Érase una vez, en un reino muy lejano, una monarca que se paseaba por entre cerezos en flor de su palacio. El hermoso cantar del ruiseñor le llamó poderosamente la atención.

"Ojalá pudiera tener una hija de cantar tan bello como el ruiseñor y de cabello tan rosado como el cerezo", pensó.

Así que eligió el código genético que más le convencía y se puso en tratamiento de Inseminación Artificial. Al poco tiempo nació la niña, a la que decidió llamar durante una de sus borracheras reales Mimi Pinky Power Flower Precious Princess, aunque la conocerían simplemente por Mimi.

Pero la reina pronto se olvidaría de su hija recién nacida para recorrer el mundo al lado de un señor de piel oscura y de generoso miembro, dejando al rey sumido en una profunda depresión.

Aprovechándose de su estado, un oscuro ejército de gallinas pocholeras se apoderaron de casi todos sus bienes. Sin criados a los que pagar, el palacio fue llenándose de mugre y perdió la gloria y el esplendor que antaño hacía gala.

Como todavía conservaba algo de dinero, decidió comprar una aspiradora tras ver un largo, aburrido y reiterativo video en la Teletienda. Al abrir la caja se llevó la sorpresa de encontrarse a una niña pequeña en lugar de una aspiradora.

-¿Eres Dora La Aspiradora? –Preguntó el rey.

-No –contestó la niña con timidez-. Me llamo Sora La Maquinadora. Mis padres eran tan pobres que no pudieron mantenerme en sus casas y decidieron deshacerse de mi –dijo como en trance, pues en realidad no sabía nada de eso, sino que era algo que se le había ocurrido de repente al narrador de la historia.

-Bueno, no pasa nada –dijo el rey con real compasión- ¿Tienes vagina? ¡Pues a limpiar!

Y gracias a la extraordinaria misericordia del rey, Sora pudo ganarse la vida dignamente encargándose de la limpieza del castillo. Durante Su estancia allí se ganó el afecto de la hija del rey, Mimi Pinky Power Flower Precious Princess, a quien vio convertirse en una hermosa joven de la que se decía poseía la verdadera belleza del reino. Esto es así porque además de sus visibles encantos era pura y humilde. Sora, por el contrario, era arrogante y vanidosa, y creía que su mediocre cabello rojo fuego era más hermoso que la melena rosada de Mimi, y que sus vulgares medidas 90-60-90 eran más sensuales que la gracilidad natural de la princesa.

-¿Quién es la más guapa del reino, papi? –preguntaba Mimi cada mañana, mientras Sora le peinaba el cabello y el rey practicaba esgrima con una escoba-. ¿Tu preciosa hija o Sora La Tostadora?

-Sora La Maquinadora –le corrigió la malvada Sora, conteniéndose las ganas de dejarle un mechón de pelo sin peinar.

-Tú eres con diferencia la más bella –le decían todos, y ella se ruborizaba, y entonces todos suspiraban encantados por el hechizo de la hija de la reina.

Pero no puedo dejar de decir que Sora era malvada, y odiaba que el rey ensalzara a su hija por encima de ella. Las fuerzas para contenerse las sacaba de un terrible propósito. Sora era una bruja, lo que aumentaba más si cabe su villanía. Había sido discípula de la pérfida Mary Pompis, y sabía el arte de limpiar sin esfuerzo, burlando así la ley natural que obliga a la mujer a encargarse de las tareas del hogar. Su eficiencia en su trabajo hizo que el rey le confiara el castillo tras su muerte.

A medida que aumentaba el poder de Sora, también lo hacía su envidia.

-Espejo, espejo, sal de los avernos donde eres prisionero –dijo un día a un espejo mágico que estaba de oferta en el chino del reino.

Un rostro apareció de repente entre llamas y humareda, tosiendo y profiriendo insultos.

-Maldita sea, estas entradas infernales siempre me empañan las gafas, ¿Qué quieres, pesada?

-Oh espejo espejo mágico, dime solo una cosa: ¿qué mujer de este reino es la más hermosa?

-Tú eres la más hermosa, mi reina.

-¿En serio? –A Sora se le iluminaron lso ojos.

-¡Es broma, la más hermosa es Mimi –se burló el espejo.

-¡Maldito seas, Joe! –Maldijo la reina-. Ahora mismo llamaré a un cazador para que la secuestre.

Y llamó a Matt el cazador, quien con pasotismo aceptó la misión a cambio de ser la imagen de una campaña publicitaria de colonias. La llevó al prado a que esta cantara y recogiera flores. Él se le acercó, desenvainando la trucha que iba a usar para la captura.

-¡No me mates, cazador, te lo ruego! –Lloró Mimi cuando avistó el asqueroso pescado muerto.

-No voy a matarte, solo voy secuestarte.

Entonces Mimi, muerta de miedo, se improvisó una bella canción:

Soy tan encantadora, hermosa y el cerezo es mi olor

Con tu acto me has descompuesto de dolor

Pero tu sirves a Mimi la princesa

Y para que esto rime diré compresa

Matt, que en el fondo era un buenazo, la dejó libre. Y estuvo tan arrepentido que compró una horca en IKEA y se dispuso a quitarse la vida, pero la horca se rompió porque era de mala calidad, así que decidió golpearse con una berenjena hasta morir.

Pero supongo que estaréis interesados en saber qué le ocurrió a la preciosa Mimi. Esta corría por el bosque, aterrorizada porque veía ojos que la seguían poco a poco.

-¡Socorro, me persigue alguien que no es rosa! –Gritó la niña pidiendo ayuda.

Atenazada por el miedo, se dejó caer y se puso a llorar.