Capítulo 1: "El adorable rubio de ojos verdes"

Todos los días son exactamente iguales en el quiosco. Yuuri llega a trabajar, todos pasan por su puesto camino a tomar el tren y le compran algo pero nadie verdaderamente lo mira.

También es cierto que todos los días pasa ese hombre rubio, alto, apuesto y de ojos verdes que le fascina. No sabe su nombre pero se lo imagina. Tampoco sabe si es abogado, doctor o arquitecto pero por la ropa fina que siempre lleva puesta puede imaginarse que tiene una vida maravillosa y exitosa.

Todos los días aquel alfa lo mira y todos los días le sonríe y le desea un buen día.

Es el único momento en el que Yuuri Katsuki no se siente invisible en medio del mundo. Todo porque ÉL lo mira. Todo porque ÉL le sonríe. Todo porque ÉL sabe que existe.

Y durante esos segundos mágicos Yuuri deja de ser un omega soltero y huérfano y se convierte en uno más del mundo. Se siente SU omega. A pesar de que no le habla...sólo lo mira y esboza una tímida sonrisa.

La orfandad de Yuuri no era de nacimiento. Su madre Hiroko había muerto cuando él tenía ocho años de edad y a su padre Toshiya se lo había llevado el cáncer tres años atrás. Ahora con 25 años de edad sentía que su vida era un vaivén de situaciones en soledad.

Poco a poco se iba olvidando de lo que era una familia. Poco a poco la soledad lo absorbía.

La única familia "prestada" que todavía poseía la conformaban todos aquellos vendedores de los quioscos de los lados. Sala era la que vendía los dulces. Guang Hong vendía café y sandwiches. Phichit vendía flores y él, como siempre, vendía periódicos y revistas.

Todos ellos se apoyaban y querían mucho. Eran grandes amigos que muchas veces celebraban juntos los cumpleaños o el año nuevo.

Pero venía pronto la Navidad y esa fecha solían pasarla únicamente con sus esposos, padres, hermanos y primos. Y de nuevo Yuuri volvía a sentirse irremediablemente solo.

Recordaba los tiempos en los que su padre le narraba historias de cuando era pequeño y de cómo había conocido a una hermosa mujer llamada Hiroko que había vuelto su monocromática vida en un conjunto de rojos, azules, naranjas, verdes y lilas que lo habían hecho conocer el amor de verdad.

- Amo a tu madre porque no sólo te tuvimos a ti, Yuuri. No...tu madre me dio algo que jamás otra hubiera podido darme: ella puso las estrellas en mis manos.

El padre de Yuuri había sido uno muy cariñoso...pero también uno muy romántico. Quizás por eso Yuuri suspiraba pensando que las "estrellas" de las que le había hablado Toshiya hacían referencia a las luces de navidad en forma de estrellas que colgaban desde siempre encima de la cama de sus padres. Esas "estrellas que Yuuri siempre dejaba encendidas cuando estaba en casa por las noches, con la esperanza de que con ello pudiera sentirse más cerca de sus progenitores.

Como todas las noches, Yuuri sacaba a Makkachin a pasear. Su perro caniche había crecido tanto que por las noches parecía una persona más encima de la cama.

Makkachin sabía todo sobre su amo. Sabía darle su espacio cuando estaba ocupado, sabía acercarse a lamerle el rostro cuando éste se llenaba de lágrimas a causa de la soledad, sabía acurrucarse a su lado a la hora de dormir y sabía mover la cola de felicidad al verlo regresar después de un día largo en el trabajo.

Makkachin era un compañero leal y sincero.

Yuuri lo había llevado al parque que se encontraba a la espalda de su edificio, donde siempre lo llevaba y donde a veces se encontraba con el hijo de su casero, JJ Leroy.

Yuuri era muy bueno con todas las personas. Como buen omega, tenía un gran corazón y era amable con todos sin excepción. Aunque sentía a veces que su paciencia se ponía a prueba cuando aquel alfa venía a verlo y lo intimidaba.

-Yuuri...veo que los ejercicios te están sentando bien...- Yuuri casi saltó cuando sintió la voz casi en su cuello.

- JJ! - exclamó sorprendido- No sé de qué me hablas...- dijo nervioso y casi temblando- no estoy yendo al gimnasio y mucho menos estoy haciendo ejercicios...

- En serio? - le dijo y puso tan rápido su mano en la pancita de Yuuri que éste emitió un sonidito lleno de terror- Qué raro...pensé que tu pancita estaba volviéndose más pequeña...supongo que el pullover grande que llevas lo disimula muy bien...

Yuuri siguió caminando un poco más para olvidarse de la situación traumática que había pasado momentos antes pero aquel alfa carecía de inteligencia suficiente para interpretar gestos así que siguió a Yuuri sin incomodidad alguna de su parte.

- Tienes algún plan para esta navidad? - le dijo JJ tratando de seguir la conversación. En momentos como ése Yuuri odiaba no poder ser menos amable.

- Bueno...lo de siempre- le contestó- Me sentaré a ver cómo celebran en Lincoln Square mientras Makkachin y yo cantamos canciones de navidad...

- Le diré a mamá que ponga un sitio más en la mesa y así puedas pasar navidad con nosotros - ofreció JJ.

La oferta de JJ se oía muy tentadora. La idea de pasar una fecha como la Navidad acompañado por una familia hacía que su corazón se estremeciera de esperanza y estaba a punto de aceptar hasta qué recordó con las palabras de su acompañante por qué nunca lo hacía...

-Yuuri - dijo JJ acercándose peligrosamente a sus labios- mírate..eres un Omega de 25 años, soltero, solo...tu única misión en la vida es ser marcado y tener cachorros. Ya te he dicho varias veces que yo puedo hacer realidad eso. Conmigo nada te faltará. Tu sabes que ayudo a mi papá a administrar el edificio...soy un buen partido, mi oficial a cargo está feliz con los resultados luego de mi libertad condicional...Piénsalo..en un par de años..tú y yo podríamos tener a varios cachorros y todos serían de buenos genes como los Leroy...somos Alfas de buena cepa...

- Gracias por el ofrecimiento, JJ - respondió Yuuri esforzándose por ocultar lo asqueado que se sentí por la propuesta - Pero creo que lo dejaremos para otra oportunidad...

- No te demores en decidirte, Yuuri...- respondió- Más de un omega estaría emocionado por recibir una oferta como la mía!

Menos mal que yo no. Pensaba Yuuri. Odiaba a todos los alfas que iban por ahí imponiéndose como machos sin cerebro y cuyo único objetivo era encontrar un omega para marcarlo y darle cachorros.

Yuuri se sentía más que eso. Yuuri quería vivir el amor como lo habían vivido sus padres. Quería conocer a alguien que le hiciera ver rojos, azules, naranjas, verdes y lilas. Quería que pusieran estrellas en sus manos...quería AMAR de verdad...

Y ese amor podía imaginárselo en manos de aquel rubio guapo que todos los días le compraba el New York Times y el Wallstreet Journal.

Podía verlo llegar a casa y darle un beso, apretujarlo y preguntarle cómo le había ido en el trabajo, mientras el rubio le brindaba una de esas sonrisas que sólo estaban destinadas para él y lo miraba con esos ojos esmeralda que brillaban como el sol y escondían tantos secretos y tanta pasión.

Yuuri suspiraba. Sentía que ese futuro podía estar a un paso...el problema era que ese paso exigía que por lo menos se animara a hablarle...y, conociéndose, ese era un paso demasiado grande para dar...

A la mañana siguiente había poca gente en la estación. No era nada raro considerando que era sábado muy temprano y a lo mucho pasaban chicos algo borrachos que salían de alguna discoteca y parejas de enamorados que no eran nada discretas.

No había mucho movimiento pero a Yuuri eso le daba igual. No quería quedarse en casa mucho tiempo para empezar a sentirse solo de nuevo. Sus compañeros de los otros stands aún no habían llegado.

Se puso a ordenar sus revistas, actualizando las ediciones y colgando los periódicos con las noticias más resaltantes. Se concentró tanto en ello que casi no se dio cuenta de que su rubio de ojos esmeralda le estaba deseando "buenos días" y le pedía sus dos periódicos de costumbre con una sonrisa encantadora. Yuuri se puso rojo como un tomate y algo entonces cambió.

El rubio guapo recibió lo pedido, se acercó a darle la mano y le dijo:"Por si no nos vemos después, Feliz Navidad!"

Yuuri no supo qué decir. Sus manos temblaban y gracias a Dios que tenía puestos los guantes porque de otra forma el rubio hubiera notado cómo le sudaban de lo nervioso que estaba.

El chico alto no espero respuesta y, sonriendo, se separó raudamente de él y avanzó en dirección a los andenes del tren. Yuuri sentía cómo su futuro brillante se iba con aquel chico, se iban sus múltiples colores y se iba su amor...

-Espera- susurró dándose cuenta y extendiendo sus manos como si con ello pudiera alcanzarlo- Feliz Navidad...no te vayas...quiero ser tu novio...

Inútil. Cobarde. Miedoso. Todo se le venía a la mente cuando pensaba que había perdido la más clara oportunidad para entablar una relación con ese chico.

El pelirrubio se alejaba rápidamente y no había nada que hacer. Yuuri dio un suspiro resignado y estaba volteando para volver hacia sus actividades diarias hasta que escuchó a tres personas discutiendo...

- Así que no sabes hablar...ricachón- gritaba alguien a otro.

- Pensará que somos de segunda porque no tenemos un abrigo como el de él- dijo el otro jaloneando a la víctima.

-Por favor déjenme- suplicó el rubio. Y no era cualquier rubio- pensó Yuuri- era SU RUBIO

- O qué nos vas a hacer? - dijo el otro?- Vas a llamar a tu Papi para que nos encierre?

- Adiós...- completó el otro, aventándolo a los rieles del tren al lado del andén.

El rubio gritó y cayó como costal de papas. Es ahí que Yuuri reaccionó. Los trenes pasaban cada 5 minutos y estaba seguro que pronto vendría el siguiente y aplastaría al rubio si nadie hacía nada.

Fue corriendo y gritando "Policía, policía!" , lo que causó temor en los chicos que habían empujado al inocente chico de ojos esmeralda. Pronto salieron a la carrera y de pronto Yuuri veía cómo un par de personas se encontraban mirando lo ocurrido en el andén.

- Llamen a una ambulancia! - gritó con desesperación, haciendo reaccionar a los pocos que se encontraban presentes. Alguien marcó al 911 de inmediato.

Yuuri trató de llamar al chico desde el andén pero era inútil. El chico se había desvanecido y no había nada que pudiera hacer para despertarlo.

Angustiado por la falta de respuesta tuvo que tomar medidas desesperadas. Con mucho miedo y sabiendo que todo podía terminar mal se aventó a las vías férreas y se puso al lado del chico, tratando de despertarlo.

Segundos después escuchó algo que le devolvió el terror a sus ojos. A lo lejos se escuchaba un tren que se acercaba. Los rieles donde se encontraba temblaban y su corazón palpitaba tan rápido que parecía que se le iba a salir del pecho. Su rostro estaba empapado, las manos parecían ser de agua y su respiración se hacía dificultosa.

No pudo pensarlo mucho. No sabía cómo pero de un jalón levantó al gran chico rubio por un lado y lo acercó como pudo al andén. El tren se encontraba alli frente a él y, agotado, dio su último esfuerzo y levantó al chico dejándolo a un lado y a salvo mientras que otras dos personas lo ayudaron como pudieron a sacarlo de ahí.

Diez segundos más tarde un tren se paraba a su lado y varias personas salían preocupadas del mefio de transporte público al ver la escena en el andén. A lo lejos se escuchaba la sirena de una ambulancia.

Había salvado al guapo rubio de ojos esmeralda. Ambos seguían vivos. Eso era lo único que en ese momento importaba...