Rowena caminaba lejos de la caballa de su familia, no quería ver a su padre ni a su madre, se encontraba dolida. Aparentemente ellos habían conseguido la mejor oportunidad de todas, logrado que un Lord aceptara que su hijo se casará con ella ¡sin su consentimiento! Su corazón estaba dolido como su alma.
Las suaves lágrimas continuaron cayendo de sus ahora rosadas mejillas a causa del frío cuando sintió unos temblorosos pasos llegar hasta ella, unas arrugadas manos acariciaron su piel, haciendo levantar su rostro aún bañado en lágrimas. Ante ella se encontraba una pequeña figura, con grandes y largas orejas de un color carne quemada, los ojos azules como el mar la observaban con preocupación mientras la huesuda mano se mantenía firme en su rostro.
- ¿Por qué la ama Rowena llora? ¡Tuinki no quiere que la ama lloré! Tuinki hará lo que sea porque sonría.
Rowena observo esos ojos preocupados, aspirando aire por sus fosas nasales consiguió calmarse, sonriéndole a la Elfa domestica, mostrando que estaba bien a pesar de que realmente se sintiera frágil en esos momentos, logrando un temporal alivio en su compañera aunque este a penas duro unos segundos.
- Estoy bien Tuinki.
- La ama no está bien, Tuinki ve que la ama le miente.
La elfa se veía temblorosa, observando a su alrededor con sus grandes ojos saltones llenos de miedo, como temiendo que alguien supiera lo que acababa de decir cuando la realidad le llego a esa pequeña criatura.
- Tuinki no debió decir eso…Tuinki es una elfa mala.
Al decir esto comenzó a golpearse la cabeza con fuerza contra el suelo, alarmando a la chica de cabellera oscura que corrió hasta su lado, impidiendo que se siguiera golpeando mientras negaba con su rostro, manteniendo un seguro pero suave agarre en las manos contrarias.
- No eres mala Tuinki.
- Pero Tuinki le contradijo.
- Y está bien que lo hicieras porque llevas razón.
Rowena le sonrió, abrazándose a la elfa que cuidadosa devolvió el contacto.
- No quiero casarme.
- El señor Ravenclaw es bueno ama, trata a Tuinki bien y Tuinki sabe que también lo hará con usted.
Rowena vio a la elfa que tan bien la trataba, casi con devoción y entonces lo supo. Se casaría, con alguien que no amaba solo por estar con quien de verdad la quería como era realmente: Tuinki. Ante esto sonrió, estaba decidida.
