Disclaimer: Free!, historia y personajes originales no me pertenecen, solo aquellos hechos narrados en este escrito proceden de mi completa autoría.

Nota: Esta vendría a ser la continuación del oneshot titulado "Makoto Tachibana es una mala persona", por si no lo han leído, les recomiendo hacerlo antes de continuar. En realidad no afecta en nada a la historia, pero ese es su origen.

Viendo el inicio que tiene el oneshot... es lógico que empieza bastante depresivo este fic, sin embargo, no desesperéis! les juro que cada vez pondrá más y más lindo c:

Pairing: Sou x Mako


Escape.

Capítulo 1: "Novio falso".

Los párpados le pesaban, sentía la boca seca. Trató de mover la cabeza, mas el cuello le dolía, las articulaciones se negaban a rotar como si fuese un robot que le faltara aceitarse.

Abrió los ojos, la luz que se filtraba por las cortinas le heria. Se sentía como si hubiese estado muchos días bajo el sol del desierto. Trató de levantar una mano para tocar su rostro, pero estaba sujeto a la cama, de a poco empezaba a tomar conciencia del lugar donde se encontraban.

Las desnudas paredes blancas parecían brillar con mayor intensidad debido al sol que se filtraba. A un costado de la cama tenía unas maquinitas que hacían ruidos sordos con unas bolsas colgando con líquidos misteriosos, las manguerillas llegaban hasta su brazo.

- ¿Makoto? - una suave voz lo llamó a su lado - Por fin despertaste, me alegro mucho - sonrió una mujer vestida de azul mientras tomaba unas cuantas notas en un porta papeles de madera - Yo seré tu enfermera el día de hoy... ¿sabes dónde estás?

-¿Hospital? - más preguntó que respondió, apenas separando los resecos labios. La enfermera sonrió comprensiva.

- Tuviste un accidente bastante feo, Makoto - Hizo una pausa dejando los papeles sobre una mesita con ruedas. - Un muy buen amigo te trajo aquí a tiempo.

Unos golpecitos llamaron a la puerta. Sin esperar respuesta entró a la habitación un muchacho alto de cabellos negros y cortos, en su porte y contextura se notaban los años de entrenamiento en natación. Lo pudo identificar de inmediato.

- Sousuke. - Susurró bajito. La garganta le ardía ¿Qué hacía él ahí?

- Los dejaré solos un momento. - Se despidió la mujer antes de cerrar la puerta tras de si. Un silencio incómodo se adueñó del lugar.

Se sentía sucio, perdido, desorientado, no entendía mucho, estaba aún adormilado, pero por sobretodo se sentía indefenso, contenido de manos y piernas a la cama con unas correas, no sabía cómo empezar a formular preguntas.

- Les tuve que decir que éramos pareja - el castaño pestañeó varias veces sin comprender. - No me iban a dejar entrar si no decía algo así... hermanos no parecemos.

Esbozó un lijero "oh" con los labios.

Pasó un tiempo indefenido en que Makoto solo se dedicó a mirar por las cortinas que Sousuke había abierto.

- ¿Tienes el numero de Nanase? Al menos deberías contactar a tus padres.

Tachibana evitó la mirada penetrante de Yamazaki, haciendo parecer que la vista exterior era muchisimo más interesante. Empezaba a recordar por que estaba en ese lugar, no podía culpar la enfermera amorosa en mantenerlo atado a la cama, había tratado de lanzarse a las vías del tren camino a la universidad ¿cómo era que no había funcionado? Recordaba haber dado ese paso.

Sousuke suspiró resignado, le parecía imposible sacar algo de provecho de aquella conversación unilateral.

- Si quieres hablar, volveré luego de almorzar.- Solo escuchó como la puerta se abría y cerraba.


- Bueno, la 212. Makoto Tachibana, 21 años, sexo masculino. Sin antecedentes mórbidos, quirúrgicos ni alergias. Ingresó el día viernes desde la urgencia traído por su novio.

- ¿El guapo que se ha estado paseando? - Risas juguetonas.

- Que lástima que ya esté ocupado.

- Sí. Ya había pensado en pedirle ayuda a mover al muchacho, se nota que es fuerte.- Más risas.

La que antes hablaba se aclaró la garganta.

- Como iba diciendo... ingresó desde la urgencia por caída de altura en el andén del subterráneo. Justo lo agarraron antes antes de que le pasara el tren por encima.

- ¿Intento de suicidio?

- No está confirmado, falta la evaluación por psquiatra. No habla mucho.

- ¿Contención mecánica y farmacológica?.

-Solo mecánica de extremidades inferiores, su novio insiste en que lo soltemos, pero aun esperamos a ver si se mantiene igual de tranquilo. - Hizo una pausa verificando unos datos en las tablas. - Está con suero glucosalino a 20ml/hora por bomba de infusión continua. Vía venosa periferica en extremidad superior izquierda en su tercer día. Ha comido por boca bien tolerado, pero muy poco, se nota que está deshidratado y bajo peso. El día de ayer se le suspendió la sedación. Debería poder irse de alta pronto.

El pequeño grupo de enfermeras tomaron el carrito y siguieron su recorrido por el largo pasillo. Mientras tanto, dentro de la habitación, él habia escuchado atentamente cada una de las palabras.

Últimamente se había acostumbrado a los términos técnicos con los que hablaban, pero no podía soportar como muchos otros hablaban de él detrás de la puerta. "Suicida", "tanto futuro y lo desperdicia", "no sabe lo que tiene". En una ocasión, Sousuke se habia percatado de ello y casi golpea un paramédico que hablaba sin tapujos sobre lo mal agradecido que era Makoto con la vida. Suspiró dejando caer la mirada sobre el muchacho que dormía al costado de la cama recostado en una silla y con un ejemplar de "Chica moderna" en el rostro. Podía notar como los suaves ronquidos se le escapaban bajo las hojas.

Volvió a mirar por la ventana. Se acarició las muñecas ya libres de amarras. El sol avanzaba lentamente al pasar las horas. No sentía hambre, ni sed - probablemente gracias a los medicamentos que le daban- solo quería que Sousuke se marchara, no quería ver a nadie en particular. Prefería quedarse solo en ese espacio carente de tiempo establecido.

Definitivamente quería quedarse solo en su dolor. No había visto al moreno desde hacía unos dos años y medio, luego de una visita de Rin donde se habían juntado los cuatro en la casa de Haruka, luego no había sabido nada más de él. Nada relevante por lo menos.

Cuando estaba atardeciendo le trajeron una bandeja con una taza de té y unas galletas insípidas, despertando a Sousuke de su siesta. No sentía apetito, apenas revolvía el líquido con la cuchara sin decidirse a beberlo.

- Vamos, necesito que me des el número de Nanase. - Cada vez parecía tener menos paciencia - Tienes que tenerlo anotado en algún lado.

Makoto soltó suavemente el aire, casi como un suspiro, antes de levantar perezosamente la mirada hacia el impaciente joven.

- No me lo sé de memoria - vio como arruinaba las últimas esperanzas del chico. Casi y le daba gracia. - Debe estar en mi celular. - Tanteo con la mirada a su alrededor, no recordaba haber visto el dichoso aparato.

Yamazaki bufó.

- ¿No lo recuerdas? Quedó destrozado bajo el tren. - Se masajeó las sienes al ver que Tachibana solo alzó levemente las cejas como respuesta. - No me dejas de otra, tendré que llamar a Rin.

- ¿No está en Australia acaso?

- Sí, pero ya que tu no cooperas, él sí debe tener el numero de Nanase. - Abrió su celular buscando entre los contactos a su viejo amigo. Seguro que la llamada le saldría carísima, además de larga. Rin se largaría a llorar antes de terminar de explicar por qué necesitaba el maldito número.

Lo observó largo rato mientras sonaba el timbre de espera en línea. Estaba delgado, condenadamente delgado, no tenía la fuerte musculatura juvenil con la que lo había visto la última vez. Tenia los ojos hundidos y enmarcados por unas profundas ojeras violáceas. ¿Qué le había sucedido? ¿Cómo había cambiado tanto?

No era que él mismo fuese la fuente de vitalidad infinita, pero, demonios, Makoto Tachibana se veía deplorable. No expresaba ninguna emoción, sus ojos estaban vacíos, no lo había visto esbozar ni una sola sonrisa. Durante los años de escuela en que lo había conocido él siempre sonreía, se preocupaba, incluso demostraba lo miedoso que era ocultándose tras Haruka, pero ¿eso? aquel era un cuerpo sin alma.

Tono y buzón de voz. Rayos, Rin no contestaba. Miró la hora y desistió de volver a llamar al pelirrojo.

- ¿Sabes? Me han dicho que si mañana te ve el médico, podrías irte de alta. - por el rabillo del ojo observó un pequeño cambio en su mirada. - pero para eso debes comer todo, si no, te quedarás una semana entera.

Así pasaron los días. Makoto se negaba a comer más de una galleta y beber mas de la mitad de la taza de té, entonces Susuke se negaba a marcharse antes de lograr que mordisqueara al menos la siguiente galleta.

El muchacho llegaba alrededor de las 11 am, su mayor interacción era cuando le obligaba a comer -por lo menos- la mitad del plato del almuerzo, luego se retiraba desde las 3 hasta las 5pm, y finalmente se marchaba a su casa a eso de la ocho o nueve de la noche.

No es que tuviesen muchos temas en común o se dedicaran a conversar de forma constante, simplemente se quedaban en silencio. A Makoto le empezaba a relajar esa rutina con Sousuke, casi le gustaba, el resto del día eran médicos revisando su historial, enfermeras tomando distintas muestras de sangre, interrogándole sobre lo que hizo, por qué, cómo, para qué... ni que él mismo supiera las respuestas.

Escapar. Esa era la única respuesta que les podía entregar de forma más o menos concreta.

Ya era la tercera visita del psicólogo del hospital. Se quedaba sentado al lado de la cama con libreta en mano, listo para anotar todo lo que el castaño pudiese soltar, pero, tal y como había pasado anteriormente, la entrevista fue infructuosa. El hombre se despidió de Makoto y lo dejó en la soledad de su habitación. Miró el reloj digital de Mickey que descansaba en la mesita de luz.

17:42 Retrasado, ya iba a llegar el té y el moreno aún no llegaba.

Es que se había convertido en rutina y él era su boleto de salida de aquel lugar lleno de medicos, enfermeros y psicólogos entrometidos. Todos creían que Sousuke era su novio y - como tal - se haría cargo de cuidarlo en casa: que bebiera todo el té y que tomara sus medicinas a la hora indicada.

En la habitación se escuchaba el suave sonido de un piano desde la pequeña radio. El reloj mostraba las 19:03.

- ¿Aún no llega Yamazaki-kun?- preguntó la enfermera de mejillas rosadas, la misma que lo vio despertar el primer día. Ella era, por lejos, la que mejor le caía en aquella aséptica celda. - Que extraño.

Tachibana negó sin abrir la boca. El té ya se había enfriado y apenas había mordisqueado la orilla de una galleta.

- De todas formas deberías tratar de comer algo... seguro que luego armará un buen escándalo si ve esa taza así. - Sonrió mientras introducía un líquido en la vena de Makoto con una jeringa. - Puedo calentar un poco el té si quieres.

Estuvo a un segundo de negarse, excusar que no tenía hambre, que no quería beber nada tampoco, cuando ambos vieron a Sousuke entrar por la puerta muy agitado, tenía el cabello escurriéndole pequeñas gotas en la ropa. Dejó su pesado bolso sobre la silla del psicólogo.

La enfermera tomó en silencio la taza y, sin esperar ninguna palabra, se marchó para dejarlos solos.

- ¿Cómo es que no te has comido nada aún? - le retó con la mirada al ver las galletas prácticamente intactas, además del postre aún sellado.

- ¿Cómo es que vienes llegando tan tarde? - contraatacó.

- Ohhh, así que de esas tenemos. - El moreno se sentó sobre el colchón junto a Makoto. - Tendré que obligarte a tragar. - esbozó una sugerente sonrisa torcida. Tomó una galleta entre sus dedos - Vamos, dí "ahhh". - Jugueteo acercándose a los labios de Makoto quien (por primera vez en días, semanas, meses quizás) se sonrojó y abrió la boca para ser alimentado por el molesto falso novio.