¡Hola a todo el mundo!

Aquí, a diferencia del otro fic en el que no va a haber tanto romance, os voy a dejar una serie de one-shots narrando como podría ser la vida de Kevin y Gwen diez años más tarde, con dosis altas de azúcar y romanticismo! =P

Y ya sabéis, los personajes ¡NO me pertenecen!

1. Rompiendo la Rutina.

Con un suspiro acabó de teclear las últimas palabras de su informe sobre física quántica, con el paso de los años Gwen Tennyson había sido gratamente reconocida por su increíble currículum académico, a sus veintisiete años contaba con una casa preciosa, un jardín inmenso y un marido que la quería.

Se quitó las gafas mientras bajaba la tapa de su ordenador portátil y se dirigió a la cocina para empezar a preparar la cena, no siempre podía contar con esta tranquilidad, el trabajo la estresaba como nada pero a pesar de eso siempre tenía una sonrisa para Kevin.

Lo mismo ocurría con él, el, actualmente, mejor mecánico de todo Estados Unidos, capaz de hacer cualquier virguería a cualquier coche, se había ganado una lista infinita de clientes habituales y casi nunca le faltaba el trabajo, pero la falta de tiempo empezaba a causarle estragos devolviéndole un poco del mal humor que hace años había tenido.

La pelirroja acabó de preparar la mesa y miró el reloj, las nueve y media, aún faltaba media hora para que Kevin llegara, solía entretenerse cuando tenía que cerrar, así que se sentó en el sofá y encendió el televisor para buscar las noticias.

Resopló al escuchar los mismos temas de siempre, asesinatos, robos, corrupción… apoyó la cabeza en el reposabrazos mientras sentía como los parpados se le cerraban, si su marido tardaba más se iba a quedar dormida y ni siquiera lo había visto en todo el día.

Escuchó la puerta de entrada abrirse y cerrarse, corrió a apagar el televisor e irse a la cocina, mientras reía para si misma.

-¿Gwen? –La voz de Kevin inundó el pasillo

-¡En la cocina! –Respondió ella poniendo lo que quedaba en el fuego en platos para llevarlo a la mesa, algo que le resultó prácticamente imposible cuando los brazos fuertes de aquel hombre la rodearon por la cintura, ella dejó escapar una risa melodiosa mientras trataba de deshacerse de su adorada prisión, algo muy poco probable, él por su parte hundió el rostro en la larga melena de su esposa e inspiró su aroma.

-Ya pensaba que esta noche tampoco te vería… -Murmuró aún sin soltarla- Esta semana ya estabas dormida cuando yo llegaba.

-Me he traído la faena a casa –Respondió dándose la vuelta para mirarlo de frente –Porque no podía estar más sin verte –Kevin negó levemente con la cabeza mientras reía y después unió sus labios a los de su mujer con pasión, ésta dejó caer la cuchara de madera que sostenía en una de las manos y se abrazó a él.

-Vaya, ¿Soy yo o estás muy cariñosa hoy? –Preguntó riendo entre dientes, esta solo se separó frunciendo el ceño, recogió lo que se le había caído y siguió con su tarea, haciendo que el todavía riera más.

A pesar de que llevaban mucho tiempo así, con una vida normal, dentro de su anormalidad, y tranquila a veces echaban de menos algunas peleas con alienígenas, al fin y al cabo eso mismo era lo que les había unido.

También solía haber silencio cuando cenaban, solo se escuchaba el sonidito del tenedor chocar contra el plato.

-¿Sabes quien se ha pasado hoy por el taller? –Kevin rompió el silencio, siempre solía hacerlo el.

-¿Quién? –Preguntó su mujer alzando las cejas curiosa.

-Julie –Respondió con una sonrisa, Gwen esbozó otra más amplia.

-¿Cómo estaba? ¿La has visto bien? -La última vez que la anodita la vio no paraba de quejarse del peso que soportaba su cuerpo debido al embarazo.

-Sí, está bien, mucho más gorda, pero muy bien –Rió levemente.

-No seas idiota, solo le quedan unos pocos días para dar a luz, ¿Ben no iba con ella? –Preguntó de nuevo.

- A el no lo he visto, pero no andaría lejos –Después de unas cuantas risas ambos recogieron la mesa, Kevin se duchó mientras que Gwen acababa de limpiar la cocina, finalmente después de un duro día ambos acabaron sentados en el sofá, Gwen apoyó la cabeza en el hombro de él como siempre hacía, llevaba diez años con esa costumbre y ahora no se la iba a quitar, poco a poco el cansancio les venció a ambos y acabaron tumbados de cualquier manera sobre el gran sofá de piel.

-Kevin… -Murmuró ella sin levantar la cabeza de su hombro –He decidido algo-

-¿Y que es? –Preguntó bostezando –Porque viniendo de ti me espero cualquier cosa.

-Quiero un bebé –Respondió muy segura de si misma –Quiero ser madre –

Kevin se incorporó de golpe y la miró con cara de no entender nada, después de cinco años de noviazgo y cinco de matrimonio jamás habían hablado de ese tema, y mucho menos que alguno de los dos lo soltara así de una manera tan espontánea.

-Dime a que ha venido eso Gwendolyn –Murmuró el moreno realmente asombrado.

-No tiene porque venir a nada –Respondió la aludida frunciendo el ceño, seguidamente se levantó para irse a la habitación. Pero la fuerte mano de su marido se lo impidió, la agarró por el brazo haciendo que ella recobrara su posición inicial, rozó sus labios en el cuello de ésta haciendo que se estremeciera.

-Kevin… -Murmuró entrecortadamente-

-¿Qué? –Preguntó en un ronroneo mientras sus labios seguían deslizándose hacia abajo, cuando llegó a la altura del pecho sonrió y esta vez los acercó a su oído – ¿No has dicho que querías un bebé? –Preguntó antes de morderle el lóbulo de la oreja –Pues entonces tendremos que llamar a la cigüeña.

Ella por su parte solo pudo soltar una dulce carcajada y dejarse llevar por el que siempre sería su primer y gran amor.

NOTAS: Me parecía una buena idea hacer pequeñas viñetas sobre ellos un poco más creciditos, así que cada vez que tenga un buen título escribiré sobre esto, ya os adelanto que el próximo se llamará "Bienvenido al mundo, Devlin", así que imagino que os podéis imaginar de que tratará! Nos vemos pronto! ^^-