Prólogo
Lakewood, 1992
Aún no estaba segura de como había llegado a ese punto. Estaba sentada a orillas del lago Michigan con las rodillas contra su pecho, mirando hacia el frente donde se levantaba imponente un bosque de álamos que se reflejaba en el agua cristalina del lago. Sin duda alguna, Lakewood podría considerarse como un lugar encantador para cualquier persona. Un pueblo pequeño y tranquilo. En lugar de ruidos de vehículos, se oía el cantar de las aves. En lugar de esmog, la gente respiraba aire puro. Se vivía tranquilamente sin las prisas con las que se vive en las grandes ciudades. Las personas trabajaban en el campo y vivían de él. Los forasteros solían describirlo como una postal del siglo XIX. Las grandes plantaciones con sus majestuosas mansiones de estilo español, todo parecía sacado de una novela antigua. Cualquiera encontraría en Lakewood un lugar ideal para vivir, pero no Faith White. Para ella su vida se había convertido en un infierno desde el momento en que puso un pie allí.
- Hace mucho frio aquí afuera – Escucho Faith una voz detrás de ella. Una voz profunda y varonil que conocía muy bien.
Era el mes de octubre y las temperaturas comenzaban a descender considerablemente. Pero Faith no sentía frio ni calor, simplemente ya no sentía.
- ¿Por qué no entras? – Volvió a hablar el hombre a sus espaldas, pero ella no contesto. Seguía viendo hacia el frente con la mirada vacía.
Desde su llegada a Lakewood, la vida de Faith había cambiado. Quien iba a decir que la bella Faith White se convertiría en el despojo humano que era ahora, y todo gracias a un hombre.
Con 19 años de edad, Faith era una joven hermosa e inteligente. Como hija única de un importante banquero de Los Ángeles, Jeremy White, había vivido siempre rodeada de lujos en su hermosa mansión de Beverly Hills. De pequeña había sido una niña vivaz y traviesa, para después convertirse en una belleza de cabello rubio ondulado y enormes y exóticos ojos verdes, característica de la familia White. Siempre fue la adoración de su padre, quien, al fallecer su esposa, había volcado todo su amor y atenciones en su pequeña hija. Ya a los 13 años, había desarrollado unas curvas prominentes, las cuales atrajeron la atención de cientos de jóvenes, pero ella nunca se había interesado seriamente en ninguno de ellos, hasta que conoció a Charles Britter.
Faith había conocido a Charles en la Universidad en Los Ángeles. Ella tenía 18 años, era su primer año allí, soñaba con ser doctora. Mientras que Charles cursaba en último año de leyes. Ella se enamoro instantáneamente de aquel joven alto y musculoso, de pelo negro y ojos color café. Él simplemente quedo cautivado por la bella joven.
Se casaron al año siguiente a pesar de las protestas del señor White, quien no había simpatizado con Charles. Pero, ciegamente enamorada, Faith lo dejo todo atrás, su carrera, sus amigos, su casa y hasta a su padre, para poder realizar sus sueños junto al hombre que amaba. Y sin emitir protestas, se traslado junto a su marido al pueblo donde él vivía: Lakewood. Si hubiera sabido lo que le esperaba al llegar allí, le habría hecho caso a su padre quien afirmaba que nunca sería feliz al lado de ese joven.
Al comienzo las cosas iban bien. Si bien era cierto que sus suegros se dirigían hacia ella con cierto recelo trataba de no darle mucha importancia. Pero la situación con su marido fue cambiando gradualmente. A las pocas semanas de haberse instalado en su nuevo hogar, Faith comenzaba a notar la ausencia de Charles muy a menudo. Había días en que ni siquiera llegaba a la hora de cenar, como aquella vez en que quiso sorprenderlo preparando una comida especial para él. En verdad se había esmerado mucho en aquella cena. Ella no sabía cocinar, pues siempre había tenido cocineras que se encargaban de aquello. Pero esta vez quería que todo saliera perfecto para su marido. Para la entrada había preparado una sopa de verduras, tal vez no era algo demasiado elaborado, pero era algo que ella podía hacer. Como plato principal había preparado un pavo relleno, y de postre, una mousse de chocolate que le había enseñado a hacer su antigua cocinera cuando era pequeña. Se había puesto un vestido de diseñador color azul escotado y muy pegado al cuerpo que le llegaba a las rodillas. Había puesto la mesa y había esperado a su marido, pero a medida que iban pasando las horas se dio cuenta de que no iba a llegar a comer. Con lagrimas en los ojos, tiro la comida a la basura y se fue a la habitación que compartía con Charles. Se puso su camisón y se acostó en la cama sin haber comido nada. Alrededor de las 2 de la mañana escucho la puerta de la habitación abrirse, era Charles. No era necesario preguntar donde había estado, el olor a perfume femenino y sexo pudo sentirse en toda la habitación provocando nauseas en Faith, quien se hiso la dormida al sentir el cuerpo de su marido deslizarse por debajo de las sabanas quedándose dormido instantáneamente.
A partir de ese día, Faith había cambiado completamente su actitud. Ya no era la joven adorable y simpática, las discusiones con su marido eran a todas horas. Él, por su parte nunca negó tener una relación con otra mujer a la cual no consideraba su amante, sino la mujer a la que siempre había amado.
Faith había conocido a Caroline poco tiempo después de llegar a Lakewood. Era una gran amiga de la familia de Charles con quien se conocían de pequeños, y por lo visto habían tenido algo más que una simple amistad. Caroline no era tan hermosa como Faith, pero sin lugar a dudas era muy bella. Tenía el cabello rubio a la altura de los hombros y los ojos color azul. Siempre sonreía a todo el mundo, y era conocida en el pueblo por ser la reencarnación de la Madre Teresa de Calcuta. Faith simplemente la odiaba.
Cada día que pasaba, Faith se volvía más y más desdichada. Su marido ya no la tocaba ni quería estar cerca de ella, por eso comenzó a desquitarse con las personas que la rodeaban, especialmente Caroline.
Todo había comenzado con pequeñeces, pero las agresiones se hicieron cada vez más peligrosas. Había llegado un punto en que lo único en que pensaba Faith era en deshacerse de esa odiosa mujer que le había quitado a su marido. Incluso había llegado a amenazarla con un arma de fuego que había encontrado en el estudio de su suegro. Ese había sido hecho que había llevado a Charles a tomar la decisión de separarse de su esposa. Pero entonces se habían enterado del embarazo de Faith.
Charles estaba desesperado, amaba a Caroline desde que era un niño, pero a los 17 años habían tenido una discusión y se habían separado, él se fue a estudiar a Los Ángeles pero nunca había logrado olvidarla. Después había conocido a Faith y había quedado prendado de su belleza, lo cual lo había llevado a tomar la peor decisión de su vida: proponerle matrimonio. Al regresar a Lakewood y reencontrarse con Caroline ya no pudo negar sus sentimientos. Comenzaron una relación a escondidas, ambos se sentían mal por engañar a Faith, pero el amor que se sentían era más fuerte. Después, su mujer se había enterado y había comenzado el infierno. Ya no podía soportarlo, quería proteger a Caroline y casarse con ella, pero antes debía deshacerse de Faith. El día en que le pidió el divorcio ella enfureció mucho y lo agredió física y verbalmente, y solo después le dijo que estaba esperando un hijo suyo. A Charles se le habían derrumbado todos los sueños que había construido junto a Caroline, pero no podía abandonar a Faith en ese momento, estaba desquiciada y podía hacerle daño al niño que estaba esperando.
Caroline lo entendió. Él le había prometido que apenas naciera el niño se divorciaría de su mujer y se casaría con ella. Pero no contaban con que Faith se pondría cada día peor. Enceguecida por el odio ya no le importaba ni el bebe que esperaba, solo quería vengarse del hombre que al que había amado y la había traicionado.
La salud de Faith empeoraba día a día, pero termino por cruzar la línea que la separaba de la locura el día que se entero de una noticia capaz de destruirla por completo.
Charles la miraba contemplando el lago con la mirada vacía, mientras se preguntaba qué podía hacer para sacarla del letargo en que se encontraba. Sabía perfectamente que había provocado ese estado en ella.
- ¿Lo sabes verdad? – Preguntó Charles a su mujer con un tono de remordimiento – Sabes que ella también está embarazada.
Esas palabras fueron para Faith como un puñal que se clavo muy profundo en su corazón. Se había enterado del embarazo de Caroline por accidente. Los padres de Charles estaban hablando en la sala de la casa que compartían. Se suponía que ella estaba descansando, pero unos fuertes dolores en el vientre la hicieron levantarse. Sus suegros estaban aparentemente muy emocionados, fue entonces cuando escucho la noticia de que iban a tener un nieto, pero no se referían al hijo de Faith, sino al de Caroline. Aparentemente todo el pueblo estaba enterado de ello, todos menos ella.
Todos en el pueblo estaban felices por el embarazo de Caroline, no importaba que el bebe fuera un bastardo, ellos no lo consideraban así. Caroline era una mujer muy querida para todos, mientras que Faith era para ellos un bicho asqueroso que había llegado al pueblo a perturbar sus tranquilas vidas.
- Faith... por favor, vamos adentro – Siguió insistiendo Charles, pero ella seguía sin hacerle caso. Solo estaba cubierta por un vestido liviano y un chal sobre sus hombros, aún estaba enfadado con ella pero no quería que enfermara. – Si sigues aquí afuera puedes hacerle daño al bebe.
Esas últimas palabras hicieron reaccionar a Faith, quien se puso de pie abruptamente y giro para quedar frente a él.
- ¿El bebe? – Pregunto indignada casi gritando – A ti no te interesa mi maldito bebe.
- Claro que si, ¡también es mi hijo! – Pronuncio esas palabras con seguridad, pero hasta el mismo dudaba del amor que podría sentir por ese niño. Al enterarse de su existencia solo había sentido furia y rencor por ese ser que no tenía la culpa de nada. No había sentido lo mismo con el embarazo de Caroline, ese bebe era fruto del amor, y él lo había amado desde el primer momento.
- Lo único que has hecho por el bebe fue proporcionar esperma – Le dijo ya no pudiendo soportar más la rabia contenida. – Mientras yo me despierto cada mañana con nauseas y mareos tú te revuelcas con esa puta.
- ¡No te permito que le faltes el respeto a Caroline!
- ¡Tú no puedes prohibirme nada! – Le grito ella – Es un puta ¿me escuchas? ¡Una Puta! Solo una puta se acuesta con un hombre casado. Por más que digan que es una santa no deja de ser lo que es.
- ¡Cállate! – Sin saber que hacía, Chales levanto su mano derecha y le pego una cachetada a Faith. El impacto fue tan fuerte que la hizo caer al suelo.
Faith sintió que el dolor que había sentido esa mañana en el vientre se convertía en fuertes punzadas. Agarrándose el vientre, apenas visible bajo el vestido, con las dos manos comenzó a emitir gritos de dolor mientras sentía una humedad recorrer entre sus piernas.
Charles se quedo sorprendido por lo que acababa de hacer. Nunca antes había pegado a una mujer, pero no pudo soportar escuchar a alguien hablar así de Caroline. Entonces vio a Faith tirada en el piso gritando, tenía el vestido manchado de sangre. Rápidamente la tomo en brazos y la llevo al hospital.
El único hospital de Lakewood era pequeño y no tenía todos los recursos necesarios para tratar enfermedades graves, pero contaba con buenos profesionales.
Charles estaba sentado en la sala de espera con la cabeza entre las manos cuando llegaron sus padres. Los había llamado minutos antes cuando habían internado a Faith.
- ¡Hijo! ¿Cómo te encuentras? – Bárbara Britter corrió a abrazar a su hijo.
- Estoy bien mamá – La tranquilizo su hijo – Es Faith la que está mal... y el bebe.
- ¿Han tenido noticias? – Pregunto John Britter al ver el semblante preocupado de su hijo.
- Aún no ha salido el médico que la está revisando. Si algo les pasa a ella o al bebe... – Charles no pudo terminar la frase.
- Tal vez lo mejor sea que ese bebe no nazca – dijo despectivamente Bárbara.
- Querida, por favor... – La reprendió suavemente su marido.
En ese momento, Caroline entro apresuradamente al hospital y corrió a los brazos de Charles.
- Charles, mi amor – Le decía mientras lo abrazaba fuertemente - ¿Cómo están? – Parecía verdaderamente preocupada.
- Aún no hemos tenido noticias – Charles correspondió al abrazo de Caroline y se dejo consolar por ella quien le decía que todo estaría bien.
- ¿Familiares de Faith White? – Pregunto una voz detrás de ellos. Era un hombre de mediana edad con bata blanca.
- Yo soy su marido, Charles Britter.
- Señor Britter, soy el doctor Lawson.
- ¿Cómo se encuentran mi mujer y mi hijo doctor? – Le pregunto Charles antes de dejarlo hablar.
- Tranquilícese señor Britter, su mujer está bien por el momento, pero el embarazo se encuentra comprometido.
- ¿Hay alguna posibilidad de salvar el bebe? – Pregunto Caroline.
- Es un embarazo complicado, pero haremos lo posible por preservar la vida de ambos. Aunque para ello la señora White tendrá que permanecer internada lo que resta del embarazo.
- No importa – Contesto Charles – por favor, haga todo lo posible para que ambos estén bien.
- Lo haré – Prometió el doctor Lawson antes de marcharse.
El 7 de mayo de 1993 nació Candice Faith Britter, bautizada con ese nombre por su madre, quien murió minutos después de dar a luz.
3 días después del nacimiento de Candice y la muerte de Faith, nació Annie Diane Britter.
Faith fue enterrada en un cementerio privado de Los Ángeles por orden de Jeremy White, quien estaba profundamente triste por haber perdido a su única hija, pero estaba aún más enfadado con Charles por haberlo provocado. Charles no se negó a entregarle el cuerpo de Faith, pero sí lo hizo a entregarle a Candice. Jeremy insistía en que la niña estaría mejor con él que con una familia que no la quería. Pero Charles no iba a permitir que ningún hijo suyo viviera lejos de él.
Continuará...
