Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima.
Prompt: Para la Bixanna Week. #01. First.
Personajes/parejas: Bickslow/Lisanna.
Extensión: 1187 palabras.
Notas: Bien, sé que casi (remarco el casi) no tengo perro que me ladré con esta pareja, en español al menos. ¡Pues me vale! Es mi maldita OTP hetero en Fairy Tail y sería una deshonra no hacer algo. De cualquier manera solo tengo el primer día completo, así que deseenme suerte para que termine esta cosa a tiempo.
Lo otro, lógicamente serán siete capítulos, y serán relacionados o no, continuados o no, en base a lo que me salga (sí, bien rebelde yo), así que haceos a la idea, que yo haré lo que mi inspiración me diga así sea una mierda. Al comienzo tenía pensado que fueran drabbles, pero me excedí con las palabras así que aplicara el mismo criterio de antes, tantas palabras como mi inspiración me diga y punto.
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First.
La primera vez que Lisanna desobedeció a sus hermanos no era ni una niña pequeña ni una adolescente, la primera vez que no les hizo caso fue un poco después de reintegrarse al gremio tras sus largos años de ausencia por causa de una misión. Porque desde que había vuelto ellos no le quitaban el ojo de encima, lo entendía en parte, a fin de cuentas por poco moría, ¡pero es que la asfixiaban! Lisanna quería sus hermanos, eso no se dudaba, pero necesitaba libertad. A fin de cuentas en Edoras no pudo tener del todo la vida adolescente que todo chico aspira, entre huidas y peligros a muerte, y quizás por eso no podía evitar querer disfrutar ahora que había vuelto, pero con dos hermanos mayores la proeza se le hacía difícil.
Y fue por eso, por esa situación, que Lisanna los desobedeció por primera vez en su vida. Ignoró sus reclamos de que tal misión era peligrosa y fue de todos modos, ganándose unos cuantos golpes pero nada demasiado terrible ni incurable. Si ella ya sabía que solo exageraban. Lo que si no negaba es que las heridas le dolían, y probablemente le doliesen los tímpanos cuando llegase al gremio y se encontrara con sus hermanos. Lo peor es que caminar lesionada en medio de la lluvia no era del todo agradable, menos tener que sostener el paraguas cuando ambos hombros le ardían. De cualquier manera no se arrepentía de su decisión, merecía algo de independencia.
En eso pensaba caminando a un lado del río que atravesaba Magnolia, mirando sus oscuras aguas llenarse con el agua de la lluvia. Ensimismada en sus pensamientos y reclamos, abstraída del mundo, al menos hasta que una mano la empujo directo contra el agua.
No le dolió, era agua a fin de cuentas, pero estaba horriblemente helada y su cuerpo ya le dolía lo suficiente como para encima tener que nadar. Salió a flote sintiendo las extremidades pesadas y se agarro de la orilla, frunciendo el ceño ante la característica risa que escuchaba por encima del sonido del agua. Alzó la mirada, encontrándose con una sonrisa divertida.
–Muy gracioso –dijo, impulsándose para sacar su cuerpo del agua.
–Estamos de acuerdo –le respondió Bickslow, de pie frente a ella.
Frunció todavía más el ceño mientras se sacudía, fijando la mirada en el mago frente a ella.
–¿Por qué hiciste eso? –cuestionó, frotándose los brazos para que entraran en calor.
Su interlocutor dejo de reírse, se enderezó y cruzó los brazos sobre su pecho, claramente pensando la respuesta. Supuestamente.
–Por nada en realidad, ibas distraída y pensé que requerías un baño.
Lisanna hizo un puchero, deseando arrojar al mago al agua, a ver si le gustaba mojarse. Encima debido a la caída había perdido su paraguas, paraguas que sostenía el hombre frente a ella. Fijó la mirada en el objeto inevitablemente, logrando que su acompañante siguiera el rumbo de sus ojos hasta su mano derecha.
–Oh, lo atrape antes de que cayera –explicó alzando el brazo que sostenía el paraguas.
La albina pensó que bien pudo atraparla a ella, o mejor, no haberla empujado para empezar. Miró el paraguas con molestia, esperando que se lo devolviera, notando gracias a eso que salvo el suyo, Bickslow no llevaba paraguas.
–¿Andas sin nada bajo la lluvia? –preguntó, captando la atención del mayor.
–Llevo ropa –respondió este con simpleza, sonriendo–, ¿no se nota?
–No llevas paraguas –aclaró Lisanna, adelantándose para tomar el suyo al notar que por lo visto el mago no pensaba devolvérselo.
–No, Ever me quito el mío –contestó Bickslow, tendiéndole el paraguas, cosa que la sorprendió pues no esperaba que lo hiciera.
Lo tomó con algo de duda antes de dirigir nuevamente la mirada a él.
–¿Te lo quito? –cuestionó.
–Ajá, una vez que fue a visitarme a mi y a Freed, se puso a llover y ella no llevaba paraguas, así que se llevo el mío y no me lo ha devuelto –explicó el mago–. Usaría el de Freed, pero no me gusta, y a Ever tampoco, por algo se llevo el mío –agregó.
Por alguna razón Lisanna no dudo en esas palabras, era algo esperable de Evergreen.
–¿Y entonces qué haces afuera en la lluvia? –preguntó, abriendo su paraguas para resguardarse. Aunque daba lo mismo, ya estaba suficientemente empapada.
–Nada en especial –dijo Bickslow–, iba camino al gremio.
Lisanna lo miró fijamente, notando sus ropas empapadas y como el agua escurría por su visor.
–Vamos juntos –ofreció finalmente, tras pensarlo unos momentos, estirando el paraguas.
–¿Para qué? Ambos ya estamos suficientemente mojados.
–Pues ve solo, entonces –respondió con simpleza, alejando el paraguas y dándose la vuelta, emprendiendo nuevamente su camino.
No dio ni dos pasos cuando el objeto fue arrebatado de sus manos.
–Bien niña albina, te acompaño. –La Strauss le hubiera respondido que ella no le había pedido que la acompaña y que no alterara sus palabras, pero Bickslow se le adelanto al sonreírle en tanto fijaba la mirada en ella–. ¿Esto es romántico, no? –preguntó, alzando el paraguas por sobre ambos.
La menor no pudo evitar enarcar una ceja.
–¿Por qué?
–No sé, estás cosas siempre pasan en las novelas que lee Freed.
Esperen, ¿Freed leía qué?
–Bueno, supongo que yo no leo esas cosas –suponía, porque prefería la no explicación al tipo de libros que leía el mago de runas, aunque Levy hacía lo mismo a fin de cuentas, leía novelas románticas.
–Vaya, es la primera vez que una chica me dice eso.
–¿Qué, debo asumir que han habido más chicas con eso?
–¿Eso vino por la parte de tu hermana, cierto? –Lisanna rió levemente, avanzando por el camino con calma junto al mago de almas.
–Ajá, por algo somos hermanas –respondió, sonriendo.
–Entiendo –oyó a su lado, ya que ella había regresado la mirada al río–. Por cierto, dejamos de ir juntos cuando te vean tus hermanos, prefiero estar lejos de ellos entonces.
Lisanna se detuvo en seco, había olvidado ese detalle. Oyó la risa de su acompañante a su lado con demasiada claridad.
–Oh –dijo este, alargando demasiado la silaba–, alguien lo había olvidado.
–Cállate.
–Pues que mal por ti, porque estaban muy enojados.
Lisanna contuvo un grito, ¿lo decía en serio?
–¿Mucho?
–Ajá.
Demonios, pensó. Se quedo quieta pensando en que hacer, porque en verdad no tenía deseos de enfrentarlos y menos empapada, pues eso solo sería otra razón para que la retaran.
–Ahora que lo pienso, en realidad no iba al gremio –no, mejor no, menos mojada y lastimada.
–¿No? –cuestionó Bickslow a su lado, sosteniendo el paraguas sobre ambos.
–No, iba a pasear por ahí. –Secarse, cambiarse y curarse.
–Oh, alguien está siendo desobediente.
–Cállate –reclamó Lisanna, más divertida que enojada porque la frase no la había molestado en realidad. Cogió al mago del brazo y lo arrastró con ella por el camino–. Venga, vamos por ahí –dijo, asombrándose de qué no obtuviera un reclamo y en cambio Bickslow se mantuviera a su lado–, a pasear por ahí –repitió, levemente nerviosa.
Igual, ya los había desobedecido una vez, bien podía hacerlo una segunda.
Es todo hasta mañana (espero).
Hasta la vista, baby's (?)
