Este fic es para Pinnita Criss-Anderson, espero te guste y no puedo evitar el drama, es algo que llevo en la sangre, solo espero lo disfrutes tanto como yo disfruto cada fic e historia que escribo. Te amo.
Sé que dije que iba a terminar el resto de mis fics... pero ahora lo veo imposible y era inevitable iniciar este, así como probablemente comience con otros, lamento mucho defraudar a quienes esperan las demás continuaciones, pero para quienes me conocen nada es definitivo, ni las decisiones que tomo con respecto a los fics. Así que disfruten, espero les guste.
Gracias por leer.
Anixita
Una familia. Esa era su mejor definición de felicidad, eso era todo lo que quería en el mundo y Kurt Hummel podía decir que era un hombre realizado a la sencilla edad de 31 años, porque se había casado con el hombre que había amado en las escaleras de la Academia Dalton y habían logrado adoptar un hermoso niño que hoy tenía 5 años: Ian. Ellos eran toda su vida, quienes lo hacían feliz y por quienes daría su vida.
Se había convertido en uno de los actores más reconocidos de New York e incluso de Estados Unidos. Mientras, su esposo, Blaine Anderson era el hombre más codiciado por las disqueras, ya que era uno de los cantantes revelación desde hace seis años y eso los convertía en la pareja perfecta. Le encantaba despertar entre sus brazos en las mañanas y reconciliarse de sus múltiples peleas a besos, porque su marido había llegado a la conclusión de que esa era la mejor forma de calmar a la fiera que Kurt llevaba dentro.
Aunque su hijo discrepaba mucho de eso, él les decía que si se amaban no debían pelear, que tenían que hablar y ya, solo teniendo cinco años les hablaba así. Realmente no podían creer que su pequeño fuera tan grande de corazón y de alma ¿cómo había llegado a sus vidas? Esa respuesta era sencilla, pero la forma no lo fue en ningún caso, ya que ambos tuvieron que pasar por muchos procesos antes de siquiera pensar que se convertirían en padres de esa criatura que hoy iba de la mano junto a ellos por el centro comercial
Flash Back
Ambos estaban muy nerviosos. Era el momento en que podrían conocer a su hijo, en el que les darían la oportunidad de "elegirlo". Aunque ambos eran muy claros en que ese niño por muy pequeño que fuera los escogería a ellos. Por eso se encontraban hace más de media hora esperando porque los atendieran, aunque su paciencia se estaba acabando y eso era bastante malo, porque tanto Blaine como Kurt se encontraban nerviosos y con la ansiedad al límite.
-Señores Hummel y Anderson-llamó una muchacha en la recepción donde se encontraban más parejas esperando poder adoptar.
-Díganos-murmuró el moreno presionando la mano de su esposo entre las suyas.
-Acompáñenme, necesitamos hacerles una última prueba antes de que puedan conocer a uno de los niños-dijo dando media vuelta e ingresando por una gran puerta de madera, la siguieron en absoluto silencio. Iban caminando por un pasillo bastante rústico, pero no por eso menos elegante que el resto del lugar y era eso lo que sorprendía a Kurt, quien intentaba fijar su atención en su alrededor para no parecer demasiado ansioso- por aquí por favor-dijo la mujer apuntando una puerta-ingresen y esperen al director ahí-dijo con una sonrisa, ambos hombres se miraron y respiraron profundamente, Blaine abrió la puerta e hizo que su pareja ingresara antes, pero cuando los dos estuvieron dentro no podían creer lo que veían.
Todos los niños del lugar se encontraban en esa habitación, desde pequeños niños de un año hasta otros que sobre pasaban los 15 y fue ese el instante en que sintieron que sus cuerpos se paralizaban, no lograban moverse de su lugar y mucho menos emitir palabra, porque ahora estaban frente a lo que siempre habían temido y lo que más añoraban en el mundo: un hijo.
La pareja estaba consciente de lo que querían para su vida, pero cómo elegir a alguien entre todos esos pequeños, porque de algún modo querían darle un lugar en sus vidas a todos ellos, pero sabían que eso era imposible, porque no tenían una casa tan grande y solo podían adoptar uno. Además, no sabían si podrían criar a ese único chico, solo sabían que estaban ansiosos por ser padres y darle una vida de felicidad a uno de esos tantos niños que habían sido abandonados.
-¿Papá?-escuchó Blaine que alguien decía en un rincón de la habitación, era un pequeño de casi dos años, llevaba una jardinera azul junto a sus zapatos negros, su cabello era castaño y sus ojos de un miel precioso, realmente no podía creer que ese pequeño estuviera ahí ¿quién podría haberlo abandonado? El moreno no se dio cuenta en qué momento había comenzado a caminar hasta el niño y se había arrodillado delante de él.
-¿Cómo te llamas?-se atrevió a preguntar, sabiendo que era posible que el niño no tuviera un nombre o que no supiera pronunciarlo.
-Ian-dijo con esfuerzo y ojos brillantes al ver la sonrisa del ojimiel.
-Lindo nombre, me llamo Blaine-susurró el muchacho cogiéndolo en brazos.
-¿Bein?-dijo mirándolo detenidamente e intentando tocar su rostro.
-Sí, él es tu papi Blaine-dijo Kurt apoyando su cabeza en el hombro de su marido.
-Y él es tu papá Kurt-dijo el cantante con una gran sonrisa y cobijando al pequeño entre sus brazos.
-¡Papá!-gritó el pequeño y tiró los brazos al castaño para que lo tomara, pero el ojiazul no pudo moverse, no después de escuchar esa sencilla palabra salir de los labios de una criatura tan inocente como lo era ese niño.
-¿Qué?-dijo con la voz rota y los ojos brillantes, no podía creer lo que estaba escuchando, sus oídos no daban crédito a lo que acaba de escuchar. El pequeño había dicho lo que él creyó tardaría años en llegar, pero no, ahí estaba el menor gritándolo delante de todos los otros niños: papá.
-Veo que ya decidieron-dijo un hombre desde detrás de ellos, a lo que la pareja volteó.
-Nosotros...-intentó decir Blaine, pero Kurt se le adelantó.
-Creo que él nos escogió-susurró mirando al pequeño y tomándolo en brazos, ahora podía decir que era el hombre más feliz del mundo, porque estaba a un paso de ser oficialmente papá junto al hombre que amaba.
-Ian...-decía el hombre anotando en una libreta.
-Hummel Anderson-dijo Blaine con una sonrisa y mirando a Kurt, quien se veía notablemente emocionado.
-Veo que se pusieron de acuerdo con el orden de sus apellidos, pasen por aquí por favor-dijo indicando una puerta distinta de donde habían entrado.
-¿Hummel Anderson?-murmuró el castaño mirando a su pareja y siguiendo al director.
-Es lo mejor-dijo el ojimiel con una sonrisa y besando la mejilla de Kurt. Ambos ingresaron en una oficina donde los esperaban varios papeles.
-Deben llenar esto y el pequeño Ian será oficialmente suyo.
-Disculpe-dijo Blaine sentándose en una de las sillas al igual que el ojiazul, quien no dejaba de jugar con el niño.
-Dígame, señor Anderson-dijo el director tomando su lugar y entregándoles unos lápices para que pudieran completar los formularios.
-¿Por qué lo abandonaron?-susurró sintiendo la nostalgia inundar el lugar, era una pregunta necesaria, no podía salir de ahí sabiendo que en cualquier momento aparecerían los padres de Ian y lo pedirían de vuelta.
-No lo abandonaron-dijo el hombre mirándolos con atención.
-¿Entonces?-dijo Kurt con la seriedad que lo caracterizaba y manteniendo al pequeño contra su pecho.
-Sus padres tuvieron un accidente hace un año, hubo un choque de trenes y él salió ileso-susurró de forma fúnebre.
-Eso es imposible-dijo Blaine con el cejo fruncido.
-Lo mismo dije cuando lo recibí, pero no salvó totalmente ileso, tiene una fea cicatriz en su espalda, un fierro perforó uno de sus pulmones, pero no lo atravesó, por eso hoy puede estar con ustedes.
-Ian Hummel Anderson-murmuró Kurt levantando al niño y mirándolo directamente a los ojos-bienvenido a esta familia-dijo con una sonrisa y vio como el pequeño reía.
-Está feliz-sentenció Blaine y comenzaron a firmar los papeles.
Fin Flash Back
Luego de tres años seguían siendo una familia y a medida que Ian iba creciendo debían enseñarles ciertas cosas, como el odio que existía en el mundo, como el amor que unos a otros se podían tener, pero que el resto rechazaba. Por ejemplo, sus papis se amaban, pero mucha gente no lo aceptaba y por eso habían recibido más de un insulto en la calle, muchos de los que Kurt debió callar con malas palabras o que Blaine se atrevió a debatir a golpes, afortunadamente nunca debieron lamentar algo peor que eso.
Ahora, nuevamente en New York luego de haber visitado a sus familias y haberles presentado a su hijo en una gran cena de año nuevo que duró lo suficiente como para que los Anderson no pudieran emitir palabra y los Hummel-Hudson se sintieran dichosos de al fin tener un nieto. Pero ya no estaban rodeados de sus familiares y amigos, porque sí, habían visto las expresiones de sus ex compañeros quienes no podían creer que habían logrado adoptar a un pequeño tan adorable y que se veía los amaba.
-¡Llegamos!-dijo Blaine aferrando a su hijo a su pecho y sonriendo abiertamente.
-No de nuevo-dijo Kurt por lo bajo y haciendo una mueca-por favor no-susurró caminando lentamente e intentando no entrar en el lugar, no se sentía preparado y mucho menos deseaba que un sitio así existiera, le causaba escalofríos.
-Vamos amor-dijo el moreno cogiéndolo por un brazo mientras Ian lo llamaba enérgicamente.
-Papá vamos-decía con una sonrisa y observando todos los colores en la tienda.
-Dime por qué voy a entrar-susurró aterrado y volviendo a leer el nombre del lugar.
-Porque me amas y sin esos corbatines no soy nadie-dijo el ojimiel con su cabeza ladeada.
-Bueno, Devon, entremos-dijo con una mueca y caminando junto a su marido.
-Ok, será rápido-dijo el moreno con una mueca en los labios y entregándole a Ian en los brazos. Blaine se internó en la tienda y buscó tres modelos de corbatines distintos y los llevó hasta el mesón donde los pagó-listo, vamos-dijo seriamente.
-Increíble, no tardaste ni cinco minutos-susurró Kurt observando su teléfono celular, en donde había cronometrado el tiempo de espera.
-¿Qué?-dijo incrédulo al notar lo que había hecho el ojiazul.
-No tardaste nada, realmente fuiste rápido-dijo con una sonrisa tranquila y alegre.
-Pero si debo esperar más de dos horas cuando te pruebas ropa no puedo alegar-dijo entre dientes el ojimiel, a lo que el ojiazul se paralizó y lo observó atentamente.
-¿Qué?-no podía creer lo que había escuchado-Blaine ¿estás molesto?-dijo alzando una ceja y notando como el cejo de su marido estaba fruncido y la mueca no desaparecía de sus labios.
-¡Pero si siempre es igual! Yo debo aguantar tus tonterías y tú no puedes esperar unos malditos minutos para que yo escoja ropa, vea zapatos o compre comida ¡no! siempre es a tu modo, la ropa, la casa, el perro...-se quedó callado antes de decir algo que realmente lamentara.
-¿Ibas a decir algo más?-dijo seriamente y dando un paso hacia el moreno.
-¡Tú elegiste estar conmigo!-dijo furioso-ni eso pude elegir, me dijiste Blaine te amo y nos casaremos y...
-¿Te amarré al altar? No me digas que te tenía encadenado-dijo furioso y sin creer que el moreno pudiera decirle algo así-escogiste casarte, el anillo, la ropa y todo lo que quisiste, Blaine.
-¿Y tú? Escogiste hasta con quién casarte, entre Adam, David y yo ¡Gracias por escoger al chico que te había engañado!-dijo molesto y entrecerrando los ojos.
-¿Qué?-ya no entendía nada y la gente comenzaba a observarlos, Blaine le estaba gritando a vista y paciencia de todos y él no estaba para esos espectáculos, porque por primera vez se sentía totalmente avergonzado de estar junto al moreno-Me voy de aquí, no estoy para aguantar este tipo de situaciones, si quieres llegas a casa o te vas con algunos de los chicos que les encantaría entrar en tus pantalones, pero por favor no llegues ebrio, porque si quieres llegar así puedes ahorrar el tocar la puerta, gracias-dijo furioso y dio media vuelta con su hijo en brazos.
-Idiota-dijo lo más fuerte que pudo, pero vio como todo a su alrededor se congelaba por un momento y la gente comenzaba a gritar, podía observar la espalda de su marido cargando a su hijo, justo en el momento en que escucha el sonido de un balazo. Eso lo motivó a correr hasta donde estaba el castaño, pero escuchó un segundo disparo y sin lograr llegar hasta donde estaba el ojiazul vio como este se desplomaba con el pequeño Ian en sus brazos.
Llegó hasta él y pudo ver la sangre corriendo por la cabeza de su marido, su hijo lloraba y tenía sangre, pero al revisarlo rápidamente notó que no pertenecía a Ian, sino que a Kurt.
-Amor-murmuró intentando obtener una respuesta, pero el castaño tenía los ojos abiertos y estaba inmóvil en el suelo, no daba señales y mucho menos hablaba. La ropa se comenzaba a manchar de sangre y Blaine no sabía qué hacer, de un momento a otro la felicidad y todo lo que amaba en la vida le estaba siendo arrebatado y él solo había podido pelear con su marido, con el chico que ahora yacía junto a él.
-¿Papá?-susurró Ian intentando mover a Kurt, pero el moreno lo alejó lo suficiente.
-¡Ayuda!-se atrevió a gritar el ojimiel mientras lloraba desesperado-¡Qué alguien nos ayude!-gritó desesperado y notó como tres hombres se acercaban, parecían el equipo de emergencia del centro comercial. No tenía idea de qué ocurriría de ahora en adelante, pero estaba seguro de que se arrepentiría el resto de su vida del momento en que decidió pelear con Kurt.
