A QUE SABEN LOS BESOS
Nami jugueteo con uno de los mechones de su cabello.
Recordó la conversación que había tenido con Robin, hacía un rato.
FLASH BACK
- ¿Qué estas leyendo? – pregunto Nami dejando el mapa que había estado estudiando y dirigiéndose hacía Robin.
- Un libro de amor – contesto la morena cerrando el libro sonriente – se titula "A que saben los besos"
- Interesante – asintió Nami pensativa.- ¿Tu has besado alguna vez a alguien?
- No, pero tengo entendido que los besos saben según el chico que te los de – respondió Robin riendo.
Nami se quedo pensativa.
FIN FLASH BACK
Salió a cubierta, todavía sumida en sus pensamientos. Todos estaban cenando. O eso creía ella…
Choco con alguien, que la sujeto antes de caer al suelo.
Las miradas de Zoro y Nami se cruzaron por un breve instante, y de repente, el la soltó como si quemara.
Nami cayo al suelo de madera del barco y le dirigió una mirada confusa a Zoro que ya estaba preparado para recibir un golpe, unos cuantos y gritos y discusión extra con Sanji.
Pero en vez de eso, simplemente lo miro pensativa.
El espadachín se pregunto si no estaría enferma¡eso no era normal!
-¿Te encuentras bien? – le pregunto temeroso.
- Si – Nami parecía tranquila, y se levanto ágilmente mirando a Zoro con una extraña expresión en el rostro.
- Estas un poco rara – le comento él.
- Es que hoy estuve hablando con Robin…y le estoy dando vueltas a un tema. – le explico ella.
-¿Sobre que? – pregunto el peliverde pensando en sobre que hablarían las dos chicas para que Nami estuviera tan sumisa.
- Oye Zoro… ¿Tu sabes cual es el sabor de los besos?
Zoro puso una mueca rara, que ella no vio…por que estaba demasiado ocupada acercándose a los labios del chico con los ojos cerrados.
Zoro se quedo impresionado.
Eso, no podía ser real…
Nami se separo de el con una enorme sonrisa.
-¡A menta! – exclamo feliz, Zoro la miro desconcertado y algo rojo
-¿Qué? – pregunto el a pesar de creer saberlo.
- ¡Los besos saben a menta! – Nami salió corriendo de allí bastante contenta.
Zoro se llevo el dedo índice a sus labios.
- Que extraño…yo diría que saben a mandarina – susurro encogiéndose de hombros.
