Condenación

Fanfic Jasper.

Sumario: Jasper ha abandonado a María y su aquelarre. Después de una breve temporada con sus amigos Peter y Charlotte, decide seguir su propio camino. No sabe dónde le llevarán sus pasos, sólo sabe que la Sed es su condena.

Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer. Pero la historia es mía.

Capitulo Primero

El sol se había deslizado por el horizonte y todo había adquirido un aspecto distinto, bello y extraño. El resplandor crepuscular había bañado todo con un tono anaranjado, como si un voraz incendio se extendiera más allá de donde alcanzaba la vista. Era septiembre y las temperaturas en aquellas tierras alcanzaban todavía niveles muy altos. Por si fuera poco, llevaba varios meses sin llover y la tierra se había agrietado, formando nubes de polvo en el camino que se levantaban a cada paso que daba.

Jasper caminó sin prisa. Cruzaba un terreno lleno de campos de cultivo abandonados. Alargó su mano para tocar las flores del algodón que se desprendían de las plantas con total facilidad. Nunca había visto unas flores tan extrañas. Le maravillaba todo lo que el mundo le ofrecía. Los nuevos paisajes, los animales, las plantas, las historias que había oído acerca de lugares lejanos. Quería saber más, quería verlo todo. Le gustaba caminar a paso humano, eso le permitía contemplar todo con detenimiento e interés. Además, su velocidad vampírica hubiese levantado una extraña polvareda que no habría de pasar desapercibida para las gentes del lugar. Su vestimenta tampoco ayudaba a apartar la mirada de los curiosos, pues todavía conservaba la guerrera del Ejército Confederado que le había confeccionado su madre. En ella llevaba con orgullo, aparte de la insignia de Mayor, su nombre bordado con hilo dorado. "Jasper Whitlock". Aquel era su nombre y no quería olvidarlo nunca. Los recuerdos de su vida humana le resultaban vagos e irreales, como si nunca hubiesen ocurrido de verdad. Una carreta tirada por un caballo avanzó traqueteando por el camino. Era casi de noche y la mujer que la conducía aceleró el trote de la caballería con las riendas cuando se cruzó con él.

-Señora -Jasper se quitó el sombrero educadamente a modo de saludo.

La mujer hizo un leve gesto con la cabeza para devolver el saludo y lo miró por el rabillo del ojo a media que pasaba. Era casi de noche y a aquellas horas no era muy seguro recorrer aquellos caminos. Habían pasado más de 50 años que el Sur había sido devastado por la guerra y las bandas de asaltadores y la pandemia de gripe española habían diezmado a la población. El vampiro percibió el miedo en ella. Y hacía bien en tenerlo. Hacía tiempo que no se había alimentado en condiciones y su garganta le ardía cada vez que un humano se acercaba lo suficiente como para percibir su aroma. Jasper escondió sus ojos negros bajo el ala del sombrero y siguió su camino dejando un buen manjar atrás. Miró a lo lejos y llegó a ver el océano. Pensó en la primera vez que había visto el mar. Al dejar a Peter y Charlotte, Jasper vagó sin rumbo fijo y sus pasos le llevaron hasta el Golfo de México. Pasó días enteros sentado en la playa, inmóvil mirando las olas romper en las rocas hasta que comenzó a llamar la atención de los pescadores del lugar. El Gran Azul. Pensaba en que algún día lo cruzaría para visitar el Viejo Continente. Allí es donde estarían sus amigos. Antes de separarse, Peter y Charlotte intentaron convencer a Jasper para que los acompañara a Europa.

-Allí están en medio de una gran guerra -comentó Peter- Los países luchan encarnizadamente entre sí. Dicen que los campos de batalla están bañados en sangre...

Jasper miró a los ojos color borgoña de Peter. Un brillo feroz le cruzaba la mirada. El rubio vampiro negó con la cabeza, declinando la invitación de marcharse con ellos. La decisión ya estaba tomada. Quería ir a Europa, pero no para darse un festín de sangre humana, sino para conocer las maravillas de las que tanto había oído hablar. Ver la Torre Eiffel, visitar los Canales de Venecia, perderse por los paisajes nevados de los países nórdicos, ver la luna en las playas bañadas por el Mar Mediterráneo, viajar a los territorios más salvajes de la Europa central y del este donde las historias sobre los de su especie eran famosas...

-Por favor, Jasper -la joven vampira insistió tomando sus manos entre las suyas- Ven con nosotros.

Jasper sabía que había hecho lo correcto. Iría a Europa; pero no en aquel momento, ni con sus amigos. Tenía la sensación de que aquel país aun tenía más que ofrecerle. La separación de Peter y Charlotte fue dura pero totalmente necesaria. Les estaba infinitamente agradecido por hacerle ver que existía un mundo mejor, lejos de María y su aquelarre. Ellos habían sido muy amables al recibirlo en su pequeña "familia" y sabía que Peter se sentía un poco desilusionado con su partida, sin entender cuál era el verdadero problema. Charlotte. Jasper había notado sentimientos de deseo flotando en el ambiente. Al principio pensó que estaban destinados del uno al otro de los dos amantes, pero un día pronto descubrió la verdad. Habían tropezado con un grupo de bandidos en lo profundo de un bosque; iban armados y eran muy violentos. Su idea era intentar atracarles y abusar de la mujer, pero los tres vampiros dieron cuenta con facilidad de los malhechores, cayeron sobre ellos como tres fieras feroces. Mientras Peter mataba al último de ellos dejándolo seco; Charlotte y Jasper compartían la sangre de un enorme hombretón. Jasper clavó los dientes en su yugular y succionó sin derramar ni una sola gota del preciado fluido vital; la rubia vampira tomó la muñeca entre sus manos y mordió ávidamente justo en una de sus azuladas venas. El líquido fluyó a través de su garganta aplacando su sed. En aquel momento Jasper notó un intenso deseo que le inundaba por dentro. Confuso, miró a Charlotte sin despegar sus labios de su victima. La mirada de la joven vampira se clavó en la suya. Ella retiró sus labios enrojecidos de la muñeca inerte y pasó su lengua por ellos en gesto insinuante sin apartar los ojos de él. Jasper dejó caer el cadáver y tuvo la necesidad de alejarse para pensar un poco. Se ofreció para deshacerse de los cuerpos instando a sus amigos a continuar el camino, mientras él se retrasaba un poco. Notó los sentimientos de amor de ella hacia su compañero mientras le agarraba de la mano.

¿Qué demonios le estaba pasando? Jasper pensó en Charlotte; su cabello rubio como el sol cayéndole como una cascada de rizos por la espalda hasta casi la cintura fina y proporcionada a su menuda figura. Su piel blanca sin una sola imperfección, su boquita pequeña y bien contorneada. Una belleza sureña. ¿Quién no desearía poseer a aquella perfecta criatura? El vampiro cavó hondo y con furia. Era una situación nueva para él. Ella era la compañera de Peter, su mejor amigo, su salvador. Peter la amaba con todo su ser, y sabía que ella también lo amaba igual. Pero la lujuria se había entrometido. Agarró un cadáver y lo alzó con facilidad echándolo a la zanja que había abierto en un lugar apartado del camino. Pensó en Peter y el amor que realmente fluía entre ellos. Se sintió un entrometido. Además, la tentación del deseo de la joven vampira era demasiado intenso y él no estaba acostumbrado a inhibirse. Al contrario, en su anterior relación con María esta había fomentado este tipo de conductas. Jasper tomaba todo lo que deseaba. Al igual que la sed, el sexo era un apetito que siempre satisfacía. Se despreció a sí mismo mientras cubría con tierra los cuerpos amontonados de aquellos desgraciados. Para cuando terminó, la decisión ya estaba tomada.