Cuestión de Honor. Recuperando una vida. CAP. 1

- Entonces, no vas a cambiar de parecer ¿no? Te marchas así, sin más.

El Kazekage dejó de introducir ropa y otros enseres en una mochila y miró un momento a su hermano, el cual parecía desesperado. No dijo nada y continuó yendo de un lado a otro cogiendo cosas y de nuevo metiéndolas en la mochila.

- ¡No puedes abandonar la aldea! ¡Te necesitan! – gritó Kankuro ya desesperado y sin más argumentos, pero esto hizo que Gaara se detuviese de nuevo y esta vez sí le contestase.

- La aldea estará bien, no necesitan mi ayuda – tras una pausa prosiguió – Tengo que hacer esto, y lo sabes.

- Sí pero...

- Kankuro, ya basta – y dicho esto Gaara se marchó sin que Kankuro pudiese hacer nada por evitarlo.

- ¡Dime al menos por donde vas a empezar!

Sin darse la vuelta, Gaara respondió.

- En primer lugar debo de ir a Konoha, allí tienen una pista "sobre él". Y a partir de ahí, estaré en manos del destino.

La noche estaba cayendo sobre Sunagakure, el momento propicio para partir, sin que nadie le viese, sin despedidas. No sabía cuánto tiempo iba a estar fuera, ni siquiera estaba seguro de si volvería algún día. Pero Gaara no miró atrás, cruzó la muralla y partió hacia su destino. Sin embargo, a pocos metros alguien le detuvo.

- Kazekage sama...

Reconocía aquella voz, y muy resignado Gaara se dio la vuelta, encontrándose con los ojos de Matsuri inundados en lágrimas. Dejo que ella se le acercase, pero aquello no estaba dentro de sus planes, no tenía por qué estar sucediendo.

- Tú sabías que este día llegaría, Matsuri. Por favor, no lo hagas aún más difícil.

- Lo se pero... déjame al menos acompañarte hasta la frontera.

El Kazekage no dijo nada y continuó caminando mientras Matsuri le seguía.

- Entonces, ¿a dónde te dirigirás primero? ¿de verdad estás decidido a hacerle frente? ¿realmente te sientes preparado? Ya se que han pasado 5 años desde aquello pero recuerda que él era muy fuerte y ya no tienes el poder de...

- Haces muchas preguntas – la cortó Gaara sin más. – Tengo que hacer esto, porque mi único deseo ahora mismo es verle muerto.

Continuaron el resto del viaje en silencio, hasta que llegaron a la frontera y el desierto comenzaba a convertirse en un bosque denso. Se adentraron un poco en el mismo y se detuvieron para descansar. Hicieron un pequeño fuego para soportar el frío de la noche y Gaara se apoyó contra un árbol, bebió un poco de agua y miró las llamas de la hoguera con aire taciturno. Matsuri se sentó frente a él, en una roca. A la luz del fuego, Matsuri se fijó mejor en el que había sido una vez su maestro. A sus 20 años, Gaara se había dejado crecer el pelo y su rostro denotaba madurez. Vio como el Kazekage se miraba las palmas de las manos.

- Siempre haces eso.

El shinobi de la Arena levantó la vista.

- No es nada, yo... – titubeó – Matsuri, es hora de que te marches. Debo de seguir mi camino, y debo de hacerlo solo, así es como debe ser.

Ambos se pusieron en pie y Matsuri le dio la espalda, las piernas la pesaban, su corazón estaba encogido de angustia, no podía, así sin más, marcharse e irse de aquel que le había enseñado todo: a ser más fuerte, a no dudar un instante, a no sufrir, a no sentir miedo, a ser un ninja de élite. Se dio la vuelta y se abalanzó sobre él, abrazándole con fuerza, apretando con rabia sus ojos llenos de lágrimas.

- ¡Onegai...!

- Matsuri, ¿pero qué..? No hagas esto por favor, no lo hagas.

El shinobi de la Arena, el Kazekage de Sunagakure, Sabaku no Gaara, siempre demostraba una actitud imperturbable, pero existía una persona que le hacía romper aquella regla, no podía permanecer impasible, no ante ella. Matsuri era la única que podía hacer débil al más grande de los ninjas.

- Sabes que voy a volver, no hace falta ponerse así.

- Lo se pero, al menos, llévate contigo un buen recuerdo.

Se besaron, pero fue un beso que sabía a lágrimas, pues estas caían por el rostro de Matsuri y llegaban hasta sus labios. Gaara se separó y la miró con ceño.

- No quiero verte llorar, ¿de acuerdo? Si quiero un buen recuerdo, lo que prefiero ver es una sonrisa en tu rostro.

La kunoichi rió intentando secarse a la vez las lágrimas con la manga, absorbiendo los mocos exageradamente. Eran aquellos gestos los que le hacían gracia al Kazekage, si bien era difícil hacer que este sonriese, Matsuri era la única que podía conseguirlo.

- No cambiaras nunca, Matsuri – indicó Gaara con una mueca.

Y dicho esto, en una fracción de segundo, el Kazekage, haciendo alarde de su agilidad y silencio, se colocó detrás de su exalumna, la cual se asustó un poco. Esta sintió las manos de Gaara en su cintura y su aliento en el oído derecho. Antes de que Matsuri pudiese decir algo, la voz grave del shinobi rompió el silencio de la noche.

- Yo también quiero llevarme un buen recuerdo, Matsuri – susurró lentamente.

Ella sabía perfectamente a lo que se refería, y estaba dispuesta a dárselo. Una vez más, haría que Gaara se sintiese totalmente necesitado, necesitado de ese amor que tanto tiempo le habían negado. Pero Matsuri no pudo evitar pensar, que aquella vez, podía ser la última, y eso hizo que un desagradable escalofrío la recorriese el cuerpo. Gaara pareció adivinar su preocupación e intentó tranquilizarla.

- Esta vez, no me dejaré atrapar, esta vez, no voy a morir... es una promesa.

A la vez que decía estas palabras, Matsuri se vio envuelta en un cálido abrazo por la espalda. El protector que llevaba en el pecho la molestaba, se lo quitó. Enseguida notó la sensación húmeda y fría en su cuello, la lengua de Gaara recorría su yugular para terminar dentro de su oído. Sabía que le gustaba hacer aquello, por lo que echó su cuello hacia atrás y dejó llevarse por aquella sensación. Fue cuando Gaara respiró profundamente en su oído y sus manos sujetaron sus pechos, acariciándolos suavemente.

Al respirar, Gaara se dio cuenta de algo y bajó su mano derecha hasta la entrepierna de la kunoichi, dispuesto a acariciar su zona íntima. Matsuri se sonrojó.

- Iba a decírtelo, me acaba de bajar y...

- Entonces, será perfecto – la cortó Gaara mientras introducía sus dedos en la zona.

El shinobi podía olerlo, y para él, aquel olor, era mejor que el de cualquier perfume. No le importaba en absoluto el periodo de Matsuri, y por absurdo que pudiese parecer, aquello le volvía loco. Efectivamente, en cuanto acarició la zona con sus dedos sintió la calidez de la sangre en los mismos, pero aún resultó más placentero sentir la reacción de Matsuri, aquellos jadeos eran la señal inequívoca de estar sintiendo un placer absoluto.

Al ver que la temblaban las piernas, se sentaron, igualmente en la misma posición, apoyándose Gaara contra un árbol para sentirse más cómodo. Ya ninguno de los dos, sentía el frío de la noche.

Sin apenas darse cuenta, ambos se quedaros profundamente dormidos junto al fuego, y a la mañana siguiente Matsuri despertó y enseguida se dio cuenta. El Kazekage se había marchado. La kunoichi eliminó entonces el rastro que había dejado la hoguera y de nuevo se puso en marcha, esta vez para regresar a la aldea. No pudo evitar mirar atrás.

- Regresa con vida... Gaara sensei.

Nunca antes una partida había sido tan dura para Gaara, más de lo que él se imaginaba en un principio. Pero seguía firme en su propósito, era la hora de su venganza. Durante mucho tiempo se preocupó por el bienestar de su aldea, y seguía preocupándose... pero cuando se enteró de aquella maldita pista, su mente comenzó a cambiar de nuevo, poco a poco fue alimentándose de odio, una nueva sed se apoderó de él, una sed que hacía tiempo que no sentía, y que ya tenía olvidada. Aquella sed de muerte. Buscaría a aquel que un día le derrotó en combate, para sentir de nuevo la sangre entre sus dedos y poder limpiar así su nombre.

"Ahora se tu nombre, Deidara, y vas a pagar lo que me hiciste, a mi y a mi aldea".

Era cerca de mediodía cuando Gaara llegó ante las grandes puertas de Konoha. Uno de los ninjas que custodiaban la entrada se acercó al mismo, le miró de abajo a arriba y al detenerse en la marca de la frente exclamó:

- ¡Ah! ¡Tú eres... quiero decir usted es... Kazekage-sama! Cuanto honor... pero ¿viene solo? – indicó el ninja al ver que nadie iba acompañando a Gaara.

- Ssssh... – Gaara hizo un ademán con la mano para que el guardia bajase un poco la voz. – He venido en misión secreta, me gustaría hablar con vuestra Hokage.

- Sí, sí, claro como no – el ninja pidió entonces que le siguiera y Gaara se tapó aún más con la túnica para que nadie pudiese reconocerle. Pero no anduvieron ni cinco pasos cuando de repente una voz chillona salió de la nada.

- ¿EH? ¡¿SABAKU NO GAARA?! ¡¡SÍ, ERES TÚ, DATTEBAYOOO!!

Justo delante del Kazekage se posó rápidamente, como un rayo, la figura de un ninja de pelo rubio. A Gaara casi le da un ataque al corazón.

- Te he reconocido, jajajajaja, no has cambiado nada dattebayo!

- Y tú sigues siendo un escandaloso, Uzumaki Naruto.

Mientras Gaara continuaba andando detrás del guía hacia el despacho de la 5ª Hokage, Naruto iba detrás de ellos, preguntando sin poder contenerse.

- ¿Estás en una misión de alto rango verdad? Tiene que ser muy importante para que dejes la aldea... Vaya ¡que suerte tienes! Si pudiera acompañarte... ¡¡podemos pedir permiso a la vieja Tsunade!! A lo mejor podemos realizar la misión juntos ¿qué te parece? – dijo Naruto exaltado mientras cortaba el paso al Kazekage.

- No – dijo sin más Gaara dando un rodeo para continuar por su camino y dejando a un Naruto afligido en mitad del pasillo.

Pero Naruto no se daba por vencido y entonces dijo algo que hizo detener al Kazekage.

- Me lo debes... Gaara.

Este se dio la vuelta y vio una expresión en Naruto que le recordó algo. Era aquella misma expresión. Estaba claro que Naruto estaba empeñado en acompañarle y no cambiaría de idea, y por otro lado, Gaara aún sentía que tenía una gran deuda que saldar con él.

- Ya eres un jounin, ¿verdad? – preguntó Gaara de repente mientras Naruto asentía orgulloso – Ven conmigo entonces.

De esta forma, ambos llegaron ante la Hokage, la cual se llevó una sorpresa.

- ¡Kazekage-dono! No esperaba su visita... nadie me ha informado...

Pero Gaara hizo un ademán con la mano para disculpar a Tsunade.

- Por favor, no se disculpe, no había avisado a nadie. Y en mi aldea muy pocos saben que estoy aquí. He venido para solicitar cierta información.

- ¿Información?

- Así es, he podido averiguar que uno de los miembros de Akatsuki podría estar ahora mismo aquí, en el País del Fuego. Quería saber sabe algo al respecto o si dispone de más información.

- ¿Y para eso era necesario que acudir aquí en persona? ¿Podía haberme enviado directamente un mensaje y...? – Tsunade se fijó bien en la expresión del Kazekage y se reclinó en su asiento resoplando – Ah, ya lo entiendo... ¿se trata de él verdad?

- ¿Nani, nani? ¿De quién habláis?

A pesar de estar allí, Naruto no parecía enterarse de nada y Tsunade se dirigió a él.

- Se refiere a la persona que le secuestró hace cinco años y que casi termina con su vida, ¿no es así? Esto me huele más a una venganza personal y no lo veo muy apropiado para...

- Usted sabe lo que es el dolor – afirmó Gaara de repente, pero antes de que Tsunade pudiese contestar, el Kazekage prosiguió – Si averiguase por un momento, una pista o algo sobre aquella persona que le arrebató lo que más quería, a sus seres queridos... ¿qué haría?

La Hokage le miró con extrañeza y dejó de fruncir el ceño, a su mente se agolpó de nuevo la pérdida de los que habían sido las dos personas que más había querido. Comprendía perfectamente lo que Gaara quería decir.

- Entiendo que él atentó contra su vida y...

- Y contra mi aldea, muchos soldados apostados en las murallas murieron por defender Sunagakure. Sasori pereció gracias a una de sus kunoichi y la anciana Chiyo, pero Deidara... está vivo en alguna parte, y voy a encontrarle, nada me hará cambiar de idea. Además, quien sabe cual podría ser su próximo movimiento... – y miró a Naruto por el rabillo del ojo.

Después de una larga discusión, Tsunade dijo todo lo que ella sabía en relación a Deidara, confirmándole que efectivamente todo apuntaba a que se encontraba cerca de allí. También les dio un contacto para encontrarse con él en un lugar determinado, ya que dicha persona podía saber más del tema. La Hokage indicó que podían encontrase con él

Nombre: SORA cielo