¡Hola todo el mundo!

Sip, por fin estoy de regreso. Después de pasarme algunas semanas estudiando como demente (llegué a superar en histerismo a Hermione), de enterrarme debajo de toneladas de información por aprender, de desaparecer mis uñas y después de aprobar mi examen de titulación.

O si, aprobé mi titulación.

Y eso me pone muy que pero muy feliz.

Como les dije, vuelvo con una nueva historia Harry-Hermione… ¡Es que esta pareja es tan linda!

Al igual que mi fic anterior, TreintayseistarjetasdeSanValentín, esta historia también es una fanfictionalización. Por lo tanto nada de esto me pertenece; ni los personajes, ni las situaciones, ni los lugares ni nada de nada.

No saco ni un solo centavo de esto; solo el gusto de compartir con ustedes una linda historia en una pareja que nos gusta.

Repetición y en mayúsculas para que después no me hagan líos: NADA DE ESTO ES MIO.

El nombre del libro original y el nombre del autor se los diré en el último, último de los capítulos.

Lo digo y lo repito: nada de esto me pertenece.

Ahora si, los dejo con el primer capítulo de esta nueva historia.

El Caza fortunas

Capítulo 1

La invitación más deseada de esta semana parece ser la próxima cena que ofrece lady Malfoy, que se realizará la noche del martes. La lista de invitados no es larga, ni notablemente exclusiva, pero se han divulgado cuentos de la cena del año pasado o, para ser más específica, del menú. Y todo Londres, más especialmente aquellos de mayor relevancia, está ansioso por participar.

Esta Autora no fue obsequiada con una invitación y por lo tanto debe sufrir en casa con una jarra de vino, una hogaza de pan, y esta columna, pero ay, no sientas pena, Querido Lector. A diferencia de aquellos que asistirán al próximo espectáculo gastronómico… ¡esta Autora no tiene que escuchar a lady Malfoy!

Ecos de sociedad de lady Whistledown, 27 de mayo de 1816

Hermione Granger suponía que la noche podía empeorar pero, a decir verdad, no podía imaginar cómo pudiera hacerlo.

No había deseado en lo más mínimo asistir a la cena de lady Malfoy, pero sus padres habían insistido… así que aquí estaba, intentando ignorar el hecho de que su anfitriona, la ocasionalmente temida, ocasionalmente burlada, lady Malfoy tenía una voz bastante parecida al espantoso sonido de las uñas sobre una pizarra.

Hermione también estaba intentando ignorar los ruidos de su estómago, que había esperado recibir algún tipo de alimento al menos una hora antes. La invitación había dicho a las siete de la tarde, así que Hermione y sus padres, el conde y la condesa de Gryffindor, habían llegado elegantemente media hora más tarde, con la expectativa de ser conducidos a la cena a las ocho. Pero allí eran casi las nueve y no había señales de que lady Malfoy pretendiera privarse de hablar para comer en ningún momento próximo.

Pero lo que Hermione más intentaba ignorar, por lo que en realidad hubiese huido de la habitación para esquivarlo si hubiese sido capaz de encontrar la manera de hacerlo sin provocar una escena, era al hombre que estaba parado a su lado.

-Era un tipo alegre-bramó Cormac Mclaggen, con esa jovialidad que surge haber consumido un poquito más de vino del que uno debía-Siempre listo para un poco de diversión.

Hermione sonrió tensamente. Él estaba hablando de su hermano Ronald, que había muerto casi un año atrás, en el campo de batalla en Waterloo. Cuando ella y el señor Mclaggen habían sido presentados, había estado entusiasmada por conocerlo. Había querido desesperadamente a Ron y lo extrañaba con una ferocidad que a veces la dejaba sin respiración. Y había pensado que sería maravilloso oír historias de sus últimos días de parte de uno de sus camaradas.

Excepto que Cormac Mclaggen no estaba contándole lo que ella quería escuchar.

-Hablaba sobre usted todo el tiempo-continuó él, aunque ya había dicho lo mismo diez minutos atrás-Excepto…

Hermione no hizo más que parpadear, sin querer alentar más aclaraciones. Esto no podía terminar bien.

El señor Mclaggen la miró con los ojos entrecerrados.

-Excepto que siempre la describió como "todo codos y rodillas con trenzas torcidas".

Hermione tocó suavemente su rodete expertamente peinado con la mano. No pudo evitarlo.

-Cuando Ronald se marchó al Continente, sí tenía trenzas torcidas-dijo ella, decidiendo que sus codos y rodillas no necesitaban más discusión.

-Él la quería mucho-dijo el señor Mclaggen.

Su voz era sorprendentemente suave y atenta, suficiente para captar la completa atención de Hermione. Tal vez no debería ser tan rápida para juzgar. Quizá Cormac Mclaggen si tenía buenas intenciones.

Era ciertamente de buen corazón y bastante apuesto, formando una figura bastante elegante en su uniforme militar. Ronald siempre había escrito sobre él con afecto, e incluso ahora, a Hermione le costaba bastante pensar en él de otro modo que como "Cormic." Tal vez era un poquito diferente. Tal vez era el vino. Tal vez…

-Hablaba elogiosamente sobre usted. Elogiosamente-repitió "Cormic", probablemente para dar énfasis extra.

Hermione simplemente asintió. Extrañaba a Ron… aunque estuviese dándose cuenta de que él había informado aproximadamente a mil hombres de que ella era una boba flacucha.

Cormac asintió.

-Decía que usted era la mejor de las mujeres, si uno podía mirar bajo las pecas.

Hermione comenzó a buscar disimuladamente las salidas, tratando de encontrar una escapatoria. Seguramente podía fingir un ruedo desgarrado o una horrible tos de pecho.

Cormac se acercó para observar sus pecas.

O la muerte. Su dramático fallecimiento seguramente terminaría como la historia principal en el Whistledown de mañana, pero Hermione casi estaba lista para intentarlo.

Tenía que ser mejor que esto.

-Nos contó a todos que tenía pocas esperanzas de que usted se casara alguna vez-dijo Mclaggen, asintiendo de un modo muy amistoso-Siempre nos recordaba que usted tenía una dote tremenda.

Eso era suficiente. Su hermano había estado usando su tiempo en el campo de batalla para rogar a los hombres que se casaran con ella, usando su dote, a diferencia de su apariencia o, Dios no lo permita, su corazón, como el atractivo principal.

Era típico de Ronald haber muerto antes de que ella pudiera matarlo muy dolorosamente por esto.

-Tengo que irme-se le escapó.

"Cormic" miró alrededor.

-¿Adónde?

A cualquier sitio.

-Afuera-dijo Hermione, esperando que eso fuera explicación suficiente.

El ceño de Cormac se frunció con confusión mientras seguía la mirada de ella a la puerta.

-Oh-dijo-Bien, supongo…

-¡Allí estás!

Hermione se dio vuelta para ver quién había logrado apartar la atención de Cormac de ella misma. Un caballero alto vistiendo el mismo uniforme que Mclaggen caminaba hacia ellos. Excepto que, a diferencia del joven con el que había estado conversando, se veía... peligroso.

Su cabello era de un negro oscurísimo y sus ojos eran… bien, no podía decir de qué color eran a dos metros y medio de distancia, pero realmente no importaba, porque el resto de él era suficiente para aflojar las piernas de cualquier joven dama y convertirlas en mantequilla. Sus hombros eran anchos, su postura era perfecta y su rostro se veía como si debiera ser tallado en mármol por el mejor de los escultores.

-Potter-dijo Mclaggen-Es condenadamente bueno verte.

Potter, pensó Hermione, asintiendo mentalmente. Debía ser Harry Potter, el mejor amigo de Ron. Ronald lo había mencionado en casi todas las cartas, pero claramente nunca lo había descrito en su justa realidad o Hermione hubiese estado preparada para este dios griego parado frente a ella. Por supuesto, si Ronald lo hubiese descrito, simplemente se hubiera encogido de hombros y dicho algo como "Un tipo de apariencia regular, supongo".

Los hombres nunca prestaban atención a los detalles.

-¿Conoces a lady Hermione?-preguntó Cormac a Harry.

-Mione-murmuró él, tomando la mano ofrecida de ella y besándola-Perdóneme. No debería tomarme tanta libertad, pero Ronald siempre la llamaba así.

-Está bien-dijo la castaña, sacudiendo apenas la cabeza-Ha sido bastante difícil no llamar "Cormic" al señor Mclaggen.

-Oh, debería hacerlo-dijo Cromac afablemente-Todos lo hacen.

-¿Entonces Ronald escribía sobre nosotros?-inquirió Harry.

-Todo el tiempo.

-Él la quería mucho-dijo Harry-Hablaba sobre usted con frecuencia.

Hermione se estremeció.

-Sí, eso ha estado contándome Cormic.

-No quería que pensara que Ronald no había estado pensando en ella-explicó el antes mencionado-Oh, miren, ahí está mi madre-Tanto Hermione como Harry lo miraron sorprendidos, ante el repentino cambio de tema-Será mejor que me oculte-murmuró él, y luego se ubicó detrás de una planta en maceta.

-Ella lo encontrará-dijo Harry, con una sonrisa irónica en sus labios.

-Las madres siempre lo hacen-acordó Hermione.

El silencio se impuso en la conversación, y Hermione casi deseó que Cormic regresara y llenara el vacío con su cháchara amistosa, aunque un poquito trivial. No sabía qué decir a Harry Potter o qué hacer en su presencia. Y no podía dejar de preguntarse; una peste al alma seguramente risueña de su hermano; si él estaría pensando en su dote, el tamaño de la misma y en las muchas ocasiones que Ronald la había mencionado como su atributo más brillante.

Pero entonces él dijo algo completamente inesperado.

-La reconocí desde el momento en que ingresó.

Hermione parpadeó con sorpresa.

-¿De veras?

Los ojos de él, que ahora se daba cuenta de que eran de un fascinante tono verde esmeralda, la observaban con una intensidad que hacía que quisiera retorcerse.

-Ronald la describió bien.

-Nada de trenzas torcidas-dijo ella, incapaz de mantener el dejo de sarcasmo fuera de su voz.

Harry rió entre dientes.

-Veo que Cormic ha estado contando historias.

-Varias, en realidad.

-No le preste atención. Todos hablábamos sobre nuestras hermanas y estoy bastante seguro de que todos las describimos como eran cuando tenían doce años.

Hermione decidió allí y entonces que no había razones para informarle que la descripción de Ronald le había cuadrado siendo mucho mayor. Mientras todas sus amigas habían estado creciendo y cambiando, necesitando ropas nuevas más femeninas; la figura de Hermione había permanecido obstinadamente infantil hasta sus dieciséis años. Incluso ahora era delgada como un niño, pero tenía algunas curvas y estaba emocionada con cada una de ellas.

Ahora tenía diecinueve años, casi veinte, y por Dios que ya no era "toda codos y rodillas".

Y nunca volvería a serlo.

-¿Cómo me reconoció?-preguntó Hermione.

Harry sonrió.

-¿No puede adivinarlo?

El cabello. El espantoso cabello Granger. No importaba si sus trenzas torcidas habían dejado paso a un lustroso rodete. Todos los Granger, incluyendo a su hermano mayor Charlie, poseían el infame cabello rojizo de los Granger. No era rubio rojizo o anaranjado; en realidad era de un cobre brillante que Hermione estaba bastante segura de que había hecho que más de una persona entornara los ojos y apartara la mirada a la luz del sol. De algún modo, su padre había escapado a la maldición, pero había regresado con fuerzas sobre sus hijos… excepto con Hermione. Ella había tenido la suerte de que, con el paso de los años, su cabello se había ido oscureciendo hasta alcanzar una suave tonalidad castaña rojiza.

-Es más que eso-dijo Harry, sin que ella necesitara decir las palabras para saber lo que estaba pensando-Usted se parece mucho a él. Su boca, creo. La forma de su rostro.

Y lo dijo con una intensidad tan serena, con semejante oleada de emoción controlada, que Hermione supo que él también había querido a Ronald, que lo extrañaba casi tanto como ella. Y eso hizo que quisiera llorar.

-Yo…

Pero no pudo decirlo. Su voz se quebró y para su horror, se sintió lloriquear y jadear. No era propio de una dama y no era delicado; era un desesperado intento de evitar sollozar en público.

EL joven Potter también lo vio. La tomó del codo y la movió expertamente para que quedara de espaldas al gentío, entonces sacó su pañuelo y se lo entregó.

-Gracias-dijo ella, dándose toquecitos en los ojos-Lo siento. No sé qué me sucedió.

Dolor pensó él, pero no lo dijo. No había necesidad de exponer lo obvio. Ambos extrañaban a Ron. Todos lo extrañaban.

-¿Qué la trae a casa de lady Malfoy?-preguntó Harry, decidiendo que era necesario un cambio de tema.

Ella le ofreció una mirada agradecida.

-Mis padres insistieron. Mi padre dice que el chef de ella es el mejor en todo Londres y que no nos permitiría rehusarnos. ¿Y usted?

-Mi padre la conoce-dijo él-Supongo que ella se apiadó de mí, tan recién llegado a la ciudad.

Había muchos soldados recibiendo el mismo tipo de compasión, pensó Harry irónicamente. Muchos hombres jóvenes, terminados con el ejército o a punto de estarlo, con cabos sueltos, preguntándose qué se suponía que hicieran ahora que no tenían rifles ni galopaban a la batalla.

Algunos de sus amigos habían decidido permanecer en el ejército. Era una ocupación respetable para un hombre como él, el hijo más joven de un aristócrata menor. Pero él ya había tenido suficiente de la vida militar, suficiente de los asesinatos, suficiente muerte. Sus padres lo alentaban a entrar en el clero, que era, a decir verdad, la única otra vía aceptable para un caballero de pocos medios. Su hermano heredaría la pequeña casa solariega que iba con la baronía, así que no quedaba nada en herencia para Harry.

Pero de algún modo el clero parecía una mala idea. Algunos de sus amigos habían salido del campo de batalla con una fe renovada; para Harry había sido lo opuesto y se sentía sumamente incompetente para conducir a cualquier rebaño por el sendero de la rectitud.

Lo que realmente deseaba, cuando se permitía soñar con eso, era vivir tranquilamente en el campo. Un caballero granjero.

Sonaba tan… pacífico. Tan completamente diferente a todo lo que su vida había representado durante los últimos años.

Pero una vida semejante requería de tierras y las tierras requerían dinero… y precisamente eso era algo de lo que Potter escaseaba. Tendría una pequeña suma una vez que vendiera su comisión y se retirara oficialmente del ejército, pero no sería suficiente.

Lo que explicaba su reciente llegada a Londres. Necesitaba una esposa. Una con una dote. Nada extravagante; ninguna heredera tendría permitido casarse con alguien como él, de cualquier modo. No, sólo necesitaba una muchacha con una modesta suma de dinero. O, mejor aún, una extensión de tierra. Estaría dispuesto a establecerse en casi cualquier parte de Inglaterra mientras eso significara independencia y paz.

No parecía una meta inalcanzable. Había montones de hombres que estarían felices de casar a sus hijas con el hijo de un barón y un soldado condecorado por si fuera poco. Los padres de las verdaderas herederas, de las muchachas con un lady u honorable frente a sus nombres, esperarían por algo mejor, pero para el resto de la sociedad, él sería considerado un partido bastante decente.

Miró a Hermione Granger; ladyHermione, se recordó. Ella era exactamente el tipo con el que él no se casaría. Rica más allá de lo imaginable, era la única hija de un conde. Probablemente ni siquiera debería estar hablando con ella. La gente lo llamaría caza-fortunas y aunque eso es exactamente lo que era, no quería ese rótulo.

Pero ella era la hermana de Ronald y él había hecho una promesa a su mejor amigo. Y además, estar allí con ella… era extraño. Debería haberlo hecho extrañar a Ronald más, ya que eran tan condenadamente parecidos, desde los ojos cafés y el gracioso ángulo en que ponían la cabeza cuando escuchaban.

En cambio, simplemente se sentía bien. Relajado incluso, como si allí fuera donde debía estar, si no era con Ron, entonces era con esta muchacha.

Le sonrió y ella le devolvió la sonrisa y algo se apretó dentro de Harry, algo extraño, bueno y…

-¡Aquí está!-chilló lady Malfoy.

El pelinegro se dio vuelta para ver qué había precipitado el alarido más fuerte que lo normal de su anfitriona. Hermione dio un paso a la derecha dado él había estado bloqueando su visión y entonces soltó un pequeño grito ahogado de "Oh."

Un papagayo grande y verde estaba posado en el hombro de lady Malfoy y graznaba.

-¡Cho! ¡Cho!

-¿Quién o qué es Cho?-preguntó el ojiverde a la castaña.

-La señorita Cho Chang-lo corrigió ella-Su dama de compañía.

-¡Cho! ¡Cho!

-Si fuera ella, me ocultaría-murmuró Harry.

-No creo que pueda-dijo Hermione-Lord Diggory fue sumado a la lista de invitados a último momento y lady Malfoy presionó a la señorita Chang a asistir para igualar los números-Lo miró, con una sonrisa pícara cruzando sus labios-A menos que usted decida huir antes de la cena, la pobre señorita Chang está atascada aquí mientras esto dure.

Harry se estremeció levemente al ver al papagayo lanzarse fuera del hombro de lady Malfoy y revolotear por la habitación hacia una delgada mujer de cabello oscuro, que claramente quería estar en cualquier sitio excepto donde se encontraba. Ella batió las manos al ave, pero la criatura no la dejaba en paz.

-Pobrecita-dijo la muchacha-Espero que no la picotee.

-No lo creo-contestó Harry observando la escena con asombro-Pienso que se cree enamorado.

Y en efecto, el papagayo hocicaba a la pobre mujer, arrullando "Cho, Cho", como si acabara de entrar por las puertas del cielo.

-Milady-suplicó la señorita Chang, frotando sus ojos cada vez más inyectados en sangre.

Pero lady Malfoy sólo rió.

-Pagué cien libras por ese pájaro y lo único que hace es hacer el amor a la señorita Chang.

Harry observó a Hermione, cuya boca estaba cerrada en una furiosa línea.

-Esto es terrible-dijo ella-Ese ave está enfermando a la pobre mujer y a lady Malfoy no le importa un comino.

Harry entendió inmediatamente que eso significaba que se suponía que él hiciera de caballero con brillante armadura y salvara a la pobre acompañante atribulada de lady Malfoy… pero antes de que pudiera dar un paso, Hermione había atravesado la sala. La siguió con interés, viendo cómo estiraba un dedo y alentaba al ave a abandonar el hombro de la señorita Cho Chang.

-Gracias-dijo la señorita Chang-No sé porqué actúa de ese modo. Nunca antes me había prestado atención.

-Lady Malfoy debería encerrarlo-dijo Hermione severamente.

La señorita Chang no dijo nada. Todos sabían que eso jamás sucedería.

Hermione llevó el pájaro de regreso a su dueña.

-Buenas noches, lady Malfoy-le dijo-¿Tiene una percha para su ave? O tal vez deberíamos ponerlo nuevamente en su jaula.

-¿No es dulce?-dijo preguntó Malfoy. Hermione sólo sonrió. Harry se mordió el labio para evitar soltar una risita-Su percha está aquí-dijo lady Malfoy, señalando con la cabeza un lugar en el rincón-El lacayo llenó su plato con semillas; no irá a ninguna parte.

Hermione asintió y llevó el ave a su percha. En efecto, comenzó a picotear furiosamente su comida.

-Usted debe tener pájaros-comentó Harry.

Hermione sacudió la cabeza.

-No, pero he visto a otros manejarlos.

-¡Lady Hermione!-exclamó lady Malfoy.

-Me temo que ha sido llamada-murmuró el pelinegro.

Hermione le disparó una mirada sumamente irritada.

-Sí, bien, usted parece haber adoptado el puesto de mi escolta, así que también tendrá que venir. ¿Sí, lady Malfoy?-completó, su tono instantáneamente transformado en pura dulzura y luz.

-Ven aquí, niña, quiero mostrarte algo.

Harry siguió a Hermione por la habitación, manteniendo una distancia segura cuando su anfitriona estiró el brazo.

-¿Te gusta?-Preguntó, tintineando su brazalete-Es nuevo.

-Es encantador-dijo Hermione-¿Rubíes?

-Por supuesto. Es rojo. ¿Qué otra cosa podría ser?

-Eh...

Harry sonrió mientras veía a Hermione intentando deducir si la pregunta era retórica o no. Con lady Malfoy, uno nunca podía estar seguro de nada.

-También tengo un collar a juego-continuó lady Malfoy alegremente-pero no quería exagerar-Se inclinó hacia delante y dijo en un tono que en cualquier otro no hubiese sido descrito como discreto-No todos aquí tienen los bolsillos tan gordos como nosotras dos.

Harry podría haber jurado que ella lo miró, pero decidió ignorar la afrenta. Uno realmente no podía ofenderse por ninguno de los comentarios de lady Malfoy; hacerlo atribuiría demasiada importancia a su opinión y, además, uno siempre estaría sintiéndose insultado.

-¡Pero sí me puse mis aretes!

Hermione se acercó y admiró diligentemente los aros de su anfitriona, pero entonces, justo cuando estaba enderezando los hombros, el brazalete de lady Malfoy, por el que había hecho tanto alboroto, se deslizó de su muñeca y aterrizó sobre la alfombra con un delicado golpe.

Mientras lady Malfoy chillaba consternada, Hermione se agachó y recuperó las joyas.

-Es una pieza encantadora-dijo Hermione, admirando los rubíes antes de devolverlos a su dueña.

-No puedo creer que eso haya sucedido-dijo lady Malfoy-Tal vez es demasiado grande. Mis muñecas son muy delicadas, ya sabes.

Harry tosió en su mano.

-¿Podría examinarlo?-dijo Hermione mientras le pateaba disimuladamente el tobillo.

-Por supuesto-dijo la mujer mayor, pasándoselo nuevamente-Mis ojos no son lo que solían ser.

Una pequeña multitud se había reunido y todos esperaban mientras Hermione entrecerraba los ojos y toqueteaba el brillante mecanismo dorado del cierre.

-Creo que tendrá que hacerlo arreglar-dijo Hermione finalmente, devolviendo el brazalete a lady Malfoy-El cierre es defectuoso. Seguramente volverá a caerse.

-Tonterías-dijo lady Malfoy, estirando el brazo-¡Señorita Chang!-rugió.

La señorita Chang corrió a su lado y volvió a fijar el brazalete.

Lady Malfoy soltó un "hmmf" y llevó su muñeca hacia su rostro, examinando el brazalete una vez más antes de bajar el brazo.

-Compré esto en Asprey's, y te aseguro que no hay mejor joyero en Londres. No me venderían un brazalete con un cierre defectuoso.

-Estoy segura de que no fue su intención-dijo Hermione-pero...

No necesitó terminar. Todos se quedaron mirando el punto en la alfombra donde el brazalete aterrizó por segunda vez.

-Definitivamente el cierre-murmuró Harry.

-Esto es una atrocidad-anunció lady Malfoy.

Harry estuvo bastante de acuerdo, especialmente porque ahora habían desperdiciado minutos preciosos en el brillante brazalete cuando lo único que todos querían a esta altura era ir a cenar y comer. Tantas barrigas rugían que no podía decir cuál era cuál.

-¿Qué haré con esto ahora?-dijo lady Malfoy, luego de que la señorita Chang hubiese recuperado el brazalete de la alfombra y se lo entregase.

Un hombre alto de cabello oscuro, a quien Harry no reconoció, hizo aparecer una pequeña bombonera.

-Tal vez esto bastará-dijo, estirándolo.

-Diggory-murmuró lady Malfoy, bastante de mala gana en realidad, como si no quisiera particularmente reconocer la ayuda del caballero. Dejó el brazalete sobre el plato y lo puso en una mesita cercana-Allí está-dijo, acomodando el brazalete en un ordenado círculo-Supongo que todos pueden admirarlo igualmente allí.

-Tal vez podría servir como centro en la mesa mientras cenamos-sugirió el joven Potter.

-Hmm, sí, excelente idea, señor Potter. Es casi hora de ir a cenar, de cualquier modo.

Harry podría haber jurado que oyó a alguien susurrar "¿Casi?"

-Oh, muy bien, comeremos ahora-dijo lady Malfoy-¡Señorita Chang!

La señorita Chang, que de algún modo había logrado poner varios metros entre ella y su empleadora, regresó.

-Ocúpate de que todo esté listo para la cena-dijo lady Malfoy.

La señorita Chang salió y entonces, en medio de múltiples suspiros de alivio, el grupo pasó de la sala de estar al comedor.

Para su placer, Harry descubrió que estaba sentado junto a Hermione. Normalmente no se encontraría al lado de la hija de un conde y, a decir verdad, sospechó que se suponía que estuviera emparejado con la mujer a su derecha, pero ella tenía a Cormac Mclaggen del otro lado, y él parecía estar conversando bastante bien con ella.

La comida era, como los chismes habían prometido, exquisita y Harry estaba bastante feliz metiendo cucharadas de sopa de langosta en su boca cuando oyó un movimiento a su izquierda. Cuando se dio vuelta, Hermione estaba mirándolo, con los labios abiertos como si estuviera a punto de decir su nombre.

Él se dio cuenta de que era encantadora. Encantadora de un modo que Ronald nunca podría haber descrito; de una manera que él, como su hermano, nunca podría haber visto. Ronald nunca hubiese sido capaz de ver a la mujer más allá de la niña, nunca se hubiera dado cuenta de que la curva de su mejilla rogaba por una caricia o que cuando abría la boca para hablar, a veces se detenía primero, sus labios se fruncían apenas, como esperando un beso.

Ronald nunca hubiese visto nada de eso, pero Harry si, y eso lo agitó hasta el centro de su ser.

-¿Quería preguntarme algo?-le dijo, sorprendido de que su voz saliera sonando bastante normal.

-Así era-dijo ella-aunque no estoy segura cómo… no sé…

Harry esperó que ella ordenara sus pensamientos.

Después de un momento, ella se inclinó hacia delante, miró alrededor de la mesa, como para asegurarse de que nadie estuviera mirándolos, y preguntó.

-¿Estaba usted allí?

-¿Dónde?-preguntó él, aunque sabía exactamente a qué se refería ella.

-Cuando él murió-dijo Hermione en voz baja-¿Estaba usted allí?

Él asintió.

No era un recuerdo que quisiera volver a visitar, pero le debía esa honestidad.

El labio inferior de ella tembló.

-¿Él sufrió?-preguntó en un susurro.

Por un momento Harry no supo qué decir. Ronald había sufrido. Había pasado tres días en lo que tenía que haber sido un tremendo dolor, con ambas piernas quebradas, la derecha tanto que el hueso había atravesado la piel. Podría haber sobrevivido a eso, quizá incluso sin la extremidad dado que su cirujano de guerra era bastante hábil para encajar huesos, pero entonces la fiebre se había declarado y no había pasado mucho tiempo antes de que Harry se diera cuenta de que Ronald no ganaría su batalla. Dos días más tarde estaba muerto.

Pero cuando había escapado de la vida, había estado tan indiferente que Harry no había estado seguro de si sentía dolor o no, especialmente con el láudano que él había robado a su comandante y vertido por la garganta de Ron. Entonces, cuando finalmente respondió la pregunta de Hermione, sólo atinó a responder.

-Un poco. No fue indoloro, pero creo… al final… fue en paz.

Ella asintió.

-Gracias. Siempre me lo he preguntado. Siempre me lo hubiese preguntado. Me alegra saber.

Él devolvió su atención a la sopa, esperando que un poquito de langosta, harina y caldo pudieran desterrar el recuerdo de la muerte de Ron, pero entonces Hermione habló.

-Se supone que sea más fácil porque es un héroe, pero no lo creo-Harry la miró, con la pregunta en sus ojos-Todos dicen que debemos estar tan orgullosos de él-explicó ella-porque es un héroe, porque murió en un campo de batalla en Waterloo, su bayoneta en el cuerpo de un soldado francés, pero no creo que eso lo haga más fácil-sus labios temblaron trémulamente, el tipo de sonrisa extraña, indefensa que uno hace cuando se da cuenta de que algunas preguntas no tienen respuesta-Todavía lo extrañamos, tal como lo hubiésemos hecho si él hubiese caído de su caballo, o contagiado el sarampión, o si se hubiese ahogado con un hueso de pollo.

Harry sintió que sus labios se abrían mientras digería las palabras de ella.

-Ronald era un héroe-se oyó decir… y era la verdad.

El joven había probado ser un héroe más de una docena de veces, luchando con valor, y salvando la vida de otro más de una vez. Pero Ronald no había muerto como un héroe, no del modo en que a la mayoría de la gente le gustaba pensar. Ron ya estaba muerto para el momento en que lucharon contra los franceses en Waterloo, con su cuerpo irremediablemente destrozado en un estúpido accidente, atrapado durante seis horas bajo un carro de suministros que alguien había intentado reparar demasiadas veces. La maldita cosa debería haber sido cortada para leña semanas antes, pensó Harry ferozmente, pero el ejército nunca tenía suficiente de nada, incluyendo los humildes carros de provisiones, y su comandante de regimiento se había negado a darlo por muerto.

Pero claramente esa no era la historia que habían contado a Hermione, y probablemente también a sus padres. Alguien había intentado suavizar el golpe de la muerte de Ronald pintando sus últimos minutos con los profundos colores rojos del campo de batalla, en toda su horrible gloria.

-Ronald era un héroe-dijo Harry otra vez, porque era verdad, y hacía mucho tiempo que había aprendido que aquellos que no habían experimentado la guerra, jamás podrían comprender esa verdad.

Y si ofrecía consuelo pensar que alguna muerte podía ser más noble que otra, él no pensaba romper la ilusión.

-Usted era un buen amigo-dijo Hermione-Me alegra que él lo tuviera.

-Le hice una promesa-se le escapó. No había querido decírselo, pero de algún modo no pudo evitarlo-En realidad, los dos hicimos una promesa. Fue algunos meses antes de que él muriera, y los dos... Bueno, la noche anterior había sido espeluznante y habíamos perdido a muchos de nuestro regimiento.

Ella se acercó, con los ojos muy abiertos y brillando con compasión, y cuando Harry la miró, vio el tono rosado lechoso de su piel, el suave espolvoreado de pecas sobre su nariz... más que ninguna otra cosa, quiso besarla.

Buen Dios. Justo allí en la cena de lady Malfoy, quiso tomar a Hermione Granger por los hombros, tirarla contra él y besarla con todo su ser.

Ronald lo hubiese golpeado allí mismo.

-¿Qué sucedió?-preguntó ella, y las palabras deberían haberlo sacudido de vuelta a la realidad, recordarle que estaba diciéndole algo bastante importante, pero lo único que podía hacer era mirar fijamente sus labios, que no eran del todo rosados, sino más bien un poco color durazno, y se le ocurrió que nunca antes se había molestado en observar la boca de una mujer, al menos no de este modo, antes de besarla.

-¿Señor Potter?-preguntó ella-¿Harry?

-Lo siento-dijo él, sus dedos formando un puño bajo la mesa, como si el dolor de las uñas contra sus palmas de algún modo pudiera obligarlo a regresar al asunto que los ocupaba-Hice una promesa a Ron-continuó-Estábamos hablando sobre el hogar, como hacíamos con frecuencia cuando las cosas eran particularmente difíciles. Él la mencionó a usted y yo mencioné a mi hermana que tiene catorce años, y nos prometimos mutuamente que si algo nos ocurría, cuidaríamos a la hermana del otro. La mantendríamos a salvo.

Por un momento ella no hizo nada más que mirarlo, y entonces dijo:

-Eso es muy bondadoso de su parte, pero no se preocupe, lo absuelvo de su promesa. No soy una muchacha ingenua y aún tengo un hermano, Charlie. Además, no necesito un reemplazo para Ron.

Harry abrió la boca para hablar y rápidamente lo pensó mejor. No se sentía exactamente fraternal hacia Hermione, y estaba bastante seguro de que no era esto lo que Ronald tenía en mente cuando le había pedido que cuidara de ella.

Y lo último que quería era ser un reemplazo de su hermano.

Pero el momento parecía exigir una respuesta, y de hecho Hermione estaba observándolo con curiosidad, con la cabeza inclinada a un lado como si estuviese esperando que él dijera algo significativo e inteligente o, si no eso, algo que le permitiera ofrecer una réplica en broma.

Por eso fue que, cuando la espantosa voz de lady Malfoy chilló por la habitación, a Harry no le molestó el sonido, aunque fuera para decir:

-¡Ha desaparecido! ¡Mi brazalete ha desaparecido!


Y aquí termina el primer capítulo de esta nueva historia.

Espero que les haya gustado bastante. En lo personal, es un libro que me ha encantado y que me moría de ganas de compartir con ustedes.

Por si acaso, repetiré una vez más.

Nada de esto es mío.

Si han llegado hasta aquí, tómense un minuto más para dejarme un review. Son gratis y hacen muy feliz a esta personita.

Ahora si, me despido de todos ustedes.

Nos vemos en el próximo capítulo.

Adiosito

Cami Sky