Breath Of
Fire: Venga al Dios Dragón
por Kyonides
—Estas historias se basan en los antiquísimos relatos de los más viejos pueblos de la Región del Este del mundo. A lo largo del tiempo estos han ido variando y adaptándose a los distintos acontecimientos de la gente de un sector u otro. En ocasiones esos cambios han sido influenciados por los comunes y los viajeros, pero los reyes, sacerdotes y otros regentes les han echado mano para subir al poder, para retenerlo o justificar sus ambiciones desmedidas. Los protagonistas no siempre han sido los mismos ni lo serán. A veces son descendientes o ancestros de quien relata el cuento o sirven como pseudónimos a la persona que con ellos cree que puede cambiar su suerte actual. Puede causarse un gran mal al planeta si no se tratan estas historias como meras obras literarias. Muchos han dicho que no las cambiarán o que seguirán aportando más eventos y enseñanzas. Alguno que otro loco ha aseverado que será neutral en el uso y desarrollo de las mismas, pero en los noventa años que llevo con vida no he oído ni visto que una sola persona se haya comportado de tal manera. Así es como aprendí que lo escrito nunca puede tener un carácter neutro, el autor siempre tratará de manipularlo todo a su antojo y le es imposible contener su creativo o destructivo ímpetu.
"A pesar de todo este sermón tan tedioso, yo mismo les entregaré una copia de uno de los libros que se llegaron a imprimir antes de la última devastación, con una última advertencia de que si quieren a este mundo con todo su corazón, no vayan a incluir ninguna mención de la magia. Ni siquiera se pongan a escudriñar si ya se la citó con anterioridad o se convertirán en seres muy peligrosos y habrá quien vaya tras sus cabezas para ganar grandes sumas de dinero. Aquí les hago entrega de tan controversial obra...
—Se lo
agradecemos mucho, venerable anciano de la aldea. Que se
recuerden mis palabras en este lugar, no nos descuidaremos ni por
un momento. Por todo lo que apreciamos y añoramos, no
permitiré que tales relatos tomen un curso precipitado ni
lo mínimamente inconveniente para nadie sobre la faz de
esta tierra prodigiosa. Sobre toda mi familia pesará esta
promesa hasta el día en que debamos ceder la custodia de
esta reliquia o haya que destruirla para salvaguardar el
bienestar común.
—Puedo decirte en este momento que
yo siento que ya puedo estar tranquilo, pues el peso de esa
maldición del libro no recaerá sobre mí.
Espero que debido a tu juventud logres cargar con esto todo el
tiempo que sea necesario proteger a los humanos de los males, que
a duras penas han logrado erradicar o mantener bajo estricto
control. Te deseo más que suerte, mi estimado joven. ¡Qué
no te falte el coraje para llevar a cabo cualquier decisión
que debas tomar!
—De nuevo muestro mi gratitud por su
confianza y sus buenos deseos. No se preocupe, ni usted ni nadie
de este pueblo sabrán cuál será el paradero
de este libro y podrán vivir en paz por mucho tiempo más.
Ahora le ruego que me disculpe, mas debemos partir rumbo a
nuestro próximo destino.
—¡Qué sea tal
como has dicho!
El muchacho y su acompañante salieron
de la residencia de uno de los ancianos más respetables de
la región y no quisieron parar en los alrededores ni para
consumir alimento alguno. Había llegado la hora de
desaparecer, los habitantes de la villa ya no tenían por
qué recordar que alguna vez fueron visitados por ellos. La
ignorancia a veces puede ser toda una bendición para la
gente común y ellos lo sabían de sobra. Sus propias
vidas podían servir de testimonio de eso, pero tal vez se
revelarían asuntos que posiblemente debieran mantenerse en
secreto hasta que se vayan con el viento cual mero polvo. Este
pensamiento hizo pensar a Ryu que, varios kilómetros más
adelante, debían bloquear la visión con una
tormenta de arena y así asegurarse de que nadie los veía
o los seguía de cerca...
—Aún sigues
preocupado por algo, Ryu. ¿De qué se trata
eso?
—¿Qué me decías? Yo estaba
pensando y nada más. Creo que después de que
salgamos a campo abierto debemos desviarnos y tomar la ruta que
pasa por el desierto arenoso y rocoso. Ahí podremos
desaparecer gracias a una que otra ventisca sorpresiva. Es mejor
que piensen todos que hasta ahí llegamos los dos y solo se
preocupen por no seguir nuestros pasos hacia esa presunta muerte.
¿Te parece esto¿O es acaso posible que ya
tuvieras planeada otra vía de escape de esta zona perdida
en el tiempo?
—En realidad, yo no veía ningún
inconveniente en continuar por este sendero que nos lleva al
bosque donde bien podemos respirar los dulces aromas de sus
plantas silvestres durante horas.
—Sí, lo entiendo,
pero cuántas emboscadas podrían planearse y
efectuarse en pleno sendero o en el momento en que nos desviemos
para tomar agua o recolectar frutos. En cambio el desierto no es
buscado por la gente y solo en las partes rocosas y con semejanza
con un laberinto es que te pueden sorprender los enemigos. Ahí
no hay forma de que le prendan fuego a los árboles.
—No
deja de ser cierto, pero no almorzamos en el pueblo por la prisa
que tenemos en alejarnos de los inocentes aldeanos que
desconocían de esto. El extremo calor nos puede afectar y
hacernos claudicar en poco tiempo y aún al alcance de
nuestros perseguidores más atentos. También sería
difícil conseguir el agua para quien no resistiera las
penurias. Por lo tanto, nuestras defensas serán mínimas
y me hace optar por ir al bosque cuanto antes.
—Claro, son
preocupaciones comunes y corrientes de quien no sabe las ventajas
que tienen los lugares arenosos o con abundancia de rocas
inclementes y a veces frágiles. Te diré que siempre
iremos por el sitio que escogí con anterioridad, pero te
sorprenderas en grande de por qué me arriesgo tanto y sin
tan imperiosa necesidad de sufrir de camino a nuestro destino. En
unas doce horas ya no estaremos solos, mas no has de temer por
tal insignificante dato que te he dado a conocer con la mayor
tranquilidad. Solo aguanta lo necesario y la segunda parte del
recorrido te parecerá una simple broma, aunque se recorra
más distancia y se dure más tiempo bajo el poderoso
sol.
—¿Piensas usar tus poderes de dragón para
asegurarte de que llegaremos a tiempo e ilesos?
—Mmm, tal
vez lo haga en su momento más oportuno. Sin embargo, no
utilizaré el libro para que no haya la menor forma de que
se contamine por la influencia de mis poderes... Aún no
hemos comprobado como reacciona el mismo ante las distintas
circunstancias y es por esto que lo correcto será que no
salga de su envoltura hasta que sea la hora de que lo analice el
anciano regente de mi pueblo con el único fin de conocer
todas las implicaciones de leerlo solo o acompañado o de
escribir en sus enigmáticas páginas. Puede que no
nos lo quitemos de encima, pues él querrá en algún
instante que participemos en las investigaciones... y seamos los
conejillos de indias, todo gracias a que seremos los dos
guerreros más experimentados que pueda hallar en el pueblo
entero.
—¿Cómo así¿A dónde
se fueron tus familiares y otros integrantes del clan tuyo¿Están descansando en una isla de cálidas
playas y mareas arrulladoras¿Fueron encarcelados o
despojados de sus pertenecias y otras cosas valiosas?
—No
lo sé, algunos se fueron hace años y no han vuelto
hasta la fecha. Los demás se han retirado y alguno que
otro renunció a su herencia por distintos motivos, pero no
dejaría de asegurarme de que realmente no nos sean de gran
utilidad. De ahí que más de uno de los habitantes
no se mida a la hora de suplicarme que les haga no uno sino
cuantos favores se les ocurra, aún si no tengo un título
de la más alta jerarquía, requerido para más
de una de las misiones. A pesar de eso, no estoy seguro de quién
dijo qué al momento de graduar la dificultad para obtener
cada nuevo título y por eso no dejo de lanzarme al peligro
y en ocasiones no tan perdidas me dé un ataque de risa
mientras realizo mi trabajo en los respectivos lugares. A veces
solo me topo con enemigos patéticos como los que rodean el
pueblo y que en una sentada son devorados por mi filosa espada,
una sedienta por presenciar las muertes de sus contrincantes.
—Si tan confiado te oyes al describirme tus diferentes
clases de asignaciones, mi báculo y yo debemos estar
sobrados para realizarlas. Ay si es cierto, tú vas a estar
ahí también. Bueno, te dejaré a los más
simplones para que se entretengan tú y tu arma de
prestidigitación.
—Ni que se tratara de una que
robara almas de ingenuos contendientes. No tiene ese tipo de
espíritu devorador de pecadores o de enemigos salidos de
la más intensa oscuridad. Jamás me tengas en tan
poca estima, tengo valores aunque me veas la cara de dragón
malicioso de transformarme en batalla con gran furia.
