"era media noche, justamente las 00:00, el preciso instante en que un pequeño de cabellos rubio platino ponía sus blancos pies en el suelo, dando un salto desde su cama. Hacía unos segundos que el pequeño Draco Malfoy había cumplido sus 3 años, algo por lo que estaba ansioso.
Correteó por los largos pasillos de su mansión dirigiéndose a la habitación de sus padres, pero vio algo de luz por la rendija de la puerta del despacho de Lucius. Se apresuró todavía más, aupándose para llegar al picaporte, abrió la puerta con una gran sonrisa.
-Draco ¿Qué haces levantado a estas horas?
El pequeño seguía sonriendo, aun viendo la seriedad en el rostro de su padre.
-me lo plometiste papi, me plometiste una escoba por mi tercer cumpeaños.
El hombre hizo una mueca.
-mira Draco, está bien que un Malfoy reclame lo que es suyo, y esa escoba te estará esperando mañana cuando bajes a desayunar, pero ahora que eres más mayor tienes que cambiar algunas cosas – el pequeños asintió sonriente – un Malfoy no sonríe de esa forma chiquillo, es un signo de debilidad, y segundo, te he permitido que me llamaras "papa" o "papi", durante estos años, pero desde ahora me dirás Lucius o padre. ¿Queda entendido?
El niño asintió, habiendo barrado ya su preciosa sonrisa de la cara, y ese día empezó a perder el brillo de sus grises y grandes ojos.
-serás un gran Malfoy…
Draco quiso sonreír, pero recordó las palabras de su padre."
-SLITHERYN CONTINUA CON LA POSESION DE LA QUAFFLE Y… ANOTA OTRO TANTO. HUFFLEPUFF 10 – SLITHERYN 170. PARECE QUE EL PARTIDO ESTA GANADO. PERO QUE ES LO QUE VEO – gritaba el chico que retransmitía el partido – ¿ES ESO LA SNITCH DORADA?
-estaba claro que nos tocaría jugar la final contra Slitheryn, todos los años es lo mismo. – comentaba Harry Potter a su mejor amigo.
-bueno, después de todo, volver a jugar a quidditch sin ninguna preocupación es un alivio. Además, no todos los slitheryn están tan en forma… - comentaba Ron Weasley.
Una castaña coloco uno de sus bucles tras su oreja y volvió a apoyar su cabeza en su mano con aire aburrido. No escuchaba a sus amigos. Se dedicaba a observar el partido sin mucho interés, pensando en otras cosas.
Enfocó su vista en Draco Malfoy justo para ver como el buscador del equipo contrario lo derribaba de un golpe y conseguía la snitch dorada.
-HUFFLEPUFF ATRAPA LA SNITCH, PERO DEMASIADO PRONTO, DANDOLE LA VICTORIA A SLITHERYN POR 160 A 170.
Hermione siguió observando a Malfoy, que se levantaba en ese momento del suelo y se sacudía la arena para después dirigirse a paso rápido hacia los vestuarios.
A su alrededor todo eran vítores, pero ella no pudo evitar que su mente vagara tiempo atrás. Cuando en la mansión Malfoy, Draco no quiso reconocerlos, aun cuando sabía perfectamente que eran ellos. También era cierto que el trío dorado le había devuelto el favor salvándolo de azkaban, pero sintió pena por el muchacho, pero más tarde pensaría en ello. En esos momentos sus amigos la arrastraban hacia el castillo de vuelta.
Vio su oportunidad de hablar de ello cuando, ya en la sala común, sus amigos comentaban el mal espectáculo que Malfoy había dado en el partido.
-se le ve distinto. ¿Creen de verdad que estuvo obligado a unirse a los mortifagos?
-no sé si le obligaron o no, pero algo tengo claro. Sea lo que sea Draco Malfoy, no es buena persona – le dijo Ron sin apenas darle importancia al asunto.
Hermione observó a Ron. Ellos dos se habían besado en plena guerra, y ahora que esta había terminado y habían regresado a terminar su ultimo año en hogwarts, él no había vuelto a sacar el tema. ¿Acaso para él fue un error? ¿Un impulso de las circunstancias? Ambos seguían siendo los mejores amigos, pero solo eso, y Hermione no iba a volver a sacar el tema, ya que no estaba del todo segura de sus sentimientos hacía el pelirrojo. Le quería, le quería muchísimo, pero ¿no estaría confundiendo la amistad? Y en tal caso ¿Por qué con Harry no le ocurría? Ahora que realmente tenía toda su vida por delante, sin ningún peligro de muerte, era cuando dudaba de su amor hacia Ron.
Desvió la mirada de su amigo y sacó unos pergaminos de su mochila.
-¿vas a ponerte a hacer la tarea ahora?
-pues sí, y ustedes deberían hacer lo mismo señoritos, van muy atrasados, este año tenemos los EXTASIS y no podemos perder tiempo…
-alto, alto – le paró Ron – te lo tomas demasiado enserio, creo que nos merecemos un descanso castaña.
Hermione se enfureció, no soportaba que Ron se tomara esas confianzas si en verdad no quería nada con ella.
-mi nombre es Hermione, Ronald Weasley, Her-mi-o-ne ¿queda claro? – dicho esto la chica recogió sus pergaminos y salió de la sala común.
-que mosca le ha picado – preguntó Ron a Harry cuando la muchacha desapareció por el cuadro.
Harry creía tener una ligera idea, pero aun así, se encogió de hombros como toda respuesta para su amigo.
Hermione entró hecha una furia en la biblioteca. No entendía que pasaba con ella. Desde que había acabado la guerra se notaba una persona distinta. Seguía tan responsable y estudiosa como siempre, pero sentía que le faltaba algo, y no lograba averiguar que era. Se sentía triste y sola, y lo peor era que quería seguir así, en soledad hasta que lograra aclarar su mente. Últimamente le molestaba la presencia de sus dos mejores amigos y se odiaba por ello, ya que no tenían la culpa de su estado de ánimo, pero no aguantaba mucho tiempo a su lado. Pronto tenía que huir a un lugar solitario donde recriminarse por su actitud incomprensible.
Cincuenta y dos centímetros de pergamino después, la castaña guardó sus cosas y se levantó de la mesa. Todavía no quería volver, así que se paseo por los estantes absorta con los títulos tan conocidos ya para ella. De pronto algo o alguien chocó con ella, haciéndola caer al suelo llevándose unos cuantos libros tras ella al querer agarrarse.
-oh, lo siento me absorbí con los libros – se disculpo la chica apartándose algunos mechones de la cara.
-culpa mía, Granger, no miraba por donde iba. – la voz hizo que Hermione levantara la mirada para ver a un rubio tendiéndole la mano.
No dudo en cogerla y esta tiró con fuerza de ella hasta levantarla mientras una especie de sacudida eléctrica recorría su espina dorsal.
Draco la miró por última vez, antes de volver a desaparecer por la estantería contigua.
La castaña se agachó y recogió algunos de los libros, mas cuando iba a dejarlos no pudo evitar asomarse por la esquina de la estantería por la que había desaparecido el Slitheryn y observar una espalda que seguía recorriendo libros tocando su lomo con el índice. La muchacha dejó de mirar y apoyó la espalda en la estantería, pensando en la ausencia de insultos ¿se había disculpado? Dejó los libros en su lugar e intentó borrar el cosquilleo de su mano frotándola con su falda.
Sentía mucha curiosidad por ese chico, se hacía tantas preguntas… había sido un mortifago, tenía la marca pero… ¿habia sido por voluntad propia? De ser asi… ¿Por qué no había sido capaz de acabar con Dumbledore? ¿Por qué no los había reconocido hace unos meses cuando fueron capturados y se había arriesgado a mentir? ¿Qué había visto en sus ojos mientras ella era torturada?
Porque sí, cuando Bellatrix torturaba a Hermione, había habido un breve contacto de vista con Draco Malfoy, y en ese momento de baja guardia del chico había podido leer muchas cosas en sus ojos. Miedo, pena, dolor, culpabilidad e… impotencia. Quería pensar que la habría ayudado de no haber estado de manos atadas. Por mucho que se odiaran eran compañeros y se conocían desde hace seis años. Eso era mucho tiempo, incluso para odiarse.
Cogió sus cosas de la mesa que estaba ocupando y salió del lugar, sin volver a mirar a la única persona que seguía en aquel lugar, ya que sabía, no era correcto.
/
Draco Malfoy se levantó del suelo y se sacudió la túnica.
Había sido humillado en publico por un miserable Hufflepuff. No es que le quedara mucha dignidad en esos momentos. No después de su papel en la guerra, pero aun así el seguía siendo Draco Malfoy, quizá solo fuera su sombra en ese momento, pero se recuperaría y Draco regresaría.
Regresaría un Draco a su manera, un Draco sin Malfoy, un Draco hecho y creado por el mismo, con sus propias normas y pensamientos.
Salió de allí a grandes zancadas hacia el vestuario y cuando sus compañeros de equipo entraban a la ducha, él acababa de ponerse su túnica. Todavía con el pelo mojado abandonó el lugar.
Habían ganado, pero se sentía un perdedor. Y no quería un perdedor para su nueva personalidad.
Pensó en regresar a su cuarto, pero en pocos minutos las serpientes se pondrían a festejar y lo que menos quería era estar rodeado de gente. Últimamente se perdía en su soledad, y le encantaba.
El nuevo Draco, solitario… si, le gustaba. Sería una de sus nuevas características.
Caminó lentamente, disfrutando de los vacios pasillos y deleitándose en la creación de su nueva personalidad, pensando qué clase de chico quería ser. Había cosas que no podía cambiar, sabía que era muy egocéntrico, se sentía superior a los demás incluso ahora y desde luego no pensaba ser la amabilidad en persona. Eso no pegaba con él. Podía seguir siendo un cabrón, pero esta vez no sería verdaderamente cruel. Quería seguir siendo el chico malo.
Cuando llegó a la biblioteca el silenció lo inundó, y le gustó. Hizo aparecer un pergamino y pensó en adelantar materia.
Inteligente… podría ser otra de sus características, ya que no le faltaba inteligencia y así podía seguir cultivando su superioridad.
Vagó por las estantería buscando un libro concretó para sus ejercicios, y cuando lo vio se lanzó hacia él, empujando a alguien en su intento de alcanzarlo. Pensaba que estaba solo en el lugar.
-oh, lo siento me absorbí con los libros – se disculpo una chica desde el suelo apartándose algunos mechones de la cara. Cuando lo hizo la reconoció.
-culpa mía, Granger, no miraba por donde iba. – le dijo tendiéndole la mano y mirándola a los ojos recordando cuando fue la última vez que lo hizo.
La culpabilidad lo hizo salir de su vista rápidamente. La última vez que la vio a los ojos, estos sufrían, estos pedían clemencia y se cerraban de dolor.
Recordó cómo se sintió en ese momento: cobarde. Siempre lo había sido, un cobarde que reprimía sus sentimientos para dar el placer a su padre.
¿Quería que cobarde fuera una de sus nuevas características? No, definitivamente esa no. La cambiaría por educado, acababa de ser educado con Granger por primera vez en siete años.
Siete años en los que había querido llamar la atención de la chica de la peor manera.
Seguiría reclamando su atención, pero esta vez de forma distinta y libre, sin explicaciones para nadie, su padre ya no estaba.
Persistente definitivamente iba a ser una de sus nuevas cualidades, porque esta vez nada le iba a evitar que retomara lo que había iniciado siete años atrás, una mañana, con una pequeña niña de 11 años, en flouris y blots.
"unas caricias hicieron despertar a una pequeña niña de caracoles castaños.
-feliz tercer cumpleaños vida mía – le dijo su madre dándole un beso y un abrazo a su pequeña.
-mami. Hoy es mi cumple, ¿me llevarás? ¿Me llevarás por fin? – le preguntó emocionada.
-claro que si tesoro. Ahora vístete Hermione, tu padre está preparándote el desayuno.
La niña sonrió y se puso la ropa que su madre le había preparado sobre la cama. Cuando bajó las escaleras corrió hacia unos brazos que se mantenían abiertos para ella.
-¡feliz cumpleaños mi pequeña!
-gracias papi.
Una hora después, los pequeños ojos de Hermione Granger se abrían emocionados ante la inmensidad y la belleza del museo al que tanto deseaba ir.
Era joven, muy joven, pero su mente ya era grande."
