Saludos Drammioneros del mundo mágico atrapados en el mundo muggle.

Los personajes aquí presentados no son de mi propiedad y creación, son de Queen J.K Rowlling.

Es una historia centrada en la época Post-Hogwarts... con una clasificación M. Habrán personajes creados por mí pero en este capítulo todos, toditos son de la reina Joanne.

Cuando releí este capítulo, lo hice con la canción de May It be, tocada por 2CELLOS (pónganla cuando salgan las 5 E en la historia, te parte el corazón. ; ) ) . Cada capítulo tendrá banda sonora, para más drama.

Disfruten y dejen sus cálidos comentarios. Los capítulos serán subidos dependiendo de la recepción. Ya están listos los primeros 10. He trabajado en este fic bastantes meses pero quiero saber sus opiniones para ver si la musa se modifica en algunas cosillas. Además que los comentarios siempre son una fuente de aliento para los escritores que dedican e invierten su tiempo para traerles una historia que los ayude a navegar en el mundo de la magia.

¡BASTA DE CHACHARA! ¡A LEER!


Elizabeth Difel

¿Qué es el dolor?

He pensado en esa pregunta durante estas dos semanas que llevo enclaustrada en estás 4 paredes minúsculas, mientras siento la fría piedra raspar mis ya dañadas rodillas, mis muslos llenos de sangre ya seca, mis ya casi perdidas esperanzas. Solo me han violado 3 veces, pensé serían más. He tenido suerte, nadie sabe que soy yo, si lo supieran estoy segura que las violaciones hubieran terminado con mi cuerpo inerte. La primera vez no deje de llorar en toda la noche y el día siguiente, quise acabar con mi vida por el asco que sentía emanar de mi interior pero estoy hechizada para evitar realizar cualquier acto violento contra mi vida. Que gracioso es eso. Solo espero que todos mis amigos estén bien. ¿Y yo?, yo espero morir pronto.

¡Merlín! Ya no estoy pensando coherentemente, por eso he tenido que escribir en papel de baño con un carboncillo olvidado por algún otro prisionero mi historia, no sé cuánto tiempo iba a mantener mis cabales sin comunicarme con alguien, sentía la locura apoderarse de mi mente, la coherencia salir de mis sentidos y el dolor gobernar mi alma. No sé cuánto tiempo aguantare, ya no siento fuerzas, creo que me han abandonado, tal vez mis conocidos me mirarían con decepción pero ya eso tampoco me importa.

Cuando lo vi pensé por un segundo que me reconocería pero su actitud demostró lo contrario y más cuando dejo que me violarán su padre y la otra inmundicia, ayer fue la tercera vez que profanaron mi cuerpo, quise llorar pero ya mis ojos no producían lágrimas, me torturaron antes, con hechizos que ni siquiera había escuchado en mi corta e insignificante vida... me sorprendí al ver que mi cuerpo se está acostumbrando a sentir las maldiciones, los golpes y humillaciones, ya sus palabras no me afectan, ya solo me afecta esta soledad que carcome mi alma, que está ablandando mis sentidos, mis pensamientos.

Estoy buscando dentro de mis pensamientos ¿Dónde está mi espíritu? ¿Cuánto voy a vivir? ¿Conseguiré vivir? Mejor dicho, sobrevivir. Ya no estoy viviendo, ya no estoy ni siquiera sintiendo su asqueroso cuerpo cuando se posiciona sobre el mío y lo toma a la fuerza, ya no escucho sus denigrantes palabras, ya no existo en ese momento.

He optado por soñar despierta mientras eso sucede, he descubierto que si imagino mis tiempos de felicidad plena el dolor se vuelve tolerable y logro hasta ignorarlo. Pienso en el viento primaveral cerca de la casa en el bosque, pienso en las clases que hacían que mi mente se transportara a un oasis de placer culposo. He encontrado la calma en esta tempestad, por eso ahora después de dos semanas encerrada, comiendo desechos y tomando mi propio orine cuando tengo sed, aseando mi cuerpo solo cuando lo van a corromper, hablando con las paredes y ahora expresándome de este modo para no perder mi cordura por completo. Ahora, hoy en este día, o tal vez noche, no lo sé con certeza, no estoy segura que momento del día es, tampoco sé si realmente han pasado dos semanas, solo calculo el tiempo relativo, ¡por Merlín! ya no sé nada realmente, eso es nuevo para mí, por eso he comenzado preguntándome esto:

¿Qué es el dolor?

¿Cuánto aguanta una persona el dolor?

¿Cuánto puede resistir una persona viviendo con dolor?

¿Cuánto tiempo aguantare con este dolor que me quita el aire y me hace anhelar mi muerte para ser libre?

Ahora bien, ¿Qué es libertad? ¿Irme de aquí? ¿O morir? Tantas preguntas absurdas rodean mi mente, me causa gracia saber que tal vez ninguna se responda. Puedo sentir mi muerte, está próxima.

Ya han venido a buscarme… HG.

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Han pasado 5 años desde que concluyo la batalla de Hogwarts. La mayoría de los estudiantes y magos que apoyaban a la rebelión han sido eliminados o confinados a centro de experimentación mágica, también han distribuidos a los mejores hogares del mundo mágico para que presten su cuerpo a lo "justo y necesario". La esclavitud.

La orden del Fénix ha sido disuelta y exterminada en su mayoría.

Albus Dumbledore está muerto.

El ministerio está bajo las órdenes del Lord Tenebroso quien es la máxima autoridad de Gran Bretaña, tanto mágica como muggle.

Harry Potter está muerto. Murió en la entrada del castillo consecuencia de la maldición imperdonable ejecutada por Lord Voldemort. Su cuerpo aún es un misterio, la desaparición de su cuerpo convulsiono al mundo.

Los grupos rebeldes han sido diseminados en su mayoría y los que quedan pronto serán disueltos.

La era del hombre había terminado, había comenzado la era del mago, de la bruja y de la magia.

La Era de los Walpurgis. La Era Oscura.

Las personas sin magia o los que defendieran a las personas de este tipo debían ser confinadas y servir a sus superiores. El Lord no daba segundas oportunidad nunca más. Su misericordia acabo en Hogwarts.

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Después de luchar tanto, de destruir 5 horrocruxes, nada había valido la pena. Desde ese día el cielo dejo de ser despejado como algún día lo había sido. El viento picaba al rozar el cuerpo de las personas, rasguñaba y quemaba. El aire que se respiraba no era lo suficientemente cálido para oxigenar al organismo, en vez de purificarlo parecía contaminarlo, intoxicarlo con restos de maleficios que aún rondaban en el ambiente. La antigua y despampanante Londres dejo de brillar en las noches para tornarse lúgubre y mortífera. Con toques de queda después de las 5 de la tarde y cadáveres en sus avenidas más grandes que demostraban el poder del Lord a quien tan siquiera pensara en traicionar los correctos ideales del nuevo mundo. Pensar estaba prohibido para las sangres sucias, perdonar su vida solo había sido un acto benevolente del Señor de la Oscuridad para demostrarles y enseñarles cuál era su misión en este mundo. Servir a la pureza y arrepentirse hasta el día de su muerte haber existido.

El Profeta estaba bajo el mando directo de Lucius Malfoy. Cada artículo impreso era directamente aprobado por él y su escuadrón. Después de haber sido perdonado por su Lord debido a sus grandes acciones en la guerra, volvió a ser su mano derecha. Encargado no solo del periódico sino también de las redadas mágicas que se hacían cada noche de luna llena en los distintos suburbios del país. La antigua y lujosa mansión Malfoy dejo de ser brillante, cálida y un hogar para transformarse en un centro de reuniones nocturnas de mortifagos, violaciones constantes a las diversas esclavas que eran subastadas y sede de entrenamiento para hijos de mortifagos.

Su antigua relación con Narcisa era cada vez más turbia, las noches de amor que algún día vivieron quedaron olvidadas desde el día en que él mismo comenzó a violar, ultrajar y asesinar sin compasión, sin alma. Narcisa no entendía como un hombre que a pesar de haber hecho tantas cosas en su pasado incorrectas pero que jamás había sido cruel y despiadado se había convertido en el monstruo que veía hoy en su mansión, dañando a todos los que consideraba inferiores a él y para nadie era secreto que él solo consideraba como superior a Lord Voldemort. El aspecto del rubio después de su escasa estadía en Askaban lo habían dejado trastornado, despertando en su núcleo central cerebral y lóbulo occipital su sadismo a la máxima expresión. Sus ojos ahora no era de un gris brillante comparables con la plata más lustrosa, ahora eran aplomados y oscuros, oxidados por la maldad. Su cabello brillante y platinado era cada vez más canoso y gris, largo como siempre hasta sus hombros pero sin aquella elegancia con la que algún día lo uso. La elegancia era cosa del pasado, ahora Lucius Malfoy era la inclemencia pura.

Y aunque la hermosa rubia con ojos de plomo azul que aún era su esposa había intentado librarse del yugo esclavizante después de dejar de creer en la pureza de la sangre por tantas causas que aún no podía enumerar en orden, las reprimendas y los castigos a los cuales se había enfrentado le dejaron en claro que era mejor mantener como idioma predilecto al silencio, para poder sobrevivir y proteger hasta donde su vida le alcanzara a su hijo, el hijo de mortifago más mortífero que había llegado a las tropas del Lord Tenebroso, Draco Malfoy.

Que fascinante la vida que hacía sacar la peor forma de nosotros con una guerra. ¿Podía sacar lo mejor?


Cuando aquel crepúsculo de Abril comenzó, Draco Malfoy sabía que no sería nada fácil. Les habían dado el dato de una pequeña guarnición de ratas muggles que estaban siendo escondidas en un cobertizo en el centro de Londres, cerca del municipio 3 de Kensington y Chelsea. Cuando había entrado al lugar y conjurado un lumus se dio cuenta del error garrafal que estarían a punto de cometer. Aunque el rubio tardaría meses en saber que lo que a veces puede verse como un castigo termina siendo un triunfo.

- Ahora – escucharon sus oídos. Estaba su padre con ellos. Un grupo de 3 mortifagos como siempre estarían encargados de aquella redada pero habían más de 6 rebeldes en el lugar en vez de 6 muggles asquerosos.

- Crucio- pronunció el patriarca de los Malfoy. Pudo divisar como la maldición impactaba a un hombre de mediana edad doblándole las rodillas y desplomándolo en el piso con dolor. Avery se enfrentaba a dos brujas muy hábiles para él pero la maldición esmeralda rápidamente salió de su varita y lo había dejado enfrentándose contra una sola.

- Impedimenta – conjuro al ver como una bruja rubia con ojos castaño claros lo atacaba, era una mujer menuda pero con un cabello que llegaba hasta sus caderas, labios carnosos y rosados y una mirada que conocía a la perfección.

- Draco, apresúrate – escucho a su padre, cuando lo vio apuntar hacía la mujer frente a él, lo supo. Tenía que hacer algo – Avada…

- Desmaius – la mujer miraba alarmada a su padre y no presto atención cuando el rayo de luz impacto contra su pecho y la sumo en la inconsciencia – la quiero como esclava – proclamo con desdén y su padre asintió.

- Vámonos, ha sido una pérdida de tiempo.

- Señor, queda uno – le dijo Avery que estaba sangrando por un brazo, la escasa lucha con aquella bruja lo había dejado exhausto.

- Avada Kedavra – zanjo el rubio – no queda nadie.- Todos salieron del lugar y con un hechizo de levitación el menor de los rubios saco a la mujer del lugar.

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- ¿Estás seguro? – preguntaba un hombre con voz ronca y cansada, demasiado cansada.

- Por supuesto – la voz que contestaba era gruesa, masculina y arrastraba cada palabra con frialdad.

- ¿Qué harás? – pregunto sin ningún ápice de preocupación. – No se puede hacer nada. Tendrás que encargarte. – Estaba respondiendo sus mismas preguntas.

- Lo sé – admitió con desagrado – solo te aviso.

- Solucionaremos sobre la marcha – sentenció - ¿Ya va en marcha tú plan? – la voz había disminuido de volumen.

- Si – afirmo con serenidad, una serenidad que demostraba lo lejos que estaba dispuesto a llegar.

- Cuidado Draco.

- No necesito tus preocupaciones Severus – sin esperar ninguna otra palabra salió de aquel despacho que tenía ubicado en la segunda planta de su mansión.

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EEEEE

- ¿Cómo te llamas? – pregunto Lucius. Estaba parado frente a la mujer rubia que habían capturado hacía pocas horas. Le tenían tirada en el piso, acababa de despertar y se removía incomoda por estar completamente desnuda y atada. – Responde – exigió contundente.

- crucio – conjuro Avery que estaba frente a Lucius rodeando a la joven bruja. La mujer se revolcó en el piso y ahogo un grito de dolor con fuerza, mordiendo su labio inferior. – Grita asquerosa – espeto con asco regalándole una patada en pleno diafragma que la hizo exhalar de bocanada.

- E-E – intento pronunciar pero su boca estaba seca y vacía de palabras. Trago espesamente y los miro a los dos con repulsión – Elizabeth Difel – dijo con una voz estrangulada.

- Búscala – ordeno Lucius. Avery busco en la base de datos y consiguió rápidamente el nombre de Elizabeth Diful: mestiza. Inmediatamente se lo mostró al rubio y este torció el gesto en una sonrisa ladeada y siniestra. - ¿Qué haremos contigo? – pregunto varias veces acariciando su varita con malicia, en un momento se arrodillo frente a la mujer y la cogió por la quijada con violencia. - ¡Donde están los demás! – le exigió mientras apretaba sus mejillas. La mujer lo miro iracunda y escupió su rostro - ¡maldita! – le grito con asco. La bofetada que vino a continuación la hizo caer al suelo en un golpe seco y pudo sentir un hilillo de sangre correr por sus labios. Cabrón, pensó. – No me hagas repetir la pregunta, rata inmunda – había odio en sus palabras. La mujer con una altivez que nada tenía que ver con su aspecto se irguió con esfuerzo, tuvo que abrir y cerrar varias veces su boca para poder lograr emitir algún sonido.

- Púdrase Malfoy – los dientes de la mujer relucieron en una sonrisa impregnada de sangre pero no le importaba en lo absoluto. El rubio se carcajeo y la alzo por el cabello, lanzándola boca arriba contra una mesa de madera rectangular.

Incarcerous – las cuerdas que salieron de su varita ataron a la bruja a unas argollas que habían en la mesa, dos pares arriba y dos pares abajo. Abrió los ojos con violencia y miro alarmada al rubio que la veía triunfante frente a ella. – Vamos a ver qué tal – la sonrisa que le regalo demostraba repugnancia, maldad y sadismo puro. La mujer tembló. Tenía los brazos extendidos sobre su cabeza, atados con fuerza en un nudo de ocho vueltas. Sus piernas estaban extendidas y abiertas, dejando al descubierto su vulnerable feminidad, expuesta ante él y su mirada oscura y siniestra. Malfoy se relamió los labios con excitación.

La mujer no grito, no pataleo pero tampoco dejo de mirar cada acción que el hombre alto, corpulento y rubio hacía ante ella. Quiso escupirlo, quería proteger su cuerpo de aquello que sabía vendría a continuación pero no dijo nada, no dijo nada hasta que lo vio desabrocharse el pantalón negro de seda de acromántula y dejo ante ella un miembro masculino erecto.

- No – rogó con lágrimas que avisaban su salida de sus ojos castaños.

- Oh si – se relamió el rubio. Estaba extremadamente excitado al ver como la pequeña feminidad de aquella mujer lucía estrecha y rosada, muy rosada. Con un pequeño botón en su centro el cual no le interesaba tocar porque no pretendía darle ningún placer. Se acerco en dos zancadas a la rubia y con agresión pellizco el pezón beige que yacía en su pequeño monte mediano y que subía y bajaba con rapidez debido a la hiperventilación que estaba sufriendo en ese momento. Elizabeth grito por el dolor, la había pellizcado con violencia. Sin ningún permiso, sin ninguna ceremonia sintió el miembro grueso y largo del hombro adentrarse en su interior, no estaba lubricada así que el dolor solo se intensifico más y más conforme pasaba el tiempo. Grito sin tregua. Maldijo con desdén y rogó por su muerte.

- ¡Grita más duro! – le grito el rubio que la embestía con más fuerza y brutalidad de la esperada. Sintió su varita en su abdomen y vio como su punta irradiaba un color rojo fuego y pequeñas chispas que salían de ella, no pensó en lo que le haría hasta que la varita quemo una parte de su muslo derecho, dejándole una larga línea incandescente donde la sangre que avecino por salir se quemo al instante. Podía oler su vello y carne quemándose, dejandole un olor a carne asándose.

- ¡NOOOOOOOOOO! – grito con descontrol, intentando moverse compulsivamente sin ningún resultado favorecedor para ella. Sintió otra línea en su pierna izquierda y una más en su quijada. El dolor era horrible pero no se comparaba con el que sentía en su interior tras las continuas embestidas que ese asqueroso hombre la tenía expuesta. Su interior se quebraba en mil pedazos, o tal vez millones. Fragmentándose en un cuerpo que no valía mucho.

Un par de convulsiones por parte de su violador y observo una mueca en su rostro. Acabo dentro de ella.

- Vamos Avery, tu turno – apelo el rubio con una sonrisa petulante mientras salía de ella y se apuntaba con la varita su ropa para quedar impecable como antes. Elizabeth sentía que sus ojos no podían dejar de derramar lágrimas. Los gritos ya ni siquiera salían de sus labios.

Cuando sintió otro cuerpo adentrarse dentro de ella, cerró los ojos. Esta nueva intromisión no le dolió tanto físicamente pero si aniquilo su interior. La golpeo un par de veces en el rostro, avisándole que gritara más fuerte o se cogería su cadáver. Era un hombre alto, con aspecto delirante y no en el buen sentido, uno de los ojos del hombre se perdía de su órbita. Su rostro estaba repleto de vello mal afeitado y su cabello lucía grasiento y sucio.

- Por favor, paren – suplico en un último intento de piedad pero la respuesta que recibió fue dos hombre riendo sonoramente y varias palabras denigrantes sobre ella.

No supo cuando acabo el otro hombre, no se inmuto del tiempo esa vez, solo lo sintió salir de su cuerpo mientras le clavaba sus uñas en las marcas de quemadura que tenía en sus muslos. Sentía su garganta seca y sus ojos hinchados, las lagrimas no paraban de salir de sus cuencas y su cuerpo daba pequeñas convulsiones de dolor. Cuando la desataron y lanzaron contra el piso se cubrió en un intento deprimente su cuerpo. Sus pequeños senos rojos y piernas estaban manchados de sangre.

- No era virgen – dijo Avery.

- No, era una putita – sentenció el rubio.

- Aunque estaba estrecha - victoreo Avery.

- Seguro llevaba tiempo sin un buen polvo, debe estar feliz de haber sido cogida por dos sangres puras - la rubia escuchaba lejanamente sus palabras. Se miraba las manos concentrada, perdida en algún lugar del universo que no fuera ese. Sumida en algún recuerdo que borrara el que acababa de vivir.

- Llévala al calabozo – escucharon ambos hombres a sus espaldas. Posicionándose frente a ellos un rubio más alto que su padre, con ojos más claros y cabello corto que señalaba el cuerpo tembloroso y sangriento de la rubia. Una pequeña mujer de cabellos por el cuello y ropas sucias llego al lado del cuerpo y lo tomo con cuidado. Elizabeth casi no podía caminar pero miro de soslayo al rubio. La mirada grisácea del rubio era intensa, adentrándose en todo su ser. No pudo sostenerla por mucho tiempo, sentía que si lo hacía por más tiempo dejaría demasiado a relucir. No la había ayudado.

Draco Malfoy no la había ayudado.

Las dos mujeres desaparecieron del lugar y solo quedo la sangre de una de ellas esparcida en el lugar.

- ¿Por qué te la llevaste? – pregunto con fastidio su padre.

- Te dije que sería mía, no tuya – respondió con frialdad el rubio.

- Pues le doy mi visto bueno – continúo el patriarca con una sonrisa ladeada.

- El Lord nos llama – aviso un joven moreno con cabello rapado y ojos marrones oscuros desde la entrada.

- Ya vamos Zabini – pronuncio Lucius.

Draco ondeo su capa teatralmente y siguió los pasos del moreno que acababa de avisar la llamada de su Lord. Cuando había visto como violaban a la mujer quiso vomitar pero entrar le hubiera supuesto tener que hacerlo también y ni en sus peores pesadillas hubiera podido hacerlo.

¿En qué se había metido?

¿Ahora qué hacía?

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Esa noche Draco Malfoy no pudo dormir. Cada vez que caía en un profundo sueño una pesadilla recurrente lo atosigaba, haciéndole perder la respiración por momentos y despertarse despavorido.

Un hombre mayor, con una barba larga, muy larga de color castaño claro parecida a la de Dumbledore le miraba con severidad, sus ojos eran de un color grises como los suyos pero su mirada era aún más fría, más profunda e intrigante. Sus labios estaban en una línea recta mostrando su seriedad. Su nariz era pronunciada y chata. Algo grotesca.

Vestía una túnica negra con solapas verde esmeralda. Tenía en su dedo anular izquierdo un anillo negro con una esmeralda en el centro. Draco veía que algo se movía en el interior de aquella gema pero no podía distinguir que era desde la lejanía donde se encontraba. Estaba sentado en un trono de piedra, en el centro de un salón que tenía a sus espaldas una gran fuente con forma de basilisco. A los alrededores del salón había agua, oscura y por las apariencias muy fría. Draco estaba en el extremo opuesto de un camino de piedra gris que llevaba hacía el frente del trono pero no podía moverse, solo podía ver a ese hombre.

Intento varias veces avanzar y descubrir quien era ese anciano pero sus pies estaban anclados a la roca fría. ¿Fría? Cuando bajo su mirada noto que estaba descalzo, vestía un pantalón de gamuza negro pero no tenía su camisa, en el centro de su pecho tenía tatuado una serpiente negra con líneas espiraladas de color verde, su cola le daba vueltas a su torso y su cabeza terminaba en algún punto superior a su pecho donde su mirada no alcanzaba a ver. Se espanto al ver que la serpiente se movía y sintió una opresión en su torso, lo estaba comprimiendo.

- Tienes que ser tú – escucho de pronto. Alzo la vista y enfoco con dificultad la mirada hacía el hombre que ahora tenía frente a él. Quiso retroceder pero no podía hacerlo. El hombre le miraba con curiosidad y ¿simpatía?, quiso preguntarle que carajos estaba diciendo pero se despertaba siempre en ese momento.

Solo recordaba su mirada, gris como la de él. Gris como la de su padre pero tan diferente a la de ambos. Podía notar que en ese gris plomo que observo, también albergaban pequeños destellos, millones de colores parpadeaban en el iris de ese hombre que a pesar de verse intimidante también se veía comprensivo y compasivo. ¿Quién era? ¿Qué carajos era ese sueño?

- Maldita sea – espeto y lanzo una almohada al piso. Maldito día había sido ese.

Si tan solo ese rubio platinado que estaba exhalando exasperado supiera que esos sueños apenas comenzaban.

Si supiera que los sueños no son fantasías creadas por el subconsciente sino realidades transdimensionales donde solo el subconsciente tiene permiso de ingresar.

Si se enterara que la guerra no había acabado hace 5 años, que apenas comenzaba.

Si tan solo supiera eso, ese rubio no hubiera intentado dormir tantas veces esa noche de manera disfuncional.

Porque ahora por diversos motivos de la vida antojosa, la vida daba un giro abrupto. Dejando caer un grano de arroz en la cacerola adecuada, no permitiendo que ocurra un mezclote.

El copo de nieve aterrizaba en el preciso lugar, en el preciso momento para no dejar que ocurra la avalancha.

La ardilla entierra la semilla en el preciso lugar, en el preciso momento para que luego de siglos veamos su gran cultivo accidental, un árbol que da vida.

Un mortifago no mata a una bruja porque ve la mirada incandescente de alguien que conoce y que no puede asesinar, dejando que el libro de la vida se siga escribiendo y evitando que el hilo de la vida roja se corte.

-Continuara-


"Los demonios existen, están en el interior de tu corazón pero también tus ángeles albergan allí"