El potterverso es de J.K. Rowling

"Este fic forma parte de ¡Desafía a tus musas! del foro Amor de Tercera Generación."

Gula, frambuesas


#Frambuesas

En el Gran Comedor, los más rezagados terminan su cena sin prisa alguna y los demás pasan el rato. Es viernes y tienen un largo fin de semana por delante sin ningún examen a la vista. Se nota en el ambiente.

Ellos no son una excepción.

Peter y James hace tiempo que terminaron de engullir —porque a esa velocidad no se puede comer, es imposible— su cena y hace tanto tiempo de eso que ahora mismo están enfrascados en el clímax de una partida de ajedrez mágico. Sirius también hace tiempo que terminó su cena y mira con cara de aburrimiento a sus amigos; primero a James y Peter porque nunca le ha gustado ajedrez y luego a Remus. Este último sigue cenando mientras habla con Lily sobre un tal Gatsby que él no conoce y que le suena aburridísimo. Aburrido: así es como se siente y eso para él es inconcebible. Pero se contiene porque Sirius, ¿no crees que deberías madurar? Y no está seguro de si debería hacerlo pero no quiere que él le considere un inmaduro.

Le observa porque cómo no hacerlo —la gente no suele y no lo entiende porque está seguro de que Remus brilla (como la luna) —. Bien, le observa: ojos amarillos que relampaguean como siempre que habla de algo que le gusta, su piel color pergamino llena de todas las cicatrices que tiene memorizadas y la sonrisa tímida dibujada en los labios que termina en una carcajada por algún chiste de Evans que él no entiende.

Remus se percata del par de ojos grises que quieren atravesarle la piel y le mira preguntándole sin palabras que es lo que le pasa. Sirius niega con la cabeza e intenta centrar su atención en otra cosa, lo que le resulta difícil pues no cree que haya nada más interesante en todo el Gran Comedor (ni en el mundo). Así que baja la mirada y sus ojos se topan con el plato de Remus lleno de frambuesas. A Sirius no le gusta la fruta, de hecho, no le gusta nada que haya sido verde en algún momento o que provenga de algo verde, pero es uno de los frutos favoritos de Remus y a él le encanta besarle y que sepa a frambuesas. No puede besarle ahora, eso no es lo que alguien maduro haría, así que se conforma con quitarle una frambuesa del plato y comérsela. No está mal aunque esperaba algo mejor. Coge otra, otra y otra hasta el punto que cuando Remus va a coger la siguiente, tras una pausa de varios minutos explicándole a Lily algo sobre una luz verde, sólo queda una.

Sirius es más rápido. Con la frambuesa entre los dedos y una sonrisa perruna en los labios que indica que todo su autocontrol ha desaparecido, le pregunta:

— ¿Buscas esto?

—Sí, Canuto, era mi postre.

Le responde con voz calmada, tan tranquilo como siempre en su eterna apariencia de mar muerto. Es todo fachada y Sirius lo sabe muy bien. Sonríe enseñando todos los dientes y observa con detenimiento la frambuesa.

—Pues cógela.

Y se la mete en la boca. No está muy seguro de si va a reaccionar (no lo está para nada) pero quien no arriesga no gana. Remus le mira con un gesto de ¿conque esas tenemos? y no necesita más para saber que ha pulsado el botón correcto. La distancia entre ellos se vuelve inexistente. Hunde su mano en su nuca y le besa sin cuidado alguno, mordiendo e invadiendo su boca. Son labios salvajes que chocan, que juegan, que luchan ajenos a las miradas curiosas. Sirius ardiendo, perdiendo el control, derritiéndose. Y la frambuesa en la boca de Remus que se separa para comérsela.

—Delicioso.

Y, Oh, Merlín, las frambuesas.