¿Recuerdan cuando dije que no tenía planeado escribir long-fics? Bueno... acá estamos. Llevo planeando esta historia desde ya hace un buen tiempo a la fecha y finalmente ahora tengo algo que mostrar.
Este es un proyecto algo ambicioso— A grandes rasgos es un AU Castiel/Nathaniel basado en el antiguo mito griego de Eros y Psiqué; con Castiel como el joven Dios del amor y el deseo, y Nathaniel en el papel de la joven poseedora de una belleza peligrosamente mortal. Este siempre ha sido uno de mis mitos favoritos, y pensé que sería interesante hacer una versión moderna del mismo y reinterpretarlo con estos personajes.
La historia tendrá varios cambios que la harán diferir en gran parte del mito original; y eventualmente será cambiada a rating M.
Amour Sucré (c) Chinomiko
Ad Eternum
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æd e 'ter num
1. Indefinidamente.
2. Para toda la eternidad, para siempre.
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=Prólogo=
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Hubo un tiempo en la antigua Grecia en que los dioses bajaban del Olimpo a la tierra y estudiaban, se relacionaban, e incluso enamoraban de los mortales. Donde los augurios y beneplácitos de los oráculos y pitonisas eran considerados como verdaderos designios divinos, y donde entonces, los humanos vivían y morían según las decisiones que sus deidades tuvieran para ellos.
Una época llena de romances imposibles y desmedidas guerras barbáricas, de arrebatos que traían la tragedia para sus protagonistas y de pasiones que consumían la existencia de cualquier tipo de racionalidad y cordura.
No obstante, y atacados por el paso inevitable del tiempo, esos años dorados para la civilización griega eventualmente acabaron. Las décadas se transformaron en siglos y estos aumentaron en cantidad, dejando así a una sociedad caída en el pasado; y con eso reduciendo el legado de una cultura completa a historia antigua, mitos, y relatos plagados de seres fantásticos.
Pero si bien los humanos siguieron adelante, adaptándose constantemente a los tiempos que les tocaban vivir, coexistiendo y avanzando en pro de mantenerse;… ellos no fueron las únicas criaturas que siguieron ese camino.
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"Con la llegada de un forastero maldecido,
tu tranquilidad de siglos se verá interrumpida.
Te arrebatará aquello que más te importa.
Sin embargo,
él está destinado a un encuentro inevitable con la desgracia encarnada.
Perdido a medio camino, miserable, abandonado.
Condenado desde el comienzo.
Un encuentro.
Una separación.
Y llegará a ti por su cuenta, no tendrás que buscarlo.
Lo destruirás con todas tus armas.
Pero, al fin y al cabo, tú ya has perdido el juicio."
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Ignorantes son aquellos que creen que el amor existe, que ansían el romance, y que piensan que es algo valioso como para llegar al nivel de idealizarlo.
Y más ignorantes aun, aquellos que se empeñan en vivir sus vidas en busca del mismo.
Como si eso fuera una atribución que les correspondiera.
Ese era el pensamiento que cruzaba por su mente en ese preciso minuto. Observaba a todos, vigilante, atento, expectante.
Con el paso de los siglos la sobrevaloración por ese sentimiento se había vuelto más y más notable. Los humanos viven y mueren como animales en celo, pensaba él, Como si eso en serio pudiese llamarse afecto— Ante la menor oportunidad actuarán como las mismas bestias sin escrúpulos que nunca dejaron de ser.
En medio de los alegres, los entusiastas y la ostentación. Salón lleno. Con su presencia selectivamente sutil nadie eracapaz de verlo, nadie era capaz de percibirlo, y nadie vio cuando comenzó a caminar por el lugar. A paso directo, confiado, parsimonioso. Una invisible aura intimidante que de alguna manera el resto parecía evitar inconscientemente; tal como un lobo con piel de oveja que transitaba por entre el rebaño dentro del corral: donde ningún potencial objetivo tendría posibilidad de escape.
Detallista y minucioso, características no de naturaleza nata pero sí adquiridas con el tiempo. Con su vista examinaba a todos, con una intensidad que rozaba la acusación.
Durante muchísimo tiempo él consideró a los humanos como seres repugnantes y grotescos, un mal necesario. Más, eventualmente, estos progresaron lentamente hasta llegar a un estatus en que —a pesar de todo— se convirtieron en su fuente principal de entretención y esparcimiento. El ver cómo arruinaban sus vidas le resultaba a lo menos, llamativo. Y que la gran mayoría de ellos vivieran en un estado de negación— ignorando a propósito la carencia de sentido en sus existencias, le agregaba a todo un cierto toque alucinante.
Al tiempo que hacía su barrida mental por sobre los presentes a la celebración, detalles varios captaron su atención efímeramente; cosas como los arreglos florales que estaban ubicados por todos lados, o los candelabros grotescamente grandes que iluminaban la estancia, al igual que los lotes y lotes de comida que invitaban a florecer la gula, y por supuesto, las decenas y decenas de invitados.
Los años pasan, pero algunas cosas siguen siendo las mismas, concluyó sin poder evitar el formar una mueca de burla al final de sus cavilaciones.
El tiempo pareció aletargarse a su alrededor, como si hubiera pasado horas y horas en la misma tarea, y sin embargo sólo habían trascurrido unos segundos.
Finalmente, con sus opciones ya sopesadas, dejó de deambular.
Elevó una de las comisuras de su boca, sonreía, triunfante: Porque con tal multitud de personas juntas en un solo lugar, yendo de un lado a otro, charlando, disfrutando, viviendo, y él como el único testigo ajeno a toda la escena proyectada; razonó que un solo tiro, un solo destino torcido, una sola víctima— sería un desperdicio para tal oportunidad.
Su rol agridulce, en teoría, el de provocar las pasiones y crear el deseo, de hacer estallar el arma de destrucción que significaba el amor, o de ahogar hasta el último atisbo de simpatía en el océano de la profunda indiferencia; todo sin importar cuantos corazones terminaran rotos en el proceso.
Pasó su mano izquierda por entre su cabello negro, así alejando un mechón rebelde de su rostro, y luego con un chasquido de dedos de su otra mano hizo aparecer su arma mortífera, un gran arco de brillante madera oscura.
El amor, el monstruo más despiadado de todos. Y él, el tirano que controla ese monstruo— Quien destruye desde adentro, quien mata sin derramar una sola gota de sangre.
Nadie vio venir su ataque, como tampoco nadie pareció reaccionar al mismo. Pero él sabía— sabía los cambios que había provocado, la sentencia de muerte para la cordura de sus víctimas y su sensatez, y él sonreía y sonreía y sonreía porque no había nada más jodidamente divertido que ver los intentos de rostros estoicos en esos bastardos mientras en lo único que están pensando es en follar y en coger, porque eso son, unas bestias.
Sin nada más que hacer ahí, salió del edificio como si nada hubiera pasado. Su trabajo ahí estaba completo.
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"Lo destruirás con todas tus armas."
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Notas:
¿Pensamientos? ¿Opiniones? ¡No duden en decirme! El próximo capítulo ya tiene algo avanzado, por lo que por fortuna no pasará tanto hasta la siguiente actualización.
Agradecimientos especiales a Diosa del Olimpo por su gran paciencia al no mandarme a freír espárragos por mi tardanza en publicar esto, porque me lo merecía y ella lo sabe.
¡Hasta pronto y gracias por leer!
