Título: Decolora
Sumary: Dejaré que vivas para ver como mueren los que amas, veremos cuánto eres capaz de soportar. Sólo entonces me gustaría ver tus ojos teñidos por el odio afrontando mí mirada…/Prólogo.
Advertencias: Posible OoC/Posible Bashing/Situaciones para adultos/Lenguaje para adultos/Dark Fic.
Pareja: SasuHina
Cantidad de palabras: 1,440/Cortesía de Magic Word en complot con Microsoft para hacernos creer que de verdad hay esa cantidad de palabras en el capítulo.
Disclaimer: Naruto no me pertenece, todo registro legal y de derechos son de su autor Kishimoto.
"Diluye tu insípido mundo blanco y mánchalo de negro.
Ve marchitando la pureza de tu alma con veneno
y deja a su luz escurrir; decolora."
Hinata avanzaba sin prisas o diferencias en el ritmo común de su andar, con la mirada fija en el hermoso paisaje que la rodeaba. El bosque parecía abrirle camino, los árboles regalaban una espléndida sombra que le ayudaba a soportar el horrible calor de esa mañana, más aún con la pesada ropa que solía portar siempre. Avanzaba como sí sobre un sendero cualquiera anduviese, disfrutando la corriente fresca del viento que apenas mecía sus oscuros cabellos.
El talle de su cuerpo se delineaba tenuemente contra la tela blanca que conformaba su vestimenta, apenas revelado por su enorme chaqueta de color lila al contonearse naturalmente mientras acortaba la distancia con su objetivo. Estaba nerviosa, pero de alguna manera también feliz. Había encontrado sin desearlo realmente a la persona que con tanto esfuerzo había estado buscando en misiones pasadas y este no parecía huir de su presencia. Permanecía frente a ella, estoico, con un rostro tan inexpresivo como si hubiera sido tallado en piedra, Hinata detallaba a la persona que enfrentaba a sus ojos negros con la misma simpleza de ver a un conocido.
Trató de acercarse, intentó pedirle que regresara pero su voz se perdió en algún punto de su garganta. También tenía miedo. Era imposible no tenerlo de aquél hombre que expresaba tal vacío en su mirada. Intuitivamente dio un paso atrás y se reprendió por ello. La sensación de alivio por haberle encontrado se desvaneció al instante.
Sasuke la vio hundirse cada vez más sobre ese viejo y podrido tronco, tratando inútilmente de desaparecer a su campo de vista. Parecía perdida en sus pensamientos. Los viejos trozos de madera se desprendían sobre su cabello, llenándolo de humedad y moho, empobreciendo con cada segundo aquella dignidad con la que se le había enfrentado minutos atrás, sin decirle nada. Se veía patética, con su menudo cuerpo resguardándose tras sus propios brazos como si realmente fuera a servirle de algo.
La azabache lo observaba avanzar demasiado lento para su criterio, se acercaba a ella sin ningún tipo de pudor que lograra someterlo y volvía tortuosos aquellos segundos en que los temblores violentos azotaban a su cuerpo. Sus ojos se dilataron con incauto dolor, tan emergentes y pendientes de aquél cuerpo masculino atrapando al suyo que olvidaba lubricarlos con el simple hecho de pestañear.
Tuvo el impulso de disipar ese insano reflejo de su propio rostro desfigurado por el terror a lo incierto, proveniente de sus demenciales ojos, tan densos y oscuros que sentía el aire abandonar sus pulmones y el cansancio apoderarse de su ser sin ninguna piedad. Su mirada era como aquella noche de la que deseaba escapar para no verse hundida.
Él no sentía ni la más remota pizca de un sentimiento, no había ni la culpa de saber que se desangraría frente a sus ojos, ni el consuelo de ver morir a alguien que debía despreciar por provenir de una aldea corrupta; en el lugar dónde habitó alguna vez su corazón sólo moraba un gran pedazo de roca incapaz de sentir o vivir por algo que no fuera la venganza.
Ella era insignificante, un mal resquicio de Konohagakure que le estaba robando valiosos minutos de destrucción y muerte contra quienes verdaderamente disfrutaría eliminar; tan sólo debería seguir andando y cortar de tajo su pálido cuello sin dignarse a mirar atrás. La miró con mayor intensidad, tratando de hacerle perder su alma en la vorágine de odio que volcaban sus ojos, ahora rojos sangre, iluminados por la maldición sanguínea que era su sharingan; sin embargo la joven no cedió.
Logró encontrar y reconocer de entre todo una gota de rencor contra esa mirada con la que le afrontaba. Daba asco notar sus ojos blancos, demasiado inocentes para ser poseídos por una ninja supuestamente afiliada a las guerras y masacres en batalla, una pureza que detestaba más con cada acción que realizaba.
No debería, jamás tendría que haber alguien que mantuviera sus ojos libres de la corrupción y pecado del mundo… Él se encargaría de ensuciarlo.
Haciendo gala de su fuerza la sostuvo contra su propio pecho, escuchando el crujir de sus costillas por la violencia empleada, el alba en su mirada fue perdiendo su brillo y se trasbocaba en un exquisito gris impuro. Sostener y mancillar su espacio con la putrefacción de su alma era algo reconfortante en medio de su delirio.
Ella lo miró de nuevo, sin emitir palabra alguna. No sabía que creer o cómo actuar, estaba en shock. La pelinegra no tenía el valor suficiente para hablar y el moreno no usaría el esfuerzo inútil de decirle algo cuándo podría utilizarlo para algo productivo como romperle el cuello. —U-Uchiha-sama… —Mencionó ella, con el suficiente volumen para saber que moría por dentro del terror. Excelente, le agradaba esa mezcla de su suave voz y el agudo sonido de la desesperanza.
Por unos momentos quiso sonreír retorcidamente. Si sólo apresarla hacía ese cuerpo vibrar deseaba saber hasta qué punto debía llegar para ver sus ojos llenos del mismo odio que él. Y probó, acercándose más para rozar sus cuerpos, satisfaciéndose con los nubarrones lánguidos que apresaban su mirada blanca y volviéndose un poco más oscuros. Ella intentó poner resistencia, sometiéndose en cuestión de segundos al entender que le sería imposible una mínima oportunidad de detenerle. Al menos era inteligente.
Detalló sus ojos de perla ensombreciéndose, pero no le era suficiente. Se impacientó, tomando con alevosía fríamente calculada sus carnosos labios en un roce violento, rayando con la línea de sus dientes la suave piel tratando se romperla. Aquello no sería un beso, no mientras luchara con la lengua de ella sobrepuesta tratando de defenderse del dolor que le provocaba.
Seguía raspando, tallando con fiereza mientras el sabor dulce de su sangre se filtraba por los trozos perdidos de piel. Sintió algo de su sangre volcarse por el cuerpo, sorprendiéndose levemente de ser capaz de sentirla correr por sus venas, espesa; trataba de impedirle el causar más daño pero no se quejaba ni lloraba como otras. Definitivamente la chica era rara.
Sasuke la observó sereno, examinando el tono que sus orbes adquirían por sobre las lágrimas, una repentina ira estremeció su ser. Los recuerdos le embargaron. Una infancia dedicada exclusivamente a alabar los profundamente negros ojos de su madre, los únicos en toda su vida que hubo visto decolorarse por la suavidad de su mirada hasta alcanzar un exquisito halo de plata. Los nocturnos orbes platinados de su progenitora; el mismo color en que se teñían los de esa entre sus brazos. Las lágrimas eran el agua en que nacía su plata. —Tu nombre, Hyuuga…—Exigió él, siseando su tono y evitando dejar escapar a la furia.
—H-Hinata…—Masculló ella, sintiéndose repentinamente confusa. Más él, indiferente la soltó sin explicaciones y siguió avanzando por el camino que se había trazado por primera opción.
—Me da repulsión ver tus ojos. —Le comentó como si fuese cualquier cosa, con su tono de voz carente de emociones. —Dejaré que vivas para ver como mueren los que amas…—Hinata sintió un escalofrío recorrerle completa, relamiéndose las heridas ante infringidas —Veremos cuánto eres capaz de soportar. Sólo entonces me gustaría ver tus ojos teñidos por el odio afrontando mi mirada…
El viento sacudió levemente el cabello negro de ella, absorta en identificar el momento en que todo eso había perdido el sentido. La cuarta guerra ninja estaba latente aún y los campos de batalla se habían dispersado al grado de no tener límites; había viajado por ese bosque buscando agua para las provisiones del campamento médico y después… Uchiha Sasuke la había acorralado contra un árbol.
Sin una palabra se marchó, dejándola sola en medio del bosque, pero la joven no se dio cuenta hasta pasados varios minutos, en que encontró su propia voz y recordó que la estaban esperando.
—Oh, es verdad… Tengo que avisarle a Naruto-kun.
Lo dejaría pasar, un momento así realmente no tenía significado para ella que soportaba por voluntad propia el desprecio de su padre y su clan entero. Más allá del terror inexplicable que ocasionaba su presencia, él realmente no le había hecho nada más que amenazarla, probablemente en vano. La guerra se llevaría a su familia, era algo que ya sabía aún si él solo se dedicara a observar. No era lo que quería, pero le era imposible ser positiva. Lo que realmente le llamó la atención por qué su alma se sentía tan vacía y carente de emociones con él cerca.
Ojalá el mal presentimiento en su corazón no fuera tan fuerte.
OoOoO
Notas de Kou: Y heme aquí, probando suerte con un fic SasuHina dónde por primera vez mostraré a la Hinata oscura que me juré no escribir. Lo que hago por ti, persona que sé estás leyendo… Espero que no esté tan mal, me costó la desvelada xD
[Editado] Detalles corregidos, en el segundo capítulo hay una nota importante.
