Dedicado a mi amado Babybird quién llegó a mi vida para darme una gran lección. Un angelito que será parte de mi corazón para siempre.

¿Qué hubiera pasado si Candy y Terry se hubieran encontrado en Rockstone? ¿Se hubieran reconciliado? ¿O seguirían con esa falsa promesa de ser felices?

Momento 1: Despedida en Rockstone.

Era casi la media noche, los vientos fríos anunciaban la llegada del invierno. La estación de tren del pequeño pueblo de Rockstone parecía desértica, solo había unas cuantas personas. Algunas esperaban en el andén, otros en la sala de espera. Dicha estación era tan pequeña que solo tenía dos andenes, para esperar a los únicos dos trenes que llegaban, uno que iba al Oeste y otro al Este.

En el andén Oeste se encontraba de pie un chico recargado en una columna mientras fumaba un cigarrillo. Un vicio que volvió a tomar después de que ya no gusto de tocar la armónica. El calor de cada bocanada calmaba su ansiedad.

Llegó un tren, no era el que él esperaba, este iba a Chicago. Cuando escucho a uno de los trabajadores anunciar el nombre de la ciudad, casi sintió la necesidad de subir al tren. Tal vez en otra época le hubiera encantado hacerlo, pero ahora no tenía caso… ¿para qué?, si solo la vería y no podría acercarse a ella entonces era mejor no ir.

Termino su cigarrillo, lo tiró al suelo y después lo piso para apagarlo. Metió las manos en los bolsillos y exhaló hacía arriba el humo que quedaba en su boca. Comenzó a caminar por el andén para pasar el rato. Miraba a su alrededor, estaba tan desolada la pequeña estación. Los pocos pasajeros subían uno por uno a los vagones. Tal vez solo fueron 10 máximo los que subieron.

Tomo otro cigarrillo, lo colocó en su boca. Estaba a punto de encenderlo mientras se dirigía de regreso al andén del tren del Este cuando de pronto la miró. Era ella, una rubia pecosa con un par de coletas que sin equipaje llegaba corriendo y se dirigía hacia el tren para abordarlo.

Quiso correr hacia ella para abrazarla, pero desistió. No podía, tenía un deber que cumplir ¿cómo abrazarla si después no podría dejarla ir? No, lo mejor era solo verla pasar. Pero conforme se acercaba la chica al tren a punto de abordarlo su corazón le suplico acercarse, abrazarla. Tiró su cigarrillo y acto seguido obedeció las suplicas de su corazón.

-Al diablo el deber – murmuró y corriendo hacia la mujer que amaba gritó - ¡Candy!

La chica pensó que estaba siendo embromada por su mente, pero al escuchar por segunda vez, que el chico que tanto amaba pronuncio su nombre se volvió hacia él.

-¿Terry…? - su voz apenas era perceptible. No podía creer lo que veía, era él, era su rebelde. No dejo que su mente decidiera que hacer y como siempre dejo que su corazón tomara la decisión, así que sin dudarlo corrió para encontrarse con él.

Fue el abrazo más fuerte y deseado que ambos necesitaban sentir. Ahora los dos se abrazaban. Candy comenzó a llorar, no podía creer quien la tenia en sus brazos. Era él, era el mismo chico que lloró en el hospital confesándole que no quería dejarla ir. Volvía a sentir las lágrimas de su amado, pero esta vez sobre sus mejillas. Ahora ambos, ya no solo Terry, deseaban que el tiempo se detuviera.

El sonido del primer aviso de la salida del tren los hizo salir de su mundo. Terry en medio de la lagrimas tomo con sus manos el rostro de su pecosa. La chica le sonrió, fue como una medicina que sanaba sus almas.

-Candy, eras tú, eras tú, … no fue un espejismo lo que vi en la carpa, eras tú,

-Terry, sabía que reflexionarías, que te darías cuenta que no es tu lugar, tu lugar es Broadway. El mejor actor debe estar en el mejor teatro – decía con alivio la chica.

-Candy… yo - apenas murmuro Terry mientras limpiaba con sus pulgares las mejillas llenas de lágrimas de la mujer que amaba.

-Terry debes seguir tu camino ¿lo recuerdas? tu naciste para ser actor, serás el mejor por eso no debes seguir aquí debes volver a… Broadway y seguir adelante – a la chica le peso tanto pronunciar ese lugar que incluso bajo la mirada.

-Candy, sabes que si regreso yo… yo debo cuidarla.

-Lo sé, y por eso te amo tanto, porque eres capaz de sacrificarte para cuidar de alguien que te necesita.

- Tú lo has hecho toda tu vida.

Se miraron fijamente a los ojos. Necesitaban silenciar su llanto, necesitaban decirse a través de su mirada lo que sus almas deseaban expresar, pues sabían que el adiós definitivo se acercaba. Sabían que un deber les impediría volverse a encontrar.

El tren nuevamente anunciaba su salida, era hora de separarse. Candy estaba tan triste que apenas pudo sonreír. Mordía sus labios temblorosos para evitar soltar a llorar. Por su parte Terry apretaba la quijada para no quebrarse frente a ella.

-Vas, a ser el mejor actor, estoy segura.

-Y como no serlo, si tú serás mi musa.

-Terry… - Candy no pudo mas y soltó en llanto al igual que su amado caballero, quien volvió a tomar el rostro de su querida Candy con sus dos manos y entre lágrimas juró.

-Sí Candy, en cada escenario, en cada viaje, en cada lugar que yo este, tú serás quien este en mi mente. Para mi estarás ahí, mirando desde las butacas, aplaudiendo… sonriéndome. Cada triunfo, cada conquista será por ti. Cada vez que caiga me levantaré por ti.

-Mi amor…

-Porque, aunque ya no pueda tenerte, al menos estarás conmigo arraigada a mi corazón, a mi alma. Y tú... tu serás la mujer más feliz del mundo, serás una hermosa enfermera, te casaras y tendrás hermosos hijos.

-Mocositos engreídos – dijo con una tenue sonrisa para calmar el dolor de ambos. Haciendo que su rebelde le devolviera la sonrisa.

-Los que tú quieras.

El tren dio el ultimo avisó.

-Terry, yo... debo irme – las lágrimas de la pecosa no paraban de salir de sus ojos color esmeralda y el corazón le dolía como una daga que le perforaba.

Terry la abrazo más fuerte, Candy se aferró a él deseando que un milagro los convirtiera en un solo ser para no tener que separarse jamás, pero era imposible ambos sabían que existía un deber que cumplir, un deber que no les permitía estar juntos.

No podrían ser felices sabiendo que alguien sufría, como podrían serlo estando esa chica de por medio. En su abrazo Terry la levanto y con todo el dolor de su corazón la coloco en el tren que lentamente ya había comenzado su andar.

La chica se asustó, era real se estaban separando y antes de que Terry se alejara lo tomó de la mano izquierda - ¡Terry!

-Se muy feliz, Candy…

Candy no soltaba la mano de Terry y esté corria para mantenerla sobre la suya el mayor tiempo posible. El andén se terminó, la velocidad del tren aumento, el indeseado momento llegó haciendo que inevitablemente sus manos… se soltaran.

Candy se arrodillo y en medio de un llanto inconsolable hizo una súplica mirando al cielo -Por favor... que Susana lo haga feliz.

Terry miraba el tren alejarse, hasta que se perdió de su vista. Con un nudo en la garganta y sus ojos llenos de lágrimas solo pudo murmurar mientras apretaba con su mano derecha un anillo de oro blanco con una esmeralda y un zafiro entrelazados -… Candy, se muy feliz.

Continuará...

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Como lo mencione en la presentación, este es un minific sobre algunos momentos del romance de Candy y Terry. Pero no los que ya conocemos por CCFS, sino esos que Mizuki no nos dejó ver y los dejo a nuestra imaginación. Mi punto de vista empapado de mi imaginación está plasmado en este minific. Y comienza donde por circunstancias de la vida estos dos enamorados tuvieron que decirse adiós.

Para ser honesta jamas planeé escribir, pero un angelito llamado Babybird me motivó a hacerlo. Al recordarme que las separaciones son inevitables y más si la muerte es la razón. Pero en el mundo de las letras un escritor puede hacer que ni la misma muerte separé a dos personas que se aman.