Los personajes no me pertenecen son de Meyer , la peque trama es mía, porque simplemente me dio pena la muerte de Bree..

- No mires – susurró el pelirrojo
Y yo cerré los ojos, pero, aun tenía oídos y escuché, escuché los pasos rápidos de mi verdugo y sentí cuando sus fuertes manos en una milésima de segundo mutilaron mi piel, y lo peor de todo, escuché el grito desgarrador que emitieron mis labios por última vez al gritar.

Y eso fue todo, una oscuridad aterradora, un silencio abrumador, que era mejor al dolor que había pasado hace segundos o quizá horas atras , la nada en la que me encontraba se sentía bien, porque ya no sentía miedo, solo una paz tenue acompañada de la perenne oscuridad en la que siempre estuve y entonces, como si de una película en blanco y negro se tratase, vi con adoración los últimos recuerdos de mi vida como vampiresa, los recuerdos buenos y agradables, todos a lado de Diego, sus fríos labios sobre los míos, su rostro sereno y encantador sobre ese cabello rizado y oscuro, la pequeña y peor choca ese cinco de la historia, nuestra manos entrelazadas y creí fervientemente que se equivocaron conmigo y me mandaron al cielo, pese a ser una asesina, porque después de todo, yo si tenía alma, si no como podría sentir, amar y soñar…Pero, faltaba algo, y casi en el mismo instante en el que lo pensé, él , apareció.
Diego.
Y con él la oscuridad desapareció dándole la bienvenida al albor, a la calma y al amor…
Él estaba ahí, con sus ojos grandes mirándome serenamente, iba vestido de negro , contrastando la blancura del infinito lugar en el que nos encontrábamos , sonrío angelicalmente y noté como mis labios se curvaron también en una sonrisa sincera.
Así que si esto era la muerte, o quizá, solo quizá el poder de mi subconsciente que me jugaba una mala pasada, fuese lo que fuese, no me importaba, ¿Qué podía ya importar si muerta estaba?
Mis pies anduvieron por inercia propia hacia él, pero, él con su caminar rápido, ya estaba a mi lado tomándome entre sus brazos haciéndome dar vueltas y juntando por fin, una vez más sus labios a los míos.
- Este es nuestro saludo súper secreto – habló en pequeño susurros sobre mis labios entreabiertos.
- Es mejor que nada –solté sin saber que más decir.
- Tardaste mucho.
- Me fui a cazar unos vampiros – articulé sarcásticamente.
- ¿A cuántos casaste? Preguntó intrigado, mientras me depositaba en el níveo suelo y me tomaba de la mano, mientras caminábamos por una senda de piedra aparecida de la nada.
- A ninguno, ellos me cazaron a mí – admití tajantemente.
- Ya veo – suspiró – y... ¿en dónde estamos?
- Creí que tú lo sabrías, tú llegaste primero - le acusé
Él sonrío amablemente – Esto me suena a un trabajo ninja – me guiño un ojo y me soltó la mano de repente, empezando a correr y alejarse.
- A que no me atrapas – gritó a lo lejos.

Bien, esto podía ser el limbo, la muerte, el cielo, el purgatorio, lo que sea, no importaba, yo estaba con Diego, mi Diego, y jugábamos a los ninjas, por la eternidad.
Todo iba bien.