Los personajes no me pertenecen, Hetalia es propiedad de Hidekaz Himaruya.
Advertencias: Esto es un poquito fluff. También está el vocabulario de Romano D: Ah, y lo principal y más importante, es yahoi.
Romano arrugó en entrecejo. España comenzaba a molestarlo bastante. Igual que siempre.
El italiano se llevó un tomate a la boca, y comenzó a mordisquearlo con enojo, como si eso fuera a hacer que el español abandonará el lugar rápidamente.
Se encontraban sentados en el césped del patio de Antonio. Este último le daba pequeños pellizcos en las mejillas a su acompañante. Al ver que Lovino comenzó a comer, el español se limitó a jugar con un collar que tenía puesto el italiano.
El descendiente del Imperio Romano terminó de comer su tomate, y apartó la mano del español de su collar. El ibérico, como si fuera un niño pequeño al que castigaron, hizo un pequeño puchero y simplemente posó su vista en los ojos miel de Lovino.
Un agradable silencio inundó el ambiente. A Italia del Sur le gustaba cuando el mayor se tranquilizaba y dejaba de molestarlo. Se sonrojó levemente. Le encantaban los ojos verdes de Antonio.
Pero claro, si se trataba del español y del italiano mayor, la tranquilidad no solía durar mucho.
-Dame un beso-demandó España, con esa sonrisa tan característica de él en su rostro.
-No-se negó el menor, todavía sonrojado. Pero también enojado. ¿Por qué siempre tenía que arruinar los lindos momentos? Aunque no podía negar que él también arruinaba muchos momentos de paz, como el que se acababa de terminar. Estaban, de alguna forma, a mano.
-Dame un beso-repitió España
-No- la respuesta de Romano fue la misma
-Quiero un beso
-Que no
-Por favor. Bésame.
-¿Qué te hace pensar que lo haré?
-Un simple beso. Dame un beso, Lovi.
-No me digas Lovi, bastardo. Maldito Spagna.
-Dame un besito. Sólo uno. Pequeñito. Por favor.
-Está bien-cortó Romano enfadado.
El italiano se aproximó al español, y cerrando los ojos con fuerza, le dio un beso en la mejilla a Antonio.
España volvió a esbozar una sonrisa.
-No te ilusiones, bastardo-dijo el menor por lo bajo.
El país de la pasión no dejó de sonreír. Acarició la mejilla de Lovino y acercó su frente a la de él.
El italiano iba a decirle algo, pero el mayor juntó hábilmente los labios de ambos.
Fue un beso pequeño, apenas un movimiento de labios por parte de España. El de ojos verdes despegó sus labios, sin soltar la mejilla de su amado Italiano.
-Que tierno eres Lovi. Y hasta estás como un tomate bien maduro…
Eso era cierto. Romano tenía su cara completamente roja.
-Silenzio Spagna.
-Yo también te amo.
-Bastardo.
España volvió a sonreír y besó nuevamente a Lovino. No tomó por sorpresa al italiano, el menor se lo esperaba, pero aún así no lo apartó.
Romano no quería darle fin a un momento así.
