CAPITULO 1: ADIOS LA PUSH.
"¡¿California?" Digo cuando jefe del local donde trabajo desde hace meses en Port Angels me lo dice. "¡¿Y qué pinto yo en California?"
"Eh, tú querías irte de aquí ¿no?" Me dijo. "Mi prima va a abrir un taller de tatuajes en el norte de California."
"¡Encima!" Me quejo.
Bastante he tenido con aprender a manejarme como camarera y aguantar a todos los pesados y borrachos que venían, aprender a tratar con clientes de todo tipo y también haber lidiado con mi humor yo sola.
"Por favor, yo ya tengo mis problemas." Le dije.
"Lo sé. ¿Te recuerdo que somos primos lejanos?" Me dice sonriendo.
Un primo de Emily y por tanto, también mío pero lejano.
"Al menos tendré unos días para hacer el equipaje y despedirme de la gente ¿no?" Le digo.
"Claro." Me dijo sonriendo. "No tienes que empezar hasta dentro de una semana. Te tendré preparado tu finiquito y el extra por el cambio de destino para mañana mismo."
"¿Entonces mañana vengo y es mi último día?" Le dije.
"Aquí." Afirmó. "Pero te espera una nueva vida en California."
California, eso estaba a mucha distancia, demasiada… ¿acaso no era eso lo que había pretendido al largarme de casa? Ahora iba a estar lejos de casa, lejos de la manada, podría recuperar mi humanidad puesto que llevaba mucho tiempo sin convertirme. Hasta que me habían necesitado; cuando todos se fueron no se sabe dónde para enfrentarse a una auténtica guerra, me habían dejado allí sola, y cuando había llegado un tipo muy raro me había tenido que acabar convirtiendo para salvarle la vida al jefe Swan cuando cazaban y yo volvía en coche del trabajo y se me cruzó aquella mujer fría. Yo había quedado herida pero me había recuperado antes de que volviesen los otros, así que no sabían lo que había hecho y yo había echado por la borda unos años sin convertirme que me hubiesen podido acabar devolviendo mi feminidad, por salvar unas vidas humanas.
Bueno, que me quitasen lo bailado, había recordado lo que era pelearse contra alguien fuerte de verdad.
Y esta vez, mientras volvía a casa en el coche que Seth me había conseguido prestar sin tener que pagar más que la gasolinera y que llevaba un anuncio del taller que llevaban su esposa, unos amigos de esta y él en la parte trasera, me di cuenta que había echado de menos lo de ser una loba.
"¿Pero qué digo?" Murmuré para mí misma dándome un golpe en la cabeza. "Soy estúpida… es un infierno."
No, no podía ceder ni un momento, trasformarme no era una opción. Así nunca sería normal, y yo quería ser normal.
El viaje desde la gran ciudad a casa era largo en coche, daba para mucho y a menudo me gustaba escuchar la radio y música para relajarme de tener que pensar en el día de mierda que había tenido o de lo que me esperaba en casa cuando volviera.
Y esta vez, cuando estaba a punto de llegar a la casa de mi hermano y mi cuñada, estuve a punto de atropellar un perro; no, un perro no, un lobo.
"Pero qué…" Murmuré saliendo del coche para ver un lobo rojo con ojos verdes que me miró y se dio la vuelta como dándome la espalda antes de salir corriendo y perderse entre la vegetación. "Vale… no me des las gracias…" Dije antes de volver a montarme en el coche y seguir.
Sorprendentemente, fuera de la casa de mi hermano y mi cuñada me encontré algún coche estacionado.
"Vaya, esto sí es nuevo." Afirmé mirando los coches al pasar y llamar a la puerta. "Seth, soy yo, Leah."
"¡Tía Leah!" Me dijo uno de mis sobrinos pegados.
"Hey, canijos." Le dije. "¿Y los papis?"
"Mamá está con Sue." Me dijo mi otro sobrino desde el sofá y peleando con un destornillador y un plano raro para intentar montar algo que por el dibujo de la caja era un parque de juegos infantil.
"¿Y vuestro padre?" Les dije.
"Papá está encargándose de hacer una conexión desde la escuela con el resto, porque es el beta." Afirmó dando un golpe con el destornillador en la madera.
"Cuidado, campeón." Le dijo Charlie volviendo del baño a juzgar por el ruido de agua corriendo. "Eso es un destornillador. ¿Qué, se os resiste?"
"No hay quien entienda ese mapa." Le dijo el chaval.
"¡Rómulo!" Le gritó su madre. "¡Haz el favor de venir de una vez!" Afirmó mientras veía al chico correr y mirar alrededor hasta decidirse por la despensa donde se encerró cerrando con cuidado. "¡Como no se te vayan esas pulgas tendré que afeitarte la cabeza!"
"Rómulo ha vuelto a coger pulgas por correr por el monte." Me explicó Remo que era el del sofá. "Ya hay… 7 casos en la escuela de mamá."
"Y entre ellos vosotros ¿no?" Le dije.
"No, yo he librado." Afirmó sonriendo.
"Yo aún sigo sin entender por qué les hace ponerse unos collares antipulgas a los pobres chicos." Dijo Charlie. "En serio, existen unos sprays para eso."
"A Rómulo le gusta el collar." Dijo Remo. "Mamá nos los disfraza para que no desentonen tanto en el colegio."
"Eso suena bien." Afirmó.
"¿Esa pulsera es nueva, Remo?" Le dije reparando que llevaba una pulsera de cuero plana mezclada con algo como un acabado de neopreno-goma. "Que chula, ¿dónde la has comprado?"
"Es una antigarrapatas." Me dijo suavemente enseñándomela. "Seth me encontró una al bañarnos en el mar y se lo dijo a mamá, así que nos ha hecho pulseras a los 4."
Eso explicaba por qué era negra, aunque la verdad es que era bastante chula, pero yo prefería no llevarla por no tener pulgas que ponérmela por tenerlas.
"Bueno… yo ya me voy." Afirmé. "Le decís a los papás que me he pasado. Charlie, un placer haberte vuelto a ver."
(Salto espacio-temporal)
"¿Cómo que te vas?" Me dijo mi madre cuando cenamos esa noche con mi hermano, mi cuñada y los niños.
"Pues eso, mi jefe me va a trasladar a California." Afirmé intentando no darle demasiada importancia.
"¿Pero así, sin más?" Me dijo mi hermano.
"En algunos trabajos es así." Dijo mi cuñada viniendo con un cuenco de ensalada de patatas con bacon dado que, como había comprobado ya, a casi todo lo que hacían sus hijos o ella le ponían algo de carne, ya fuera jamón ahumado, bacon o carne propiamente dicho y poniéndola en la mesa. "Mírame a mí, toda mi vida desde los 18 o así de aquí para allí, hasta que volví aquí. ¿Y me veis mal? No, para nada. Soy una mujer triunfadora allá donde voy."
"Eso." Afirmé.
Otra cosa no, pero Laki tenía carisma, yo creo que sería capaz de venderle una pulsera a un manco o un walk-man a un sordo, siempre y cuando fuesen hombres.
"Deberías decirle que aquí está mejor." Le dijo mi hermano susurrando. "Mi madre…"
"Estoy muy feliz por ti." Me dijo Laki sonriendo y haciéndole un gesto a Seth de que lo dejase. "Ya verás, California es genial, seguro que te lo pasas genial allí, es un cambio bastante grande, pero a bien. Sol, playas… estoy segura que si abres los ojos acabarás encontrando lo que buscas, y lo que no." Afirmó casi riéndose. "Pero si te vas a ir, tienes que estar totalmente convencida."
"Creo que lo estoy." Afirmé.
"Pues entonces no hagas caso al resto y hazlo." Me dijo. "Aunque… me temo que estoy obligada a decirte que como no vuelvas en un tiempo 'X', yo misma iré a buscarte para traerte con tu madre y nosotros."
"Laki, piensa un poco en mi madre ¿quieres?" Le dijo Seth.
"¿Qué te crees que hago?" Le dijo. "Sue, te quiero con locura, eres casi como una segunda madre para mí, pero Seth y tú deberíais pensar más en vuestra hija y hermana. ¿Qué tiene de malo que vaya a otro estado a trabajar? Es toda una mujer, seguro que le va estupendamente."
"Pero Laki, Leah va a irse sola." Le dijo mi madre. "¿Qué pasará si le pasa algo?. ¿Y si le hacen algo? Estará sola y lejos de aquí… Y la señora Ateara podría darle un trabajo a tiempo parcial, la conocen de toda la vida."
"¿Y si estando aquí resulta que cae un meteoríto?. ¿Y si resulta que un día su jefe se sobrepasase con ella? Bueno, eso es imposible, le conozco y él a mí, sabe que eso es jugarse la vida. Pero… ¿Y si en el trabajo en el Ateara's Place le meten una bala? Hay mucho rostro pálido loco suelto por ahí."
"Laki, así solo lo empeoras." Le dije.
"Leah es una loba." Afirmó haciéndome un gesto de que le dejase a ella. "La he visto entrenar con nosotros y dudo mucho que si alguien quiere tocarle un pelo vaya a poder irse a casa de rositas. Y si le pasa algo… bueno, supongo que allá hará amigas, es sociable cuando quiere. Créeme, dudo mucho que vaya a estar peor que yo cuando me fui de aquí. Sé de qué hablo."
A veces dudaba si aquella chica estaba loca realmente como decían el resto o era un genio, pero curiosamente, su locura esta vez le salió bien.
Mamá no volvió a abrir la boca en toda la noche, y Seth tampoco.
Por la mañana tenía mis maletas en la puerta de mi habitación y una pila de ropa cálida sobre ellas; pero mi madre no vino. La que sí vino fue una Emily preocupada que me dio la charla pero finalmente, al anochecer, me dio un abrazo y me deseó suerte cuando Sam vino a buscarla. Sam también me lo deseó.
(Salto espacio-temporal)
"¿Has cogido todo?" Me pregunta mi hermano.
"Sí, tengo todo lo que necesito en la maleta." Le contesto. "El coche…"
"No te preocupes, yo iré contigo." Me dice Laki sonriendo. "Los niños y yo iremos contigo hasta Port Angels." Se corrige cuando sus hijos comienzan a quejarse. "No te vas a librar de nosotros tan fácilmente."
"Deberías vender el coche." Afirmo. "Lo voy a echar de menos, es un buen coche."
"¿Y por qué iba a venderlo si te gusta?" Me dijo confusa.
"Porque es vuestro, y yo no lo voy a necesitar." Le dije.
"Bueno… no creo vayas a irte hasta California a pata." Dijo con ironía. "Necesitas un coche para ir más cómoda y anoche te puse el GPS por la cara."
"Estarás de coña." Le dije.
"Para nada." Dijo sonriendo divertida antes de guiñarme un ojo. "Sé lo que es necesitar irse de un sitio y salir con una mano delante y otra detrás, y no voy a permitirlo a nadie que yo aprecie siempre y cuando pueda remediarno."
"Pero…"
"Ni peros ni nada." Me dijo. "Eh, eres mi cuñada, y va a pasar un tiempo hasta que volvamos a vernos. Por cierto, sobre lo de no conocer a nadie no te preocupes."
"Tengo un contacto." Afirmé.
"Yo conozco a alguien de California." Continuó pasando por alto mi comentario. "No es gran cosa, pero algo es algo. Te ayudará en lo que pueda, así que no dudes en llamarle." Afirmó devolviéndome el móvil que no sé cuándo o cómo me había cogido mostrándome un número en la pantalla. "Se llama Nick, es algo así como un primo segundo de mi amigo Raoul y hace tiempo que vino aquí, así que hace tiempo que no nos hemos visto. Estará esperándote en la primera gasolinera de la interestatal 5, a las afueras de Yreka."
"Laki, mira, no necesito niñera ni tampoco…"
"Eso díselo a él." Me dijo rascándose la nuca. "Pero te advierto que vas a otro estado, las cosas cambian de una reserva a otro estado."
No podía negarle la razón, pero no quería reconocérselo.
"Vale. ¿Si prometo preguntar por él me dejarás de tratar como a una cría?" Le dije.
"Claro." Afirmó divertida. "Pero dos cosas, en ningún momento he sugerido siquiera que seas otra cosa que una mujer, y dos, en cuanto te vea sabrá quién eres, él te encontrará, así que no te preocupes."
"Mamá ha dicho que ahora viene." Me dijo Seth volviendo con una mochila.
"¿Y eso?"
"Obviamente mamá no iba a dejarte ir sin comida como para vivir un mes, todo para el viaje hasta allí." Me dijo.
"¡MAMÁAAA!" Le dije molesta.
La despedida de mis sobrinos fue un poco dura, de mi cuñada y mi hermano un poco menos, les quería, pero mis sobrinos eran especiales para mí; de mi madre fue algo más difícil. Por no contar que Holly también vino a despedirse y se echó a llorar como una magdalena con su bebé a la espalda y todo. Y me sorprendió que solo viniera a despedirse Sam con Emily de su grupo.
Creo que me hice la dura hasta que salí de la reserva, donde vi unos lobos corriendo en grupo a mis lados por el bosque y colando sus aullidos y grañidos por las ventanillas abiertas en una canción triste.
Al instante supe quienes eran.
"Mi sobrino y los chicos son un poco sentimentales en el fondo." Afirmó Laki a mi lado divertida y hasta con cierta ironía. "No podrás dudar que te quieren."
"Los chicos son idiotas." Le contesté intentando ocultar que me llegaba al corazón aquella despedida por su parte.
Sabía que ella entendería lo que quería decir, en ese sentido ambas éramos iguales, nos costaba un poco demostrar cariño hacia la gente, a ambas nos habían hecho daño un hombre del que estábamos enamoradas e, igual que ella había encontrado una cura en mi hermano, yo anhelaba en el fondo de mi corazón poder encontrar algún día mi paz para mi atormentado corazón. Aunque no fuese en 'alguien'.
(Salto espacio-temporal)
Yreka, 2 días más tarde
Ha pasado apenas un día desde que dejé a mi cuñada en su garaje en Port Angels; había pensado que sería más sencillo viajar sola, pero no es un viaje como los que hacía diariamente hasta mi trabajo. No, esta vez es un viaje alejándome de todo lo que conozco, diciendo adios a todos y a la tierra que una vez fue mi hogar.
Me he enbarcado en algo nuevo y ahora me ha alcanzado por fin la crudeza de mi acción.
No tengo una casa propia, no tengo familia ni amigos cerca. Estoy sola con unas cajas donde he empaquetado toda mi vida que quise traer conmigo y unos cuantos billetes y una tarjeta American Express en la cartera.
Decido parar en un bar de carretera donde hay una gasolinera a unos metros.
En cuanto entro, me doy cuenta que he cambiado de estado, todo allí parece diferente pero a la vez igual.
"Vaya, Molly." Dice una voz fuerte. "Parece que alguien se ha perdido."
"No le hagas caso a Moose, pequeña." Me dice la camarera mascando chicle con una sonrisa. "Es todo palabras, nunca tocaría a una mujer." Afirma guiñándome el ojo y sirviéndome el café que he pedido antes de dirigirse al tipo que ni me he molestado en mirar.
"Perdone, me gustaría ir al baño." Le digo a la camarera. "¿Podría guardarme el café?"
"Claro cielo." Me dice.
Me parece increíble que una camarera pueda ser tan jovial, es extraño, como si le gustase estar en una cafetería de mala muerte, atendiendo a jilipoyas y camioneros.
Por suerte el baño está medianamente limpio aunque huele demasiado a ambientador, como si lo hubiesen rociado por todas partes con un producto de limpieza con olor a pino o un intento de eso.
Me cambio rápidamente, no aguanto demasiado bien los olores tan fuertes, supongo que es parte de esta maldición que es ser parte de una manada, porque no la he dejado ¿no?
Al menos anoche no me lo pareció cuando me trasformé sin querer en loba para buscar agua potable en el bosque donde paré a dormir en el coche.
Cuando salgo, mi café me está esperando en el mismo sitio, y nada parece haber cambiado salvo la canción que suena en el hilo musical.
Entonces algo capta mi atención y miro por el cristal.
Allí fuera hay un chico joven contra una moto, apoyado de forma desenfadada en ella, más bien. Mira hacia los cristales y lleva gafas finas además de vestir con una camiseta blanca y vaqueros largos, algo que desentona con el calor que hace allí a pesar de estar apenas amaneciendo. Entonces me mira y me obligo a desviar la mirada.
Me fijo que en la mesa junto a la que yo ocupo junto a la ventana ha aparecido un hombre que tiene un plato con huevos y bacon.
"Oye, cielo." Me dice la camarera. "Tenemos más huevos, o un cuenco de cereales si lo prefieres."
"No, gracias." Le digo sabiendo que no me queda demasiado en el bolsillo y lo necesitaré para el alquiler y poder comer unos días. "Desayuno poco."
"Ponme a mí un plato de bacon poco hecho y un par de huevos, y otro para la señorita." Dijo el chico de la moto haciéndome mirar fuera para ver que solo queda ya la moto.
"Perdona, pero quiero estar sola." Le digo.
"Ya lo veo." Asintió sin moverse.
"Oye, hay más mesas." Le digo un poco molesta ante su insistencia en no moverse de allí. "Y yo no te he invitado a quedarte. Así que ya estás desfilando, ligón de playa."
"Aquí tenéis, chicos." Nos dice la camarera sonriéndonos.
"Muchas gracias, Peggy Sue." Le dice el chico devolviéndole la sonrisa. "No sé cómo lo haces pero cada día estás más guapa."
"¡Adulador...!" Le contesta ella riéndose antes de irse de nuevo.
"Así que solo eres un ligón de playa." Le replico molesta.
"Te ha costado venir." Me dijo pasando de lo que le había dicho. "Me ha costado un poco encontrarte, pero bueno, merece la pena." Afirmó sonriendo. "Ah, perdona, no me he presentado. Me llamo Nick Garou, pero todos me llaman Nick."
Nick, me sonaba ese nombre.
"Ah... ya veo que ahora sí..." Dijo sonriendo divertido. "Laki me dijo que eras una nativa, pero no me dijo que te parecerías tanto a una chica de por aquí."
"¿Y eso qué significa?" Le dije.
"Oh, ya verás cómo es físicamente la gente por aquí." Me dijo. "Si te quedas por la costa no vas a desentonar nada, Fortuna no me supo decir mucho."
Fortuna, así era como llamaban en su grupo a mi cuñada, sabía que se había llamado así y ahora, muchos le conocían por otro nombre, Lapuerca creo que era.
"Bueno, dime más cosas." Me dijo metiéndose una loncha de bacon entera en la boca tras doblarla varias veces con el tenedor en un ademán de resultar decente ocultando su hambre.
"He venido a trabajar." Afirmé.
"Sí." Asintió. "Eso lo sabía ya. ¿Tienes una dirección?"
"Ah, sí." Afirmé sacando el papel donde me habían escrito la dirección.
"Sí, lo conozco." Afirmó. "Bueno, el local no del todo. Pero está en mi área."
"Creo que es una buena ayuda, sí." Afirmé con ironía.
"Bueno, pero al menos ya no estás tan sola." Me dijo sonriendo divertido.
"Vale, no necesito ayuda." Afirmé. "De todas formas, no entiendo por qué te avisaron a ti."
"Porque soy algo así como un compañero de Fortuna, le debo algunos favores, y además, por lo que veo somos 'hermanos', ya me entiendes."
"No, no te entiendo." Afirmé.
"Los dos somos... especialitos." Afirmó.
"Especialitos, ya." Le dije.
Supongo que era pues otro lobo, como los chicos que tenía mi cuñada en su escuela de 'especiales' como les llamábamos.
"En fin, acabemos de desayunar por primera o segunda vez y vayamos a ver si llegamos bien a esta dirección."
"Claro." Asentí.
No estaba acostumbrada a que me invitaran tan abiertamente a nada, y menos aún a que alguien de fuera de la manada o mi familia lo hiciesen; pero al menos tuve la extraña sensación de que podía confiar en aquel tipo.
"Bueno, si no te importa, casi mejor cargo mi moto en tu carro." Me dijo. "Me encantaría ir en mi moto, pero lo más probable es que acabásemos perdiéndonos el uno al otro, y eso no mola."
"Ya." Afirmé. "¿Necesitas ayuda?"
"¿Estás de broma?" Me dijo divertido. "Por lo que soy ya deberías saber que esa moto es algo así como una pajita para mí." Afirmó levantándola con una mano sin problema y usando la otra para equilibrarla por guardar las apariencias de que pesaba mucho para levantarla solo hasta que la cargó en la parte de atrás de mi coche.
"Vaya, qué montón de cajas." Dijo haciéndole un hueco antes de dejarla.
"Espera, moveré algunas a los asientos de atrás."
"¿Elección tuya?"
"De mi cuñada."
"Ahá, Fortuna debe tenerte en bastante aprecio." Asintió sentándose en la cabina conmigo como si entendiese algo que yo no y dando unas palmaditas en el salpicadero para continuar. "Es un buen coche. Apuesto a que lo eligió para ti."
"Le llegó y pensó que me interesaría." Afirmé. "Dudo mucho que lo eligiese expresamente para mí."
"¿Y tú te lo creíste?" Me dijo con ironía.
"Sí, no veo por qué no habría de hacerlo."
"Fortuna es una hembra un tanto… peculiar, siempre ha tenido problemas para expresar sus sentimientos de una forma normal."
(Salto espacio-temporal)
"Bueno, pues parece que aquí es." Me dijo el chaval.
"Pero esto es…"
"La dirección coincide." Dijo encogiéndose de hombros. "Parece un salón de tatuajes y cosas así."
En efecto, la dirección llevaba justo a un local de tatuajes donde también parecían vender más cosas relacionadas.
"Creo que deberías entrar y preguntarle a la jefa por qué en lugar de un sitio donde dejar tus cosas la dirección es la de un negocio." Me dijo el chaval.
"Supongo." Afirmé.
"Vale, pues yo te espero aquí." Afirmó. "No te preocupes, cuidaré tus cosas."
Aún un poco mosca, bajé del coche y fui al local, solo que allí dentro, solo había una chica mascando chicle con cara de aburrimiento y con pelos en punta y del mismo rosa que su chicle mientras otros dos hombre parecían estar trabajando en pintar las paredes con motivos extravagantes.
"Disculpe, quisiera ver a la dueña." Le dije.
"Está cerrado al público." Me dijo.
"Y yo he dicho que quiero ver a la dueña, no que venga a comprar o lo que sea que se haga aquí." Afirmé.
"No está." Me dijo.
"Vale, entonces dónde puedo encontrarla."
"¿Y yo qué sé?" Me dijo. "No soy su sombra ¿sabes?"
Dios, había tenido que tratar con bastantes personas desquiciantes, pero sin duda, esa chica se llevaba la palma.
Me mosqueé aún más y le cerré la revista de un golpe haciéndola mirarme.
"Eh, te he dicho que tengo que hablar con la encargada." Le dije. "Así que ya estás localizándola."
"Tranqui, tía." Me dijo tomándome en serio por fin. "No te estreses. La llamaré al móvil." Añadió para salir de detrás del mostrador. "¿Te importa quedarte aquí por si entra alguien decirle que está cerrado al público?"
Antes de que le contestara se había esfumado y yo estaba delante del mostrador.
Por suerte, no me tocó demasiado tiempo estar allí, al cabo de medio minuto volvió.
"Está en su local favorito fuera de la ciudad." Me dijo cogiendo un papel para garabatear una nueva dirección. "Aquí tienes, ha dicho que estará allí, así que si quieres hablar con ella… ya sabes lo que tienes que hacer."
