CAPITULO 1

La tormenta

Supongo que recordarán a Pedro, Susana, Edmundo y Lucia, los cuatro niños que llegaron a Narnia a través de un ropero y la rescataron del invierno eterno; a su primo Eustaquio quien navegó junto con el Rey Caspian X por las aguas del Fin del Mundo, y que además, con ayuda de su amiga Jill y de un renacuajo de pantano, rescataron al príncipe Rilian de las garras de una hechicera subterránea; y no nos olvidemos de Dígory y Poly, los dos niños que presenciaron el nacimiento de un mundo mágico. Pues, en esta historia les relataré su última aventura en esta fantástica tierra reinada por un león.

Era una noche calurosa de verano en Inglaterra. El cielo estaba cubierto de nubes grises y amenazantes. Los ciudadanos miraban el cielo ansiosos, esperando que la lluvia comenzara a caer para cesar (al menos por un rato) el intenso calor. Lucía era uno de ellos. Ella asomaba su cara por la ventana que daba al este y observaba con detenimiento los relámpagos en el horizonte. Estos parecían estar acercándose a gran velocidad, junto a un fresco viento que rozaba su rostro.

De un minuto a otro, dentro de la casa se escuchó su voz:

- ¡Llueve! ¡Llueve! ¡Vengan a ver!

- Ahora vamos Lu –respondió su hermana mayor, quien ayudaba a su madre en la cocina.

Inmediatamente, Pedro, Susana y Edmundo subieron a contemplar el caer de la lluvia. Los tres subían las escaleras a gran velocidad, empujándose y codeándose entre sí. Se podía escuchar las voces de los chicos diciendo "¡Ay! Susana, ¡muévete!" o "¡Ten cuidado Ed! ¡No me pises!".

Una vez allí, observaron como el agua salpicaba las calles. Los relámpagos alumbraban la ciudad, cuales lámparas en una gran cueva y el fresco y suave viento sacudía los árboles altos y viejos de las esquinas de las veredas empedradas, haciendo que sonaran como grandes maracas al compás del "plic ploc" de las gotas en los charcos y los tejados. A Lucía le recordaron a los cantos de los árboles de Beruna, en Narnia.

Pasaban los minutos y no se despegaban de la ventana, hasta que se escuchó una voz más bien apurada que venía del piso de abajo:

- ¡Oigan niños! ¡Bajen a cenar! –llamó la madre de los Pevensie.

- ¡Ya vamos mamá! –contestaron los cuatro casi en coro.
Pero antes de que pudieran alejarse de la ventana vieron como un relámpago caía justo en el farol frente a la puerta de su casa. Se escuchó el fuerte ruido del metal cayendo contra las baldosas. La suave brisa se tornó violenta y se transformó en ráfagas arremolinadas que azotaba todo lo que estuviese en su camino. Fue todo tan rápido que no supieron que hacer. Los objetos volaban peligrosamente a su alrededor, las lámparas se rompían., el reloj de pie calló justo al lado de Pedro, las cortinas fueron arrancadas de la ventana y se oía el crujir de la madera del resto de los muebles de la habitación. De pronto, la luz de otro relámpago los envolvió de manera, que tuvieron que taparse los ojos con sus brazos. Era como si tuvieras un gran reflector en la cara. El estruendo del trueno fue impresionante, más de lo que ellos podrían imaginar. Pero a pesar de ello, todos pudieron oír perfectamente un potente rugido que les pareció muy familiar. Familiar no sólo por el sonido, sino que porque, en lugar de aterrarse en ellos surgió una sensación de tranquilidad, de sentir que todo estaba bien.

La luz se fue desvaneciendo poco a poco. Cuando los niños al fin pudieron destaparse los ojos, se encontraron con que ya no estaban en la ventana de su casa. El piso de madera, ahora era pasto mullido y verde. Ya no había techo, sino que sobre sus cabezas se extendía un cielo mañanero, de un naranja yendo hacia el rosado, sin una nube, con un sol que resplandecía mucho más que el que la mayoría de nosotros conocemos. Delante de ellos se extendía un pequeño bosque de árboles de escasa altura y fina corteza, de hojas verdes como el césped y ramas largas cubiertas de ellas. Más adelante del bosque, se veía el correr de un río de agua cristalina, trasparente que brillaba a la luz del sol. A su izquierda y su derecha, pasando el bosque, se divisaba una larga pradera llena de flores de colores radiantes. Había toda clase de animales a su alrededor. Ardillas trepadas a los árboles (que los observaban sorprendidas), un venado bebiendo del río, conejos comiendo hierbas, mariposas posadas en las flores (y sobre el hombro de los recién llegados) y de más...

- ¡Narnia! –pensó Lu en voz alta. Y estaba en lo cierto. No les costó deducir que aquel rugido era de Aslan, quien los había transportado hasta allí.

Susana tomó la mano de Lucía, ambas miraron por unos instantes y se echaron a correr por entre los árboles con una gran sonrisa en sus rostros, seguidas por sus hermanos.

~ · ~ · ~ · ~

Mientras todo esto sucedía, en Inglaterra Eustaquio y Jill observaban el cielo con ansias de que comenzara a llover (Eustaquio había invitado a Jill a pasar la tarde de modo que estaban ambos juntos en su casa). Jill miraba uno de los arbolitos que Eustaquio tenía en su balcón, mientras que él observaba cuidadosamente la forma de las nubes.

De repente, el niño gritó:

- ¡Mira Jill, mira!
Eustaquio señalaba una nube con la forma de una silueta curiosa. Ambos conocían muy bien esa silueta.

- ¡Aslan! –dijo Pole en voz alta

En la casa de los Pevensie caía el fuerte relámpago.

Eustaquio y Jill no vieron el relámpago, pero pudieron oír el potente rugido. Un instante después, Pole sintió que algo áspero se deslizaba por su brazo. Era una rama del arbolito que había estado contemplando, que ahora parecía estar creciendo rápidamente junto con otras ramas y el tronco. Ahora el árbol (ya no se lo podía llamar arbolito) envolvía a Scrubb y a Pole con sus ramas y hojas. En unos instantes lo único que podían ver a su alrededor era puro follaje. Jill (que había estado sentada en un banco) sentía que perdía el equilibrio y se agarraba fuertemente al tronco. Eustaquio que había estado parado, al igual que Jill, perdió el equilibrio y cayó sentado sobre una grande y gruesa rama.
Bruscamente, el árbol dejó de crecer y ambos niños se encontraron sentados en sus ramas. El piso había desaparecido y en su lugar, desde arriba se veía césped a varios metros.

Eustaquio con mucho cuidado se atrevió a bajar, mientras que Jill se quedó donde estaba. Él permaneció mirando el paisaje, hasta que de oyó una voz a sus espaldas:

- ¡Eustaquio! ¿Qué haces aquí? –dijo la voz. Era Pedro quien, por entre los árboles había podido distinguir la figura de su primo.

- No lo sé –contestó- ¿Y tú?

- Tampoco lo sé. Mis hermanos están aquí conmigo.

- Yo estoy con mi amiga, Jill –dijo Eustaquio- ayúdenme a bajarla del árbol -los Pevensie se acercaron a socorrer a la niña. Luego todos se sentaron en el suave y verde pasto a contar como habían llegado hasta allí.

- Es bastante obvio que ambas historias tienen algo en común –dijo Susana.

- Así es, el rugido que estoy seguro era de Aslan –contestó Edmundo.

- Exacto. Él nos trajo aquí por una buena razón –exclamó Jill alegre.
Continuaron charlando de esto por un buen rato hasta que Pedro notó que Edmundo se la había pasado arremangándose la camisa todo el tiempo.

- ¿Te sucede algo con la ropa Ed? –le dijo.

- Sí –contestó Edmundo –siento que me va algo grande y larga.

- Yo también –exclamó Lucía mostrando su vestido.

Los cuatro hermanos notaron que la ropa que llevaban puesta les estaba yendo grande.

Pasaron casi media intentando descifrar la razón por la que estaban allí. Hasta que a Edmundo le pareció haber oído que alguien se acercaba.

- ¡Shh! ¿Qué es eso? Escuchen –dijo. Parecía que alguien caminaba sobre las hojas secas que caían de los árboles.

- Algo se acerca –exclamó Jill

- Son dos –agregó Susana
De pronto, Jill pudo distinguir lo que eran. Dos niños de su misma altura correteaban felices en la pradera. Eran un niño y una niña. Ambos gritaban algo que ellos no llegaban a oír. Llevaban puesta ropa de personas mayores que les iban enormes.

Sin perder más tiempo, Pedro y los demás corrieron a averiguar quiénes eran aquellas exaltadas personas. Se acercaron poco a poco por entre los árboles. Pronto pudieron entender lo que decían: "¡Regresamos!, ¡Hemos vuelto!" gritaban ambos. Al oír esto todos quedaron boquiabiertos y pensaron de dónde provenían y si vendrían del mismo lugar que ellos.

Lucía comenzó a caminar hacia los dos niños. Cuando estos la vieron, detuvieron sus vitoreos y la miraron fijamente.

- ¿Quiénes son? –preguntó ansiosa Lu.

- Soy Poly y él es Dígory –contestó la niña– Y tú, ¿quién eres?

- Me llamo...

- ¿Lucía? ¿Lucía Pevensie? -el niño la interrumpió- ¿Eres tú?

- ¿Cómo es sabes mi nombre?

- Soy Dígory, Dígory Kirke. ¿Te acuerdas de mí? -Lucía abrió grande los ojos. Comenzó a acercársele lentamente.

- ¿Tú eres el Profesor Kirke? Pero… él es un adulto y tú…

- Soy yo mi niña. Mira -sacó de un bolsillo de aquel abrigo enorme un pañuelo de tela color crema y lo extendió hacia ella. Lu lo tomó con delicadeza y lo observó.

- Pero este pañuelo… es mío… creí haberlo perdido…

- Lo olvidaste en mi casa de campo aquella vez. Siempre lo llevo conmigo -luego de estas palabras Lucía se abalanzó a abrazarlo y un par de lágrimas corrieron por ambos rostros- Ahora dime querida, ¿hemos vuelto al fin?

- Eso creo -dijo Lu secándose las lágrimas- Pero esta vez, todos hemos regresado.

- ¿Todos? ¿Tus hermanos también están aquí?

- Así es, también mi primo y una amiga -dijo sonriente y los señaló a lo lejos.

Lo que le siguió a esto fueron saludos, explicaciones y presentaciones. Nada demasiado relevante como para ser explicado completamente...

N/A: este fue el primer capítulo completo que escribí en toda mi vida. Cuando lo hice tenía 13 años y acababa de terminar de leer el 7mo libro de las Crónicas de Narnia, cuyo final me descepcionó. Es por eso que me decidí a escribir otro final distinto al de C.S. Lewis.
Encontré el archivo en mi computadora y lo leí, lo releí y lo volví a leer unas 15 veces. Decidí modificar algunos detalles pero no quise cambiarlo demasiado. No tiene un excelente uso del lenguaje literario, pero quise dejarlo con esas fallas ya que para mí representa un reflejo de mí misma a la edad mencionada anteriormente. De este fic tengo archivados 3 capítulos. Encontré un error bastante importante en la historia, así que tengan paciencia mientras los modifico un poco. Ojalá les guste :) (y me dejen reviews ;D)

Gracias por leer!...

... Meet me in dreams