¡Hola, holita! Este es mi primer smut y fanfic de Ladybug, me estreno a lo grande. El fanfic que tenéis a continuación va a tener solo tres capítulos y lo escribo por dos razones básicamente: una, porque tenía ganas de escribir algo así y la otra es algo que ha pasado en mi círculo cercano que sabréis cuando acabe el fanfic. Lo voy a colocar en la categoría M y todos sabemos lo que eso significa, cofcofpornocofcof, así que el que lo lea será bajo su responsabilidad. Intentaré ser todo lo pervertida que pueda, pero yo soy más de practicarlo que de escribirlo ;)
Disclaimer: Miraculous: Tales of Ladybug & Cat Noir NO me pertenece. La siguiente historia es sin ánimo de lucro.
Marinette dejó su teléfono sobre el escritorio y salió corriendo hacia el baño para darse una ducha rápida. Sus padres acababan de irse a un restaurante, ese día celebraban el aniversario de boda por lo que después de comer pasarían la noche en un hotel, pero Marinette no quería pensar mucho en eso. No tenía pensado hacer nada esa noche, ver una película si es que no se quedaba dormida en el sofá, pero Kim la había llamado preguntándole si podía ir a verla y por como parecía querer echarse a llorar en cualquier momento no pudo negarse. Suspiró cuando el agua caliente tocó su cuerpo y empezó a pasarse la esponja con jabón intentando no mojarse el pelo, no tenía tiempo para eso, el chico estaría en casa en cinco minutos.
Kim y ella mantenían un relación un tanto... Especial. Tres meses atrás, durante una fiesta en casa de su amiga Alya, bebió alguna que otra copita de más y acabó perdiendo su virginidad con Kim que también estaba bastante alegre. Una historia hermosa para contarle a sus nietos. Aún ahora, cuando pensaba en ello sentía como la sangre se le iba a las mejillas y soltaba algo parecido a un graznido. No se acordaba con mucho detalle, pero lo suficiente como para saber que había sido horrible. "Me has mordido." "No los retuerzas tanto." "¿Te crees que estás agitando un yogur?" "¡POR ESE AGUJERO NO!" Entre otras frases que quedarán para la historia. En aquel estado había vuelto eufórica a casa, sintiendo la adrenalina en el pecho y una sonrisa tonta en la cara. Pero lo peor llegó al día siguiente, cuando se le fue la borrachera y se dio cuenta de lo que había hecho. Si no hubiera sido por Tikki, se habría tirado por el balcón.
Tres años, llevaba tres años enamorada de Adrien, pensando en como empezarían a salir, la primera vez que se darían la mano, su primer beso, su primera vez... Para acostarse con un amigo a oscuras en la habitación de su mejor amiga estando borracha.
Después de aquello vino el ver a Kim a la cara. Se ponía roja cada vez que lo veía, apartaba la vista de él y corría, literalmente, corría cuando él intentaba hablar con ella. Una semana duró aquello, hasta que su profesora mandó hacer un trabajo en parejas y al notar el ambiente incómodo que había entre esos dos decidió que lo hiciesen juntos. Marinette terminó en la habitación de Kim más tiesa que un palo y con la sonrisa más falsa que había puesto nunca. Antes de que sacara las cosas de su mochila, Kim se estaba disculpando. Por lo visto se sentía horrible porque creía que había abusado del estado en el que ella estaba, a lo que Marinette también se culpó, ya que el chico estaba casi peor que ella esa noche. Terminó enterándose de que Kim estaba enamorado de Alix y no podía dejar de pensar en que la había traicionado, aunque no hubiese nada entre ellos, y que le había dado su virginidad a la persona equivocada. La chica se sintió totalmente identificada y le confesó que a ella le pasaba lo mismo con Adrien.
Total, que una cosa llevó a la otra y cuando se quiso dar cuenta, se había vuelto a acostar con Kim.
Desde ese día se veía con el chico un par de veces a la semana, siempre en casa de él, hasta que se animó a contarle a su madre sobre el tema, gracias a eso tenía una caja de condones nueva todas las semanas, un poco exagerado, la verdad, y vivía empastillada. Porque nunca hay suficiente protección. Le había costado sudor y lágrimas convencerla de que no le hacía falta un DIU. Una vez que su madre lo supo, invitaba a Kim a su casa de vez en cuando. Y menos mal que Sabine sabía calmar a Tom, porque al padre de Marinette no le parecía nada bien que el chico la viese tan a menudo a solas y la primera vez que vio un condón en la bolsa de la basura casi rompe a llorar.
Podría decirse que Kim y Marinette se usaban mutuamente para calmar sus pasiones, porque no era fácil tener diecisiete años y guardarte para tu amor platónico, y de perdidos, al río, o eso dicen, ¿no?
Durante esos tres meses habían pasado de solo sexo a hablar de todo un poco, pero mayoritariamente de Adrien y Alix. Habían dejado de sentir vergüenza de mostrarse desnudos ante otra persona. Pero más importante, habían dejado de sentirse culpables por acostarse. Tener sexo no era nada malo siempre que se hiciese por voluntad propia y con protección. Ellos no le debían nada a nadie y era cosa suya lo que hacían o dejaban de hacer.
Pero esa noche ya sabía el motivo de la visita de Kim. Alya le había dicho que la pelirrosa tenía su primer novio. Ella no podía ni imaginar a Adrien con alguien más, de solo pensarlo sentía un picor en los ojos.
Seguía en el baño cuando tocaron el timbre. Fue a abrir solo con la toalla envolviéndole el cuerpo, pero antes de que pudiera ni siquiera decir hola, Kim ya había cerrado la puerta y estaba besándola. Era un beso brusco, animal, estaba intentando desahogarse con ella y la peliazul lo consolaría lo mejor que sabía. Abrió la boca dejando que la lengua del chico entrase y sus lenguas se acariciaron. Se agarró del cuello de él y dio un salto sujetándose de él por la cintura con las piernas. Kim llevó a la chica en brazos mientra subía la escalera, pero no subió hasta la cama de ella, se recostó el suelo, con Marinette debajo. Apartó la toalla que envolvía su cuerpo y lamió las gotas que aún quedaban por el cuerpo de la ojiazul. Se separaron por un momento y el chico comenzó a quitarse la ropa con ayuda de ella.
Al desabrochar los pantalones de él, Marinette le fue mordisqueando el marcado vientre para seguidamente bajar y darle suaves mordisquitos a su erección por encima de la ropa interior. Soltó una pequeña risa cuando lo oyó gruñir y le bajó la ropa interior sin contemplaciones. Repartió suaves besos desde la punta hasta lo testículos, donde se paró y empezó a succionar. Los dejó un momento para meterse el pene por completo en la boca y comenzar un mete y saca acompañado por las caricias de su lengua mientras que llevó su mano a acariciarle los testículos, mientras él se mordía los labios para contener los gemidos.
Después de un rato de las caricias de Marinette, Kim se separó de ella.
–Voy a por un condón.
Sabía perfectamente donde estaban, en un cajón de su escritorio. Lo sacó del envoltorio y se lo puso. Volvió prácticamente volando a besar a Marinette, que tenía su sabor en la boca. La tomó por la cintura e intentó posicionarse entre su piernas, pero la chica le puso una mano en el pecho y lo apartó.
–Hoy quiero estar encima.
Kim se acostó en el suelo y ella se sentó a horcajadas sobre él y guió el miembro a su interior.
–Adrien, tienes una cara horrible. –Nino solo obtuvo un gruñido de respuesta. –¿No has dormido bien esta noche? –Otro gruñido. –No voy a hacer más preguntas, pero te convendría levantar la cabeza de la mesa cuando venga la profesora, amigo.
Pero Adrien no tenía ganas de levantar la cabeza, porque si la tenía levantada cuando ella llegase, tendría que saludarla y no estaba muy seguro de si podría.
Tuvo que levantarla porque la profesora acababa de llegar, pero en ese momento, Marinette entraba por la puerta.
Marinette. Sudando. Con una mano en el pecho y la otra entre sus piernas. Cabalgando sobre Kim.
El rubio estampó su cara contra la mesa y soltó otro gruñido. Sentía la cara arder, sabía que estaba rojo como un tomate, ¿pero cómo no estarlo? Había visto a la dulce e inocente Marinette en una posición nada dulce e inocente. Estaba seguro de que ya no podría ver su cara sin acordarse de esa escena.
La noche anterior se había transformado en Chat Noir para despejar un poco su mente. Estaba en el último trimestre de su último año escolar y sabía que en nada su padre se acercaría a él con la intención de hablar de su futuro. No quería ni pensar en ello, estaba realmente agobiado pensando en cómo le diría a su padre que no estudiaría una de las carreras que él consideraba apropiadas y cómo haría para pagar sus estudios si su padre le daba la espalda. Sería capaz de hacer que nadie lo quisiese contratar de modelo; él no sabía hacer otra cosa que no fuera esa y dudaba de la voluntad de alguien para contratar a un joven sin experiencia en ninguna otra profesión.
Después de saltar de edificio en edificio durante un buen rato, el anillo comenzó a pitar, así que fue corriendo en busca de un lugar donde pudiese darle su queso a Plagg para luego retomar su paseo. A lo lejos vio la terraza llena de plantas de todos los tamaños de la casa de Marinette, su compañera de clase. Allí podría transformarse oculto tras las plantas, pero antes, se acercó a la ventana para comprobar si la chica estaba en su habitación, sería horrible que estuviera regando las plantas justo en el momento en que su transformación se desvanecía.
Había esperado encontrarla en su cama, sentada frente al ordenador, dibujando, cosiendo o hasta tirada en el suelo, pero no eso.
Allí estaba Marinette, desnuda, retorciéndose un pezón con una mano y la otra perdida entra sus muslos. Su piel brillaba con el sudor que la envolvía. Y allí, debajo de Marinette, estaba Kim, su compañero de clase, que la tenía bien sujeta por las caderas mientras ella subía y bajaba.
No podía dejar de mirarla. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? Hasta ese momento había pensado en la chica como un ser asexual, una chica torpe e inocente que se sonrojaba por todo y que no tenía esa clase de pensamientos. Pero lo que más le sorprendió fue el chico. Kim. Sí, Marinette y él se llevaban bien. Los había visto riéndose juntos o comentando alguna que otra cosa pero estaba seguro de que ellos dos no estaban saliendo o por lo menos no los había visto nunca en actitud cariñosa. De hecho, estaba casi seguro de que Kim estaba enamorado perdido de Alix.
El pobre Chat Noir casi se cae de la ventana del susto cuando los chicos cambiaron de posición. Ahora ella estaba a cuatro patas mientras él la embestía por detrás. El superhéroe sabía que tenía que salir de allí o lo verían. Marinette y Kim estaban de frente a la ventana, él, muy atento a las caderas de Marinette y ella... Dios, ella. Tenía la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados suavemente y su boca hacía una O perfecta. Pudo ver como Kim aumentaba el ritmo y la cara de su amiga se contraía cada vez más hasta que de repente se suavizó por completo y su cuerpo comenzó a convulsionar.
No se lo podía creer, acababa de ver a la dulce e inocente Marinette teniendo un orgasmo.
Adrien. La voz de Plagg lo sacó del trance y trepó corriendo a la pequeña terraza que tenían encima. Cuando sus pies tocaron el suelo, la transformación desapareció.
–Vaya, vaya, quién lo diría... –Le susurró Plagg al oído.
El rubio no se molestó en contestarle. Cogió el queso que llevaba encima y comenzó a olerlo esperando que eso le ayudase a bajar la erección que tenía en esos momentos.
Doce horas desde el incidente y aun seguía pensando en la cara de Marinette cuando tuvo el orgasmo.
Sintió una mano ligera sobre su hombro. Sabía de quién era esa mano, todo él lo sabía. Un simple contacto había bastado para sentir un cosquilleo en la parte baja del viente. Levantó la cabeza lentamente para toparse con los ojos azules de Marinette.
–Adrien, ¿te encuentras bien? –No, no lo estaba. Estaba jodido.
Disculpad cualquier fallo que pueda haber y si sois tan amables de decírmelo, mejor, así lo corrijo.
Otra cosita, aquí en España Adrien es Adrián y Chat Noir es Cat Noir, pero lo dejo en la versión original que me gusta más.
¡Hasta el próximo capítulo!
