Resúmen: ItaSasu [siempre es lo mismo conmigo xD] +18 [igual nunca nadie pela esto]. Un abogado, un hombre de bien, defensor que la justicia y la equidad después de años vuelve a encontrarse con su hermano menor, ahora un muchacho perteneciente al mundo que es su deber erradicar: el mundo del delito. ¿Será capaz de acarrearlo al buen camino? ¿Perdonarán las acciones pasadas y presentes del otro y volverán a llamarse con el afecto perdido? Misterio, angst, romance, drama, acción (?), violencia y policíaco. ¿Lemon? Aún no lo sé, pero ItaSasu, seguro que sí(;
A brother of (in)justice
1. Reencuentro.
Caminó por el amplio pasillo; estoico a la vista; mas, en su mente no estaba realmente seguro de cómo manejar la situación que se presentaba ante sus ojos. ¿Cuál sería su verdadera prioridad? La llamada de su madre había terminado con la placidez de su noche; estaba en su recámara, meditando, para después dormir unas buenas horas que urgía ya desde hace varios días. Cuando Mikoto terminó de relatarle —de manera atropellada y turbada— su historia él sólo dijo que salía inmediatamente hacia allá y colgó, dejando el aparato sobre la cómoda; mecánico, ausente. Sus labios se movieron, dando forma a un nombre, mas no vocalizó.
está detenido —pensó y reiteró. está en la comisaría. Se irguió y vistió sus piernas con los primeros pantalones que halló y una gabardina, sólo interesado en cubrirse y salir al auxilio de cierta persona.
Su madre ya estaba en el lugar cuando arribó; corrió hacia él y le abrazó, murmurando entre sollozos: "Ayúdalo, ayúdalo, sácalo. Estoy segura de que él no hizo nada".
Antes de comparecer en la sala de interrogatorios una laboratorista (a quien ya conocía) le interceptó, con mirada un tanto asombrada e intranquila; le tomó de la manga y le acercó a su puerta para que no obstruyeran el paso.
—Itachi-dono, lamento esta situación —el susodicho le miró pretendiendo que fuera al grano (cosa que la mujer comprendió)—. Aún no tengo mis resultados pero parece fina, casi pura; y trajeron mucha.
— ¿Cuánto es mucha?
La mujer mordió su labio inferior y le miró a los ojos después. —Poco menos de 500g.
¿500? ¿¡500g!? Es imposible que pudiera cargar tal cantidad…
—¿Quién la portaba?
—La chica, una pelirroja. Pero dudo que haya sido ella, se culpó inmediatamente, como si quisiera cubrir a alguno de los otros.
—¿Cuántos?
—Tres —Tsunade ojeó hacia la puerta de la sala de interrogatorios, nerviosa—. El está ahí —y metiendo sus manos en los bolsillos de su bata se retiró. Caminó hacia donde la mujer le había indicado, suspiró y entró al cuarto, donde sólo había una persona sentada, con las manos juntas debajo de su barbilla; aparentemente pensando. No era más que un muchacho. El sujeto le miró a los ojos con su propio par ébano. Parecía estar algo, sí, algo sorprendido; no obstante, no lucía esperanzado, y esto mismo le hizo dudar de lo que debía hacer. Se ciñó su gabardina y sobó sus sienes.
—Sasuke —dijo a modo de saludo para posteriormente tomar asiento en la única silla disponible que quedaba.
—Itachi —respondió al cabo de varios segundos; para entonces el chico ya tenía las manos sobre la mesa.
No hubo "¿Cómo has estado?", "¿qué tal está mamá?", "mucho tiempo" y menos aún un "te extrañé mucho". Lucían como un par de extraños; hasta un par de opuestos. Quizá, inclusive lo eran: legalidad y crimen.
—¿Por qué?
—¿Por qué que?
—¿Ahora eres un facineroso?
—Por casualidad ¿ahora te importa?
—Sólo estoy aquí porque madre me lo pidió.
—Entonces no veo la finalidad de esta conversación.
—Únicamente para saber a quien mandaré a la correccional.
—A mí, pero ya lo sabías, ¿verdad?
—¿Y la chica?
—No creo que te hayas tragado el cuento de que es suya.
—No, pero tampoco creí que lo admitirías —el más joven sonrió sardónico ante esto último.
—No soy una persona leonina —Admitir su crimen aún cuando tenía un alibí le hacía cabal y honrado… hasta cierto punto.
—¿Por qué manejas esa porquería? —inquirió con aflicción.
—Tengo que sufragar mi vida.
—Hay medios legales.
—No tengo tiempo. Mamá no me ayuda, y la beca no me basta.
¿Una beca?, se preguntó. eso significa que va a la escuela. Le echó un vistazo, por su apariencia no aparentaba requerir dinero. Vestía bien. Incluso más que bien. Su cuerpo emanaba un estiloso parfum. Un reloj de pulsera lucía en su muñeca izquierda, el material era casi blanco, con un brillo muy sutil en azul, alusión a los destellos de ese tono que se presentaban también en el cabello del muchacho. ¿Platino? Sasuke ahora se preocupaba más por su apariencia, antiguamente no era así. Lucía tan soberbio y vanidoso… ¿Qué es Sasuke ahora?
—Yo pude haberte ayudado —aseveró.
Sasuke sólo dibujó una sonrisa mordaz y sarcástica. —Vamos, "nii-san", ambos sabemos que eso es una falacia. Inclusive, es insólito que estés aquí… ¡Ah!, ya sé, comprendo, viniste a encerrarme, no a ayudarme.
Itachi sólo arrugó el entrecejo. Lo admitía: ni siquiera él sabía cómo procedería.
—Ese no es un fallo mío. No te mandé a cargar esa mierda.
Una risa cáustica brotó de la garganta del más joven, gradualmente transformándose en una carcajada pura. Sasuke sujetó su estómago con sus manos y echó la cabeza hacia atrás, consolidando el hecho de que algo le había producido mucha gracia.
—No, claro que no. ¿Cuándo dije eso? —para entonces ya había recuperado su postura estoica— Hace años que no sabía ni una sola noticia tuya. Pudiste haber muerto y no me habría enterado; pero… bueno, es claro que tampoco me habría atañido demasiado. Así como a ti no te importa un carajo que sea de mí, ¿me equivoco? Seguro que no.
Harás tu deber, me recluirán y a ti probablemente te elogiaran por poner tu compromiso con la sociedad antes que tu miserable y forajido hermano, ¡ah! —acompañaba su soliloquio con gestos dramáticos, fingiendo sentirse afectado; era, sin duda, un maestro de la sátira— el distinguidísimo y comprometidísimo Itachi Uchi… Disculpe, ¿cambió ya este indigno y abyecto apellido por uno que se adecuara a su gran garbo y clase? Me absolverá el señor, si es así.
—Siéntase excusado, vil y rastrero vendedor de carga miserable, el espléndido señor le confía tenga buenas noches en su confortable y vasta prisión —deseó, con la lengua destilando ponzoña, levantándose de su silla y saliendo, sobando sus sienes nuevamente, reincidiendo en su asidua y tormentosa jaqueca. ¿Por qué?, ¿por qué había ido?, ¿por qué había decidido hacer caso a su madre? El pudo haber pasado la noche tranquila que llevaba días anhelando, en lugar de esto. Tanteó sus bolsillos en busca de sus cigarrillos. Requería, urgía un tranquilizante, y el tabaco actuaba como uno. Lo prendió con un encendedor y dio una larga calada, aún sabiendo que estaba en interiores, y, añadiendo, en una comisaría; sin embargo, muchos de los trabajadores del lugar le conocían, y absolverían esa falta; él no resistía más.
—¡Oiga! —volteó en dirección de la voz por inercia, sin saber si le hablaban a él, siquiera. Una muchacha pelirroja y con lentes le hablaba desde una celda— ¡Usted! ¿Usted es Itachi? —confirmó con su cabeza y se acercó hacia ella—. ¿Dónde está Sasuke? ¿Ya es libre? Tú lo sacaste, ¿cierto?
—Sasuke será mandado a la correccional, pero tú puedes salir si admites que la droga no es tuya.
—¿¡Qué!? ¡Tú eres su hermano! ¡Tú puedes salvarlo!—chilló—. ¡No importa si me llevan a mí, pero él no! —Itachi observó a la chica: afirmaba con fuerza los barrotes de su celda, tratando de acercarse lo más posible a él, de poder explicarle, al parecer, sus razones para cubrir a su hermano. Claramente estaba nerviosa, muy ansiosa, desesperada por convencerlo. Itachi suspiró, dio una segunda —y última— fumada a su cigarro y lo apagó, para después solicitar hablar con la detenida, quien le dispensó la mirada más llena de agradecimiento que hubiera visto en mucho tiempo; sólo la superaba las esperanzadas y rebosantes de satisfacción que Sasuke le obsequió en su infancia siempre que jugaba con él. La chica —como después supo, ostentaba el nombre de Karin— le gratificaba más que salvara a su —ahora— perverso hermano menor que a ella misma, y esto último le azoraba, e incluso le incomodaba un tanto.
Pasaron a una pieza similar a donde había estado con Sasuke, tomaron asiento y él se dispuso a interrogar:
—¿Por qué estás cubriendo a mi hermano, aún a costa tuya?
Ella se acomodó nuevamente sus anteojos. —¡Sasuke no puede ir a prisión! El… El es muy bueno. Sasuke me salvó una vez, yo no puedo permitir que te lo lleves a un lugar como ese. Además… —flexionó sus piernas y se sonrojó, casi a la intensidad de su propio cabello— ¡Sasuke es tan guapo! —en el momento en el que notó que Itachi no estaba muy entusiasmado, más bien, disgustado, volvió a un estado mas neutro— Lo-lo siento.
—¿Por qué crees que mi hermano es bueno? Estás al tanto de sus actividades ilícitas, y que éstas perjudican a un sector de la sociedad.
—Sasuke no es malo —afirmó con convicción—; él… él sólo… —se inclinó sobre su asiento y tapó parcialmente su boca, posteriormente susurró casi inaudible: —él sólo le vende a gente que ya no tiene remedio. El sabe… y no busca gente que aún puede salir…
—Todos pueden librarse de sus lacras.
—¿En serio cree usted eso? —acomodó un mechón de su cabello detrás de su oído y le sonrió con amargura— hay gente que ya sólo vive por conseguir algo de droga; ni siquiera están vivos cuando no tienen porquerías en sus cuerpos —la chica mostró una expresión mezclada entre asco y melancolía—. Esos son los clientes de Sasuke. El les da lo que ellos buscarán en otro lado de todos modos —. No. Quizá el tampoco creía en lo que había dicho; quizá compartía en algo la postura de Karin, aunque no quisiese admitirlo: podía ser que coincidiera en que había males sin remedio en el mundo; pero él quería ocultarlos de su vista, convencerse de que con lo que él hacía el mundo quedaba impecable. Aún así, ella no lo estaba persuadiendo. Ese fatuo y petulante muchachillo debía pagar por sus faltas, aún si era su hermano menor.
—Por favor… —le tomó de las manos, un poco insegura, pero al ver que él no las retiraba las estrujó un poco— Sasuke… —agachó su cabeza y después de un instante le miró, casi llorando— no puede ir a una correccional. El merece que lo salve —él la miró, supo que si se negaba ella armaría un escándalo, que sería capaz de rogarle y arrodillarse; lloraría y suplicaría clemencia para su hermano. ¿Tan ciego era el amor?, ¿tanto le gustaba su hermanito como para cargar con responsabilidades ajenas? Únicamente podía ser eso… o que Sasuke verdaderamente meritaba una oportunidad. Un salvo conducto del cual el tenía posesión. Empero, salvar a Sasuke y condenar a la chica sería una injusticia. Y él era la justicia.
—Deberías estimar más tu libertad —desasió la ligadura que Karin había hecho con sus manos y deambuló por el recinto; al momento que llegó a la puerta y tomó el pomo, antes de que ella pudiese proferir una postrera plegaria Itachi formuló un par de palabras esperanzadoras: "Lo pensaré", para posteriormente abandonar el cuarto.
Exhaló, con su mente confusa, revuelta, sin saber qué… qué hacer. Necesitaba algo que le sedujera hacia alguna de las riveras. Un fundamento. Su moral familiar y su moral jurídica estaba en pugna, su ética intrincada, buscando el desenlace más plausible.
—¿Usted es Itachi Uchiha? —giró en dirección a la voz que había proferido su nombre, encontrándose a un hombre joven, muy alto, de cabello anaranjado.
—¿Y usted?
—Mi nombre es Juugo. Soy… amigo de su hermano, por así decirlo.
El moreno le analizó con la vista: notó gran fuerza corporal; estaba seguro de que era mayor que Sasuke, pero menor que él. Su expresión era muy tranquila.
—¿Y qué deseas, Juugo? —inquirió; aún cuando ya conjeturaba cual sería la réplica.
—La liberación de Sasuke.
Cerró los ojos y se recargó en el muro. —Eres el segundo que me solicita eso; espero tengas buenas razones.
—Le aseguro que merece su favor.
—Me figuro que tú eras uno de sus acompañantes; y por consiguiente tienes conocimiento de sus… —suspiró con aflicción— negocios —El sujeto asintió—. Es imposible que yo evite su bien merecida condena.
—Su hermano me ha ayudado demasiado, sin importar el trabajo que realice para él, las veces que lo proteja de cualquiera… nunca terminaré de pagarle por lo que hizo y aún hace por mí. Debo impedir que lo encarcelen, y haré lo que sea necesario para hacer que usted lo ayude.
—Y nuevamente, el segundo que me asegura que Sasuke le ha ayudado e indudablemente amerita ser salvado. Confío tengas en cuenta que considero que me están mintiendo.
Juugo asintió.
—No pienso negar que Sasuke vende sustancias ilegales; pero usted es su familia y debe sacarlo por el simple hecho de ser su hermano mayor.
—Y debo encerrarlo por el simple hecho de ser un representante de la ley.
El hombre frunció en ceño, y como si hubiera considerado ventajas y desventajas, habló: —Eso sería abandonarlo. Sé que ya lo hizo una vez. ¿Va a desasistirlo de nuevo?
Itachi le lanzó una mirada de desagrado. —Si ya lo hice una vez… otra más no será difícil —expuso y dio por finalizada la conversación, andando hacia la recepción. Se deploraba inmensamente el haber acudido; y aún se cuestionaba el por qué lo había hecho. Y su madre… ¿seguía tan ciega?, ¿o sólo era la angustia la que la hizo verter todas sus esperanzas en él, aún sabiendo cómo era? Un abogado que le otorgara la corte podría hacer lo mismo que él y sin chistar, sin dudar; sencillamente defendería a Sasuke porque sería su trabajo, mientras que él…
—Itachi — la voz rasposa y vetusta de Hiruzen, el superior de la comisaría le detuvo y sacó de sus cavilaciones —. Me enteré de todo y lo lamento. ¿Podríamos hablar un momento?—asintió con aquiescencia y avanzó hasta la sala de donde había salido aquel buen hombre, para internarse en ella a continuación.
Salió con expresión resuelta y caminó sin vacilación a su destino. Con la vista esclarecida y un propósito bien definido abrió una puerta. Notó que alguien interrogaba a Sasuke e intentaba —fallidamente— amedrentarlo; logrando, únicamente, exasperarse a sí mismo. Sus compinches le decían "Raikage": sombra del rayo. Su voz era atronadora, y en conjunto con su cuerpo imponente, y la velocidad en la que lograba atemorizar al más osado y sublevado personaje; honraba su seudónimo. Pero, al parecer, con Sasuke no.
—Buenas noches, mi nombre es Itachi Uchiha, y fungiré como abogado defensor de mi presente cliente, Sasuke Uchiha.
Continuará...
Oh bueno, esto es; espero les haya gustado, creo que está un poco misterioso todo pero se irá explicando a lo largo del fic.
Los procesos penales los llevaré de acuerdo a la ley de mi país, así que podría variar un poco, pero no creo que mucho. Sasuke sería procesado por narcomenudeo de cocaína, pero parece que Itachi ha llegado B).
Si la historia fue de su gozo por favor, escriban aquí abajito, aunque sea un (Y); y si no te gustó, dime qué fue (: ¿Dudas? También abajito (: ¿Quejas? u.u Pues sí, abajo, las recibo.
