DISCLAIMER:Todo de George Martin.

"Esta historia participa en el reto 71, "Dale voz a este personaje" del foro Alas Negras Palabras Negras".


LA ROSA ENCERRADA

—Y jamás, jamás tengas miedo.

Las palabras no paraban de resonar en la cabeza de Margaery. Estaba oscuro, había probado a mecer su propia mano delante de los ojos, pero no había logrado ver nada. Suspiró y trató de serenarse, se agarró las rodillas y se las apretó contra el pecho. Cerró los ojos, no había diferencia alguna. Tenía ganas de llorar, gritar, y llorar otra vez. De correr a los brazos de su abuela. La Reina de las Espinas, Olenna Tyrell, que siempre la había apoyado, querido y... enseñado. Por eso mismo se abstenía de todas esas cosas. Una de las lecciones de su abuela, era la de no demostrar nunca el temor. Si conocen tus debilidades, pueden atacarte. No les des esa satisfacción. Pero era tan complicado. Tan condenadamente complicado... Sintió una suave lágrima hacer el camino desde su ojo hasta su mandíbula, suave y tímidamente, casi con miedo. Miedo. No había estado tan asustada en toda su vida. Sintió un pellizco de furia contra sí misma. Después de todo lo que había pasado, de ser dos veces viuda, de tener que soportar a un marido que mostraba más interés en su hermano que en ella misma, de aguantar a ese niñato idiota, cruel y malcriado de Joffrey, y sonreír ante la niñez e infantil carácter de Tommen; había conseguido por fin ser reina. Y no permitiría que nadie le arrebatase eso. Ni siquiera su amada madre Cersei... Así que Margaery limpió el surco que había dejado la lágrima de su rostro, suspiró otra vez y abrió los ojos.

—Jamás, jamás tengas miedo —repitió en voz alta la frase, largo tiempo atrás dicha por su abuela, como una particular plegaria, a esos dioses que ahora buscaban castigarla.