Hola (:
Soy nueva por aqui .. pero les traigo una historia :D y espero que les guste!
Disclaimer: Los persnajes no me pertenecen: son de nuestra queridissima JKR!
Aclaraciones: Saben el final del ultimo livro de la saga, antes del epilogo? Pues ahí quedamos... olviden el epilogo xD Dejaré aqui explicito (aunque creo que entenderán) que Harry y Ginny están casados y tienen dos hijos: Martina y Jake; Hermione y Ron tambien están casados y tienen un niño: Daniel.
- Las canciones que eventualmente puedan aparecer al largo de la historia (bien como la del titulo) no tienen ningun objectivo de publicidad. Aquí están porque me gustan.
Capitulo 1
"Gravity"
- ¡Pero Hermione! Eres mi madrina, tienes que ayudarme con esto – dijo la chica más joven.
Hermione le sonreía con dulzura. Aquella niña era un amor. Con tan solo catorce años empezaría a vivir su primer amor, aprendería que era esa palabra tan abstracta: Amor. Sus ojos verdes pedían y suplicaban por ayuda, su inexperiencia estaba marcada en esos mismos ojos y le rogaban por algún consejo. Su pelo negro seguía enmarañado, casi indomable como el de su padre. Su cuerpo, que recién se desarrollaba, temblaba como el bambú y sus mejillas estaban más rojas que el pelo rojo de su madre.
- Vamos Martina, es solo un chico. ¡No son tan difíciles como lo pintas! – le contestó la castaña riendo.
- ¿Estas bromeando? ¡Estamos hablando de Scorpius Malfoy! ¡Si mi padre lo supiera me mata!
Hermione empezó a reír de buenas ganas. A pesar de todo, a Harry nunca le cayó Malfoy. Cruzaban algunas palabras como "Buenos días" o "Adiós" pero nunca más que eso. Los Malfoy eran de las pocas personas que Harry y Ron, evitaban. Por eso mismo Hermione había peleado con Ron…pero aquella no era un buen momento para pensar en eso.
- Anda, no debe ser alguien de otro mundo, Martina. – dijo la ojimiel intentando calmarla – Por lo que escuché, su ex "novia" bailaba ¿no?
La ojiverde bajó su mirada hasta el suelo. Agarró una mecha de su pelo con las manos y se puso a removerle, un gesto nervioso que agarró de su padre.
- ¿Cuál es él problema? – le preguntó Hermione al reconocer aquél gesto.
- Eso pues…Eleanor Jackson baila genial y yo… bueno, yo no sé hacerlo. – le confesó la pequeña pelinegra.
- ¿Cómo? – preguntó Hermione sorprendida - ¿Qué decís? ¿Cómo que no sabes bailar?
- ¡Pues eso! No sé bailar.
- ¡Martina! Todas las mujeres sabemos bailar, ni que sea solo mover un poco las caderas. – dijo Hermione sentándose en la cama de la chica, a su lado.
Ella la miró de ceño fruncido. Le parecía un poco raro que su madrina, la chica más estudiosa de Hogwarts y una de las mejores medimagas del departamento de Aurores dijera algo así de osado. No sabía que su madrina fuese tan desinhibida y mucho menos esperaba escuchar ese comentario de su boca.
- Aunque no lo creas, Martina, yo era una de las mejores bailarinas con tu edad. – empezó Hermione – Bueno, ¡te lo enseño!
La chica la miró de ceño fruncido. ¿Acaso era alguna broma? Le pedió ayuda, no que la hiciera hinchar de la vergüenza. Observó su madrina mientras ella se levantaba y con un movimiento de su varita hizo aparecer unas pequeñas columnas de música negras, muy similares a las de discoteca, aunque muchísimo más pequeñas. Pronto de las columnas empezó a salir una canción conocida. Su ritmo era muy lento, tocado por un piano y una voz calma y hermosa.
Something always brings me back to you
It never takes too long
No matter what I say or do
I still feel you here 'til the moment I'm gone
You hold me without touch
You keep me without chains
I never wanted anything so much
Than to drown in your love and not feel your rain
Empezó a moverse con el ritmo de esa melodía. Liberó todo su cuerpo y se soltó de su cordura. La pequeña ojiverde la miraba sin creer en lo que sus ojos veían. ¿Cómo era posible que aquella mujer supiera bailar así? Era algo no esperaba ni en sus sueños más locos. ¿Era Hermione, su madrina, medimaga del departamento de Aurores y la mejor estudiante de su tiempo en Hogwarts, quien iba a enseñarle a bailar? ¿Era Hermione una bailarina?
Set me free, leave me be
I don't wanna fall another moment into your gravity
Here I am and I stand so tall
I'm just the way I'm supposed to be
But you're on to me and all over me
Hermione seguía bailando, sumiéndose en sus propios pensamientos. Era un pequeño secreto que guardaba desde le empezaron a caer los primeros dientes, un secreto que solo había compartido con sus padres y con sus amigos que la conocían desde que aprendió a leer. Un secreto que un día, sin querer, compartió con la única persona que completaba su corazón. Y ahora lo compartía con su ahijada.
You loved me 'cause I'm fragile
When I thought that I was strong
But you touch me for a little while
And all my fragile strength is gone
- Jjajajajajaja y papa, ¿has visto como agarré la snitch? ¡Te gané! – dijo él niño de ojos azules
- ¡Si ganaste, pero yo igual agarré todas las quaffle que me lanzaron! – contestó él pequeño pelirrojo de ojos castaños.
Harry sonreía mientras seguía guiando aquél viejo coche azul oscuro. Le encantaba salir a jugar Quidditch con su hijo y con su sobrino. Como chicos que eran, tenían siempre ganas de jugar más y aprender algún truco o alguna táctica nueva. Su vitalidad era contagiante y sus energías parecían nunca terminar. Verlos crecer y aprender tan rápido cada cosa, le daba a Harry la alegría de los días grises en que la melancolía y la nostalgia de los recuerdos y malas decisiones lo invadían.
Paró el coche frente a su casa y bajó para abrir la puerta principal y así dejar que los rebeldes niños corrieran al interior hasta tirarse en el sofá riendo con sonoras carcajadas. Pronto se percató de la música que se escuchaba en la planta de arriba y dejó salir un suspiro.
- Papá, ¡Martina tiene la música alta de nuevo! – dijo él menor de los Potter con una sonrisa maliciosa en su rostro.
- Jake, no seas quejitas. Si mamá te sorprendiera tirándote en el sofá se enojaría contigo. – dijo Harry mirando los chicos con una sonrisa – Vamos, ve a jugar con Daniel, después les llevaré algo de comer.
Los chicos asintieron y salieron corriendo para ver quien era él primero a llegar al baño. Ginny tenía razón, estos chicos nunca cambiarían. Habían crecido juntos y eran como hermanos. Jake era todo un rebelde, por su mente siempre pasaban las mayores bromas, mientras que Daniel era muy inteligente y tenía siempre alguna forma de poner en práctica las ideas locas de su primo. Harry subió las escaleras para irse a la habitación de su hija. No quería que Ginny se enojara con ella de nuevo por tener la música con el volumen tan alto.
Set me free, leave me be
I don't wanna fall another moment into your gravity
Here I am and I stand so tall
I'm just the way I'm supposed to be
But you're on to me and all over me
Harry abrió un poco la puerta de la habitación de su hija. Quedó perplejo con lo que sus ojos veían. Por momentos no quería creérselo. También su hija estaba sin creerse al mirar su madrina bailar. Era impresionante la graciosidad con la que ella se movía, bailando suavemente como si nada más existiera en ese momento. Parecía que el pasado se volvía presente.
I live here on my knees
As I try to make you see
That you're everything I think I need
Here on the ground
¿Cómo olvidar aquella ropa ajustada a su figura? ¿Cómo olvidar el color rosa del tutú contrastando con su color de piel morena? ¿Cómo olvidar sus ojos miel mirándolo con cariño, amor y al mismo tiempo con pasión y temor? Era imposible hacerlo…ni pasado todos esos años. Era imposible olvidar su cuerpo bailar delante de él ocultándose inocentemente de los demás y sin percatarse, siendo observada por sus ojos de amante curioso.
But you're neither friend nor foe
Though I can't seem to let you go
The one thing that I still know
Is that you're keeping me down
You're keeping me down
You're on to me, on to me and all over
Something always brings me back to you
It never takes too long
Fue en el momento en que Hermione giró sobre su propio eje y sus ojos se cruzaron con los de Harry. Su cuerpo pareció congelarse al segundo de ver al ojiverde allí.
- ¿Papá? ¿Qué haces aquí? – preguntó la suave voz de la más pequeña ojiverde
Hermione quedó de piedra frente a él. Su mirada miel estaba posada en la verde del chico y sus mejillas se tiñeron de un rojo vivo. Con su varita hizo que la música dejara de tocar y las pequeñas columnas desaparecieron. Se hizo un silencio incomodo entre los tres, pero especialmente entre Harry y Hermione quienes no dejaban de lanzarse largas miradas.
- ¿Y? ¿Qué haces aquí? ¿Nos estabas espiando? – preguntó la niña con miedo sacando su padre de sus pensamientos.
- ¡No! Solo venía decirles que…que vengan a comer – dijo Harry algo avergonzado sin saber el por qué de su propia reacción. Hermione sólo estaba bailando, no era para tanto.
Martina miró a su madrina con miedo y ésta se limitó a sonreírle. La chica se relajó y sonrió de la misma forma diminuyendo la incomodidad que se había creado allí. Plantó un beso en la mejilla de su padre y seguida de los dos adultos bajó las escaleras hasta la cocina.
- ¡Oye! ¿Por qué estás todo sucio? – preguntó Hermione a su hijo cuando llegó a la sala.
- Estuvimos jugando Quidditch, mamá – contestó el pequeño Daniel regalándole un beso en la mejilla de la castaña – ¿Podemos ir a jugar en el jardín un rato más? ¿Por favor?
- Sí, claro – contestó Harry sonriendo.
Los dos niños salieron corriendo al jardín trasero mientras Harry, Hermione y Martina entraban en la cocina. Estaba decorada casi toda de blanco, con unos pequeños cuadros en la pared de colores naranjas, así como la mesa donde todas las noches la familia Potter cenaba. Las dos chicas se sentaron en la dicha mesa mientras Harry empezaba a preparar las sándwiches sobre las bancadas negras. Martina nunca entendió el porqué de aquél silencio incomodo que nacía entre su padre y su madrina cuando los dos estaban solos.
- ¿Cómo has aprendido a bailar? – preguntó Martina ganando la atención de su padre.
- Mi madre y su mejor amiga solían muchas veces ir al gimnasio y yo con mi amigo, Leonardo nos quedábamos solos ahí esperándolas. – empezó la castaña – hacíamos muchas bromas hasta que un día nos metimos en una clase de ballet y me encantó.
"Claro que para él fue más difícil, no le gustaba bailar, pero hice con que aceptara venir conmigo. Él era mi mejor amigo y teníamos siete años, pero aun así pedimos a nuestros amigos del colegio que nos acompañaran. En nuestro grupo de Ballet éramos seis y todos éramos muy amigos."
"Lo más difícil fue cuando cumplimos los 11 años y tuvimos que ir a los colegios y por mala suerte todos fuimos a colegios distintos. El papá de Leonardo era italiano y él se fue Italia, mientras los papás de Jody, mi mejor amiga, eran de Canadá. Los demás no entraron a Hogwarts y fueron para Francia y Alemania estudiar. Solo estábamos juntos en el verano y solíamos practicar en nuestros colegios, lejos de las miradas ajenas."
Harry se volteó al escuchar esa última afirmación de su castaña amiga y su mirada esmeralda chocó contra la mirada miel de ella. Sintió un calor atravesarle la espina y un rubor creciente en sus mejillas.
- ¡Genial! – dijo Martina contenta – ¡Daniel dijo que también cantabas en casa a veces! ¿Dónde aprendiste a hacerlo?
Harry siguió mirando la castaña. ¿Cantar? Eso era algo que desconocía totalmente de parte de la castaña. Lo del bailar era un tema completamente distinto de todo. ¿Cómo dejó escapar ese detalle? Aquél era el día de su vida que deseaba que nunca llegara, estaba reviviendo su adolescencia como si hubiera sido ayer. Nunca olvidó el movimiento de su cuerpo cuando la vio bailar por la primera vez en la sala de los Menesteres. Mucho menos olvidó lo que pasó después de acercarse a ella. Tenía que obligarse a dejar de tener aquella clase de recuerdos, tenía que apartar esas memorias de su mente y volver a la realidad.
- Si...en los mismos de estudios también cantábamos. – empezó de nuevo la castaña - Yo pasaba los días en la playa y en los estudios, así que bailaba con Leonardo en cada clase y a veces íbamos a cantar.
- ¡Qué suerte, madrina!
Harry volvió a concentrarse en los sándwiches. Hermione estaba revelando todos aquellos secretos a su hija, hablando como si él no estuviera ahí. Estaba desconcertado, pensó que su pasado estaría por siempre enterrado…pero por lo visto, había más por descubrir sobre su mejor amiga que él ignoraba.
- Madrina… ¿Puedo hacerte una pregunta? – dijo Martina apenas con un hilo de voz.
Hermione la miró con él ceño fruncido mientras Harry volvía a prestarles atención. Nunca había tenido padres y por eso siempre había tratado de resolver aquellas clases de cuestiones solo, cosa que Ginny decidió también aplicar a Martina siempre que la chica se acercaba a ella para hacerle cualquier tipo de preguntas sobre la adolescencia, chicos, novio o mismo relaciones sexuales. Para él, simplemente era vergonzoso contestar aquella clase de preguntas.
- Martina, Hermione no es tu madre - dijo él ojiverde – Cuida la lengua antes de las preguntas
- ¿Qué? Papa, tu ni sabes lo que voy a preguntar.
- Martina, hay preguntas que no se deben hacer. – respondió Harry recibiendo una mirada de reproche por la parte de Hermione – Si mamá decidió no contestarte es porque no es apropiado preguntarlo ¿no te parece?
Martina bajó su mirada resentida. La curiosidad la mataba, se sentía una adolescente idiota y perdida en aquél mundo de adultos. Su madre no hablaba con ella sobre aquellas cuestiones y tampoco su padre. Todo lo que sabía o descubría venía en libros o en relatos de sus amigas. Se sentía una verdadera idiota cuando sus amigas hablaban de determinadas cosas a las cuales ella nunca tenía argumentos para contestar.
- Decidme Martina, ¿Qué quieres preguntar? – dijo Hermione mirando al ojiverde de forma desafiante
- Yo pues… yo quería saber ... pues quería saber – empezó la chica. Miraba a su padre con miedo de decir algo que lo incomodara y a su madrina. - ¿Qué edad tenías cuando diste tu primer beso?
En el rostro de la castaña nació una sonrisa de ternura. Aquella niña que tantas veces cargó en sus brazos, paseándose por la ciudad de Londres estaba creciendo descontroladamente y ella nada podía hacer, simplemente quedaba observándola.
- Tenía tu edad, catorce años. – contestó Hermione. Se sintió como si estuviera de nuevo en Hogwarts contestando a las preguntas de los profesores.
Martina sonrió, radiante. Su madrina era la respuesta a sus preguntas y a sus dudas más tontas. Miró a su padre y se percató que él igual sonreía. Siempre supo que podía contar con Hermione, pero nunca había pensado en hacerle a ella esta clase de preguntas.
- ¿Y como fue? – preguntó de nuevo la chica
- ¿Quieres saber sinceramente? Él chico jugaba Quiddich y era un sueño… pero no sabía besar – respondió la castaña con toda la calma – Y si, me refiero a Krum. – volvió a decir, más para Harry que para la propia Martina.
Martina soltó sonoras carcajadas mientras reía con gusto de la afirmación de su madrina, al igual que Harry quien se sorprendió con esa respuesta. Hermione los miró divertida y también se puso a reír. Agradeció que la incomodidad se hubiera esfumado con las carcajadas que soltaron. Aquél momento le hizo recordar la dulce niñez que pasó al lado de Harry, aquellos momentos antes de soltar su inocencia y entregarse al único chico que amó.
- Bueno, pero ya pasó. A veces las personas parecen algo y son una completamente distinta de aquellos que dibujamos en nuestra mente y en nuestro corazón – dijo Hermione, rompiendo con las carcajadas – Y a veces las situaciones dan giros inesperados.
Harry la miró con pesar. Algo le decía que con esa última frase ella decía mucho más, habían muchas cosas escondidas detrás de esas palabras. Él peso de esa inocente frase atravesó su corazón como si fuera una navaja. Bajó la mirada cuando la de la castaña se posó en la suya.
- Hermione… ¿vas a enseñarme a bailar? – preguntó Martina rompiendo la tensión que nuevamente se había creado en aquella cocina.
- Sabes, tengo una idea mucho mejor – dijo Hermione mirando de nuevo la a pequeña ojiverde. Solo ella sabía como le dolía mirar aquello ojos curiosos iguales a los de su padre, y recordarse del pasado. - ¿Por qué no tomas clases en serio?
- ¿Clases en serio? ¿Cómo? ¿Dónde? – preguntó la pequeña ojiverde con entusiasmo.
Hermione miró a Harry, quien estaba de ceño fruncido. Para él, seguía siendo un misterio de cómo Hermione había ganado con tanta facilidad el cariño de Martina. Su hija era una bebe difícil. Muy impaciente y regañona, lloraba a cada minuto pediendo a plenos pulmones la atención deseada. Y lo peor era que con tanto llanto lograba siempre obtenerla. No cualquiera podía cargar a esa bebe siempre impacientada, pero desde un principio que Hermione, con su mirada perdida y dolida, la recibía de brazos abiertos y la pequeña niña se mantenía calmada. Hermione la cargaba durante largas horas cuando Ginny no se sentía en condiciones de hacerlo.
- Si quieres, mañana te llevo al estudio donde estudiaba yo. – respondió Hermione estirándose.
Una enorme sonrisa nació en él rostro de la niña, hasta sus ojos brillaban más que antes. No podía creerlo, finalmente podría realizar un sueño que tenía en niña. ¿Por qué cosa no lo había comentado antes con Hermione? Se maldijo por no haberse acordado que Hermione no era su mamá y que no se burlaría ni la regañaría por tener esa clase de "ideas locas" y querer hacer cosas "que no le hacían falta", como siempre le decía su madre cuando ella se lo pedía.
- ¡Cálmense las dos! – interrumpió Harry – Hermione, no pienses que vas a llevar a mi hija a algún lugar que yo ni sé donde ni como es.
Hermione rodó los ojos mientras soltó un suspiro. Ya estaba tardando la escenita del padre sobreprotector que quiere proteger a la hija de cualquier cosa. Bueno, por lo menos eso igual había pasado con ella.
- ¿Papá, no confías en mi madrina? ¿Crees que va a llevarme a algún sitio peligroso? – preguntó Martina
Harry ni supo cómo contestar. Hermione era la persona en quien más confiaba en este mundo, la que mejor lo conocía, la única por quien daría su vida. Pero eso nadie lo sabía, ni siquiera ella.
- No te preocupes Harry. Mañana por la mañana iré con ella al estudio. Y tu igual podrás venir, después decides si estas de acuerdo o no. ¿Vale?
Él asintió con la cabeza y Martina saltó para sus brazos dándole un beso sonoro en la mejilla. Sonrió de vuelta a Hermione y quedó parado mirándola mientras Martina la abrazaba y hablaba con ella. Parecían dos niñas pequeñas hablando sobre una nueva muñeca. Finalmente llegó su oportunidad. Había demasiadas cosas por descubrir sobre el pasado de la castaña, cosas que sabía había dejado pendientes cuando tenía diecisiete años. Cosas que no podía volver a dejar pasar.
Espero que les haya gustado ! Si es que hay alguien por aquí xD
