~Disclaimer~ Hetalia y sus personajes le pertenecen a Hidekaz Himaruya. Sólo me pertenece la historia, Dani y la fantabulosa tropa de Aleja-chan.

~Las Fantásticas Aventuras de Neko-México~

Capítulo 1 ~La Tropa de Neko-México~

En el jardín de una casa cualquiera, se estaba realizando una reunión especial…

-¡Mi-Miau! ¡Escuchen bien, tropa! –maulló una gatita atigrada, que llevaba una pañoleta roja alrededor de su cuello. –Mamá nos ha dado la tarea de cuidar la casa hasta que regrese del trabajo. ¡Tenemos que impedir la entrada a los intrusos! ¿Entendieron?

Ustedes se preguntarán quiénes conformaban la tropa de esta gatita… Un perro chihuahueño, un enorme perro negro que parece haber salido del mismo infierno y un perro café de tamaño mediano… Sin pelo.

-¡Guau! –ladraron los tres perros al mismo tiempo cuando la gatita les dio la orden.

¡Esta es la historia de Aleja, mejor conocida como Neko-México! ¡Y su valiente tropa de perros!

-¡Meow! Aleja-chan, are you there?! –maulló escandalosamente un enorme gato gordo con lentes, asustando a la pobre gata.

~*¡Nekotalia!*~

¡Mi-Miau~! Aquí Aleja-chan.

Hoy Mamá nos pidió cuidar nuestra casa, ya que ella se iba a trabajar con sus amigos y con el dueño gritón de Alfred.

-¡Muchachos! –llamó Aleja a sus compañeros. –Ustedes cuiden el jardín. Yo vigilaré el perímetro.

El día de hoy, Aleja-chan se encuentra en una de sus acostumbradas rondas en las calles aledañas a su casa.

-Miau~… Parece que todo está bien.

Cuando Aleja ya estaba a punto de regresar a su casa, notó que un arbusto se movía estrepitosamente.

-Aléjate de mí, rana horrorosa –le gruñó un gato blanco con manchas cafés a un gato persa de color blanco.

-Deja de moverte, bandolero –murmuró el gato persa. –Nos va a escuchar.

Este par de gatos se asomaron para ver si la gatita se había regresado a su casa, pero no la encontraron por la calle. Sorpresivamente, brillaron detrás de ellos un par de ojos brillantes mientras una furiosa voz les ordenó:

-¡Fuera de mi territorio, idiotas! –rugió Aleja-chan molesta haciendo que los dos gatos intrusos huyeran de su escondite.

-Mon dieu, Aleja-chan –rogó el gato persa. –No seas tan agresiva, mon cher…

-¿Qué hacen aquí, Francois? –preguntó Aleja.

-¿No podemos visitar a una amiga? –maulló Francois mientras intentaba frotarse en el pelaje de la gata.

-Vayan al grano antes de que los mate –espetó Aleja, quién estaba aguantando rasguñar al gato persa.

-¿Puedes dejar que pasemos por tu casa? –gruñó el gato con manchas café.

-No, Arthur –respondió Aleja con voz muy seca. –Largo.

-Se te olvida que somos dos contra ti, ¿verdad?

Aleja, únicamente lanzó un fuerte maullido e inmediatamente, su tropa estaba detrás de ella; listos para atacar a los gatos que amenazaban a su camarada.

-¿Se pueden ir a sus casas, por favor? –preguntó amablemente la gata.

Y así, Arthur y Francois salieron huyendo.

-¡Muy bien, muchachos! –celebró la gatita mientras los tres perros la lamían cariñosamente. -¡Mamá va estar orgullosa de nosotros!

~*¡Nekotalia!*~

-Ah… Al fin en mi casita –dijo una chica de piel apiñonada mientras se acomodaba en su sillón.

Al ver regresar a su dueña, Aleja-chan y sus tres amigos caninos la recibieron muy animados.

-¡Mamá! –maulló contenta Aleja mientras su dueña le rascaba detrás de las orejas. -¡Nos hubieras visto! ¡Espantamos a Arthur y a Francois!

-Ahí están, chicos –los saludó la chica muy sonriente. –A ver, pasemos lista… ¡Ahui!

-¡Guau! –ladró con fuerza el enorme perro negro.

-¡Benito!

-¡Guau~~! –lanzó un ladrido muy agudo el perro chihuahua.

-¡Raúl!

-¡Guau! –ladró el perro lampiño.

-¡Aleja!

-¡Mi-Miau! –maulló alegremente Aleja-chan.

-Muy bien, ya les daré de cenar, muchachos –dijo contenta la chica mientras buscaba la comida de sus mascotas.

-¡Bien, muchachos! ¡Mamá, está contenta! –celebró Aleja. –Sólo por eso le pediré que nos dé ración extra como premio.

De repente, sonó el teléfono de la casa.

-¿Diga?

-¡Daniela! –le gritó enfurecida una voz masculina.

-¿Arthur? ¿Ahora qué quieres? –Daniela no se sorprendió para nada que el británico cejón le llamara por teléfono.

-No te hagas la idiota. Tu gata psicópata y tus perros asustaron a mi pobre gato.

-¿Eh? Pero si ellos estuvieron en la casa todo el día.

-¿Y cómo explicas que el gato de Francis también esté muerto del miedo?

-Oh, no… -murmuró Aleja mientras ella y sus compañeros escuchaban la conversación de su dueña con el amo de Arthur. -¡Retirada, muchachos!

~Continuará~