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WHEN THE MISSING COME HOME

Author/Autor: nails233

Translator/Traductor: Bells Masen Cullen

Capitulo 1

Charlie's POV

"¿QUÉ QUIERES DECIR CON QUE LA HABÉIS ENCONTRADO? ¿DÓNDE?" ¿Esto es cierto? Estaba a punto de renunciar a encontrar alguna vez su cuerpo.

"¡La hemos encontrado Jefe Swan, está VIVA! Hemos encontrado a Isabella, estaba retenida allí con otras dos mujeres en las montañas al norte. Realmente ha sido un giro inesperado en nuestra orden de registro en busca de droga en una granja local." ¿Viva?

"¿Cuánto tardarán en traerla? ¿Está bien?"

"Las están subiendo ahora en las ambulancias, así que deberían estar allí en media hora. Está bastante mal, todas lo están…"

¡Qué le habían hecho a mi bebé!

"¿Quiénes son las otras dos?"

"Son Stella Nichols, de Mason County, y Bree Tanner, de Seattle."

Cuando colgué el teléfono, todavía estaba en shock porque mi única niña todavía estuviera viva. Después de ser raptada de mi jardín trasero hace diez años, todo el pueblo se volvió loco, se hicieron partidas de búsqueda, luego, tras un tiempo, se convirtieron en vigilias a la luz de las velas y, finalmente, hicimos un acto conmemorativo en el aniversario de un año de su desaparición. No he hablado con Renee desde entonces, ella me culpaba del secuestro de Isabella. Nuestros abogados habían llevado el divorcio, así que ni siquiera estaba seguro de poder encontrarla ahora. Sabía una cosa, no podía quedarme sentado en mi escritorio y esperar, así que cogí mis llaves y arma, me puse el abrigo y me dirigí al hospital. Quería estar ahí cuando ella llegara. Ella estaba viniendo a casa.

Aparentemente, no era él único que había pensado lo mismo, porque cuando llegué, también lo habían hecho los medios de comunicación junto a la mitad del pueblo. Chico, las grandes noticias vuelan en los pueblos pequeños. Tampoco era que esperara menos, pero había pensado que esperarían hasta que estuvieran realmente aquí.

"Doctor Cullen, ¿está listo para ellas?"

"Sí, Jefe Swan, no se preocupe, estamos listos para ellas y yo me encargaré personalmente de Isabella. Me aseguraré de que le es devuelta tan pronto como sea posible y, Charlie, llámame Carlisle." Tomé una temblorosa respiración profunda, intentando calmar mis nervios. ¿Por qué estaba tan nervioso?

"Bien, gracias Carlisle." Dio una palmada en mi hombro mientras me lanzaba su famosa sonrisa, y digo lo de famosa en serio, todas las mujeres le hacían cumplidos por ella.

Hice que mis hombres abrieran un camino libre de personas y reporteros para que pudieran meterlas rápidamente y sin el acoso de espectadores. Escuché las sirenas hacer eco a través de las calles mientras se aproximaban. Desafortunadamente, también lo hicieron todos los demás, lo que provocó que la locura empezara porque todos querían ver a las chicas.

Los reporteros se abalanzaron a la primera ambulancia, intentando ser los primeros en obtener una foto de ellas. Cuando finalmente tuvimos sitio suficiente para sacar la camilla, me estremecí al ver a la chica de pelo castaño claro con los ojos marrones inexpresivos; se veía como si hubiera atravesado una zona de guerra, por el amor de Dios. No podía tener más de dieciséis años. Estaba cubierta de arañazos y cicatrices y solo llevaba la sábana en la que los paramédicos la habían envuelto protectoramente. Estaba temblando terriblemente porque estaba muy asustada.

La segunda ambulancia trajo a una joven mujer pelirroja y ojos azul hielo, que parecía tener apenas veinte años. Su estado era muy parecido al de la primera, protegida de nuevo en nada más que una sábana.

Finalmente aparcó la última ambulancia. Contuve el aliento cuando las puertas se abrieron para revelar a una Isabella muerta de miedo. Reconocería esos hermosos ojos marrones en cualquier parte. Se veía como el boceto con más edad que había hecho de ella. Igual que las otras dos, estaba temblando como una hoja en un vendaval. Cuando sus ojos cayeron en mí, supe que ella me recordaba pero, tras un breve segundo, los bajó como si estuviera avergonzada de lo que le había pasado.

"Isabella, ¿puedes oírme? Mi nombre es Doctor Cullen. Estoy aquí para cuidarte ahora, ¿lo entiendes?" Ella suspiró y asintió.

Él estiró el brazo para tomar su mano y al principio ella se estremeció, pero luego le permitió seguir. Sin embargo, cuando yo lo intenté, ella se alejó y deslizó su mano bajo la sábana. ¿Me culpa por lo que había pasado? ¿Podía posiblemente pensar que no intenté encontrarla?

"Isabella, tengo que examinarte. ¿Quieres que tu padre se quede contigo?" Viendo sacudir la cabeza enérgicamente, supe que no me quería aquí con ella.

"Está bien, Isabella, solo voy a revisar a las otras. Estaré justo afuera si me necesitas." Me escabullí antes de que ella tuviera la oportunidad de ver las lágrimas que llenaban mis ojos.

"Bien, Mark, ponme al día. Quiero todos los detalles."

"No puedo explicarlo, Jefe, nunca he visto nada igual. Cuando echamos abajo la puerta, las tres chicas estaban desnudas y de rodillas y no se movieron en todo el tiempo que revisamos el lugar. Reconocí a Isabella por el boceto. Fue raro, se veía como si ni siquiera supiera su nombre."

"¿Te ha dicho algo sobre lo que pasó? ¿De quién es la granja?" Necesitaba respuestas para desentrañar este misterio.

"Estaba abandonada porque él último propietario está muerto. En cuanto a lo que pasó allí, sabes tanto como yo. Las chicas no nos hablaron."

Isabella's POV

Daba miedo ser alejada del único hogar que puedo recordar. Cada vez que uno de ellos me tocaba, todo en lo que podía pensar era en que mi Maestro no iba a estar feliz por ello. Sabía que, aunque habían sido ellos los que habían venido a por nosotras, seríamos nosotras las que pagaríamos el precio.

Reconocí brevemente a uno de ellos, pero no pude recordar cuándo o dónde le había visto antes. Oh, bueno, en realidad no importa porque cuando el Maestro venga a por mí, el otro se irá tan rápido como vino. Cuando todos empezaron a gritar mi nombre, no sabía a quien mirar primero, era aterrador.

"Isabella, ¿puedes oírme? Mi nombre es Doctor Cullen. Estoy aquí para cuidarte ahora, ¿lo entiendes?" Suspiré y asentí.

Lo entendí completamente cuando él me tocó. Era como el Maestro. Ahora yo era suya pero, ¿por qué me había dejado mi Maestro por él? ¿Mi sangre ya no le sabía dulce?

"Isabella, tengo que examinarte. ¿Quieres que tu padre se quede contigo?" ¿Mi padre? ¿Por qué querría que él me viera ser examinada? ¿Iba a ser compartida? Él ni siquiera era como mi Maestro, él era como yo. Nosotros éramos comida para el Maestro.

En el minuto en que se marchó, me arrastré fuera de la cama y me puse de rodillas igual que el Maestro me había enseñado.

"¡NO! Isabella, vuelve a la cama, ¿por qué haces eso?"

Estaba confundida, ¿no acababa de decir que iba a examinarme? Así era como nos poníamos siempre para que el Maestro nos examinara. Tendría que prestar atención mejor a lo que este Maestro quería que hiciera. Me quedé perfectamente quieta mientras él pasaba dulcemente sus manos por mi cuerpo. Igual que el del Maestro, su toque era frío como el hielo. Eso era algo a lo que estaba acostumbrada.

"¿Puedes decirme que te ha pasado?" ¿No lo sabía él ya?

"Isabella, ¿puedes hablarme, por favor?"

"Sí… Maestro." No entendía porqué me miraba como si le hubiera golpeado o algo.

"Isabella, yo no soy tu Maestro, eres libre ahora. ¿Lo entiendes?" ¿Qué quería decir? Tal vez no le gustaba la forma en que yo olía. ¿No era lo suficientemente buena para él?

La cosa solo empeoró cuando una mujer empezó a ponerme ropa a la fuerza. ¿Por qué estaba haciendo eso? El Maestro había dicho que no necesitábamos ropa, ya que solo se ensuciarían cuando se alimentara de nosotras. Finalmente, me pusieron en una habitación a mi sola, pero eso solo me hizo sentir sola. Echaba de menos a Stella y Bree. Echaba de menos mi hogar.

Debí quedarme dormida poco después, porque lo siguiente que recuerdo es una mano fría acariciando mi brazo. Abrí los ojos para ver a un hermoso Maestro nuevo. Igual que el anterior, tenía los ojos de un color que parecía oro líquido. Eran mucho más bonitos que los rojo sangre de mi primer Maestro. Él no dijo nada, simplemente me miró hasta que me quedé dormida de nuevo.

¿Realmente había sobrevivido los últimos diez años?

'Dios, solo quiero ir a casa', fue lo último que pensé antes de quedarme dormida.