Hola a todos. Esta es mi primera historia de Naruto. Está narrada desde el punto de vista de Hagoromo, El Sabio de los Seis Caminos. Trata sobre los recuerdos de su pasado. Espero que os guste.

Naruto no me pertenece. Es del Autor Masashi Kishimoto, editada por Shūeisha y animada por el estudio Pierrot.


A lo largo de los años, he sido conocido de distintas formas. Algunos me conocían como un monje que viajaba por el mundo. Otros me conocían como el hijo de la diosa Conejo. Pero el nombre que más he escuchado a lo largo de la historia es Rikudou Sennin, que significa "El sabio de los Seis Caminos". Mi verdadero nombre estuvo casi perdido en los canales de la historia. Mi nombre es Hagoromo Otsutsuki.

El primer recuerdo que se libera de mi mente que ha acumulado siglos de culturas, lenguajes y otros grandes conocimientos, es el de mi madre, Kaguya Otsutsuki. Ella nos dio luz a mí, y a mi querido hermano, Hamura. Ambos supimos que heredamos el poder de nuestra madre, conocido como Chakra.

El siguiente recuerdo que consigo visualizar, es de un momento catastrófico. Madre había cambiado de una forma, de la que no pude imaginar. Éramos incapaces de sentir en ella ningún sentimiento que tuvo en el pasado. Ni siquiera el amor que siempre tuvo por nosotros. Solo un odio hacia nosotros por creer que le robamos su Chakra, y que debía de recuperarlo a costa de nuestras vidas.

Hamura y yo intentamos detener a madre, que causó la aparición del Juubi, encarnación del árbol sagrado llamado Shinjuu, que dio el fruto que madre comió, y estaba atrapando a todas las personas en un sueño eterno, que causaría la extinción de sus vidas, y de toda la humanidad.

Como sus hijos sentimos la responsabilidad de detener al Juubi, y después de una larga batalla, entre los dos, pudimos cerrarlo dentro de nuestros cuerpos. Más tarde, gracias al aprendizaje de cierta cultura en el futuro, descubrí que lo que hicimos fue convertirnos en lo que llaman Jinchuriki.

Después de que fuimos conocidos como los salvadores del mundo, viajé por el mundo, para ayudar a los corazones que sufrían por las calamidades del mundo. Todos esos años que viví, y las experiencias que obtuve de mi viaje, me hizo crear el Ninshū. Se trataba de un método de compartir el Chakra de las personas, conectándolos a todos, pudiendo crear paz dándoles la oportunidad de conocerse a sí mismo, y a los demás.

Enseguida me viene otro recuerdo. En él, veo a mis dos queridos hijos. El mayor Indra, y el menor Asura. Les enseñé a ambos el Ninshū, pero vi una gran diferencia en ambos. Indra heredó el poder de mis ojos, así como un gran Chakra y energía espiritual. Mientras que Asura heredó mi cuerpo, que consistía en mi energía física y en mi poderosa voluntad.

La diferencia que vi, no, que todos vieron fue que, Indra tenía mis genes de Chakra y era considerado un genio por lo que podía hacerlo todo por si mismo sin la ayuda de nadie. Pero Asura no poseía esos genes y eso causó que no pudiera hacer nada bien, ni hacer nada por su cuenta.

Los años pasaron. Hamura y yo discutimos que hacer para evitar la resurrección del Juubi en el momento en que nuestras vidas se apagaran. Al mismo tiempo que pensaba si debía elegir a un heredero, mis hijos crecieron y llegaron a un punto en que pude definir en palabras el camino que escogieron.

Indra descubrió su excelente sentido del combate, y junto con sus ojos llenos de poder, sintió que con el poder que él solo poseía, podría lograr la paz. Asura compendió que no podía hacer nada por sí solo, y se esforzó más que cualquier persona, al mismo tiempo necesitó la cooperación de muchas personas. Al sufrir después de entrenar duro, el Chakra de su cuerpo floreció igualando al poder de Indra.

Asura me confesó que sintió que la cooperación y la ayuda de los demás, fue lo que le he hizo ser más fuerte. Lo definió como sentir amor hacia los demás, y que el amor podía hacerlo todo realidad, y traer paz y orden al mundo.

En ese momento, mi corazón sintió que ahí estaba la respuesta a todos los problemas. Sentí que Asura había encontrado el camino hacia la paz, y la solución a la derrota definitiva del Juubi. Lo habré con mi hermano detalladamente la idea que se me ocurrió al escuchar las palabras de Asura. Me reconfortó saber que estaba de acuerdo a mi plan.

Me sentí feliz en ese momento, y al instante triste, porque sabía lo que le pasaría a mi hermano si aceptaba mi plan para detener la resurrección del Juubi. Estoy seguro que sintió mi preocupación, porque al instante me dijo:

"Hermano. No te sientas mal. Gracias a mi querido sobrino, se ha abierto la puerta a un mundo donde la paz se haga realidad. Con mucho gusto aceptaré liderar a nuestro clan, hacia la luna. Además, gracias a él, tendré nuevos sobrinos. Espero que los guíes por el buen camino, Hermano."

Con mucho gusto acepté sus palabras y no volví a dudar en el plan que ideé para crear la paz. Mientras dividía al Juubi en nueve partes, usando todo mi poder, junto con toda la imaginación que tenía, en mi mente aparecían de uno en uno, las caras de uno seres maravillosos y recién nacidos. Puse todo mi corazón y mi energía en dar vida a esos seres que solo yo veía.

Al instante que terminé ese largo y doloroso proceso y abrí mis ojos, sentí una vez más la felicidad que tuve al ver por primera vez a Indra y Asura. Eran más grandes que yo, y totalmente diferentes físicamente cada uno de los nueve recién nacidos. Pero todos tenían aquella luz tan pura, de aquellos que habían recién llegado al mundo, y que podían apagar la oscuridad de cualquier corazón.

Mi alma se sintió completa y libre. Ya no había ninguna duda. Había hecho lo correcto.

Mi cuerpo aún tenía la cascara del Juubi, por lo que sabía que aún me quedaba tiempo antes de morir. Por otro lado, lo que mi cuerpo decía era que me durmiera ya eternamente. Pero a pesar de todo, no sentí ningún dolor al caminar y en acercarme a mis nuevos hijos.

Al igual que con mis dos primeros hijos, puse toda mi alma en cada uno de los nombres que les di a mis nuevos y preciosos nueve hijos. Superando mis expectativas, cada uno aceptó y me agradeció por los nombres que les di. A pesar de ser más grandes que yo, los consideraba unos pequeños niños.

Al pequeño mapache, con su cuerpo formado de arena, le di el nombre de Shukaku.

A la pequeña gata con el cuerpo entero de llamas azules, le di el nombre de Matatabi.

Al pequeño que parecía una tortuga pero con caparazón de cangrejo, le di el nombre de Isobu.

Al pequeño mono con aspecto de gorila y una piel tan roja como el fuego, le di el nombre de Son Goku.

A la pequeña con cuerpo de caballo y cabeza similar a un delfín, le di el nombre de Kokuo.

A la pequeña babosa con un líquido pegajoso pero espectacular, le di el nombre de Saiken.

Al pequeño en la etapa de larva, del que me vino la imagen de un Kabutomushi, le di el nombre Choumei.

Al pequeño con la apariencia de mitad pulpo y mitad toro, le di el nombre de Gyuuki.

Y al último, y más joven de todos, con la apariencia de un zorro con un pelaje rojo-naranja, y del que pude ver los ojos más puros que he visto en toda mi larga existencia, le di el nombre de Kurama.

Durante los primeros días, les enseñé a hablar, dándoles un amplio lenguaje, aunque algunos eran más bruscos que otros. Después les enseñé caligrafía para que pudieran comunicarse con los que perdieron el don de hablar. El único que parecía no tener habilidad para la gran caligrafía era Kurama.

Como hermanos, jugaban, se apoyaban y disfrutaban de mi compañía. Por supuesto también discutían y se peleaban. En especial Shukaku y Kurama. Les pregunté la causa de sus peleas y Kurama me dijo:

"Viejo, esté de aquí no se le mete lo que le estoy diciendo. Si hablamos del numero de colas, yo soy el más fuerte. Y Shukaku, obviamente, el más débil".

Al descubrir la causa de la pelea, me fijé en cada uno de mis hijos, y luego les conté una verdad de la que se cayeron de la sorpresa.

"Es verdad. Cada uno tiene un número específico de colas. Personalmente no me había dado cuenta. Jajajaja"

Después de la sorpresa y de pedirles disculpas, se rieron todos de alegría al ver que no me había dado cuenta de tal detalle como las colas. Al poco tiempo, ellos pensaron en una forma de definirse como especie, al igual que los humanos y el resultado de aquel debate fue Biju (Bestia con cola). Pasaron las semanas, enseñándoles cómo sobrevivir, y cómo usar al máximo sus habilidades naturales. Les daba todo el conocimiento que tenía de las posibilidades del Ninshū y de la historia del Juubi para prevenirlos y así proteger sus vidas.

Un día, después de haberlo hablado con mi hermano y mis hijos, los llevé para conocer a los nuevos miembros de la familia. Avisé con antelación a mis hijos los Biju para que no se sorprendieran al verme con otras personas. Llegamos al lugar de encuentro, y los presenté a todos.

Mi hermano estuvo contemplando a cada uno de aquellas maravillosas criaturas, y me dio la enhorabuena por haber creado a unas criaturas llenas de luz. Asura por otro lado, estuvo alagando a cada uno de ellos, y como un niño se emocionaba por las peculiaridades de cada uno. Entonces cuando habló con Kurama y le dijo que era un zorro muy gracioso, ocurrió algo interesante.

Kurama abrió la boca, y en un instante se tragó a Asura. Lo único que estaba fuera de su boca, eran sus pies, que se agitaban bruscamente mientras Asura le gritaba que lo soltara de su boca. Cuando le pedí amablemente a Kurama que soltara a su hermano, miró a otro lado y lo escupió.

Desde ese momento, Asura y Kurama crearon un vínculo especial. Aunque fue más gracioso de lo que pude imaginar. Después de aquel interesante intercambio de palabras, fue Indra quien observó a cada uno de los Biju. En cuanto observó a Kurama, este, empezó a temblar y a mirarme con preocupación. Mi temor se estaba haciendo realidad.

Le di a Kurama el poder de sentir las emociones negativas, la mayor de todas el odio. Fue a él a quien tuve más empeño en mis enseñanzas, por miedo a que fuera inundado por la avaricia de los seres humanos por naturaleza. Ya estaba sintiendo que las personas estaban planeando modificar el Ninshu que les enseñé, para sus fines egoístas. Y temía que cuando ya no estuviese, los Biju, mis hijos, serían perseguidos por su poder inagotable.

Pero mi temor por encima de la avaricia humana, era que mi propio hijo, Indra, tuviera en su corazón una gran oscuridad. Todos tenemos oscuridad, porque debe ser una regla de los humanos. No puede haber luz sin oscuridad. Pero todos tenemos el poder de la elección o el de equilibrar ambas. Y me preocupaba que Indra estuviera inclinándose a la oscuridad.

Indra no dio ningún halago como Hamura o Asura. Lo que dijo fue la iluminación de mi preocupación:

"Son unas criaturas poderosas. Serán unas armas muy poderosas si llegan a pulirse correctamente"

Eso estuvo a punto de crear una disputa entre toda mi familia. Pero Asura, aún cubierto de la saliva de Kurama, se adelantó y sus palabras siguen aún dentro de mi mente y mi alma.

"No pasa nada. Es su primera opinión. Aún no os conocemos por completo. Pero las familias son eso. Encuentros, diferencias en ideales, verdades, y en orígenes. Lo que tenemos en común es un lazo que si nos esforzamos y lo deseamos será irrompible.

Con esas palabras, se ganó la confianza de todos los Biju, sus hermanos. Dio una alegría a mi corazón y al de mi hermano. Incluso calmó los pensamientos de Indra, que dijo que lo pensaría en un futuro. Para mí, el camino de Asura era el camino hacia la paz. En el que todos se aceptaran tanto sus potencias como debilidades y se aceptaran los unos a los otros.

Los meses pasaban como las hojas cayendo en el otoño. Me debilitaba cada día, pero mi corazón seguía levantándose para ver a mis hijos. Cómo Asura seguía relacionándose con sus nuevos hermanos, y siempre terminaba siendo mordido por Kurama, provocando una pelea entre ambos, pero con unas sonrisas llenas de vida. Indra estuvo un tiempo intentando conocer a sus hermanos y en hablar más con Asura, pero de golpe, volvió a desear estar solo. Algo estaba pasando. Ojalá me hubiera dado cuenta en aquel momento.

Un nuevo recuerdo encerrado se libera de mi mente. Es el día antes de sellar el Gedo Mazo, y de que mi hermano se vaya con sus fieles seguidores de nuestro clan, a su nuevo hogar. La luna, donde protegerán el Gedo Mazo de cualquier amenaza. Estaba ante un joven pero sabio sapo del monte Myōboku. Se llamaba Gamamaru, e hizo lo imposible para invocarme y poder decirme una profecía:

"En un una época donde las guerras sacudirán el mundo, los Biju lleguen a ser usados como armas, y una amenaza como nunca antes se haya visto, aparecerá un chico de ojos azules que llamará a los 9 Biju por sus nombres y jugará con ellos. En ese momento, ese chico que habrá conocido la soledad, el amor, el dolor y el valor de los lazos, cambiará el mundo"

A pesar de haberla escuchado solo una vez, esa profecía aún sigue en mi mente igual de clara como aquel día. Lo sabía. Sabía que esa profecía era real. Pero como padre me aferré a que todas las profecías no se hacen realidad. No podía aceptar que mis queridos hijos fueran usados como armas. No quería aceptarlo. Estaba seguro, y aún lo estoy, que lo que aprendí de Asura era el camino hacia la paz.

Entonces, llegó el día de la despedida. Vi lentamente como se iba mi hermano y muchos miembros de nuestro clan. Mis hijos no estuvieron ahí. Se despidieron el día anterior, en el que visité a Gamamaru. Nos miramos una última vez a los ojos, y nos dijimos las últimas palabras el uno al otro.

Las mías fueron: "Gracias, Hamura. Por todo. Deseo que seas feliz hasta el final, mi querido hermano."

Las suyas fueron: "Hagoromo. Mi querido hermano. De ahora y en adelante, confiaré de todo corazón en el mundo que consigas crear. Adiós"

Esa fue la última vez que lo vi con vida. Ese día mi corazón se llenó de tristeza, pero nunca de soledad. Porque todos mis hijos, incluso Indra, estuvieron a mi lado para compartir nuestras penas. Aunque fue un momento de tristeza, por primera vez, todos estuvimos juntos, de corazón a corazón. Incluido mi querido hermano, desde aquel lugar tal lejano.

Ahora mismo, lágrimas salen de mis ojos al recordar aquel momento. Lamentando aún más que el deseo de mi hermano y de aquellos que creyeron en él, estuvo a punto de ser destruido. Pero también siento la felicidad al saber que incluso ahora, sigue confiando en el mundo que creé, o mejor dicho, el mundo del que espero que se convierta.

Al instante de relajar mis emociones, otro recuerdo se refleja tan claramente, como si fuese ayer. Fue el día en que te todo terminaría, y en que todo empezaría. Estaba rodeado por mis queridos hijos, los Biju. Fue cuando les di las últimas palabras en aquel plano conocido como "vida".

"No permaneceré aquí mucho tiempo.

Shukaku, Matatabi, Isobu, Son Goku, Kokuo, Saiken, Choumei, Gyuuki, Kurama.

Aunque os separéis, estaréis juntos para siempre, y llegará el día en que todos seréis uno…

Con otros nombres diferentes… En otras formas distintas a las que tenéis ahora.

Y a diferencia de cuando estabais en mi interior, seréis guiados hacia el buen camino.

Cuando llegue el momento… de que conozcáis lo que es el verdadero poder."

La tristeza que sentía en aquel momento, no era nada comparable con la que estaban sufriendo todos y cada uno de ellos, al verme por última vez y sabiendo que todo iba a cambiar. Porque sabía que a partir de ahora, tendrían que sobrevivir en este mundo cruel y lleno de oscuridad. También sabía que Asura no podría estar siempre para protegerlos, y que Indra quizás liberaría sus ambiciones hacia ellos en cuanto me fuera. Por eso me preparé para mi última elección en el mundo de los vivos.

Me despedí de ellos, que lloraban sabiendo que se me acababa mi tiempo, con una sonrisa. Porque ellos me dieron más a mi vida, de lo que ellos pudieron imaginar. Estaba agradecido de que ellos nacieron. Estaba agradecido de que me hicieran su padre. Estaba agradecido de todo corazón. Solo esperaba, que aunque el camino fuera doloroso, pudieran encontrar la felicidad, y que Kurama comprendiera algún día que lo que le di no fue una maldición. No importan lo que pase de ahora en adelante, yo siempre los querré.

El siguiente momento de aquel inolvidable día fue en mis aposentos, cansado y débil. Ya había decidido quien heredaría el liderazgo del Ninshū y del clan, por lo que preparé una tabla especial para Indra y sus descendientes que tuvieran sus ojos, para evitar que la oscuridad que nacía de aquel poder los dominase para ir por el mismo camino que mi madre, Kaguya.

De frente estaban, mis dos queridos hijos. En ese momento, además de padre, era el líder del clan y de las enseñanzas del Ninshū. Les dije claramente todos los factores que tuve en cuenta a la hora de elegir a mi sucesor, y anuncié que sería Asura. La sorpresa iluminó por completo los rostros de mis hijos. Asura al percatarse de lo que había ocurrido, se inclinó. Me dio de todo corazón las gracias, y juró que haría todo lo posible para no deshonrarme.

Él aún no lo entendía. Era imposible que fuera a deshonrarme. Él me dio la respuesta sobre el camino hacia la paz, y me dio la oportunidad de haber dado vida a mis nuevos hijos. Él me dio un camino lleno de un amor infinito.

Cuando asentí a las palabras de Asura, aún inclinado, le dirigí la palabra a Indra. Le dije que esperaba que como miembro del clan y hermano mayor, apoyara por completo a Asura. Deseaba que llegara incluso el momento en que pensara retirar aquella tabla, confiando plenamente en Indra y en sus descendientes. Fue en ese momento cuando todo cambió.

Al ver que iba a hablar, esperaba su afirmación a mi petición. Pero… Indra no lo aceptó. No pudo aceptar que su hermano menor fuera el sucesor de mis enseñanzas y del clan. Se fue del aposento lleno de rabia. No me escuchó ni a mí ni a Asura llamándole. Desde ese día el amor que sabía residía en el corazón de Indra, se convirtió en odio.

Morí con el deseo de que Indra comprendiera mis deseos, y pudiera trabajar con Asura, como compañeros, y como hermanos. Morí con el deseo de que todos encontraran la felicidad.


Y este es el final del primer capítulo ¿Os ha gustado? Esta es mi primera historia de varios capítulos, así que aún no hay un calendario de publicación. Pero seguiré con este proyecto que me está encantando. También aviso, que a partir del tercer o cuarto capítulo, quizás escriba algunos diálogos, a parte de las frases importantes.

Agradezco a TheZoe611, también llamada Zoey-chan, por permitirme usar algunas escenas de sus historias de Kurama. La escena de Kurama mordiendo a Asura es de "Cuidando a Kurama-chan". Parte del nacimiento de los Biju me inspiré de "¡Vamos a hacer una visita, Kurama-chan!". Y la mención sobre si el poder de Kurama es una maldición de "El Zorro de Konoha".

Gracias a Zoey-chan y a Kurama por ser parte de mi inspiración. Les espero en el próximo capítulo (que espero no tarde mucho). Hasta pronto.