[NEVRA]
Me desperté temprano como cada día, a la misma hora, la misma rutina: desayuno, entreno de guardia, evaluaciones personales, comer, entrenar, cenar, tomar algo y dormir. Y si tenía ánimos pasaba la noche con alguna de las tantas chicas que había en el Cuartel o fuera de él, que venían a ofrecerme su compañía sin reparos.
Con un poco de suerte algún día había algo más de movimiento como alguna misión en el exterior o, como comenzaba a pasar más a menudo, alguna pequeña catástrofe que requería nuestra ayuda, la de los jefes de Guardia. No es que deseara que pasaran cosas malas, pero mi día a día comenzaba a hacerse tedioso, sin sentido. Hacía mucho que no había ningún acontecimiento interesante y yo, era un hombre de acción. Bueno, al menos lo suficiente como para no querer hacer cada día lo mismo.
Caminé distraído hacia la cantina, donde ya estaban mis dos amigos esperando en la mesa con sus desayunos recién servidos. Fui a buscar el mío y me uní a ellos como cada mañana por supuesto, con un gesto cansado.
Ezarel: ¿Con quién fue esta vez?
Nevra: ¿Mhh?
Ezarel: ¿Quién ha sido la afortunada de dejarte agotado ya de buena mañana? Dime que esta vez ha sido una de Obsidiana.
Valkyon: Eh, no metas a mis compañeras en esto.
Ezarel: ¿Por qué no? Siempre va tras las de mi Guardia.
Miré cansado al elfo, no tenía ganas de discusiones estériles.
Nevra: He pasado la noche solo.
Ezarel me miró con tono burlón, no sé muy bien si era porque no me creía o porque le divertía que esta vez no hubiera tenido compañía. A decir verdad hacía días de la última vez que dormía acompañado.
Valkyon: Cuando acabemos debemos reunirnos con Miiko.
Ezarel: ¿Qué será está vez, algún Crylasm que se ha perdido por el bosque? Ah no, eso fue la semana pasada.
Pude adivinar en su tono la misma desidia que sentíamos los demás, aunque la enmascaraba con sus chistes. A veces nos enviaban a misiones estúpidas y nada acordes con nuestro rango para tenernos entretenidos, lo que me parecía insultante.
Valkyon, que siempre se mantenía neutral y con la cabeza fría, simplemente se encogió de hombros mientras daba el último bocado a su desayuno. Tras esto, el elfo y yo también acabamos, recogimos nuestras bandejas y nos dirigimos directamente a la sala del Cristal.
Sin anunciar nuestra llegada irrumpimos en la estancia interrumpiendo una reunión que no esperábamos en absoluto.
Miiko se encontraba con el Daemon hablando en voz baja y cara de preocupación. Leiftan estaba con apariencia "humana", ya que la mayoría de gente no se acostumbraba aún a tener un Daemon entre ellos después de creerlos extintos, además de tener unos atributos físicos aterradores para muchos.
Él, a pesar de su especie, era alguien fácil de tratar, al menos así lo pensábamos por las contadas ocasiones que venía al Cuartel, como enlace nuestro con los Sabios, con los que vivía desde hacía algunos siglos. Por ende, su visita tenía que estar relacionada con ellos y debía ser algo importante y puede que estuviera relacionado con las catástrofes recientes.
Esto me animó un poco, si los Sabios tomaban partida en algo es porque ese algo era importante sin duda.
Miiko: Acercaos por favor.
Con un leve gesto y el semblante serio nos indicó que nos uniéramos a ellos, lo que auguraba una reunión que pretendía ser secreta, nada de las indicaciones banales y en voz alta que tenía por costumbre dar.
Miiko: Bueno, supongo que la presencia de Leiftan os hace entender que hoy no será una reunión convencional.
Asentimos mirando al Daemon que se mantenía sereno y visiblemente mucho menos preocupado que la kitsune. Nos dedicó una sonrisa breve a modo de saludo y dejó hablar a Miiko.
Miiko: Tenemos una misión muy importante que llevar a cabo, algo que no hemos hecho antes, por lo que no será nada fácil.
Mis compañeros y yo nos miramos de reojo algo confusos y expectantes. Por suerte no nos dejó en suspense y continuó explicando.
Miiko: Los Sabios han determinado que las catástrofes ocurridas en Eldarya son los signos que anuncia la Profecía.
Los tres retuvimos el aliento. Eldarya contaba con varios profetas y, por ende, varias profecías aunque de poca importancia. Pero la Profecía a la que ella se refería estaba clara: la salvación o destrucción de nuestro mundo.
El arcano Fentheas la escribió hace muchos siglos, anunciando varios acontecimientos catastróficos que anunciaban la llegada de una mujer que sería la clave para destruir o salvar toda Eldarya. Como todas las profecías, era confusa y difícil de descifrar y eran ellos, los Sabios, los que llevaban siglos estudiándola para determinar quién sería la Elegida, cómo encontrarla, cuándo y qué debía acontecer para que el resultado fuera el favorable.
Esta vez, Leiftan dio un paso en frente.
Leiftan: La han encontrado, a la Elegida.
Pude adivinar un gesto de alivio en su cara y no era para menos. Antiguamente y hasta hace no mucho, se creía que para que el Cristal no perdiera poder y Eldarya fuera fértil, como debía ser desde el comienzo de la existencia, debían exterminar por completo las dos razas que debían haber desaparecido en el Gran Sacrificio Azul.
Por supuesto fueron los Sabios los que finalmente determinaron que esa no era la solución, pues debían haber desaparecido justo en ese momento de la creación, matarlos ahora resultaba inútil.
Aunque al parecer, no sólo los perseguían y mataban por "arreglar" nuestro mundo, eso sólo era una gran excusa para justificar su rabia hacia ellos, aunque la mayoría eran ya descendientes de los que se negaron a sacrificarse.
Valkyon, el nuevo Jefe de la Guardia Obsidiana, tenía sangre de Dragón, después de que éstos dejaran su semilla en el mundo humano. Tanto él como su hermano eran los únicos descendientes de los Dragones que se conocían. Ambos huyeron de pequeños cuando un grupo de faeries irrumpió en su casa cuando eran apenas unos niños, matando a sus padres ante sus ojos.
Y su huida les trajo aquí, al Cuartel. Crecieron protegidos por la Guardia de Eel, aunque por suerte, al cabo de poco tiempo cesaron las persecuciones de forma oficial, al menos.
Lance, su hermano, fue el antiguo jefe de Obsidiana, dejando su puesto a su hermano cuando se marchó para buscar a otros Daemons y Dragones que pudieran vivir aún escondidos. Por suerte para Valkyon, solía venir de visita cuando pasaba cerca de la ciudad.
Miiko: Uno de vosotros irá a por ella y la traerá aquí, al Cuartel, donde pasará unos meses para acostumbrarse a este mundo.
Leiftan: Luego, cuando haya terminado su entrenamiento y aclimatación, me la llevaré con los Sabios, donde vivirá y cumplirá con la Profecía.
No estaba muy seguro de entender qué significaba lo de acostumbrarse a nuestro mundo. ¿Dónde estaba ella?
Miiko: El que se presente voluntario deberá viajar a la Tierra.
Me estiré en la cama en cuanto sonó mi despertador a las siete de la mañana.
Sin perder tiempo me levanté y comencé a preparar mi desayuno. Me tomé el café con leche ante la pica mirando el edificio de obra vista que tenía enfrente mientras se tostaba el pan. La mayoría de pisos estaban vacíos u ocupados por estudiantes que apenas estaban en él. Se componía de estudios poco espaciosos dónde apenas cabían dos personas, por lo que ni solían alquilarlos familias ni se usaban para dar fiestas molestas.
Así que la zona era agradable y teníamos cerca un hermoso parque donde se oía a los niños jugar y reír, contrastando así con lo lúgubre de la calle que tenía ante mis ojos.
Por supuesto era demasiado temprano para oírlos y sólo el sonido de las aves que coronaban los árboles de alrededor se hacían notar. No cabía duda de que estábamos en plena primavera.
Abrí la ventana para dejar entrar la brisa fresca que erizó mi piel de inmediato. Me encantaba esa sensación. En ese momento el pan saltó de la tostadora, lo atrapé, lo unté de crema de cacahuete que hacía yo misma, le puse unos arándanos secos y lo devoré en un abrir y cerrar de ojos.
Más tarde ordené mi también pequeño piso, lo suficientemente grande para acogerme a mí y mis escasas pertenencias. Lo que más ocupaba eran los libros, que ya había leído varias veces, pues sólo trabajaba unas horas por las noches en un club para caballeros.
Ah no, no era de streaptease. Era un club distinguido al que sólo se podía acceder por invitación de un miembro con pase VIP y los clientes eran básicamente hombres de negocios. Los días laborables trabajaba tras la barra, aunque realmente no necesitaba esas horas extras, pues el viernes me subía al escenario. Esas dos horas eran en las que más dinero ganaba y me sobraba para vivir holgadamente durante todo el mes.
Sin embargo era incapaz de permanecer ociosa durante seis días y por eso pedí trabajar preparando cocktails, para estar entretenida en un ambiente que ya conocía.
El resto del día no sólo leía, también iba a entrenar a varias clases de defensa personal y artes marciales. Y justamente a las nueve tenía mi primera clase, así que me puse ropa cómoda, agarré mi bicicleta y me dirigí al gimnasio donde tenía la última clase de Krav Maga de esa semana.
Llegué varios minutos antes y al entrar sentí el olor del gimnasio recién limpiado, esa era la mejor hora para entrenar, cuando aún no habían pasados decenas de cuerpos sudorosos por él. Me dirigí al vestuario para dejar mis pertenencias y luego al tatami donde se impartían diferentes y variadas disciplinas. Allí se encontraba el profesor calentando antes de empezar, que se giró al escucharme.
Dani: Hey Mys, siempre la primera.
Mystika: Ya lo sabes.
Dani no sólo era mi profesor, también era mi amigo, uno de los primeros que tuve en esta ciudad cuando me mudé y por el cual conocí a mi mejor amigo, Axel. Ambos tocaban en un grupo de Rock/Metal y yo era una apasionada del Rock.
Dani: Vamos, comenzaremos tú y yo mientras llegan los demás.
[NEVRA]
Viajar a la Tierra estaba reservado para unos grupos en concreto: los que se encargaban del abastecimiento de nuestro mundo. Por lo que eran especialmente entrenados para ello, para acostumbrarse a la falta de maana o a pasar desapercibidos ante los humanos, por ejemplo.
Era la misión perfecta para mí para escapar de la rutina y conocer nuevos lugares. No lo pensé dos veces y me presenté voluntario para la misión.
Miiko: ¿Estás seguro? Recuerda que por tu especie es posible que sufras ciertos cambios.
Nevra: Me adaptaré.
Miiko me miró poco convencida, pero estaba seguro que con un tiempo de entrenamiento y la ayuda de la alquimia, no habría problema alguno.
Miiko: Está bien. Puede que tengas que hacer sobreesfuerzos, pero si tantas ganas tienes... Partes mañana por la tarde.
Nevra: ¿Qué? ¿Mañana?
Miiko: Así es, los Sabios así lo desean, dicen que es el momento de traerla. Los demás podéis marcharos, nosotros nos quedaremos para explicarle los pasos a seguir.
Mis amigos me echaron una mirada compasiva y se marcharon después de despedirse con un gesto de cabeza. Finalmente no iba a tener tiempo de ningún entreno, pero ¿qué podía salir mal?
Leiftan: Nuestros aliados en la Tierra llevan meses estudiando sus pasos; sabemos lo que hace cada día a cada hora: dónde trabaja, sus hobbies, sus amigos,...
Miiko: Cuando llegues allí alguien te estará esperando y te relatará y entregará toda la información que necesitas. Tu misión, a priori, es convencerla de venir contigo y tienes menos de una semana para ello.
Arqueé una ceja incrédulo, pensando cómo podía presentarme ante una desconocida y decirle que tenía que venir conmigo a otro mundo y dejar su vida en la Tierra. Seguro me tomaría por un loco o por un acosador. O ambas.
Empezaba a pensar que me había equivocado en presentarme voluntario, aunque mi mente se debatía más entre la preocupación de conseguir cumplir mi misión y el hecho de salir de aquí un tiempo.
Miiko: ¿Realmente deseas ocuparte de ello?
Nevra: Nunca fallo una misión.
Miiko: Bien. Leiftan te acompañará para explicarte todo lo que necesitas saber, yo voy a avisar para poder abrir el portal y tenerlo todo listo.
El día siguiente era un manojo de nervios. A pesar de repasar toda la misión una y otra vez, temía el momento de encontrarme con la chica. También pensé en lo que describían los libros humanos sobre los vampiros, pues era muy probable que en la Tierra sufriera cambios a los que no estaba habituado.
Y sin darme cuenta las horas pasaron más veloces de lo que esperaba. Me encontraba ante el portal aún cerrado del Cuartel, con mis amigos a mi lado. Valkyon dándome consejos y Ezarel relatándome el sinfín de cosas que podían salir mal con su sonrisa burlona dibujada en su cara.
Nevra: Sí gracias, Ezarel, me dejas más tranquilo.
Ezarel: Para eso están los amigos.
Agrandó su sonrisa con un aire sarcástico y Miiko irrumpió en el lugar con Leiftan y tres elfos que serían los que conjurarían al portal.
Yo no llevaba equipaje, el Daemon me dijo que allí me darían todo lo que necesitaba como ropa, un lugar donde alojarme y comida.
Miiko: Ha llegado el momento.
Me dirigí a la entrada del portal, rodeado por los elfos que se pusieron a colocar los elementos necesarios para abrirlo y entonces comenzaron a recitar unas frases irreconocibles para mí en bucle.
Al cabo de un par de minutos un pequeño haz de luz surgió frente a mí y fue creciendo de forma progresiva hasta que tomó una altura suficiente para poder por él pasar sin problema.
Miiko: Bien, ha llegado la hora, adelante.
Asentí sin dejar de mirar la intensa pero nada molesta luz creada por el portal y con un último gesto de la mano me despedí de todos.
Acto seguido di un paso en frente, después otro y la luz fue bañando mi cuerpo hasta cubrirlo por completo.
De un momento a otro me encontraba dentro del portal y mi cuerpo se sintió extremadamente liviano, suspendido en el aire y rodeado de la nada. La luz se había disipado y todo era oscuridad a mi alrededor mientras sentía un cosquilleo en mi estómago y mi cabeza dar vueltas.
Cerré los ojos para intentar controlar las ganas de vomitar y antes de darme cuenta, hice pie en una especie de vegetación. Finalmente eché un vistazo a mi alrededor y me di cuenta que estaba en un bosque que sin duda no era de mi mundo.
Había varios arbustos floreados con bastante insectos revoloteando a su alrededor. También se oía el cantar de varias aves en la copa de los árboles, que tapaban parte de la puesta de sol.
¿?: Ah, ya estás aquí.
Me giré sobresaltado por la voz que escuché tras de mí y me encontré con un joven corpulento aunque de baja estatura y orejas cortas y puntiagudas. El chico de ojos oscuros me miró sonriente y me hizo un gesto con la cabeza en forma de saludo.
Le tendí la mano y él la estrechó en respuesta.
Nevra: Soy Nevra, jefe de la Guardia Sombra.
¿?: Soy Tarkian y te daré toda la información que necesitas para llevar a cabo tu misión.
Sin decir nada más comenzó a caminar entre árboles y arbustos. Yo le seguí en silencio mientras observaba el paisaje bañado por la luz anaranjada del atardecer.
Anduvimos durante una media hora sin detenernos hasta que Tarkian se detuvo ante un enorme árbol. Cuando iba a preguntarle por qué nos parábamos él cerró los ojos, colocó una mano sobre el tronco y comenzó a recitar una frase en élfico. Entonces se escuchó un crujido y apareció una puerta en la corteza del árbol, que abrió dando paso a una sala oscura.
Él se apartó y me hizo una señal para que pasara antes que él, así que me asomé y descubrí unas escaleras hechas de raíces que daban a otra estancia subterránea.
Sin perder más tiempo bajé por ellas hasta llegar a una gran sala rodeada de más raíces que hacían de techo y paredes en el subsuelo. La temperatura era perfecta y olía a una humedad agradable, como la de un jardín recién plantado.
Tarkian: Bienvenido a mi humilde morada, por favor, toma asiento.
Nevra: Gracias...
Haciéndole caso me senté en una de las sillas de madera frente a una mesa pequeña y redonda del mismo material mientras observaba su vivienda. Todo se encontraba en la misma estancia: cama, cocina y comedor. Un lugar pequeño, aunque seguramente suficiente para él, sencillo y minimalista.
Tarkian: Voy a hacer un poco de té. Siento que no le haga ningún efecto a tu sed, pero aquí no podría almacenar sangre, se echaría a perder rápidamente.
Nevra: Puedo comer cualquier cosa.
Tarkian: No en la Tierra.
Le miré asombrado mientras él trasteaba en la pequeña cocina, calentando el agua y preparando unas hierbas.
Tarkian: Al menos este té calmará tus ánimos hasta mañana. Por supuesto tenemos contactos en el banco de sangre y te llevarán la suficiente.
Me sentía bastante confuso, tenía mucho que preguntar y él mucho que explicarme, así que esperé a que acabara y se sentara frente a mí.
Entonces me explicó todo lo que necesitaba saber sobre mi especie allí en la Tierra y luego todo lo relacionado con mi misión. Resumiendo, sólo la sangre conseguiría calmar mi sed. Desde el banco vendría un mensajero a traerme cada día lo que necesitaba para estar saciado y lo enviarían a un apartamento que se encontraba frente al de la chica que venía a buscar.
También me explicó que el sol me debilitaba, por lo que era mejor salir por la noche y casualmente la muchacha trabajaba de noche. Mi misión comenzaría en unas pocas horas.
Aunque me habló de todo lo necesario me dio unos documentos donde estaban los movimientos que la chica hacía cada día y un plano para llegar a todos ellos, comenzado por el que sería mi apartamento.
Cuando acabamos de hablar, Tarkian me acompañó hasta la puerta y se despidió de mí para no hacerme perder más tiempo. Me tocaba ir al apartamento a cambiarme de ropa por algo humano y así pasar desapercibido y luego tendría que ir a su trabajo, así que abrí el fichero y me fijé en el recorrido. Mientras seguía el camino indicado pasé las hojas de los documentos, deteniéndome en la más importante. Su ficha.
Nevra: Mystika...
Deslicé el dedo por las líneas que describían las cosas más básicas de ella misma: su nombre, edad, fecha de nacimiento, hobbies, trabajo y descripción física.
Al final dejé atrás el bosque y comprobando de nuevo el mapa, seguí las indicaciones hasta llegar a un lugar rodeado de edificios no muy altos. Fui leyendo el nombre de las calles para no perderme mientras el olor a humano se intensificaba, estaba por todo mi alrededor, incluso olía la sangre y escuchaba sus latidos.
Al rato llegué al fin a la calle donde ella vivía y también yo durante esos días, justo en el edificio de enfrente. Su piso estaba a pie de calle y el mío era un segundo piso, pero pude comprobar que había poca distancia y mucha visibilidad por los grandes ventanales.
La casa de la chica estaba a oscuras, lo que significaba que habría salido ya a trabajar. Tenía que darme prisa en cambiarme y salir hacia allí.
Dentro del sobre de documentos se encontraba la llave de mi apartamento, subí las escaleras y abrí la puerta, echando un vistazo antes de pasar al interior.
Se trataba de un piso pequeño de una sola habitación y cocina y baño completo. En el armario que había junto a la cama estaba la ropa que debería ponerme esos días. Tomé un elegante traje oscuro que estaba colgado en una percha y fui al baño para darme una ducha rápida.
Al acabar de acicalarme, algo indispensable para convencer a cualquier fémina de acompañarme, me di el visto bueno y volví a buscar en el dossier para coger una especie de tarjeta que me daría paso a su trabajo. Era un club privado al que era difícil de acceder, pero por suerte, un faelienne que vivía en la Tierra como uno más, era socio de ese club y había conseguido un pase para mí.
Con todo lo necesario salí del apartamento, cerré con llave y me dirigí al Club.
Observé mi reflejo en el gran espejo del camerino rodeado de luces para ver bien mientras acababa de maquillarme.
No tenía mucha costumbre de hacerlo, pero en el trabajo de los viernes era indispensable. Apliqué la máscara de las pestañas, me levanté de la silla y comprobé que tanto mi vestido como mi peinado y maquillaje estuvieran correctos y en armonía. Perfecto.
Me eché mi perfume favorito y colocándome unos guantes largos y los zapatos de tacón di por terminado mi cambio.
Era la hora de salir al escenario para cantar a los mismos hombres de negocios de siempre. Ninguno faltaba a mis actuaciones y de vez en cuando alguno más conseguía el tan esperado pase VIP para las noches de los viernes en el Club.
Por suerte todos eran hombres respetuosos y no confundían lo que yo hacía allí, que era cantar y nada más. Alguna vez alguno quiso sobrepasarse, seguramente por culpa de una ingesta de alcohol algo elevada, y fue expulsado del Club sin miramientos, así que entre eso y mi conocimiento en defensa personal estaba completamente tranquila allí.
Salí al pasillo para recorrer los metros que me separaban del escenario. Tras el telón podía oír el rumor de las voces y el tintineo de los hielos de sus bebidas. También venía el olor a tabaco o los puros, que estaban permitidos en este Club, mezclado con los diferentes perfumes masculinos de todos ellos.
El pianista que me acompañaría esta noche tomó asiento en su instrumento, a un lado del escenario. Las luces se apagaron y las voces dejaron de ser audibles. Entonces, en total oscuridad, el telón de abrió lentamente.
[NEVRA]
Llegué cinco minutos antes de que comenzara la actuación. Saqué el carnet del interior de la elegante chaqueta y se la entregué al enorme tipo que había haciendo guardia ante las puertas del Club. Éste me miró de arriba abajo y detuvo sus ojos en mi parche. Luego volvió la vista al carnet, me lo entregó y abrió la puerta con un simple "adelante" sin volver a mirarme.
Entré a un pasillo con los nervios a flor de piel, pensando que cualquier cosa podría delatarme como no humano. Me había peinado de forma que mis orejas quedaran tapadas por el pelo y procuraba que mis colmillos no se vieran, pero el temor de ser descubierto no se iba.
Seguí el pasillo hasta llegar a una sala con luz tenue llena de pequeñas mesas redondas de madera, rodeadas por elegantes sillas que parecían ser muy cómodas, con una tapicería exquisita.
El lugar era extremadamente elegante, digno de cualquier noble de mi mundo. Aunque el ambiente estaba algo cargado por el humo que salía de algunas de las bocas de los presentes y de sus cigarros, como si todos ellos fueran Druidas o Sabios o vete tú a saber.
También podía sentir en el ambiente el olor dulzón de las bebidas alcohólicas que tomaban.
Entonces un chico vestido de negro y blanco se puso ante mí con una sonrisa.
¿?: ¿Es usted nuevo? Acompáñeme.
Le seguí hasta una de las mesas que quedaba algo alejada del escenario, las demás estaban ya todas ocupadas.
¿?: Soy Tomás y seré su camarero esta noche. ¿Qué desea tomar?
Nevra: Vino, del tiempo.
Con una pequeña reverencia de asentimiento desapareció en dirección a la barra en el momento en que salió un hombre a una esquina del escenario y se sentó al piano. Las luces se apagaron y el volumen de las voces bajó oyéndose un rumor casi de excitación de los hombres que había en la sala.
Tomás volvió con una bandeja con la botella y dos copas que depositó en la mesa, descorchó la botella, limpió la boca de ésta con una servilleta y luego sirvió un poco en una copa, que enseguida retiró en la bandeja. Después tomó la otra copa y sirvió una cantidad algo más generosa.
De reojo vi que el telón del escenario comenzó a subir, el silencio se hizo sepulcral, pero en seguida lo rompió el sonido de las notas del piano, que empezó a sonar por toda la sala envolviendo a los presentes.
Tomás: Que lo disfrute.
Nevra: Sí, gracias.
Un foco iluminó de repente el centro del escenario. Lo primero que vi fue el rojo brillante de su melena, igual que su vestido, que relucía titilando como si tuviera un manto de pequeñas estrellas sobre él. La chica tenía un escote generoso, realzado aún más por el vestido, que llegaba hasta al suelo dejando ver una de sus piernas por una apertura. Piernas esbeltas, largas y torneadas que calzaban unos bonitos y sexys zapatos negros de tacón.
Sus caderas comenzaron a contornearse al ritmo de la melodía de una forma sugerente, con calma, como un baile tribal para la fecundidad.
Llevó sus manos hacía el micrófono de pie, enfundadas en unos largos guantes negros que le llegaban por encima del codo y se posaron delicadamente en él para atraerlo hacia su boca.
En seguida subí la mirada a su rostro, su pelo cubría uno de sus ojos, que tenía cerrados y los labios, pintados del mismo rojo de su conjunto, entreabiertos dejando asomar unos dientes blancos y bien colocados.
Y sin abrir los ojos comenzó a cantar lentamente.
Mystika: Stars shining bright above you, night breezes seem to whisper "I love you". Birds singing in the sycamore tree...
De repente abrió los ojos, retiró con delicadeza el mechón que caía sobre su rostro y barrió rápidamente con la vista la sala mientras continuaba su canción. Su mirada fue de derecha a izquierda y entonces sus dos iris dorados como el sol hicieron contacto con el mío.
Mystika: ... Say "nighty-night" and kiss me. Just hold me tight and tell me you'll miss me
Su voz algo rota, sensual, llegaba claramente a mis finísimos oídos, penetrando en mis tímpanos y acelerándome el corazón de forma confusa.
No apartó la mirada, no siguió comprobando quién había en la sala y me sentía como si cantara sólo para mí, como si todos alrededor hubieran desaparecido. Retiró el micrófono de su pie y caminó hacia delante en cuanto el tono de la canción tomó algo de fuerza.
Sus caderas se balanceaban al caminar mientras gesticulaba de forma sensual con los brazos, como si interpretara lo que decía en la canción.
Mystika: Stars fading, but I linger on dear. Still craving your kiss, I'm longing to linger till dawn dear. Just saying this...
Cuando acabó la estrofa sonó un solo del piano mientras ella se paseaba por las mesas sonriendo, guiñando al ojo a los clientes que tan bien debía conocer ya, o incluso rozando sus hombros de forma sutil.
Al pasear por todas las mesas llegó un momento en el que la tenía bastante cerca de mí. Su olor afrutado, seguramente de algún perfume, llegó mezclado con el olor a humana y otro que no pude identificar. Un olor delicioso y mágico.
(¿Qué eres, Mystika?)
Repitió la última estrofa cantando con algo más de fuerza y entonces se dirigió a mi mesa, directa y con una sonrisa sensual, irresistible.
Pasó por detrás y cuando pensaba que iba a ir en otra dirección sentí su mano sobre mi hombro deslizándose hacia el otro lentamente, provocándome un escalofrío placentero.
Mystika: Sweet dreams till sunbeams find you.
Sweet dreams that leave all worries behind you.
Cantó en mi oído bajando el volumen hasta llevarlo al susurro y acto seguido se sentó sobre la mesa, cruzando la pierna que tenía al aire sobre la otra.
Mi mirada se dirigió a esa extremidad que dejó tan cerca de mí y entonces ella llevó un dedo a mi barbilla y elevó mi cara hasta que, de nuevo, sus ojos hicieron contacto con el mío.
Mystika: But in your dreams whatever they be, Dream a little dream of me...
CONTINUARÁ
