Disclaimer: Once Upon a Time no me pertenece (lástima). Los personajes y lugares son propiedad de Edward Kitsis, Adam Horowitz y de la ABC

Este fic participa en "Dos mundos, dos historias", el reto de "Bienvenidos a Storybrooke" el foro de Once Upon a Time en español.

Tengo que hacer una gran confesión: lo que más me gusta de la película de la Cenicienta de Disney es Gus. Incluso, cuando dejé de usar mamadera (biberón) y chupete, insistí en dejárselos a él como regalo (ni idea por qué). Se imaginarán que cuando lo mostraron en OUAT casi me desmayo de la emoción. Y me dio pataleta que lo mataran a la mirad del capítulo. Serán malvados.

No es tan malo

1

Gus

Escapar

Hay una regla de oro que todos los ratones respetan a rajatabla: "los humanos no son amigos". Eso lo saben hasta las crías que aún no abren los ojos. Los humanos son malvados y disfrutan de de aplastar y torturar a pobre ratones inocentes. Las madres ratonas les cuentan historias de terror a sus hijos acerca de las maldades de las que son capaces esos monstruos. Trampas, venenos disfrazados de deliciosas golosinas y esos largos palos con ramitas en la punta que habían sido la perdición de más de un miembro de su especie. Todas ellas eran trampas mortales para un ratón desprevenido.

A pesar de eso, Gus siente muchísima curiosidad por los humanos. Esas cosas enormes de las cuales sacan sonidos al aporrearles los dientes bicolores o esas cosas con cubiertas de cuero y páginas de papel rayadas con unos bichos que no conoce. Siempre le han dicho que el papel es delicioso y que hay varios ratones que sólo comen esa exquisitez y viven en lo que los hombres llaman "bibliotecas". Sin embargo, Gus sabe que lo humanos no se los comen. Los ha visto tomar esas cosas, abrirlas y mirarlas por horas, aunque no entiende por qué.

Una vez, Gus se escondió en una de esas bibliotecas. Ahí, había una chica que parecía ser de lo más amable y que se pasaba hora tras hora mirando una de esas cosas con cubiertas de cuero. No siempre observaba la misma, había descubierto Gus. Varias veces la vio caminar hacia las estanterías donde él se había refugiado y sacar otra después de guardar la anterior. Gus no sabía por qué lo hacía. Todas esas cosas le parecían iguales. No entendía cuál era la lógica de eso.

No obstante, a pesar de su actitud rara, ella parecía amable y Gus pensó que podría presentarse a ella un día de esos. Seguro que ella podía contarle más cosas sobre los humanos y explicarle cuál era la fascinación con esas cosas de tapas de cuero.

Un día, Gus esperó a que ella se acercara a su escondite para salir y saludarla como correspondía. Había pensado mucho en lo que iba a decirle, pero no alcanzó a decir nada. Apenas hubo asomado su naricilla, la joven gritó tan fuerte que Gus pensó que iba a quedarse sordo. Acto seguido, vio como ella agarraba una de esas cosas especialmente grande y la blandía en su dirección.

Por suerte, Gus era muy rápido y corrió estantería abajo a todo lo que podía. Atravesó la habitación esquivando las cosas que se habían tiradas. Muchas de esas cosas de cubiertas de cuero, plumas y frasquitos con líquidos de colores. También había una taza rota. La chica seguía gritando. Corrió tan rápidamente como pudo hasta llegar a un agujero. Ahí se detuvo para respirar.

Al menos había sobrevivido para contarlo.

Para cualquier otro ratón, esa aventura habría sido la última, pero no para Gus. No, él seguiría tratando de acercarse a los humanos que tanto lo fascinan. Sabe que algún día encontrará a uno que le hable y le explique qué son esas cosas con cubiertas de cuero y por qué los humanos se pasan tantas horas mirándolas.

Algún día lo logrará.

Pero por ahora, se conforma con un poco de queso.


Me gustó mucho escribir sobre este personaje de mi infancia y espero que ustedes también hayan disfrutado leyéndolo. Por cierto, la chica es Belle, por si no es demasiado obvio.

¡Hasta la próxima!

Muselina