AMOR EN CUSTIODIA
Hija única, heredera de dos magnates, Serena Tsukino ha nacido rodeada de lujos, nada le ha faltado, pero en este caso requerirá a un guardaespaldas, junto a Darién Chiba vivirán aventuras, adrenalina, peligros y una bella historia de amor.
CAPITULO 1
PRIMER DIA
Kenji Tsukino es el dueño de una de las empresas de tecnología más grandes de Japón, su esposa es heredera de una famosa empresa de exportaciones e importaciones. Viven junto a su única hija Serena, una chica de 17 años, de cabellos rubios y largos, de ojos azules claros como el cielo, piel blanca como la porcelana, alta para su edad y con un cuerpo de infarto para cualquier hombre.
Serena ha nacido y vivido rodeada de lujos, consentida de sus padres y también de los empleados de la gran mansión en donde vive. Serena tenía un buen corazón, era amable con todos, para ella no existían diferencias entre las personas con menos suerte, como les decía a la gente menos adinerada.
La vida de la familia Tsukino transcurría de lo más normal, hasta que un día el Sr. Kenji recibió una carta anónima que decía que su hija sufriría las consecuencias por un negocio que él había hecho. Esto asusto a los padres de Serena que inmediatamente le contrataron un guardaespaldas para que la protegiera todo el tiempo. En realidad el Sr. Kenji quería dos custodios, pero Serena se opuso, jamás había necesitado de guardaespaldas, y tener dos de repente le parecía demasiado.
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-El lunes comienza a trabajar Sr. Chiba, puede instalarse este fin de semana si usted lo desea, su habitación esta lista para que la disponga cuando quiera- Dijo el padre de Serena apretando la mano de Darièn, en señal de saludo.
-Ese mismo día conocerá a mi hija, tiene un curriculum impresionante, es justo lo que necesitamos para nuestra princesa- Darién hizo una mueca al oír esto último- seguro es una niña tonta y malcriada- pensó.
Al salir de la oficina del Sr. Kenji se dirigió a su casa, al llegar se puso a hacer las valijas, saco del placard sus mejores trajes, los cuales eran su uniforme, un par de jeans, camisas, corbatas, medias, zapatos, zapatillas, y objetos personales. –Como será tener que trabajar para una niña malcriada- pensó Darién mientras conducía su Ferrari roja dirigiéndose a la casa Tsukino. Había trabajado con bancarios importantes, políticos, empresarios extranjeros; viajo mucho gracias a eso y aprendió a hablar cinco idiomas, le gustaba el trabajo y la paga no estaba nada mal.
En la gran mansión de los Tsukino el guardia de la entrada tomaba los datos a Darièn.
-Puede pasar Sr. Chiba- Darièn pasa con su automóvil y llega a la puerta de la mansión pintada de rosa pálido, en frente había una gran fuente con una escultura estilo europeo.
La mansión de la familia Tsukino abarcaba casi dos manzanas, tenía un jardín enorme con rosas, una piscina de ensueño, cancha de tenis, una cancha pequeña de golf- seguramente el lugar favorito del Sr. Kenji- pensó.
-Buenos días Sr. Chiba, mi nombre es Artemis y soy el mayordomo, sígame por favor- Le dijo un hombre alto, de gran porte, canoso y vestía un jacket negro.
-Esta será su habitación- abriendo la puerta de una gran habitación, Darièn quedo boquiabierto al observar cuán grande era.
-Muchas gracias Artemis- Este asintió y se retiro del lugar.
Darièn miraba su nueva habitación, era perfecta, como a él le gustaba, es como si hubiesen adivinado sus gustos, las paredes eran de un azul marino, con detalles en plata, los muebles eran modernos, tenía un equipo de música, un LCD de 42', consolas de videojuegos, DVD, un gran estante con películas y CDs de música, la cama era de 2 ½ plazas, con sabanas blancas y bordes azul marino, haciendo juego con el acolchado.
Se dispuso a dormir un rato para luego ordenar sus pertenencias y quizás conocer un poco la casa en donde viviría por un tiempo.
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El lunes en la mañana Darién estaba en su habitación vistiéndose, se puso una camisa blanca, un traje negro que hacia juego con su corbata negra, medias y zapatos negros, tomo su pistola y la puso en la cintura dentro del pantalón, agarro sus gafas negras y se dirigió a desayunar.
Mientras en el gran comedor se encontraba Serena con sus padres tomando el desayuno.
-Princesa hoy te presentare el guardaespaldas que te acompañara a partir de hoy a donde vayas- Dijo el Sr. Tsukino tomando un sorbo de su café.
Serena hizo un puchero –Papá ¿es necesario? Me voy a ver ridícula con un tipo siguiéndome hasta en el baño-
-Si es muy necesario princesa, no estaré tranquilo sabiendo que andas sola por ahí después de lo que paso- bajo la mirada hacia su plato con los ojos llorosos.
Serena noto esta cierta tristeza en los ojos de su papá- Esta bien papi, lo hare por ti- y le regalo una gran sonrisa.
-Así me gusta mi niña- una vez que terminaron de desayunar, Serena estaba sentada en el gran sillón que tenía su papá en el despacho, éste hizo una llamada y Darièn apareció en la puerta.
-Pase Sr. Chiba por favor-
-Gracias-
-Le presento a mi hija Serena, Serena el Sr. Es Darièn Chiba será tu guardaespaldas- Serena se encontraba de espaldas a Darièn, se levanto y se dio vuelta, quedo sorprendida con lo que vio, Darién no era nada de lo que se imaginaba, él era alto, musculoso, puro fibra, con unos ojos color azul zafiro que la hechizaron, no tenía el pelo tan corto como era usual en los custodios de su papá, y sobre todo Darién era joven, de unos 26 años, porque sus padres habrán contratado un guardaespaldas tan joven pensó.
-Buenos días señorita- saludo Darién sin poder evitar escanearla con la mirada, Serena no era una niña como pensó, tenía el uniforme del colegio, faldita escocesa azul francia, camisa pegada al cuerpo blanca, un bléiser azul marino sujeto a la cintura, una cinta azul francia que representaba la corbata, medias blancas hasta el muslo y zapatos negros con un poco de tacón, sin duda iba en uno de esos colegios para gente rica. Esa chica era un morbo, pensó.
-No se separe de mi princesa- Dijo el Sr Kenji abrazando y besando en la mejilla a su hija, haciendo volver a la realidad a ambos chicos que se miraban fijamente.
-No se preocupe Sr Tsukino, no me despegare de su hija- dijo mirándola de los pies a los ojos, sin que viera el Sr Kenji por supuesto sino ahí mismo lo despedirían y tirarían sus restos en una zanja.
-Bueno ya váyanse que llegaras tarde a clases princesa- Le dijo el Sr Kenji dándole un beso en la frente a su hija, y salio del despacho.
-Vamos- Serena salio después de su papá – ¿No me digas que iras con esa ropa?- Girando para mirarlo de arriba abajo.
-¿Que tiene de malo mi ropa?- pregunto extrañado tomando el saco con las manos.
-Es muy… formal, pero bueno ahora ya no hay tiempo para que te cambies-
-Siempre me visto así para trabajar- mientras se ponia las gafas negras. Subieron al Mercedes.
-¿Este es su auto?- mirando al chofer canoso que se subió en el asiento del piloto.
-Sí, es que mi papá no quiere que lo maneje sola, piensa que soy una niña todavía-
-Y lo eres- dijo casi como un susurro que ella no lo escucho.
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El chofer bajo y le abrio la puerta a Serena, por el otro lado bajo Darién y la siguio unos pasos atrás.
-No tan cerca-
-No me puedo alejar mas- que él este tan cerca la hacía sentir rara, como una presa sin libertad pero también la ponía nerviosa y no sabía porque.
-¡Sere!- Le grito una chica rubia que iba entrando a la escuela.
-Hola Mina ¿cómo estás?-
-Ah vemos que hoy vienes acompañada eh…-
-Ah sí, es el guardaespaldas que contrato mi papá para mi- Dijo con desaliento.
-Ay pero si esta de muerte Serena- le dijo Mina, casi como un susurro acercándose a su hombro.
-¿Tú crees? No me había fijado- Con desinterés dijo, aunque en realidad Mina no estaba equivocada, Darién es muy guapo, pensaba. El sonido del timbre la saco de sus pensamientos.
A la salida Serena se despidio de sus amigas, Darién se acerco y le pregunto.
-¿Espera a alguien?-
-Si a un amigo, me invito a ir a la heladería, pero no me trate de usted por favor, me hace sentir extraña- le sonrío.
Darién se sorprendio, nunca le habían dicho eso las personas para las cuales trabajo, quizás sea por la edad de ella, pensó.
-Está bien, pero tú tampoco me trates de usted, me puedes decir Darién- devolviéndole la sonrisa. Se quedaron mirando hasta que un grito los interrumpio.
-¡Hola bombón!- Un chico alto vistiendo el uniforme del colegio la abrazo y dio un beso en la mejilla. – ¿El es tu guardaespaldas? Se ve muy joven- A Darién se le dibujo una sonrisa orgullosa en el rostro.
-Sí, el es mi guardaespaldas, el tendrá que acompañarnos-
-Puede quedarse en el auto- mirando a Darién con desafío. –Así estaremos más tranquilos bombón- la abrazo por los hombros con un brazo.
-Lamento informarle pero eso no podrá ser- Dijo Darien con voz determinante.
-Eso lo veremos- Dijo el chico de coleta. –Bombón puedes ordenarle a tu empleado que nos deje a solas un momento-
-No puedo Seiya, mi papá fue muy estricto con que no me deje sola ni siquiera un momento- esto sin duda sorprendió a Darién, el pensó que ella le iba a decir que los deje solos, pero no lo hizo, eso lo puso… ¿contento?
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