El punto de comunicarse

Lloyd se retiró del Laboratorio de Armamentística hacia sus aposentos, a las tres de la mañana. Suzaku llegó dos horas más tarde. Su práctica con los nuevos implementos agregados al Lancelot fue incluso extra que la de Lloyd, que podía trabajar en los diagramas por sí mismo, en compañía de la laptop y una taza caliente de té. Se fue a dormir. A las siete amanecía para todos en el Cuartel General. Empezaba el día con poco sueño y grandes expectativas. Funcionaban a base de café y orgullo.

-Si quieres uno de los bocadillos de Cecile, están sobre la mesa con los tentempiés de ayer. Si quieres comer algo de verdad, solo deberías llamar para que te lo preparen o acercarte a la cocinita.-Risa contenida contra la almohada. Lloyd notó que Suzaku simplemente se metía entre las sábanas, luego de quitarse la capa y el uniforme hasta la camisa negra.

-¿Al menos has llamado a Millie hoy? La última vez que pude hacerme unas horas para asistir a la Academia, me dijo que pensaba que la abandonaste.

Un codazo leve en las costillas acompaña ese leve reproche ajeno. Lloyd diría que hasta aristocrático en el sentido clásico de la palabra, no relacionado con la rapacidad de los que han nacido en cunas de su calaña. Algo que habla de una contención de acciones por etiqueta moral, más que estética. Deslizó la mano hacia el pijama de Suzaku, buscando la piel caliente a la altura del corazón. La caricia fue lo bastante intensa como para resultar impúdica y aunque las luces estaban bajas, por los jadeos contenidos, Lloyd supo que lo había sonrojado y que dormirían menos de lo pensado aquella noche.

-Vine porque en verdad estoy cansado.

Pero aunque desvíe la mirada, no aparta la caricia, que se vuelve más y más obscena en el camino hacia abajo, hasta cortarle la respiración, pese al semblante endurecido.

-Lo que quieres decir es que un Caballero es mejor que un Conde, ¿eh? No te culparía por eso, teniendo en cuenta que me has dado la suerte de pensar en que he tenido en la misma cama a todo un Lord.

Suzaku suspiró y cerró los ojos, pasándole los dedos por el cabello.

-Gino no tiene nada que ver con esto. Al menos, no más que Millie. ¿Por…qué… …accediste…a…casarte…con…ella…si…ibas…a…ignorarla…así…?

Es difícil hablar a través de los besos. Pero lo bastante grato como para apañárselas. Suzaku necesita sentirse culpable y bajo hasta el mismísimo final, incluyendo esta situación.

-Los matrimonios entre nobles son así desde tiempos inmemoriales. No los elige el corazón, sino la necesidad de un nombre con fortuna y una herencia a sangre "digna". El apotema de la hipocresía, ¿pero no es más divertido todavía que en las telenovelas de la tarde?

Lloyd ríe contra el cuello de Suzaku antes de morder, lamer y susurrar excentricidades ya no aptas para todo público. Es un lenguaje que ambos conocen y que abarca desde el código binario hasta las maldiciones de los ebrios en las tabernas de Onces en las que Suzaku ha estado contadas ocasiones, deprimido u afiebrado por su juventud. Decide este rendirse pronto, porque Lloyd no lo escuchará y en verdad se está cómodo en esa corriente de emociones, menos inmaduras que las de Gino, pero tan superficiales como puede soportar que lo sean ahora.