Capitulo 1. Sonríe como antes lo hacías Potter

Algo había cambiado en él. Y algo había cambiado en ella.

Ya no lo veía tan infantil como años anteriores, ni tan vanidoso ante los demás. Si antes hubiera bailado encima de la mesa del gran comedor para llamar la atención de los otros alumnos, ahora parecía esconderse entre las sombras para que nadie pudiera molestarlo.

Si antes su sonrisa se apreciaba a metros de distancia, ahora se añoraba ese gesto de su parte.

James Potter había cambiado. Y Liliane Evans no entendía por que de repente, el egocéntrico y bromista merodeador había decidido ser un chico callado e introvertido.

Sirius, aunque seguía igualmente gastando bromas, geniales para el resto de la gente, pesadas en opinión de Lily, también había cambiado considerablemente. Remus Lupin, en cambio, seguía siendo igual de tímido y sigiloso. Peter seguía siendo el chico que admiraba al moreno de gafas, que babeaba cada vez que James conseguía atrapar la snitch desde que lo habían cambiado a buscador.

Estaba claro que por parte de tres de los merodeadores, se notaba un aire de añoranza y tristeza. Aunque a nadie parecía importarle demasiado mientras Gryffindor mantuviera el primer puesto en el campeonato de las casas, así como se mantuviera en cabeza para lograr; un año más, la copa de Quidditch.

Ese día Lily prefería haberse quedado en la cama. Todo le iba peor que mal. En la primera hora de clase, pociones, había confundido dos de los ingredientes y había conseguido que su brebaje, que debía de haberse coloreado de un azul turquesa, terminara en un asqueroso y grumoso potaje marrón. Y lo peor no fue el haberse equivocado, ella! Que iba encaminada a ser Premio Anual. Lo peor había sido ver la decepción pintada en el rostro del profesor Slugorn.

En la segunda hora, que tenía encantamientos, la profesora McGonagal; que jamás se retrasaba en sus clases, había aparecido diez minutos más tarde de la ya empezada hora. Y lo peor no fue la tardanza, sino el "como" encontró a sus alumnos en plena clase. Todos levantados, hechizándose, la mitad con pies de gelatina; la otra mitad con sustancias parecidas a mocos verdes encima de la cabeza. Y la prefecta; es decir, ella, a punto de echarse a llorar por no poder controlarlos; con su pelo ya no de color rojo que tanto le gustaba, sino rubio chillón por cortesía de Sirius Black. Y que decir del sermón de la jefa de su casa, sobre responsabilidades y obediencias.

Para colmo no podía pagarlo con Potter porque él había decidido no intervenir en la guerra que comenzó su mejor amigo. Así había acabado tanto con pies de gelatina como con su pelo verde, sentado como una estatua deprimida en su banqueta.

Y todo su frustración recayó en Sirius, que tan solo se dedicaba a protestar " tan solo ha sido una broma inocente" ó "joder Evans, no seas tan amargada" y en Remus, que le miraba con indiferencia mientras ella le explicaba que ser prefectos tenía sus compromisos. Con ello tan solo consiguió que Sirius tatareara un "¿has visto Prongs que mal le queda el rubio?" mientras ambos salían por la puerta y a un Remus con el ceño fruncido y rostro enfadado porque le había chillado demasiado.

-venga Remus, tampoco ha sido para tanto.-dirigía la mirada hacia una espalda que no paraba de caminar.

De pronto Remus decidió, por fin tras dos horas de enfado, volverse con una sonrisa tibia y alegre. – eso es lo más parecido a un perdón que he escuchado de ti en todos los cursos.

La pelirroja sonrió al recordar que al menos, Remus había aceptado ayudarla más, como prefecto que él también era y habían terminado reconciliándose de nuevo.

En seguida Bufó al recordar como había continuado su espantoso día.

A la hora de comer, tuvo que parar con un hechizo un montoncito de guisantes que volaban en dirección al extremo de la mesa. Y con una mirada cargada de reproche miró a Black que intentaba, vanamente, disimular su lanzamiento. Y , casi por inercia, miró el rostro abatido de Potter que jugueteaba con los guisantes de su plato. No entendió porque se apenó al no percibir la sonrisa pícara que el chico hubiera tenido los años anteriores. Y se encontró a ella misma sin hacer caso a su amiga que le hablaba deprisa y entusiasmadamente. Levantó un poco el rostro como si esperara una explicación y para asombro de la pelirroja se encontró con los ojos azules de Black que, igual por primera vez desde que lo conocía, demostraban sufrimiento, casi pidiendo ayuda. Al instante, el chico dio unas palmadas en la espalda de Potter en señal de apoyo.

Lily frunció el ceño. ¿Apoyo para que? ¿Qué tan grave le había sucedido al estúpido de Potter?

Y aquellas preguntas invadieron su mente las siguientes horas del día. Haciéndole perder la concentración en las clases que le quedaban. Olvidando incluso la mochila llena de libros característica de ella.

"menudo día" se repitió caminando velozmente a la sala donde se impartía runas mágicas. Sabía que su mochila seguiría allí. A nadie le apasionaría coger algo lleno de libros de estudios que pesara tanto.

Entró sumida en sus pensamientos y se dirigió a la mesa donde siempre se sentaba. En primera fila. Ahí estaba la endemoniada. La cogió con algo de esfuerzo del suelo y la dejó caer encima del tablero de madera que resonó al recibir a peso muerto aquella cantidad de libros. Farfulló por lo bajo del tiempo que había perdido, de que ya todo el mundo estaría dispuesto a bajar a cenar.

Por eso, cuando levantó la vista de la mochila, se sorprendió al encontrar a dos personas mirándole con incertidumbre y estupefacción, seguramente al escuchar a la prefecta de Griffindor hablar sola.

-esto….hola.-saludó estúpidamente al reconocer al director Albus Dumbledore con James Potter.

El anciano profesor sonrió amablemente a la pelirroja y James Potter esbozó una pequeña mueca parecida a una sonrisa, lo que extrañamente hizo sonreír manera débilmente a la pelirroja.

-Señorita Evans.-saludó el anciano.-¿se le ofrece algo?.-preguntó afectuosamente.

La chica bajó la vista momentáneamente y un tono carmesí cubrió sus mejillas. "menudo día" repitió su mente socarronamente.-ee no..-se apresuro a contestar.-tan solo me había dejado la mochila.

-entiendo.-siguió el profesor.-sin embargo, si no es mucha molestia, ¿podría salir un momento del aula? Terminaré de hablar con el señor Potter y podrá continuar con lo que venía a hacer.

-si.-contestó sin pensar saliendo apresuradamente por la puerta.

-gracias.-oyó que decía el director.

Observaba la puerta con gran detenimiento. Esperando encontrar en ella la contestación a su pregunta de Porqué estaba el director hablando con James Potter O bien de porque ella había salido tan obediente como era siempre si tan solo tenía que haber cogido la mochila y no esperar en el pasillo a que terminaran; como de hecho se encontraba.

Cuando la portezuela de madera se abrió dejando ver a un serio director, Lily supo que algo no andaba bien. Y a pesar que de que éste le dedicara una media sonrisa al salir, no la tranquilizó demasiado.

Esperó a que Potter saliera y poder entrar libremente al aula, sin tener la necesidad de soportar un encontronazo incómodo.

Pero viendo que los segundos pasaban y que el moreno no aparecía decidió entrar con la esperanza de no tener que cruzar ni media palabra con el moreno.

Por eso, cuando entró y se encontró al chico sentado contra la pared totalmente abatido, con los brazos sobre sus rodillas flexionadas y sus manos tapándose la cara cabizbaja, se sintió totalmente hipócrita al tener el impulso de ir y confortarlo.

Negó para sí con la cabeza y se encaminó a buscar su mochila, pero al verlo más de cerca, un sentimiento de culpa llenó su cabeza. No sabía que le había ocurrido al chico, pero tenía la curiosidad de saberlo. Sin embargo, sabía muy bien que no podía tener el despecho de acercare a él y sonsacarle lo que fuera que le pasara. Para empezar, él y ella nunca se habían llevado bien. Jamás se habían hablado como dos personas civilizadas; tranquila y pacíficamente. Y para seguir, Lily no era esa clase de personas que para conseguir algo que quería se aprovechaba de la gente. Si tan grande era su curiosidad, tan grande se quedaría.

Pero ya no era solo la curiosidad lo que intrigó a la muchacha; también la posición del joven, que parecía una estatua que ni siquiera se había percatado de su presencia.

Sin vacilar, supo lo que debía hacer. Y se aceleró a la puerta con la intención de buscar a Remus o bien a Black.

No obstante, al cruzar el umbral, el susurro de su nombre la hizo detenerse. Volvió a entrar algo nerviosa y esperó la reacción de quien le había llamado.

-espera.-susurró el moreno mirando desde el suelo a la chica. – no hace falta que los vayas a buscar. Estoy bien, se me pasará.

Lily asintió con la cabeza preguntándose como demonios él había sabido de sus intenciones. Pese a todo lo que su mente se preguntaba, decidió no hablar ni preguntar.

Tan solo se sentó en frente del chico, apoyando su espalda contra la pata de una mesa y dejando su mochila a un lado.

-mi madre ha muerto.-soltó suavemente, sin titubear, sin expresar ningún sentimiento. Lo dijo como si estuviera leyendo alguna instrucción del libro de pociones.-ella había desaparecido este verano.-prosiguió el chico con una triste sonrisa.-y hace unas horas la encontraron en un bosque de Finlandia.

-Era algo que podía pasar ¿sabes?-continuó tras un prolongado silencio.- su profesión de aurora le exigía esa responsabilidad. Quiero decir,-se aclaró el chico.- que era algo que podía pasar.

Lily no supo en que momento sus ojos le empezaron a picar tanto, ni en que momento la primera lágrima surcó su mejilla. Ver al famoso y alegre James Potter tan derribado, tan inhumano de sentimientos era algo que afectaría a cualquiera; y Lily no era una excepción. El chico hablaba en un tono bajo y de vez en cuando esbozaba un gesto de sonrisa rota. Miraba fijamente al suelo, o de vez en cuando a los ojos de la pelirroja. No derramaba ninguna lágrima; aunque lily casi lo hubiera preferido.

-mi padre está destrozado.-informó.- no le gustó la misión que le encomendaron los de arriba. Dijo que no le parecía que fuera sola. Casi no la deja ir ¿sabes?.-comentó sonriendo con amargura.-casi la encierra en su habitación con numerosos hechizos. Pero al final accedió como hace….hacía siempre que ella le mimaba un poco y le tranquilizaba.-informó negando suavemente con la cabeza.-mi padre le dijo que él podía ir por ella. También es auror ¿sabías?.

Lily afirmó y sonrió a duras penas.

-resulta que descubrieron restos de magia en algunos asesinatos supuestamente muggles. Por eso el ministerio creyó que un asesino mago andaba suelto. Y cuando le encomendaron la tarea al departamento de aurores, el jefe llamó a mi madre y le propuso el trabajo. Cuando una semana de julio no llegó la habitual carta de mi madre, mi padre decidió presentar una desaparición. Al pasar los días y no encontrarla, mi padre decidió viajar hasta su último punto desde el cual nos había mandado su última carta. Conocía bien el trabajo de mi madre, asi que no le costó encontrar el paradero de ese asesino. Carlf Woenskey.¿te suena?.-preguntó con media voz.

Lily volvió a asentir mientras recordaba vagamente el haber leído ese nombre en el profeta que semanalmente le enviaban a casa vía-lechuza.

-sin embargo él no había oído hablar de ella. Ni la había visto y por supuesto no la había asesinado. –Prosiguió el muchacho.- se supo que decía la verdad porque utilizaron la poción más fuerte que el ministerio contaba. Mi padre continuó investigando día y noche hasta que dio con señales de ella en Finlandia. Al parecer, una bruja que vivía cerca en un poblado pequeño en un bosque, la había visto en una ocasión hablando con un hombre mayor que parecía loco y bebido. Ella debía intentar ayudarlo a mantenerse en pie.-sonrió desganadamente.-seguro que mamá le reprendió porque a ella no le gustaba nada la bebida.

Lily sonrió comprendiendo.

-Cuando mi padre encontró a ese hombre, él le dijo que otro algo más joven que él le había preguntado por ella. Parece ser que el loco era muggle porque no supo decirle a mi padre que lengua hablaba; tan solo que siseaba como una serpiente.

-parsel.-susurró sorprendida la pelirroja.

-si.-corroboró el chico.-al final la encontraron en un lago, como una estatua de marfil. Alguien le lanzó la maldición imperdonable. Pero no supieron muy bien quien, porque la varita de la cual se lanzó, estaba rota a su lado. Tampoco creen que puedan encontrar al autor del crimen.-finalizó con voz mucho más aguda.

Lily se sorprendió cuando se levantó sin ser muy consciente de ello y al arrodillarse junto al corpulento cuerpo del chico, pasó sus manos alrededor de su cuello; permitiéndole que apoyara su cabeza en su hombro.

Y cerró los ojos con fuerza cuando escuchó el amargo llanto del joven. Algo había cambiado. No era pena lo que sentía por el chico; sino un dolor desgarrador de verlo así. Tampoco comprendía como, de repente, el chico al que más había odiado, se convirtiera en el chico al que ella quería abrazar.

No quería herir el orgullo del moreno. Ni mucho menos que él pensara que ella le comparecía. Así que hizo un esfuerzo por sonreír y hablarle como siempre había hecho; con reproche y arrogancia.

Pues ya puedes volver a sonreír como antes lo hacías, Potter.-susurró en su oído sin moverse de su posición.-y ya puedes volver a gastar tus bromas porque necesito meterme con alguien.

James sonrió con agradecimiento contra su hombro. No se molestó en decirle que su voz no había resultado como siempre, sino que, al contrario, la había cargado con una dulce ternura que él jamás creyó escuchar de su boca.