Cap. 1: Mamá…Papá…tengo miedo.

Un año después del Día Horuvendush

-"Un…murciélago…pasó…no sé…dónde…se escondió"-recitaba mi canción de "Brilla, brilla, pequeño murciélago" débil, cansado, con mucha hambre y sed. Estaba en el Desierto Rojo, en las afueras del castillo de la Reina Roja en Salazen Grum. Andaba caminando el rocoso y caliente piso, descalzo, mis pies quedaron completamente destrozados, sucios, manchados con sangre que marcaban huellas rojas de ellos. Mi cabello; que antes lo tenía largo hasta los hombros, quedó completamente hecho girones. Me lo habían cortado hasta las orejas de una manera brusca, incluso me arrancaron algunos mechones hasta las raíces dejándome casi calvo. Las semanas de pasar hambre y sed, incluso estando enfermo con fiebre dejaron mi cuerpo terriblemente delgado, que se me aclaraban los huesos, parecía un anoréxico. Moretones y cortadas me cubrían la cara, incluso algunas heridas con sangre, una era un espantoso golpe en la cabeza, causado por una piedra, era un golpe que posiblemente me hubiese machucado el cráneo, mis labios estaban secos y sangrando, tenía marcas rojas en las muñecas y tobillos por tenerlos mucho tiempo atados, al igual mi espalda llena de latigazos, mis ropas hechas girones; como si alguien intentó desvestirme a la fuerza igual estaban manchadas de sangre. –"Brilla…brilla…b-b-brilla"- continuaba recitando con la mirada perdida y balanceándome, si estaba terriblemente destrozado. ¿Cuánto tiempo estuve en este infierno? ¿Un mes? ¿Un año? Ni idea pero si fue un largo tiempo, desde que ese maldito dragón asesino a mi familia entera por orden de la Reina Roja, dejándome solo en el mundo y bajo el merced del asqueroso servidor de la Reina, ese cerdo de Stayne.

Paré de repente, me faltaba aire, estaba agitado peor que alguien con asma, pude oír el crujido de mi respiración y comenzó a toser bruscamente haciéndome caer de rodillas, me cubría la boca con una mano, sentí algo caliente y con un sabor raro expulsándose de mi garganta, ya cuando acabé, vi mi mano que cubrió mi boca manchado con sangre. ¿Qué tan enfermo ya estaba?

-¿Por qué te detuviste? –se oyó aquel hombre alto, con armadura negra y con un parche el ojo atrás de mí.

-Es que…yo…-trataba de hablar –Lo que pasa es que…tenía tos y… ¡AAHH! ¡NO, NO, PORFAVOR, ME DUELE! –Gritaba con dolor mientras él me levantaba, agarrándome de las pocas greñas que tenía -¡Déjate de estúpidos pretextos y sigue caminando! –me gritó arrojándome hacia adelante. Tropecé con una piedra bastante filosa, arañándole la rodilla izquierda. Me sangraba mucho y dolía horrible. -¿Acaso debo pedírtelo de otra manera? –rugió Stayne arrojándome una roca en la cabeza. No me quedó de otra que caminar más, cojo por la rodilla.

¡Por fin! Por fin llegué, pude llegar a la roca enorme que estaba muy lejos del castillo. Me apoyé sobre ella, recostando mi cabeza sonriendo con alivio…hasta que Stayne dijo –Continúa.

-¿Qué?

-Que continúes, al bosque como te dije.

-Pero…dijiste que caminaba hasta esta roca –le aclaré

-¿Dije eso? -Me preguntó con sarcasmo. Yo me sentía mucho más enfermo y débil como antes -Por favor, ya no aguanto más…estoy enfermo, muy…muy…enfer…-volví a toser más fuerte dejando un pequeño charco de sangre en los pies de Stayne -¡Qué puerco! –me gritó con asco. Me sujetó fuertemente y me arrojo directo a la roca. Me golpeé el hombro derecho. Caí de rodillas, sujetándome el hombro –Creo…que me fracturé el hombro –dije adolorido -¿El hombro? –preguntó acercó –Déjame ver…-y de pronto me dio una patada en mi hombro fracturado, destrozándomelo más, era un dolor insoportable que comencé a llorar.

-¡Levántate, puerca llorona! –Me agarró de nuevo y me arrojó a dos caballeros rojos –Ya no me sirves para nada, ya estás completamente podrido –me dijo observándome con asco –preparen una hoguera y átenlo en ella –le ordeno a los caballeros rojos.

Me encontraba ahora atado en un mástil sobre una hoguera, como hacían con la pobre gente acusada por brujería. Comencé a temblar, incluso tenía ganas de ir al baño, mi respiración seguía sonando peor que un asmático. –Me temo que tendré que amordazarte, tus gritos de bebita son muy insoportables, otros a que les hice lo mismo que tú eran tan callados como un cordero –dijo Stayne mientras mojaban la leña de la hoguera con aceite -¿Tus últimas palabras?

–Vete al carajo, hijo de puta –le insulté.

-¡Qué encantador! Sabes mandar a alguien al diablo, a pesar de ser educado como un fino caballero –se burló mientras subía para amordazarme. Yo no hacía otra cosa que rezar –"Padre Nuestro…qu-que…que estás en el cielo… –me temblaba la voz mientras él se acercaba –San-san-santificado sea tu Nombre…venga…venga a nosotros tu…tu reino…hágase vuestra…vuestra…" ¡Mmmfff! –me colocó un pedazo de tela en la boca, y con un fuerte nudo mi boca quedó tensa e inmovilizada. Ya teniéndome amordazado, el me forzó a verlo en la cara y muy sonriente dijo –Agradece que te deje conservar literalmente la cabeza.

Lo único que quería ahora es acabar con este sufrimiento, ya no podía más. Si tan sólo tuviera un motivo para seguir con vida…pero ¿Cuál? Todo lo que gozaba, todo lo que atesoraba y amaba lo perdí hace un año. Ojalá mi familia estuviera aquí, ojalá que mamá y papá estuviesen aquí. Lo único que pensaba era esto:

Mamá…Papá…tengo miedo.