Disclaimer: Los personajes aquí utilizados no me pertenecen, son enteramente de Tadatoshi Fujimaki y sus ayudantes, patrocinadores, etc, etc... yo solo los tomo prestados un ratito cortito para escribir tonterías.
Los personajes no han sufrido daño, trauma o lesión durante la realización de este relato y han sido devueltos a su respectivo propietario una vez finalizado el relato.
Dedicatoria especial: A Aliethz, por ser, estar y parecer. Darme un pequeño empujón de manera inconsciente siempre que lo necesito, que tengo dudas, o que simplemente la vida me pasa por encima sin preguntarme. Gracias, de todo corazón, y espero que esta pequeña historia sea de tu agrado, y que al menos, ponga una sonrisa en tu cara. Es el único modo que conozco de pagarte lo que haces por mí.
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Su vida era perfecta hasta que ella llegó. Tenía un novio estupendo, unas amigas geniales y una vida de ensueño, pero esa estudiante de intercambio llenó su vida de novedades, y de muchas cosas, que hasta ese momento, ni siquiera se había planteado.
Kagami fem x Kuroko fem.
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El beso dormido.
Capitulo uno: La chica americana.
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No podía creérselo.
Una desconocida en su casa. Y para colmo una americana.
¿En que demonios estaba pensando su madre?.
– Vamos, no pasa nada. – Aomine la estrujó con ganas.
Kuroko hizo unos morritos divertidos. Llevaba saliendo con él desde el curso anterior, y la verdad, es que aunque daba un poco de miedo, si le conocías bien, era un tío divertido y atento.
Un poco idiota, pero el novio perfecto para ella.
– Si que pasa, mi madre va a meter en casa a una chica que no conozco de nada. – Le pellizcó en el costado con ganas. – Incluso dormirá en mi cuarto... Mi madre ya le ha preparado la cama y todo...
– Solo será por un tiempo, no para siempre,... Seguro que es una chica simpática y acabas llevándote bien con ella. – Le pasa la mano por el hombro, besuqueando con ruido en sus mofletes. – Intenta ser buena y cuando quieras darte cuenta se habrá marchado y ya.
– Si es una idiota me iré a tu casa. – Le tironea del jersey. – dormiré en tu armario o algo así.
….
Desde la puerta de su casa escuchó las voces.
Subió la escalera, frunciendo el ceño.
– Cuando vuelva Tetsu chan le pediré que te haga un sitio en el armario. – Gruñó mas que dijo. – Esta chica, mira que se lo dije... perdona Kagami chan.
– No importa. – Hizo una pausa, aunque su voz le sonó bonita desde fuera del cuarto. – Me apañaré con lo que pueda.
Kuroko se asomó, sus labios apretados en una mueca de disgusto.
Estaba claro que no le gustaba la visita, ni tener que ceder su espacio a esa... esa...
Esa.
Rojo. Su cabello era rojo. Fue lo primero que le llamó la atención en cuanto levantó la mirada.
Y negro, por debajo. Que curioso.
Y sus ojos, preciosos.
La camiseta de tirantes, los vaqueros cortados por encima de las rodillas. Una docena de pulseras de hilo trenzado en su muñeca.
Un anillo colgado de su cuello.
Su boca se abrió, a punto de decir algo, sin emitir sonido alguno.
Pasó frente a su madre y frente a su invitada, sin mirar a ninguna de las dos.
La puerta del armario quedó a un lado, y apartó su ropa al lado contrario, dejando la mitad libre .
– P-puedes usar es-ste sitio … y yo. – Sin darse cuenta empezó a tartamudear en algún punto.
Kagami la siguió por todo el cuarto, vaciando cajones, estanterías, incluso le limpió la mitad de la mesa.
Kagami soltó su mochila en la silla, haciendo un gesto con la mano en alto cuando la madre de Kuroko salió del cuarto, dejándolas solas dentro.
Sentada en la cama la miró ordenar sus cosas, cotillear un poco entre ellas. Tenía muchas para un espacio tan pequeño.
Aunque trataba de centrarse en las cositas, sus ojos iban por su cuenta a la persona.
Era alta, mucho mas que ella, posiblemente tanto como Aomine... y en una chica era curioso. Largas pestañas, labios llenos, jugosos. Tenía un pequeño brillante en la nariz, lo que le hizo gracia.
Igual que la piel tersa que asomaba sobre el cuello de la camiseta. Sus brazos, ligeramente bronceados... y esas largas, largas piernas que acababan en el interior de unas deportivas rojas.
Llevaba unos de esos calcetines con pompones en los talones, otra sorpresa mas.
Una coleta tensa y alta, mecía su pelo cada vez que se movía.
– ¿Cuál es mi cama?. – Su pijama doblado, sobre el antebrazo. – ¿Tetsu chan?.
Pestañeó, nada mas. Se había quedado en blanco como una idiota mirándola.
– La de abajo. – Justo bajo la suya, montada en un armazón, su madre había puesto sábanas limpias. La verdad es que no había usado esa cama nunca, hasta ese momento.
– Estoy hecha polvo. – Ya había colocado todo, así que podía echarse una siesta.
Cuando el móvil sonó, se dio cuenta de que Kagami chan se había dormido, y que ella seguía de pie en la puerta de su cuarto.
– Y bien... ¿Tu okupa es alguien terrible?. – Aomine se burlaba de ella desde el otro lado de la línea.
– Me equivoqué, es una tía maja...
…...
Cuando quiso darse cuenta, habían pasado una semana de convivencia.
Kuroko pensaba que quizá, por el echo de ser americana, hacía cosas muy raras.
Para empezar, madrugaba cada día. Incluso en fin de semana, antes del amanecer ya estaba levantada y apunto para correr. Jugaba al baloncesto, muy bien. Aomine y ella se hicieron amigos /enemigos por esa cuestión, y no había momento que no aprovecharan para un mano a mano entre ellos.
Kuroko se limitaba a verles jugar y listo. Kagami era increible, divertida y enérgica, como un opuesto de ella misma.
No es como si fueran amigas, pero su convivencia juntas era agradable.
….
Llegó a casa extrañada. No había ido a clase y era raro. Kagami no faltaba a ninguna, ya que las normas del intercambio la obligaban en cierto modo, salvo por enfermedad o algo así... y que ella recordara, por la mañana la había visto de lo mas sana, pero no habían ido juntas, por que Aomine había pasado a buscarla y Kagami no encontraba su teléfono, asi que se quedó atrás... pero que no hubiera ido a clase en todo el día la tenía preocupada.
Escuchó su voz, gritando, en la habitación que compartían.
Hablaba por teléfono a voces, en un inglés tan rápido que no entendía casi nada, salvo que estaba cabreada con un tal Alex, al que dedicaba toda su rabia en palabras.
No habían hablado de ello, pero supuso que el tal Alex, era su novio... y que se había quedado en América por alguna razón.
Asomada por el borde de la puerta, Kuroko la vio dar vueltas y vueltas furiosa en el mismo círculo, alrededor de la alfombra, apretando con ganas el teléfono contra su oreja hasta poner la mano blanca por la presión.
Otro grito, y ese si que lo había entendido. La palabrota era de las gordas gordas. Justo después tiró el teléfono contra la cama, rebotó un par de veces y cayó al suelo, abriéndose la carcasa y dividiéndolo en tres partes en la alfombra.
– ¿Kagami chan?. – Dio un par de pasos, cohibida. – ¿Estás bien?.
– ¡Oh! Kuro... – Levantó un dedo de punta, pidiendo un momento. – Dame un segundo.
Cogió uno de los cojines de la cama y aplastó la cara contra ella con las dos manos apretando. Gritó, hasta quedarse sin aire, pero sonó como un silbido agudo muy gracioso.
– ¿Mejor?. – Kuroko agarró el cojín y tiró de el con un poco de fuerza hasta quitárselo. – ¿O quieres gritar otro poco?.
Kagami la miró, e hizo algo inesperado. Acunándola entre sus brazos, la llevó hasta la cama y la tumbó con ella.
Se quedó así, solo abrazándola sin mas.
Kuroko se quedó callada, notando los sollozos mudos de la pelirroja y como hacía mas fuerza cada vez que empezaba de nuevo.
– No se merece tus lágrimas, ese Alex es un idiota. – Se convulsionó contra ella, en una mezcla entre risa y llanto. – Espero que le salga un grano enorme en la nariz... y una hemorroide, como un castillo.
– Alex es una chica. – Puntualizó, con la cara llena de lágrimas y una sonrísa triste.
– Pues es una idiota, por hacerte llorar así. – Ahora era ella quien se pegaba a la pelirroja con las dos manos.
– Alex es... era mi novia. – Lo susurró tan bajito que por un momento pensó que Kuroko no la había oído.
– Pues tu novia es una idiota. Encontrarás alguien mejor, mírate, estás toda buenorra. – Se le escapó una risita nerviosa. – No te preocupes, te presentaré amigas, tengo un montón... Kise , si, ella es perfecta. Es una modelo, rubia y jamona... le van los chicos pero siempre podemos traerla al lado oscuro con algún encanto maligno...
– Gracias, por lo que intentas hacer...pero quiero estar sola un rato. – Kagami la soltó, y se giró en la cama dándole la espalda.
– De eso nada, nada de estar sola. – De rodillas en el colchón empezó a dar saltitos. – Noche de chicas, decidido. Tu, yo, un litro de helado y una peli de llorar hasta que nos duela la cabeza. Llamaré a Aomine para cancelar nuestra salida. – Le agarró la cara con las dos manos. – Lávate esa cara y ponte el pijama, comienza nuestra noche de chicas.
– No quiero que por mi culpa plantes a … – Kuroko puso un dedo en sus labios, y la calló con una sonrisa. – Lavarme la cara, ponerme el pijama... entendido.
– Eso está mejor. – Se bajó, y salió del cuarto para hablar con su novio en el pasillo.
Kagami se miró en el espejo del baño... y lo que vió la hizo suspirar sonoramente.
Kuroko era adorable, y mona... muy mona.
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Bueno, fin del primer cap. En principio estará dividido en tres partes, y espero sinceramente que te guste tanto como a mí escribirlo.
Nos leemos en el siguiente.
Besitos y mordiskitos
Shiga san.
