sherrice Adjani-