Este es mi primer fic, asi que no seais malos conmigo. Acepto criticas
constructivas, pero sobre todo ayuda y animos. Aquí va a ver de todo, y
probablemente bastante fuerte, asi que ya lo he advertido en el rating. Y
un último aviso admiradores de la pareja Aoshi/Misao: no me matéis pero en
esta historia no tienen futuro.
Declaración: Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki. Ya lo he dicho, asi que no me denuncie nadie.
Rayos de primavera
El desembarco
A medianoche. Al menos eso había dicho el Lobo de Mibu. El barco llegaría a medianoche y él debería detener a sus ocupantes y requisar la mercancía. Bueno, él no, los hombres de policía que le acompañaban. El solo estaba allí por si las cosas se descontrolaban.
Hacia un mes que Shinomori Aoshi había empezado a colaborar con el gobierno Meiji. La nueva era no permitía portar espadas, pero para mantenerse en el poder necesitaba hombres de espada y los Onniwabanshu necesitan dinero. No le gustaba la situación, pero al menos era honorable, y él como okashira del clan de ninjas, debía velar por su bienestar.
Silenciosamente, el barco entraba en el puerto. Aosi miró hacia las sombras, al otro lado de la calle. Allí, se encontraba el capitán de policía, Saitou Katsu. El hombre debía ser muy joven, casi un muchacho por su complexión, no más de 1.70 de altura, anchos hombros y nada más. Escondía sus formas debajo de una capa ancha y larga, y sus rasgos quedaban ocultos de igual forma por un gran sombrero. Un pañuelo largo envolvía su cuello y tapaba aquello que el sombrero no podía dejar en sombras. No había dicho nada en todo el tiempo que llevaban allí, esperando el barco. Con rápidos movimientos había separado a los hombres en dos grupos, uno a cada lado de la única calle entre el puerto y el almacén, y éstos habían obedecido ciegamente. Sus hombres confiaban en él, y lo que era más extraño, el propio Saitou Hajime confiaba en él, y eso, Aosi lo sabia mejor que nadie, no era algo fácil de obtener. Debía conocer algo más de este joven Saitou, ¿quién era?, ¿sabría que llevaba el mismo apellido que su jefe?
Aoshi dejó a un lado sus pensamientos, ambos se miraron a los ojos y asintieron. Había llegado la hora. A una señal suya, los policías atacaron, desenvainando sus espadas y soplando sus silbatos en señal de alto. Los contrabandistas se vieron sorprendidos pero sacaron sus armas y se defendieron. Los gritos de los hombres se mezclaron con el entrechocar de los aceros. Los cuerpos caían ensangrentados, muertos unos, heridos otros. Aoshi bloqueó un tajo a la izquierda, fintó a la derecha esquivando a un nuevo agresor, y su kunai se hundió en la carne de su atacante. La escaramuza se decantaba en su favor cuando ...
- "¡Al Suelo!" "¡Nos disparan!" "¡Un cañón, tienen un cañón!" - los jóvenes policías eran presa del pánico corrían en todas direcciones sin saber qué hacer - " ¡Buscad refugio! ¡ tras aquellos contenedores!" - la voz de Aosi se escuchó fría y glacial como siempre, causando un efecto tranquilizador en las tropas. En cuestión de segundos todos los policías estaban parapetados contemplando sobrecogidos la calle.
El espectáculo era sobrecogedor, cuerpos heridos y ensangrentados de la lucha con espadas y en el centro de la calle un hombre rodando sobre sí mismo, ardiendo - "¿Qué brujería es esa?" "Cómo una bala puede hacer arder a un hombre?" "¿Dónde está Saitou-san?"- se preguntaban los hombres presas casi del pánico. La voz de Aosi vino a calmarles de nuevo - " No disparan balas. Han cargado el cañón con brasas y carbones" - Entonces lo vio. El joven capitán estaba en la calle, agachado, apagando las llamas que consumían la ropa del pobre infeliz, totalmente expuesto al fuego enemigo. - "Será idiota. ¡Apártate de ahí chico!"- Como si sus palabras hubieran dado la orden el cañón volvió a tronar y Shinomori Aoshi, el hombre de hielo, se quedó helado.
El muchacho se había levantado y puesto en posición. Aoshi sintió su ki. Era puro fuego, el ki de un guerrero poderoso y entrenado. Y esa posición le era vagamente familiar a Aosi. Las brasas se acercaban. La espada trazó un arco. Las brasas cayeron al suelo, rotas, habían perdido toda velocidad y quedaron inofensivas, en el suelo. Entonces el muchacho empezó a correr hacia el barco, atacando, todos sus hombres vociferando detrás. Sabían que él les protegería del cañón, sabían que él estaba a su lado, sabían que la batalla estaba ganada. Aoshi Shinomori apoyó la espalda contra la pared, en toda la noche su expresión no había cambiado, pero ahora sus ojos centelleaban curiosos. El gatotsu. El lobo de Mibu había encontrado un aprendiz, uno bueno. Debía saber más de este Saitou Katsu.
Hasta aquí el primer capitulo. Un poco corto, pero es para ponernos en situación nada más. El siguiente será más largo. Lo prometo.
Declaración: Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki. Ya lo he dicho, asi que no me denuncie nadie.
Rayos de primavera
El desembarco
A medianoche. Al menos eso había dicho el Lobo de Mibu. El barco llegaría a medianoche y él debería detener a sus ocupantes y requisar la mercancía. Bueno, él no, los hombres de policía que le acompañaban. El solo estaba allí por si las cosas se descontrolaban.
Hacia un mes que Shinomori Aoshi había empezado a colaborar con el gobierno Meiji. La nueva era no permitía portar espadas, pero para mantenerse en el poder necesitaba hombres de espada y los Onniwabanshu necesitan dinero. No le gustaba la situación, pero al menos era honorable, y él como okashira del clan de ninjas, debía velar por su bienestar.
Silenciosamente, el barco entraba en el puerto. Aosi miró hacia las sombras, al otro lado de la calle. Allí, se encontraba el capitán de policía, Saitou Katsu. El hombre debía ser muy joven, casi un muchacho por su complexión, no más de 1.70 de altura, anchos hombros y nada más. Escondía sus formas debajo de una capa ancha y larga, y sus rasgos quedaban ocultos de igual forma por un gran sombrero. Un pañuelo largo envolvía su cuello y tapaba aquello que el sombrero no podía dejar en sombras. No había dicho nada en todo el tiempo que llevaban allí, esperando el barco. Con rápidos movimientos había separado a los hombres en dos grupos, uno a cada lado de la única calle entre el puerto y el almacén, y éstos habían obedecido ciegamente. Sus hombres confiaban en él, y lo que era más extraño, el propio Saitou Hajime confiaba en él, y eso, Aosi lo sabia mejor que nadie, no era algo fácil de obtener. Debía conocer algo más de este joven Saitou, ¿quién era?, ¿sabría que llevaba el mismo apellido que su jefe?
Aoshi dejó a un lado sus pensamientos, ambos se miraron a los ojos y asintieron. Había llegado la hora. A una señal suya, los policías atacaron, desenvainando sus espadas y soplando sus silbatos en señal de alto. Los contrabandistas se vieron sorprendidos pero sacaron sus armas y se defendieron. Los gritos de los hombres se mezclaron con el entrechocar de los aceros. Los cuerpos caían ensangrentados, muertos unos, heridos otros. Aoshi bloqueó un tajo a la izquierda, fintó a la derecha esquivando a un nuevo agresor, y su kunai se hundió en la carne de su atacante. La escaramuza se decantaba en su favor cuando ...
- "¡Al Suelo!" "¡Nos disparan!" "¡Un cañón, tienen un cañón!" - los jóvenes policías eran presa del pánico corrían en todas direcciones sin saber qué hacer - " ¡Buscad refugio! ¡ tras aquellos contenedores!" - la voz de Aosi se escuchó fría y glacial como siempre, causando un efecto tranquilizador en las tropas. En cuestión de segundos todos los policías estaban parapetados contemplando sobrecogidos la calle.
El espectáculo era sobrecogedor, cuerpos heridos y ensangrentados de la lucha con espadas y en el centro de la calle un hombre rodando sobre sí mismo, ardiendo - "¿Qué brujería es esa?" "Cómo una bala puede hacer arder a un hombre?" "¿Dónde está Saitou-san?"- se preguntaban los hombres presas casi del pánico. La voz de Aosi vino a calmarles de nuevo - " No disparan balas. Han cargado el cañón con brasas y carbones" - Entonces lo vio. El joven capitán estaba en la calle, agachado, apagando las llamas que consumían la ropa del pobre infeliz, totalmente expuesto al fuego enemigo. - "Será idiota. ¡Apártate de ahí chico!"- Como si sus palabras hubieran dado la orden el cañón volvió a tronar y Shinomori Aoshi, el hombre de hielo, se quedó helado.
El muchacho se había levantado y puesto en posición. Aoshi sintió su ki. Era puro fuego, el ki de un guerrero poderoso y entrenado. Y esa posición le era vagamente familiar a Aosi. Las brasas se acercaban. La espada trazó un arco. Las brasas cayeron al suelo, rotas, habían perdido toda velocidad y quedaron inofensivas, en el suelo. Entonces el muchacho empezó a correr hacia el barco, atacando, todos sus hombres vociferando detrás. Sabían que él les protegería del cañón, sabían que él estaba a su lado, sabían que la batalla estaba ganada. Aoshi Shinomori apoyó la espalda contra la pared, en toda la noche su expresión no había cambiado, pero ahora sus ojos centelleaban curiosos. El gatotsu. El lobo de Mibu había encontrado un aprendiz, uno bueno. Debía saber más de este Saitou Katsu.
Hasta aquí el primer capitulo. Un poco corto, pero es para ponernos en situación nada más. El siguiente será más largo. Lo prometo.
