Los personajes protagonistas de esta historia no me pertenecen, sólo la trama tonta.
En la Foto
Harry/Ginny
Estaba harta de hacer lo mismo.
Sonrió, volteó, miró a su familia, vio de nuevo hacia el frente, volvió a sonreír… ¿Por cuánto tiempo más?
Suspiró aliviada al poder moverse.
- ¡Al fin! – profirió alejándose de sus hermanos. – Ya se fue, idiotas. Pueden hacer otra cosa.
- Sí…- Fred se alejó de George, corriendo hacia un extremo del campo. – Me siento entumecido. ¿Cómo podemos estar tanto tiempo permaneciendo con los mismos gestos y acciones?
- Para eso estamos. – Charlie tomó asiento bajo la sombra de un roble, sacando de su bolsillo un alargado y viejo pergamino. – No es un trabajo difícil.
George y Ron se unieron a Fred, quien daba saltos y piruetas por el verde pasto con la intención de despertar la mayor parte de los músculos agarrotados de su cuerpo.
Ginny suspiró una vez más, fijando su vista en los dos chicos que aún seguían en medio de la pradera.
Hermione portaba un libro bajo su brazo derecho. La vio caminar hacia el mismo roble donde se encontraba Charlie, sentándose de inmediato y abriendo la enorme imprenta que cargaba sobre si. Incluso en fotos, la chica era estudiosa. Le hacía justicia a la verdadera Hermione Granger.
Sus despiertos ojos descansaron en la otra figura humana. El viento golpeaba suavemente, pero aun así, lograban despeinar más el azabache cabello del joven. Sus brillantes esmeraldas se toparon con su mirada. Ella sonrió y caminó hacia él. Se contoneaba con un ritmo particular, que a Harry volvía loco.
- Ya nadie nos mira – sus pupilas centellearon, enigmáticamente, parecían a punto de lanzar un sortilegio especial. Entrelazó una de sus manos con las del muchacho, sonriendo abiertamente. Gesto que él respondió, de forma seductora y atrayente. Se veía el sentimiento en cada acción; estaban enamorados.
- Nadie nos mira – repitió Harry.
Ambos chicos corrieron por el prado. Los jóvenes pelirrojos se hallaban del lado derecho, saltando, corriendo, charlando. El menor de ellos enrojecía, decidido por fin a dar otro paso; caminaba con pies bien decididos hacia la castaña, quien leía con atención cada palabra expresada en su grueso y pesado libro. Nadie alrededor se percató de ese cambio y esa acción.
La cabellera azabache se perdió entre los árboles, llevando consigo a la cabellera pelirroja.
- No entiendo como no se da cuenta – Harry habló, continuando su camino por el bosque espeso. Apartaba las ramas dando manotazos – He de admitir que es algo tonto.
- Se trata de ti, amor. ¡Eres tú! ¡Te estás llamando tonto!
- Es que es así… Aquí me tienes, sin poder separarme de ti, y somos una simple imagen. Él debería ser más rápido y solucionarlo todo.
- Pues sí… es un tonto – el ojiverde la miró, arrugando la cara - Pero como pasó con nosotros, pasará con ellos – abrazó al joven por la cintura. – Ella espera, y seguro lo conseguirá.
- Confío en su palabra, señorita Weasley.
- Hace bien, señor Potter.
El camino era estrecho. Árboles de diversos tamaños los rodeaban por completo. El asomo de un conejo hizo sobresaltar a la pareja debido a su inesperada aparición. El canto de aves y el revoloteo de sus alas era encantador al oído de ambos. Las risas del resto de los chicos quedaron perdidas atrás. Caminaban sin distracción, deseosos ya de llegar a su lugar de destino.
- Mejor corremos…- Ginny miró al chico aferrado a ella, posesivamente. Éste sonrió con picardía, aproximándose, con una placentera idea en su mente adolescente.
- ¿Impaciente, pelirroja? – su voz salió en apenas un susurró, rozando con su aliento los rosados y provocativos labios de la muchacha.
- Admito que muero por sentirte…- lo estremeció con el toque sensual y seductor que empleó su voz, encerrando anhelo y deseo pasional… Harry no lo evitó y atacó su boca, ávido por comérsela.
Detuvieron su andar.
- Rá… rápido Harry…- gimió contra sus labios.
- ¿Por qué la prisa, amor?
- No has aprendido nada ¿verdad? – Harry frunció el ceño. - En cualquier momento pueden abrir el álbum nuevamente y tendremos que volver a nuestras posiciones. Están melancólicos, se quedan observando por horas, entonces no podremos…- la frase quedó a medio terminar. Su delgado y pequeño cuerpo fue elevado en el aire por los fuertes brazos de su acompañante; cerró los ojos al sentir el viento golpear su cara y traspasarle la piel antes acalorada. Harry se detuvo, y al ver de nuevo, ya estaban en el claro.
- Llegamos…- jadeó él, dejándola en el suelo. – Como usted dice, pelirroja…- sus brazos rodearon la figura femenina y la apretaron contra si – hay que ser rápidos.
Presionó su boca contra los apetitosos labios de su Ginny. Su Ginny. Ésta respondió al tan desesperado gesto, aferrándose al joven cual naufrago a su único salvavidas. La presión de su sangre aumentó, ya sentía las palpitaciones internas y las ganas de unirse hasta el punto máximo de volverse una salvaje.
La ropa yacía esparcida por cada rincón del claro, la camisa Harry cayó de forma descuidada sobre el pequeño riachuelo, empapándola. Portaban varitas, pero desafortunadamente, la magia no se presentaba en ellas. Eran imágenes, simples representaciones de lo real, por lo que debían ser cuidadosos en no rasgar sus prendas de vestir, no podrían repararlas.
Aceleraron el baile de sus cuerpos. Los sonoros y entusiasmados gemidos les recordaron el por qué se alejaban tanto del prado donde deberían estar originalmente. A pesar de ser imágenes, advertían en carne viva todas y cada una de las sensaciones excitantes, físicas y placenteras que ocasionaba el sexo con amor… podían reventar de tanta felicidad.
Sentían que podían morirse de cariño y de placer, siendo solo la representación de Harry Potter y Ginny Weasley en una foto…Y a todo esto, se preguntaban ¿qué sentirían los verdaderos al hacer el amor, si ellos, siendo una foto, gozaban como unos primitivos del acto? Podrían sucumbir, literalmente, al sufrir de tanta plenitud. Los envidiaban.
- Harry…- Ginny cerró fuertemente los ojos, sin evitar que su cuerpo se arqueara más hacia él cuando lo sintió explotar, corriéndose, comprimiendo sus caderas, apretándose contra su pelvis. Su interior sonreía al recibirlo y feliz lo aceptaba por completo, sintiéndose algo más que una simple representación de Ginevra Weasley en una fotografía.
El muchacho cayó sobre el cuerpo de la chica, hundiendo su rostro en el hueco del cuello de Ginny y aspirando ese aroma transpirado que emanaba de su delicada y preciosa piel. Besó su hombro desnudo, repleto de hermosas pequitas, y ascendió de nuevo por su garganta, pasando por su mejilla y llegando hasta sus labios.
El contacto boca contra boca duró más de lo esperado. Sintieron el temblor a sus alrededores. Se vieron alarmados, las órbitas de sus ojos medio bailaban tanto por el mágico placer antes compartido como por el susto ante el reciente aviso de que alguien se aproximaba a ver la foto.
Con una presteza increíble, ambos jóvenes se pusieron de pie. Velozmente se cubrieron con las prendas tiradas por el suelo y corrieron de nuevo por el bosque, llegando al prado en sólo segundos.
Ya los cuatro pelirrojos y la castaña se hallaban en sus posiciones. Se unieron a ellos, adoptando de nuevo sonrisas abiertas y mirando al frente con notable alegría.
Los esplendorosos e hipnotizántes ojos de un felino los observaban sin mucha atención.
- Crokshank – musitó Hermione, soltando un respiro. El gato olfateó la imagen.
- ¡Espero y no haga sus necesidades encima! – exclamó Ron con cierta irritación.
El felino los observó por otros dos segundos, y sin más que hacer, se alejó de la fotografía.
- Ya…- Fred miró a sus acompañantes, notando algo raro.
¡Mala suerte para la imagen de Harry!
- Tú…- señaló con notable fiereza al joven, Harry lo miró sin entender.
- Tú…- George lo encaró al igual que su gemelo.
Harry y Ginny se vieron mutuamente, notando con horror la confusión que cometieron. Ginny cubría su cuerpo con la mojada camisa del azabache, sus senos desnudos se veían ligeramente a través de la tela húmeda, los pezones erectos… ágilmente, se cubrió con sus brazos. Harry cargaba sólo su chamarra, mostrando su torso cubierto por marcas rojizas, provenientes de la boca de la pelirroja. Chupetones que fueron dados con ganas, se notaba a leguas.
El joven miró a los gemelos. Junto a ellos, Charlie lo observaba con un rostro indescifrable. De nuevo prestó su atención en Ginny.
- Corre… – habló la pelirroja, alzándose de hombros. Y a paso veloz el azabache cogió trote por el prado. Tres desquiciados pelirrojos le pisaban los talones.
La chica negó con la cabeza una y otra vez… Había pasado mucho tiempo, en algún momento los descubrirían. Al menos no había sido en plena acción, y a decir verdad, no lo hubieran sabido si no fuera por el descuido de ellos mismos. ¡Ya qué! ¡Eran solo una foto!
Se disponía a entrar de nuevo al bosque y llegar al claro para recuperar su respectiva ropa cuando una pregunta surcó su cabeza; ¿Dónde estaban Ron y Hermione?... No tardó mucho en suponer lo que hacían.
¡Já! Harry y ella no eran los únicos. ¡Por supuesto!
Sonrió mientras se perdía entre los árboles, esperando no dar con el escondite del otro par.
Abrieron la puerta. Ginevra Weasley entró con paso lento hacia su cuarto. Un perceptible sonrojo invadía sus mejillas, como si se hubiese aplicado rubor. Se veía despampanante, estaba muy feliz.
¡Al fin! Había hablado con él, con su Harry. Su Harry.
Sonrió, mientras llevaba dos de sus dedos hacia sus labios, y los acariciaba con lentitud. Sin duda alguna, había valido la pena cada maldito minuto de espera.
Se percató del álbum de fotos abierto en el suelo. Miró al felino sobre el escritorio, caminando con pereza de un extremo a otro.
- Eres un gato muy inquieto. – Ginny tomó el álbum entre sus manos, fijando sus ojos en la primera fotografía que se presentaba en la página. Una muy bonita foto tomada las vacaciones pasadas en los jardines de la madriguera, poquito antes de los momentos oscuros. Charlie había ido a casa en esas fechas, lo recordaba.
Sus ojos se quedaron enclavados en el rostro de Fred, tan feliz y tan sonriente. Suspiró con notable tristeza, no quería llorar.
Movió su vista hacia el azabache, admirándolo como si fuera el verdadero… un poco más y pronto estaría dibujándole corazoncitos a cada foto de él.
Algo le extrañó. Acercó más su mirada hacia la foto, prestando su atención en cada rasgo del muchacho.
- Ginny... – Hermione entró sin aviso.
- Hermione, ¿recuerdas esta foto? - mostró la imagen a la castaña.
- Sí, es del año pasado.
- ¿Harry tenía un golpe en el pómulo izquierdo?
- No que yo recuerde - ambas chicas miraron la foto con vigilancia y curiosidad. Fruncieron el ceño. - Ginny...- habló Hermione. - ¿Ron estaba sin camisa?
¡Gracias por leer!
