NOCHE.

Se miró ante el espejo del improvisado camerino que compartía junto con una gran cantidad de chicas que paseaban de lado a otro canturreando y hablando sobre ropa, comida, lencería y dinero.

Sonrió al dejar el peine sobre la mesilla y observo como había dejado su peinado; largo hasta la espalda y caía en hondas, un copete ocultaba sus cejas pero dejaba a la vista sus ojos azules claros.

Estiro la mano hasta el pintalabios el cual rodo y dejo aparecer un detonante color rojo brillante, lo paso sobre sus labios mientras observaba como el color natural de su boca cambiaba a aquel tono atrevido y morboso, para luego apretarlos y sonreír ante la imagen que le daba. Lo dejo en su lugar y retoco el maquillaje que llevaba. Cacheteo sus mejillas entonándolos y se levantó para apreciar ahora su cuerpo.

Las bragas negras que llevaba revelaban y resaltaban su piel un tanto bronceada, dejando a relucir sus gruesas y trabajadas piernas con aquellas medias transparentes del mismo tono. El encaje superior del mismo color solo que llevaba un velo transparente para que mostrara su vientre plano caía hasta sus caderas. Un moño rojo estaba en el centro de aquel brasear que se diferenciaba junto con los zapatos de tacón alto que de igual manera eran de rojo pasión.

Tomo el perfume y lo paso sobre su nuca, luego por sus piernas y por ultimo sobre la cabellera. Una fuerte nalgada le hizo respingar para observar a través del espejo de quien se trataba, más la figura por lo visto corría entre los percheros de ropa y bufandas plumadas como alma que lleva al diablo. Abrió los ojos sin importancia alguna y se dio una última vista al espejo y camino hasta un corredizo en donde se topó con uno de los gorilas que custodiaban.

-Hola –Le sonrió a lo que el hombre enorme y de cabellera azul con tatuajes en sus antebrazos en forma de estrellas, bajó sus lentes oscuros y guiño un ojo para dejarla pasar. Pícaramente le guiño de regreso ahora pasando a su lado y moviendo las caderas escuchando ahora la introducción de la canción.

Conocía la rutina y el show a mostrar. Buttons un éxito sensual de The Pussycat Dolls, a veces se reía con solo pensar en pussy y cat separados, vagina y gatos. Pestaño y se centró en el escenario tras una cortina oscura. Al momento diviso a sus costados como otras chicas se le unían y comenzaban a mover las caderas; se les unió al momento en el que la cortina cayó y las luces iluminaron sus cuerpos.

Eran cinco en total; caminaron directamente hasta quedar frente a los espectadores que comenzaban a gruñir, gritar y clamar la atención de cada una. Ella movió las caderas con sensualidad mientras comenzaba a bajar con sensualidad hasta el suelo para luego subir con rapidez enseñando su trasero a los espectadores. Todas se agacharon quedando de lado subiendo con lentitud para luego palmear el trasero de la que se encontraba frente y para luego repetir lo mismo al otro lado. Ella que estaba en una de las esquinas camino provocadoramente hasta una de las barras de metal, allí ocho hombres al verla bailar alrededor mostrándoles su cuerpo comenzaron a chiflar.

-¡Nena a qué horas sales!

-¡Sexy!

-¡Rubita!

Nuevamente sonrió; amaba cuando los hombres aclamaban por su belleza. Allí la música se detuvo y todo quedo en penumbras. Crazy in love de Beyonce comenzó. Las luces brillaron en un tono rosa y amarillo. Solo tres quedaban, y ella era una de esas. Camino de vuelta al centro con las otras dos donde se retiraron la tela transparente, los hombres rugieron. Bailaron animadamente mientras reían meneando sus cuerpos y dejándose llevar.

Una pelirroja que distinguió la hizo reaccionar, era el momento final. Las tres se pusieron en línea recta moviendo las piernas y señalando a los espectadores. La pelirroja vestida de diabla les entrego tres bastones los cuales agitaron y a la vez esta con un látigo apartaba sus partes superiores dejándolas al aire libre, nuevamente las voces se alzaron pero los cabellos largos cubrían sus pezones. Aullaron y así lanzaron el confeti sobre sus rostros para nuevamente quedar a oscuras.

Comenzó a reír, se había divertido y veía como los billetes eran lanzados al escenario donde no dudo en agacharse y recoger una buena cantidad como sus otras compañeras. Luego le repartirían a las otras dos.

Mientras que el telón se cerraba camino tras las otras dos que parloteaban por un gran espectáculo, el gorila de cabellera azul las recibió con aplausos y halagos a sus personas.

-Eso estuvo SUUUUPEEEEER sexy, señoritas –Las tres rieron y se adentraron a los camerinos gritando. Ella se apartó y camino hasta su lugar dejando caer los billetes y algo que parecía ¿Un chupetín? Bueno, podría que algún dentista estuviera allí y había lanzado un dulce.

-¡Bebe! –Nuevamente atacaron su trasero, solo que esta vez fue su gran amiga. Una chica que usaba un peluquín negro hasta los hombros, tenía la piel más bronceada que la suya y por ahora vestía un tanga blanco con encaje y sobre su pecho pedazos de cinta negra que cubría solamente los pezones.

-Bebe –Saludo mientras buscaba algo que ponerse encima.

-¡Esta noche hay más gente que nunca! –Chillo la otra sentándose sobre un taburete y mirándola con fijeza -¿Has terminado tu turno?

-Sí, ¿Y tú? –Pregunto mientras se ponía una blusa suelta color purpura.

-Tristemente sí.

-¿Tristemente?

-Quería más dinero –Rodo los ojos.

-¿Por qué no te has cambiado?

-Te estaba esperando, para invitarte a tomar un cappuccino –Dijo mientras volvía a sonreír y se miraba al espejo para comenzar a soltar unos pequeños ganchos de su cabeza. Regruño, quería a su amiga pero... simplemente la consideraba una enemiga más. Sonrió por su pensamiento y atino a asentir.

-Cámbiate en tu lugar, nos veremos en la puerta –La otra hizo un puchero y volvió a reírse para luego irse sin más. Suspiro, no, era no era la persona que le había dado una nalgada.

-¿Qué compraras con el dinero? –Se estremeció y miro a su lado al ver al administrador del lugar. Trago saliva y sus mejillas se tiñeron en un rojo vivo.

-Señor Doflamingo –El hombre de cabellera rubia, alto, bronceado y que llevaba ropa suelta que revelaba su bien trabajado cuerpo sonrió sentándose frente a ella inspeccionándola.

-Te fue bien, brillaste en el escenario –Dejo escapar un suspiro; ese hombre guapo –Sin importar que tuviera quince años mayor a ella– era irresistible y un halago de él hacía que cualquiera cayera a sus pies.

-Gracias señor… Oh, ah… pensaba comprarme… un mandil.

-¿Un mandil? –Vio como el hombre se retiraba los lentes de su rostro dejando ver aquel color azul con violeta llamativo en su rostro; le seco la garganta y broto de nuevo un suspiro pequeño.

-¡Ah! –Se apeno –Si… con un panda… -Se sonrojo y se estampo la mano contra la frente imaginariamente, ¡Podía haber dicho algo más sexy que algo tan infantil y fuera de lugar!

-Que linda –Lo miro sorprendida; el rubio río y volvió a ponerse sus lente para luego levantarse y acariciar su mejilla –Espero verte mañana, será tu primera vez ¿Eh? –Aquello sonó en doble sentido y grito –Llamando la atención de la gente– como la colegiala babosa que era. Sintió su rostro en llamas.

-¡No digas eso de esa manera! –Protesto y él solo se carcajeo.

-Hasta mañana, Sanjiko.

-Hasta mañana… señor.

DÍA.

El despertador sonó haciendo que abriera los ojos de golpe y mirara a su lado derecho donde se encontraba aquel aparato. Eran las seis de la mañana, hora de arreglarse para el instituto. Suspiro mientras se estiraba aun allí y debatiéndose entre seguir durmiendo o levantarse y apreciar el instituto lleno de chicos lindos.

Los chicos.

Saltó fuera de las cobijas y se giró ante el espejo de cuerpo completo que estaba en una de las paredes de su habitación. Amaba aquel color tapiz azul, blanco y morado claro en líneas gruesas y delgadas que adornaban y más aquellos peces que bailaban en un que otro rincón recordándole aquella historia que tanto amaba escuchar. El All Blue.

Se miró y solo restregó sus ojos para caminar en dirección a la puerta. Al abrirla pudo escuchar los sonidos de algo preparándose en la cocina y como algún que otro utensilio era utilizado. Sonrió y camino en dirección al baño que estaba al fondo.

Una vez allí dejo su pijama color rosa sobre la tapa del baño doblada, entro a la ducha y dejo caer el agua sobre su piel. Tembló ante el toque frío pero con rapidez se fue acostumbrando. Enjuago su cabello y su cuerpo con jabones líquidos que olían a vainilla y fresa. Amaba la hora del baño sin importar que.

Tomo la toalla y se envolvió en ella para luego salir –Llevando la pijama en sus manos– en dirección a su habitación.

-Ya está el desayuno –La voz pesada y gruesa de su abuelo la alertó y corrió hasta su cuarto.

-Bajó en un momento –Avisó cerrando la puerta y puso el seguro. No es que temiera, solo que necesitaba su privacidad y aunque su abuelo entendiera eso; a veces la abría a las malas recordándole el tiempo que le quedaba para tomar el autobús.

Comenzó a secarse y dejando la toalla sobre el suelo busco en un cajón su ropa interior. Tomo unas bragas blancas con figurillas de frutas en miniatura y un blanco que había comprado la semana pasada. Una vez puestos camino hasta su espejo mirándose y detallando que no estuviese subiendo de peso o algo por lo parecido. Arrugo la cara, sus piernas estaban más gruesas… le bajaría a los carbohidratos.

Camino hasta su closet y de allí saco su uniforme (N/A: images/18232687/tumblr_lv50qlugwX1r72mr1o1_500_ ) y de allí mismo un par de medias color negro que llegaban sobre sus rodillas. Comenzó a ponerse parte por parte apurando el paso, pues sí sabía a lo que realmente se demoraba era cuando se arreglaba el peinado. Una vez termino con su uniforme se acercó hasta su tocador donde se sentó y miro al espejo su rostro.

Tomo un poco de polvo para pasarlo sobre la piel y un pintalabios de color rosa suave que solo hacía que sus labios brillaran, uso el rímel transparente, solo para que sus pestañas se vieran más pobladas de lo que eran. Apretó sus mejillas y el color rosa la centello con ternura.

Paso su peinilla sobre su cabello corto que llegaba hasta los hombros y los peino varias veces acomodando su flequillo sobre su ojo izquierdo y poso un pasador color azul claro sobre este dejando un poco al descubierto aquel color azul que tanto la caracterizaba. Miro por inercia esa ceja, no es que las odiara pero… ¡¿Por qué tenían que iniciar en línea y terminar en un remolino?! Cosas de la vida serían… (N/A: He decidido hacer que este personaje posea las cejas de las misma forma, porque… sí).

Tomo un poco de perfume pasándola por su nuca, sus piernas y por ultimo su cabeza. Sonrió y de un salto se levantó para agarrar su mochila y dispuesta a bajar a la primera planta.

-¡BERENJENA, LA HORA! –Saltó asustada y una vez salió de su cuarto gruño.

-¡Ya te escuche viejo de mierda! -¿Quién diría que una linda chica tendría una boca tan sucia? –Ya le he dicho que no me llame berenjena, ¡Ya tengo diecisiete años! Joder… pero que hombre… -Gruño mientras bajaba las escaleras y llegaba a la cocina dispuesta a comer su desayuno. Allí estaba su abuelo, un hombre enorme –No tanto de estatura, si no muscularmente– con una barba que llevaba su tiempo creciendo y trenzada –Que ella misma hacía– y una pata de palo que resonaba al caminar. Vestía de chef y su sombrero arrastraba contra el techo -¿Te iras a trabajar? –Pregunto una vez mordiendo un poco de tostada.

-Sí berenjena, así que deje el dinero sobre la mesa de la sala y si no puedo, tendrás que venir caminando hasta casa –Suspiro molesta, pero asintió –Bueno, que tengas un lindo día –Vio como se le acercaba y depositaba un beso sobre su coronilla.

-Adiós viejo –Le sonrió a lo que el otro solo bufó ante el "viejo". Le vio salir de la cocina y a la vez como la puerta se cerraba dejándola en el profundo silencio de su hogar. El reloj sonaba solamente acompañado con la comida que masticaba, con rapidez comió y salió disparada al segundo piso para asesorarse de que el mayor ya no estuviera cerca de casa.

Miro por la ventana y como predijo, ya no estaba. Salto de alegría y caminó a la habitación de este entrando con lentitud como sí aun hubiera alguien alrededor. Paso de puntillas hasta el enorme closet que tenía y lo abrió encontrándose con una gran cantidad de chamarras, suéteres y su ropa que poco usaba –Gracias a que siempre utilizaba el traje de chef–

Comenzó su búsqueda entre los bolsillos y al cuarto dio con lo que quería. Lo saco y miro mismísimo una cajetilla de cigarrillos, reviso la marca, "Gold Seal" y no la conocía. Levanto los hombros y la guardo en el bolsillo de la falda. Cerró el closet y salió de allí sin dejar huellas.

Conocía a su abuelo; siendo él un chef principal estaba encargado de que ninguno de sus trabajadores fumasen o bebiesen en "El Baratie" o cuando se encontrasen cocinando. Los decomisaba y no los entregaba como castigo y ella… bueno, aprovechaba de aquellos asnos.

Fue hasta su habitación ahora poniéndose los zapatos negros y sin más bajo las escaleras, tomando la mochila y dispuesta a salir a tomar el autobús. Lavaría los platos cuando llegara a casa y a la ves prepararía algo para que comiera su viejo. Cerró la puerta y asegurándose de tener las llaves en el morral –Algo que nunca olvidaba– salió en dirección al paradero.

El sol brillaba en el cielo y la brisa se notaba tenue. Podría ser un día perfecto. Una sonrisa pícara apareció sobre su rostro, podría verse con su novio pero recordó que no, él estaría trabajando de seguro.

Escucho una bocina y giró el rostro observando como un auto a toda velocidad estaba acercándose. Trago saliva y apresuro el paso, no sin dejar de apartar la visión, podría ser cualquier cosa. Más cuando diviso a cierta persona que conocía, quedo perpleja.

-¡Sanjiko! –Escucho su nombre y el auto paso por su lado levantando su falda por los aires haciendo que gritara. Antes de vociferar ciertas cosas notó un color verdoso y extraño que estaba al lado de su conocido amigo.

Algo recorrió su cuerpo asustándola.

Tal vez no iba a ser un día tan bueno.