El Código Negro.
Capítulo 1: Cinco meses después.
Una figura caminaba rápidamente entre unas ramas de árbol que a cada rato se le atravesaban en el camino y a consecuencia de esto eran cortadas del tronco del árbol para que le dieran paso. El camino por el que la fisura caminaba quedaba en medio de un bosque seco, muerto en otras palabras, en el que la vegetación era muy escasa o estaba echada a perder y las ramas que habían crecido con el pasar de los años eran tan secas que no había que hacer mucho esfuerzo para quitarlas del camino, aunque eran muchas y no importaba por donde pasaras, siempre terminabas arañándote con alguna. La fisura, sin embargo, logro atravesar todo la trampa de ramas secas hasta llegar al otro extremo en donde se veía una gran mansión localizada en medio del lago pantanoso a la que podía llegar cruzando un puente de madera desgastada. La criatura no cruzo por ahí, más bien floto sobre el puente hasta llegar al otro extremo, donde estaba la entrada a la mansión, una puerta de roble exquisitamente pulida con un grabado en el medio de un ave Fénix con las alas extendidas a los lados y una ventanilla sobre este.
El extraño, a quien no se le veía el rostro gracias a una bufanda gris que cubría de la punta de su nariz para abajo, vestía de saco café, guantes grises, pantalón de mezclilla y unos zapatos al estilo minero de color negro. Su apariencia no era muy notable debido al montón de ropa que llevaba encima y solo era posible ver sus ojos de color rojo y su cabello castaño claro peinado hacia atrás, pero con unos cuantos mechones al frente.
Toco la puerta un par de veces y un segundo después la ventanilla de la puerta se abrió revelando otro par de ojos rojos del otro lado.
-Contraseña- Exigió el sujeto detrás de la puerta.
-Real mors- Dijo rápidamente el extraño.
-Puedes entrar- Dijo el otro cerrando la ventanilla y abriendo la puerta abriéndole paso al que acababa de llegar.
Cuando este entro, lo primero que vio fue a la criatura que lo dejo pasar; era un vampiro alto, calvo, bien formado y con un bigote corto debajo de su nariz. El tipo lo conocía desde hace mucho, se llamaba Magnus, era el protector de la mansión y el encargado de recibir a quienes ya hubieran entrado a la mansión y supieran la clave para entrar y salir de nuevo, vampiro por supuesto. Anteriormente había sido militar y eso era notable gracias a su apariencia ruda e intimidante a la que se le podía adherir cierto toque de disciplina, tenía como cuarenta años, pero tres mil en vida vampira.
Lo siguiente que vio fue una enorme habitación muy lujosa para estar localizada en una mansión en medio de un lago abandonado. Lo primero que vio fueron las escaleras hechas de madera de un café muy oscuro en las que en medio se deslizaba una larga alfombra roja que el extraño ya había pisado sin darse cuenta; en el techo e encontraba un candelabro de plata al que le salían varios brazos por encima, en medio y abajo del soporte, cada brazo tenía colgando unos cristales muy pequeños unidos con una cuerda y en el otro extremo había una superficie plana en forma circular en la que se encontraba una vela encendida y derretida en todos los brazos; subiendo las escaleras se hallaba otro piso con tres puertas, una en el medio, otra a la izquierda y la última a la derecha, cada una con el grabado del ave Fénix en el centro. Por otro lado, en la plataforma principal había, de ambos lados de las escaleras, dos portones en forma cuadrangular que siempre estaban abiertos y daban paso a dos diferentes áreas de la mansión y de ambos siempre salía un resplandor muy débil que apenas llegaba a tocar el piso de la planta principal; el piso de arriba era sostenido por ocho pilares –tres en una pared, dos a los lados de las escaleras, y los últimos tres en la otra pared- decorados de una especie de piedra esmeralda oscura. Las paredes, por otra parte, estaban pintadas de un elegante color café oscurecido en las que descansaban unas pinturas de escenas de batalla bien ilustradas.
-¿Vienes a ver al Maestro?- Pregunto Magnus luego de que el sujeto dejara de admirar la casa.
-Si- Respondió este sin más.
-Está en su oficina, aunque creo que eso ya lo sabías. No sale de ese lugar más que para dormir y comer- Informó.
-Todos sabemos cuáles son sus mañas, Magnus. No lo vemos más que en conferencias, pero jamás demuestra su rostro. Un sujeto misterioso, ¿no crees?
-Que si no… ¿Quieres que guarde tu abrigo?- Ofreció el vampiro.
-La bufanda, por favor- Dijo el otro quitándose la prenda de la cara entregándosela a Magnus y revelando dos pares de colmillos filosos. No parecía tener más de unos dieciocho años, pero mil en vida de vampiro.
-¿Qué tan importante es el mensaje, Leo?- Pregunto con curiosidad al muchacho, quien parecía llamarse como lo había llamado Magnus.
-Eh… Lo siento, Magnus, no se me permite revelar esa información. Fueron órdenes de él.
-Sí, sí, entiendo; todo es secreto en este lugar. Ahora vete que el Maestro ya sabe que estas aquí.
-Nos vemos después- Se despidió Leo dirigiéndose hacia uno de los portones al lado de las escaleras.
Cuando entro, con lo primero que se topo fue con un largo y lujoso comedor de madera con dos sillas en ambos extremos y otras dos a los lados, en medio de este descansaba un candelabro de plata con tres brazos y, de igual modo, con un extremo plano circular con tres velas encendidas encima de estas. El piso era el mismo que el de la planta principal, las paredes esta vez estaban pintadas de color vino tinto y en estas descansaban también cuadros con fotografías de varios vampiros. Unas parecían más antiguas que las otras y los marcos eran de diferente tamaño, pues había fotografías en las que aparecían diversos personajes, lo que hacía más ancho el marco. Prácticamente las cuatro paredes tenían varias fotografías enmarcadas que estaban revueltas con diplomas y doctorados.
Leo ignoro todo por completo y siguió caminando hasta llegar a otra puerta, la cual toco un par de veces antes de abrir esperando el pase de que podía entrar, y no tuvo que esperar mucho porque cuando menos lo pensó una voz detrás de la puerta lo dejo entrar. El muchacho entonces giro el picaporte de la puerta y la abrió lo suficiente para adentrarse en lo que era la oficina del llamado Maestro.
Las paredes de la oficina estaban ocultas detrás de tres libreros del tamaño preciso de la pared, todos repletos de libros y uno que otro pergamino enrollado por ahí; los libros, sin embargo, eran de todo tipo, desde novelas de ficción o aventura, hasta títulos matemáticos serios. Al frente del librero que quedaba delante de la entrada se encontraba un escritorio de madera en el que se veían tres hojas de papel amontonadas, un frasco de tinta y una pluma negra dentro de este, lo que indicaba que el "Maestro" escribía al estilo antiguo. Sin contar con que tenía dos estatuas de leones rugiendo a ambos lados del escritorio y también, a los lados de un librero, había dos lámparas antiguas encendidas que, a pesar de ser muy pequeñas, lograban alumbrar lo suficiente la oficina.
Leo se sentó en la silla que estaba frente al escritorio, pues a pesar de que le habían dado el pase al cuarto no había nadie dentro de este más que él y las estatuas de leones. El vampiro suspiro y se tallo el rostro pasando unos mechones de su cabello por sus dedos.
-¿Ya olvido la primera regla, joven Leo?- El vampiro al escuchar eso instantáneamente volteo al lugar de donde había venido.
-¿La paciencia es una virtud?- Respondió él no muy seguro.
-Sí. Eso significa que hay que tener paciencia para lograr lo que queremos- Dijo el Maestro dejándose ver… o bueno, más o menos.
Solo se hizo presente puesto que cuando Leo lo vio con más detalle, este estaba cubierto de los pies a la cabeza casi como el muchacho había llegado a la mansión, lo único que se podía ver bien de él era su cabello negro largo atado en una coleta en los que dos mechones se dejaban caer a los costados de su cabeza y otros pocos caían al frente de su cara y sus ojos rojos. Su rostro, sin embargo, estaba cubierto por una máscara de estilo veneciana, pero sin la típica sonrisa y ojos negros de estas, del mismo color del hierro cuando se oxida. Vestía de una camisa manga larga de cuello alto negra, encima de esta se encontraba una casulla que le cubría los hombros, el pecho y parte de la espalda de color rojo con el símbolo del Ave Fénix pintado de amarillo y naranja en el medio. Llevaba puestos unos pantalones de mezclilla igualmente y el calzado que tenía puesto consistía en zapatos negros simples.
-¡Maestro, cuánto tiempo sin verlo!- Exclamo Leo levantándose para saldar al sujeto, quien acepto el saludo.
-Lo mismo digo, joven Leo. Pero ahora, si es que no me equivoco, tú llegaste aquí para darme la información de algo.
-Es correcto, Mi Señor. Es correcto.
-Bueno, no hay que esperar más. Dime, hijo, ¿a qué se debe tu visita?- Dijo él al mismo tiempo en el que se sentaba en la silla de su escritorio.
-¿Recuerda usted a un asesino nuestro que se llamaba Alabaster Skull?
-¡Alabaster!- Exclamo- Si, me acuerdo muy bien de él. Un sujeto difícil, eh. No entiende por las buenas.
-Pues es de él de quien vengo a darle noticias porque… pues usted me pidió que lo vigilara.
-Y has hecho un excelente trabajo, Leo. No eh conocido a mejor espía que tú, sinceramente, porque para estar vigilando a alguien como Skull día y noche sin que se dé cuenta debe ser una tarea muy difícil.
-En realidad no tuve tantos problemas para hacerlo. En fin, mi reporte, Maestro, es que hace cinco meses Alabaster Skull… murió asesinado.
-¿Qué?- Pregunto el Maestro inclinándose un poco al frente- ¿Pero cómo es eso posible, porque no me habías dicho?
-Porque el camino de Aaa para acá es muy largo, Mi Señor.
-Oh, sí, olvidaba que estábamos localizados en medio de la nada rodeados por un bosque seco y muerto. Pero volviendo al tema… ¿Quién se atrevió a matar a mí mejor asesino, eh?
-E-el hijo de Algul Abadder, Maestro. Un sujeto que se hace llamar Marshall Lee, Rey de los Vampiros.
-¿Rey de los Vampiros? ¡Tonterías! Los vampiros no necesitamos de alguien quien nos gobierne, nosotros nos gobernamos solos. Y recuerda siempre esto, Leo… tú, yo, y todos nuestros hermanos que están allá afuera, somos superiores a todo. Las criaturas nos temen, el miedo se muere de vergüenza al ver que somos más capaces de lo que él es, la vida eterna nos pertenece e incluso somos leyenda entre las pesadillas de niños y adultos. Un rey no marca la diferencia.
-No, pero fue un rey quien mato a nuestro mejor asesino, Maestro. Y me preguntaba lo que haría, si no es mucha molestia saber.
-Bueno, considerando que no soporto que nada ni nadie mate a mis hermanos, entonces creo que tendré que darte otra misión un poco más importante que la anterior, Leo.
-Estoy dispuesto a hacer lo que sea, Maestro.
-Adoro tu entusiasmo, chico. Mira, quiero que regreses a la Tierra de Aaa lo más pronto que puedas, te daré un método de transporte más rápido esta vez para no desperdiciar tiempo, me parece que así llegaras como un día después o tal vez en unas cuantas horas. Como sea, cuando llegues quiero que hagas todo esto- Le ordenó, entregándole un pape que Leo tomó- Y después quiero que dejes este mensaje- Volvió a decir, tomando una hoja de su escritorio para luego empezar a escribir algo en esta. Una vez terminado el mensaje, el tipo de la máscara veneciana lo doblo y de uno de los cajones del escritorio saco un sobre para carta, en el que metió el mensaje y se la entrego a Leo- Que no se te ocurra leerlo porque es una sorpresa que te tengo a ti también.
-Maestro, ¿pero que tiene pensado hacer?
-Te repito, Leo, que no acepto que alguien masacre a los míos. Desde el momento en que el tal Marshall Lee mato a Skull, me reto a mí a un juego, y ese juego se dará por empezando cuando nuestro "supuesto rey"- dijo haciendo comillas en las dos últimas palabras-, lea la invitación que le hice ¿Qué es? Quien sabe ¿Quién la manda? Ni tú ni yo sabemos hasta que sea leída ¿Por qué no tiene el nombre de quien la envía? Eso no es de la incumbencia de nadie.
El muchacho se quedo sin entender muy bien. O su Maestro había perdido la razón, o la forma en la que le relataba lo que hiciera era uno más de sus diálogos de misterio. Pero sin replicar una sola palabra Leo escondió la carta en los bolsillos de su saco e hizo una reverencia ante el otro sujeto para después darse media vuelta avanzando a la puerta para partir de nuevo a la Tierra de Aaa en el rápido transporte que se le habría de asignar, pero antes de que tocara el picaporte, la voz del Maestro lo hizo detenerse.
-Leo, antes de irte ¿podrías repetirme el nombre de quien mato a Alabaster Skull?- Pidió.
-Sí, señor. Su nombre es Marshall Lee.
-Gracias. Ya puedes irte- Y entonces Leo abrió la puerta y salió de la oficina.
Cerró la puerta con cuidado para no causar molestias volviendo a llegar a la sala del comedor, la cual atravesó hasta llegar a la planta principal, en donde aun estaba Magnus sentado en un banco para cuidar la entrada de la mansión. Y cuando este vio a Leo dirigiéndose a la puerta, el vampiro tomo la bufanda gris del muchacho y se la entrego y al momento de recibirla este se la paso por el cuello varias veces hasta que la prenda cubrió la mitad de su cara, se despidió de Magnus y salió de la mansión, y justo en la entrada de esta se abrió un portal tomando por sorpresa a Leo. Este al saber que era el transporte del que le había hablado su maestro no dudo en atravesarlo para después desaparecer en el aire junto con el portal dejando nuevamente la mansión como si fuera un desierto.
….
Fionna estaba sentada en el sofá de su casa buscando algo dentro de su mochila verde, algo que no podía encontrar considerando la expresión de enojo en su cara y la forma en la que movía su mano dentro de la maleta, pero nada. Ya había buscado ese objeto por todas partes, debajo de los sillones, en su habitación y hasta en el baño, ¿y lo había encontrado? No. Necesitaba saber con desesperación algo y el no poder encontrar lo que buscaba le impedía hacerlo. Suspiro, harta de no poder dar con nada y aventó su mochila a otro lado del sofá y después apoyo sus codos en las rodillas y su mentón en sus manos pensando en donde pudo haber dejado eso que tanto le urgía encontrar.
-¿Buscabas esto?- Pregunto una voz muy conocida para Fionna mostrándole el Enchiridion al frente. La humana volteo hacía arriba y se encontró con el sonriente rostro de su novio, quien flotaba boca abajo encima de ella- Hola, Fi. Te extrañe, dulzura- Agrego él flotando un poco más y dejándose caer sentado encima del sofá al lado de su novia, a quien le regalo un beso en los labios y después le tendió el Enchiridion al momento de separarse.
-¿De dónde sacaste esto, Marshy?- Dijo ella tomando el libro.
-Qué manera de recibirme, oye. Ni porque te di lo que buscabas- Fionna alzo una ceja. Conocía bien las mañas de Marshall para creerse eso y este, al darse cuenta de que ya no le era posible engañarla como antes tuvo que resignarse a decir la verdad- Ay, de acuerdo, tome el libro ese para verte.
-Pudiste haber tocado la puerta, simplemente- Dijo ella empezando a hojear el libro.
-¿Qué tiene de divertido tocar una puerta cuando puedes entrar por una ventana sin que tu novia lo sepa?
-No lo sé ¿Qué tiene de divertido?- Pregunto ella girándose a ver a Marshall.
-Que puedo… ¡atacarte por sorpresa!
Y entonces se abalanzo contra Fionna haciendo que esta soltara el libro y cayera al piso junto con Marshall, quien al tener a Fionna descuidada aprovecho para besarla y ella a él también. No era la primera vez que, en los cinco meses que llevaban de estar juntos, Lee hubiera hecho eso. Ya había sorprendido a Fionna de esa manera incontables veces y, cierto día en que ocurrió lo mismo, ambos pudieron llegar al Nivel Quince. Claro, en la casa de Marshall para que Cake no entrara y los encontrando teniendo una escena comprometedora encima de la cama. Pero dejando eso de lado, antes de que las cosas llegaran como lo hicieron aquella vez, Fionna empujo al vampiro al lado dejándolo recostado a su lado para después inclinarse un poco a él y decirle:
-Sera otro día, galán. Por ahora estoy ocupada- Le dijo levantándose del suelo, cogiendo el Enchiridion y prepararse para hojearlo otra vez.
-¿Puedo saber que tan importante es eso que buscas en esta cosa vieja?- Pregunto Marshall flotando al lado de ella revisando lo que había escrito.
-Estoy buscando una manera de hacerme inmortal, para estar juntos por siempre- Marshall la miro sorprendido.
-Fi, ya habíamos hablado de eso, ¿recuerdas? Esto tomara su tiempo, no es fácil conseguir la inmortalidad.
-Puedes convertirme en vampiro, es más fácil así.
-Tampoco quiero que cargues con ese peso, Fi. El ser vampiro significa varias cosas, la mayoría más malas que buenas, y aunque vivirás por siempre vas a tener que pagar un precio y extrañaras ser humana de nuevo, como yo hace tiempo.
-Yo no le veo lo malo porque estaría contigo por la eternidad. Además yo te lo estoy pidiendo, no es en contra de mi voluntad.
-Es que no puedo hacerlo. Hace como ochocientos años que no muerdo a nadie, ni siquiera para beber sangre. No, no, no, mejor habrá que esperar a que se nos presente otra oportunidad… ¿sí?
-Bueno… está bien- Acepto la humana no muy convencida de lo que dijo su novio. Al ver que su chica estaba empezando a enojarse, Marshall la rodeo de repente los hombros de Fionna con su brazo y la atrajo hacia él dándole otro beso, el cual ella gustosamente correspondió.
La cosa ya estaba empezando a ponerse buena cuando de repente la puerta se abrió y alguien los interrumpió.
-¡Ay, no puede ser!- Marshall y Fionna al momento se separaron sonrojados y miraron a la puerta, donde se encontraba Cake con las manos en la cintura no muy feliz de lo que vio en cuanto entro a su casa- ¿Siempre que entre tengo que encontrarlos compartiendo saliva?
-¡Cake!- Exclamo Fionna ante el comentario de su hermana.
-Fionna, pues por favor. Sé que se amán, pero no es para invadir la privacidad de los demás. Ya hasta parece que Marshall Lee vive aquí.
-¿A ti que te importa, gata?- Le dijo el vampiro de manera burlona.
-¡Me importa porque es de mi hermanita de quien estamos hablando, colmilludo!
-¡Y también es de mi novia de quien estamos hablando, orejona!- Contraataco Lee.
-¡Mira quien lo dice! ¡Tus orejas son del mismo tamaño que las mías, baboso!
-¡Por lo menos yo no tengo pelo en todo el cuerpo y no soy chaparro!
-Oh, amigo, ese fue un golpe bajo- Comento la felina y al momento se lanzo contra Marshall terminando en una de sus clásicas peleas que tenían antes. Y si, Cake y Marshall Lee seguían igual a pesar de que el Rey Vampiro iba a convertirse en su cuñado.
-Ay no- Murmuro Fionna viendo como su novio y su hermana se agarraban a arañazos y golpes en el suelo. Y tal y como lo hizo cinco meses atrás, cuando estaban metidos en el lio de Alabaster y la posible muerte de Marshall, agarro el extintor y roció a la gata y al vampiro logrando que estos se separaran con el cabello pintado de blanco gracias al gas que lanzo el objeto.
-No sé porque pero esto se me hace muy familiar- Dijo Lee sacudiéndose la ropa- Fi, estaba muy a gusto enseñándole a tu gata ruidosa quien manda.
-¿¡Perdón!? Si la que te estaba dando tus pataditas era yo- Se defendió Cake.
-¡A ver ya los dos!- Exclamo la humana llamando la atención de ambos- Es obvio que ustedes dos no han mejorado desde lo que paso hace cinco meses, así que vamos a establecer reglas aquí. Marshall, deja de insultar a Cake a cada rato.
-¿Ya oíste, niño bonito?- Pregunto Cake creyendo que había triunfado.
-Eso también va para ti, Cake, porque si no empieza él empiezas tú- Contradijo ella.
-En tu cara, gata- Comento Marshall y Cake le mando una mirada asesina.
-Ninguno de los dos puede golpearse, rasguñarse, golpearse, patearse, insultarse y tampoco mandar al otro a una dimensión lejana. Marshall, te miro a ti- El chico solo sonrió y se encogió de hombros recordando aquella vez en la que él y Cake tuvieron una pelea similar y, harto, el vampiro la mando a otra dimensión con su Guitarra-Hacha, pero cuando Fionna se entero tuvieron que entrar para salvarla de convertirse en la cena de una avestruz gigante de tres ojos.
-Que chiste ¿Para qué quiero un vampiro de pariente si no puedo pelear con él?
-Porque sabes que perderás, bola de pelos. Ahora déjanos a Fionna y a mí… disfrutar del momento- Agrego Marshall flotando detrás de Fionna. Esta, de repente, termino en los brazos de Lee, quien abrió la puerta y se detuvo a darle un último mensaje a Cake antes de irse- Nos vemos luego.
-¡Adiós, Cake, regresare tarde!- Grito Fionna para que su hermana la oyera mientras que su novio se la llevaba flotando entre los aires.
-Ay, estos jóvenes enamorados- Suspiro para después irse a su cama planeando dormirse un buen rato.
Fionna y Marshall, por otra parte, seguían flotando en el aire sin ningún rumbo preciso puesto que Lee solo quería salir de la Casa del Árbol para que Cake lo dejara en paz de una buena vez. Y cuando estuvieron lo suficientemente lejos, este fue aterrizando poco a poco hasta tocar el piso suavemente con sus pies, a los que también se había acostumbrado desde que volvió a ser vampiro. Bajo a su novia de sus brazos y la miro sonrientemente como si esperara la respuesta de algo, cosa que la confundió un poco y miro a Marshall Lee con una ceja alzada. El vampiro simplemente soltó un par de risillas para después decir.
-¿Qué, no nos vamos a quedar aquí toda la noche, cierto?
-Pensaba que tú eras quien debía llevarme a algún lugar. Tú eres el caballero, Marshall.
-Y tu mi dama- Dijo besándole la mano- ¿Qué quieres hacer? ¿Correr con lobos, matar monstruos, robarle su oro a los duendes, una cena romántica? Lo que tú me pidas.
-Muy bien, amigo, ¿Quién eres tú y que le hiciste a mi novio?
-Fionna, por favor, tu eres la razón de mi existencia… o bueno… más o menos… pero es por eso que quiero complacerte en todo. Tengamos una buena aventura de noche, hagamos algo como los buenos bandoleros que éramos cuando me conociste ¡Por favor, Fi, soy el Rey de los Vampiros, puedo hacer grandes cosas!
Poco antes de que Marshall dijera eso, de repente se oyó un grito espeluznante que vino desde el Dulce Reino, cosa que llamo la atención de Fionna y, sin pensar, tomo rumbo en dirección a las tierras del Príncipe Gumball. Marshall la siguió por detrás también atraído por el grito que acababan de escuchar. No era que fuera muy fanático del sufrimiento de las personas a mitad de la noche, aunque debía aceptar que hace ochocientos años la forma en la que cazaba para tomar la sangre de sus presas podría considerarse como un "gusto al sufrimiento de los demás" Pero con el transcurso de los siglos su facha de asesino fue desapareciendo poco a poco hasta convertirse solo en el vampiro rockero buena onda que era, solo que cosas como esas lo atraían de cierta forma que no podía explicar. O era eso, o debería dejar de ver tantas películas de misterio.
Cuando llegaron al Dulce Reino encontraron que varios de los habitantes de este estaban en bola rodeando un árbol, en donde seguro estaba la causa del grito que oyeron. Se acercaron abriéndose paso entre la multitud de Dulce Gente que rodeaba el árbol y, cuando llegaron, encontraron que en una de las ramas del árbol estaba colgado una de la paletas heladas que vivían por esos rumbos. La humana y el vampiro se miraron sorprendidos por lo que vieron y después regresaron a ver al habitante colgado con una cuerda atada en su cuello mientras escuchaban los murmullos de confusión y miedo alrededor nada más por ver una escena como esa que, honestamente, hizo que Marshall también se sorprendiera.
-¿¡Quien lo hizo!?- Le pregunto el vampiro a todos señalando el cadáver en el árbol- ¡Respondan! ¡Alguien debió haber visto a quien hizo esto!
-No vieron a nadie, Marshall Lee- Dijo el Dulce Príncipe, quien había llegado de la nada también abriéndose paso entre sus habitantes- Acabamos de preguntarle a varios y todos dicen que no vieron a nadie. El cuerpo apareció de la nada colgado.
-Pero que gran nivel de seguridad tienes en tu reino, hombre de chicle- Comento Marshall claramente burlándose de Gumball.
-Marshall, esto es serio, no vayas a empezar con tus juego de sarcasmo- Dijo Fionna- ¿Ya revisaron el cuerpo, príncipe?
-Nadie lo ha tocado, ni siquiera yo porque acabo de llegar.
-¿A si? Pues habrá que empezar si queremos saber quien mato a… esta cosa- Decía Lee flotando encima del cuerpo y tomando la cuerda entre sus manos.
-¡Marshall Lee, nos vayas a cometer una locura!- Advirtió Fionna.
-¡Oh, vamos, que tanto puede pasar!
Ignorando las advertencias de su novia, Marshall Lee mordió la cuerda en la que el cuerpo estaba colgado con sus colmillos y esta se rompió, lo que provoco que el cadáver cayera en seco al piso boca abajo. Y cuando este cayó todos y cada uno de los ciudadanos pudieron ver que tenía, marcado en la espalda, un dibujo de un ave Fénix con las alas extendidas junto con una carta encajada dentro del cuerpo. Esto último llamo la atención de Marshall y se preparo para tomarla, pero antes de eso Gumball se lo impidió y quien tomo el sobre fue él, pero usando guantes de plástico para no correr el riesgo de borrar las huellas digitales de quien dejo el sobre en el cuerpo de la paleta helada. Cuando lo saco, el frente estaba en blanco, no había nada más que las manchas de nieve heladas del interior del cuerpo que acababan de encontrar, pero ni volteándolo por el otro lado encontró nada.
-No tiene nombre -Informo el Dulce Príncipe- Es anónima…
¡Y aquí termina el primer capítulo, mis chavos! Aquí tienen lo que paso cinco meses después de la muerte de Alabaster y el rollo de la muerte de Marshall.
Lamento si es corto o muy largo, pero como es el primer capitulo pensé que debería ponerle una entrada simple, no tan larga. Pero bueno, para esos que tienen dudas del fic anterior pueden mandarme un mensaje privado en Fanfiction y con mucho gusto yo se los responderé, así como lo hice con Paqs. Ah, y para aquellos que se quieren saber quien es el llamado Maestro, eso se los explicare también cuando me manden mensajes. Y solo quiero dejar otra cosa bien clara, esta es una secuela de De regreso a mi vida, pero tal vez el titulo El Codigo Negro, no tenga mucho que ver con la historia anterior. Con esto quiero decir que tal vez esta secuela no lleve mucha involucración de la historia anterior, pero no se preocupen, intentare hacerla igual de buena que la otra y hare lo posible porque se conecten bien.
No dejare agradecimientos porque apenas es el primer capi, pero si recibe Reviews les aseguro que su nombre aparecerá mañana en la última parte del segundo capitulo. Cuidense y que tengan un feliz Viernes. Adios.
Riux, Chaitoo.
