Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto.
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La canción de moda hizo su aparición anunciando que la noche llegaba a su clímax en el club más exclusivo de Tokio.
La música ensordecedora sumada al humo del tabaco y unos tantos grados de alcohol comenzaban a marearme, sinceramente no era el ambiente que alguien como yo disfrutara, pero por la insistencia del dobe y el resto de idiotas, fue ahí donde había terminado. Menos mal Naruto me hizo la señal y supe que continuaríamos la fiesta en casa.
Cada uno montó en su auto con las chicas abordo y conducimos hacia una de las zonas residenciales más prestigiosas de la capital.
—Chicas, pónganse cómodas—dijo el dobe cuando nos bajamos del auto.
Gaara y Shikamaru fueron por las bebidas mientras Naruto preparaba el ambiente con un poco de música.
Yo me dirigí al bar por un whiskey. Estaba por prender el quinto cigarrillo de la noche cuando el molesto de Suigetsu me arrebató el encendedor.
—Que aburrido eres Uchiha, vas al club y ni siquiera bailas una pieza y ahora ahí sentado sin socializar.
—Déjalo en paz, después de todo él solo fue a buscar un poco de acción. ―Se unió el dobe mostrando una mirada sugestiva mientras codeaba a Suigetsu.
Ambos estallaron en molestas carcajadas, y no pude evitar pensar que tenía a las dos personas más estúpidas del planeta paradas frente a mí. Pero en algo el idiota tuvo razón, yo sólo estaba esperando el momento adecuado e iría por lo mío.
—Bueno si eso es lo que quieres no pierdas más tu tiempo casanova, la rubia de rojo te ha estado mirando desde que estábamos en el club.
—Hmph —dije simulando desinterés.
—¡Naruto, ayúdame a entrar al jacuzzi! —gritó una de las invitadas y con una mirada supimos lo que seguía.
. . . . .
Me encontraba sudando frenéticamente y con la respiración agitada, mientras aquella chica se posicionaba sobre mí dejándome una excelente vista de sus grandes senos.
Se movía con intensidad gimiendo escandalosamente mientras gritaba mi nombre, y asumí que alguno de los idiotas se lo había dicho. En lo que a mí respecta las presentaciones son innecesarias en este tipo de encuentros.
Los ruidos de la habitación contigua me indicaban que Naruto no la estaba pasando nada mal.
Apenas acabé me liberé de su agarre y me levanté de la cama dirigiéndome al baño.
—Vístete, iré a llamar un taxi.
—A-ah pues, y-yo prefiero quedarme un poco más, si no te molesta —dijo ella intentando disimular su asombro.
Salí de la habitación dejando la última de sus palabras a medias. El solo pensar que me esperaban más noches como esta, llenaba de adrenalina mi cuerpo.
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Me estaba quedando dormido, cuando el sonido de alguien tocando la puerta me despertó. Avancé con torpeza y abrí la puerta con notable molestia.
—¿Qué quieres teme?
—Dile a tu acompañante que el taxi está afuera —dijo Sasuke con su frialdad de siempre.
—¡Que demonios, aún está desnuda-ttebayo!
—No me importa, sólo dile que se apure su amiga la espera.
"Diablos" pensé. Me puse una bata de baño y la acompañé hasta la salida donde Sasuke nos esperaba.
—Me debes una, dobe.
—¿De qué hablas?
—No me digas que pensabas dormir con ella.
—¿Qué tiene de malo?
—Naruto eres patético.
—¿Y ya se fueron los demás? —pregunté ignorando su comentario.
—Gaara o lo que queda de él, está vomitando tu colección de videojuegos.
—¡No me jodas teme! ¿Por qué no hiciste algo?
Sasuke solo rio.
—Hijo de perra —bufé.
Por lo general Sasuke era un cretino hijo de perra, pero tantos años de conocerlo me hacían decir con certeza que muy en el fondo era un buen tipo.
Fuimos compañeros desde la primaria cuando vivíamos en Kioto y aunque al principio no nos llevábamos bien, poco a poco nos fuimos haciendo amigos. Así que cuando llegamos a la escuela secundaria y el padre de Sasuke decidió enviarlo a un internado en Tokio, yo no dudé ni un segundo en convencer al mío en que me enviara también.
No es que me arrepintiera de algo, pero pasar seis años en un internado masculino no es la adolescencia soñada de nadie y ya había llegado la hora de recuperar el tiempo perdido.
. . . . .
Estaba profundamente dormido pero la impaciencia de alguien tocando el timbre me obligó a despegarme de las sábanas. Me levanté somnoliento y vi por la pantalla del citófono que era Shisui tocando como un demente.
—¿Cuál es tu puto problema-ttebayo?
—Llevo media hora aquí afuera grandísimo imbécil.
—Es tu culpa por madrugar.
—Es la una de la tarde y déjame pasar que vine a salvarles el culo —dijo Shisui levantando dos paquetes de McDonalds.
Entramos a la casa y fui por el teme, que estaba en el gimnasio al otro lado de la casa y con los auriculares puestos. Cuando nos sentamos a comer Shisui preguntó:
—¿Y qué tal anoche?
—A qué no adivinas quién quiso dormir con una puta.
Shisui murió de risa.
—No me digas Narutín, ¿también le ibas a pedir matrimonio? –se burló Shisui.
—Maldito teme, ahora ya no me dejará en paz con eso.
—Yo tampoco lo haré usuratonkachi.
Shisui era el primo del teme y una absoluta mala influencia. Donjuán de donjuanes y despilfarrador por excelencia. Tenía todos los vicios conocidos y era el culpable de que nos hayamos metido en un montón de aprietos, pero aunque no me gustara reconocerlo gracias a él nos habíamos vuelto hombres en muchos sentidos de la palabra.
—…y ya se callan par de maricas, yo les enseñaré lo que es una verdadera fiesta…
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Me ajusté la corbata por quinta vez. Estaba nerviosa, no podía ocultarlo. Volví a mirar el reloj pero los minutos jugaban en mi contra.
—Tranquilízate Sakura, ya llegará —susurró una voz a mi lado.
"Tenemos el placer de llamar al estrado a la Srta. Sakura Haruno, la estudiante graduada con las más altas calificaciones y presidenta del consejo estudiantil, quién nos deleitará con el discurso de fin de curso". Una voz anunció por el altoparlante y sentí palidecer.
Los aplausos no se hicieron esperar y supe que no podía retrasar el momento por más que quisiese que ella estuviera presente.
—Ánimo Sakura-san, todo saldrá bien —oí decir a Hinata. Sólo asentí en un gesto casi imperceptible.
Subí al escenario y esbocé una fingida sonrisa, me aclaré la garganta:
—Es un honor para mí… —solo estaba leyendo el papel, eran palabras vacías, cuando iba llegando a la mitad levanté la mirada y la vi entrar por las anchas puertas del auditorio. Lucía un conjunto Versace ceñido al cuerpo con joyería y calzado que hacían juego. Seguramente ese peinado le había tomado horas en la peluquería, pero era de esperarse, para mi madre era mucho más importante lucir como una veinteañera que llegar temprano a mi graduación. Talvez en otras instancias me hubiese deprimido, pero en esta ocasión solo sentí felicidad porque estuviese allí ―…pero sobretodo quisiera agradecerle a la persona más importante en mi vida: mi madre. Ella ha sido mi inspiración y el pilar de mi fuerza. Gracias por todo, mamá.
Subí la mirada para hallar su rostro, talvez mis palabras la hubiesen conmovido tanto como yo lo estaba, pero allí estaba ella, entablando una conversación con la mujer a su lado, me sentí como una idiota, ni siquiera me había escuchado. Típico de mi madre, para ella era un evento social más no uno de los días más importantes en la vida de su hija. Pronuncié las últimas palabras con rapidez, solo quería acabar lo más pronto posible.
Bajé del escenario sintiéndome devastada, pero me encargué de que mi rostro ocultara cualquier rastro de mi tristeza. La apariencia ante todo, me lo había enseñado ella. Sai se acercó a mí y me plantó el más dulce de los besos, mientras mis amigos me abrazaban.
A penas dieron finalizado el acto me dirigí hacia mi madre pero mi abuela intervino:
—¡Felicidades preciosa! —dijo mientras me asfixiaba con un gran apretón. —Estuviste increíble en ese discurso, tu padre hubiese estado muy orgulloso. Sin duda mi querida Sakura, eres el orgullo de la familia Haruno.
—Siempre la mejor en cada paso de tu vida, y no esperamos menos de ti en la universidad. —Mi abuelo posó su mano en mi hombro. —Seguro ya habrás estado pensando dónde ir. ¿Verdad linda?
—No estoy segura de nada pero estuve pensando en la Universidad de Tokio.
—¡Excelente opción preciosa, no esperábamos menos de ti! Sabes que sigues contando con nosotros para los gastos que necesites.
Iba a agradecerles, pero noté que Hinata se alejaba.
—Un momento, ya regreso —dije dirigiéndome hacia ellos, luego me di vuelta ―¡Hinata-chaaaaaan! ¿Dónde vas? ¡Tómate una foto conmigo!
—Y-yo lo siento Sakura-san, Ko-san me está esperando en el auto.
―¡Qué pena Hina-chan! Ya disfrutaremos en la noche.
—Mmm sobre eso… No creo que vaya Sakura-san, aún no le he pedido permiso a mi padre.
—¿Pero qué cosas dices? ¡No te puedes perder el baile Hinata, es nuestra última noche juntos! ¡Prométeme que harás algo al respecto!
—Y-yo quisiera, pero mi padre…
—¡Promételo! —dije manteniendo una mirada dulce pero firme.
—Lo intentaré —susurró Hinata, bajando la cabeza.
—¡Kyaaaaaaaaaaaa! —chillé de la emoción mientras la abrazaba con fuerza, realmente quería que estuviese allí, ya que Hinata nunca salía. —Ya verás Hina-chan, nos divertiremos un montón —la solté porque noté que se ponía azul, posicioné mis manos sobre sus hombros. —Todo saldrá bien
Ella sólo asintió pero vi reflejada en su mirada una mezcla de melancolía y esperanza. Se despidió y la observé mientras se alejaba, sentí mucho pesar por mi amiga, siempre tan callada. Recordé que mi familia me esperaba, y alejé cualquier pensamiento triste de mi mente. No era momento de tristeza, después de todo yo era muy feliz, habían cosas de mi madre que quería cambiar, era cierto, pero tenía una familia que me amaba, un novio perfecto y un futuro prometedor. ¿Qué podía salir mal?
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Levanté la mirada y pude ver que cada uno de mis compañeros estaba rodeado de sus seres queridos. No era necesario buscar, siempre supe que otōsan no vendría.
Tomé aire para acallar el nudo en la garganta, no era buena idea ponerse a llorar en ese momento, no era que alguien se fuese a fijar en que Hinata Hyūga estuviese llorando, pero sentí decepción de mí misma porque todos estos años no me habían endurecido ni un poco.
Quise correr, escaparme de aquella pesadilla, pero una mano me detuvo posándose en mi hombro.
—Hinata-san, su padre me mandó a recogerla, lamenta no poder estar aquí, pero tuvo una reunión de última hora. —Era el asistente personal y mano derecha de mi padre.
—Arigatou, Ko-san. Yo me iré a despedir de Sakura-san y enseguida salgo.
—Como diga Hinata-sama, la espero en el auto.
Busqué a Sakura con la mirada, y la hallé rodeada de sus familiares, me acerqué hacia ella, irradiaba tanta felicidad entre sus seres queridos que preferí darme media vuelta y no interrumpir.
―¡Hinata-chaaaaaan! ¿Dónde vas? ¡Tómate una foto conmigo!
. . . . .
Me preparé para bajar a cenar, el único momento del día en que veía a mi padre. Lo había estado practicando toda la tarde, ¿qué tan difícil podría ser pedirle permiso?
Miré por última vez el hermoso vestido que yacía sobre mi cama. Lo había comprado la semana pasada por insistencia de las chicas. Era de un tono azul oscuro, mucho más atrevido de lo que yo normalmente usaría. Tenía un hermoso escote en la espalda y era muy ceñido al cuerpo, aquello me hizo sonrojar. En principio no había accedido ni siquiera a probármelo, pero habían logrado convencerme. "Ánimo Hina-chan, ya es hora de que te liberes un poco ¿no lo crees?" Las palabras de Sakura-san resonaban en mi mente. Tenía razón, era el comienzo de una nueva etapa de mi vida, debía dejar atrás a la pequeña niña que solía esconderse.
Bajé a cenar y tomé la palabra cuando creí conveniente:
—Otōsan, y-yo… —me quedé muda sin poder continuar, al sentir la mirada de todos posarse sobre mí.
—¿Pasa algo Hinata? —mi padre me miró extrañado, ya que nunca tomaba la palabra durante la cena.
Ya había comenzado sólo debía terminar no había marcha atrás, por una vez en la vida debía ser valiente. Apreté el mantel debajo de la mesa.
—Yo… quería saber si cuento con su permiso, para ir al baile de esta noche.
Lo dije de golpe. Ya estaba. Noté que Hanabi-neesan y Anko-san se miraron atónitas, padre mantuvo su semblante serio de siempre. Anko-san se apresuró a tomar la palabra sin ocultar su turbación:
—Pero Hiashi, esto me parece una tontería, es muy peligroso salir a altas horas de la noche.
—Talvez no deba opinar pero Hinata-san ya es lo suficientemente grande, para cuidarse sola —esta vez intervino Ko-san, quien solía quedarse a cenar cuando tenía mucho trabajo que hacer con papá, —además es sólo una fiesta, no es que vaya a un campo de guerra.
—Pero padre, oí que habrán grandes cantidades de bebidas alcohólicas y todo tipo de drogas, —dijo Hanabi-chan sobreactuando la situación.
—Si Hiashi, además no has oído lo que se dice sobre…
—¡Suficiente! —la voz de otōsan sonó lo suficientemente fuerza para causarme escalofríos. ―Anko, yo sé como tomar decisiones en mi familia, no necesito que me digas que hacer.
Anko-san abrió los ojos como platos.
—S…si yo lo sé cariño, no trataba de tomar decisiones por ti, solo estaba preocupada por Hinata.
—Te lo agradezco pero no es necesario. En cuanto a ti Hinata, no creo que tenga nada de malo que vayas al baile, —mi corazón se detuvo —pero el hecho de que me lo pidas a última hora me parece una imprudencia, si soy condescendiente contigo ahora se te hará costumbre desafiar mi autoridad. Así que la próxima vez me lo pides con tiempo y entonces tomaré una decisión. ¿De acuerdo?
Anko-san y Hanabi-chan se sonrieron victoriosas.
—S-si, padre. —mi voz sonó como un suspiro.
. . . . .
Regresé a mi habitación a recoger las cosas que había preparado para el baile. Miré el vestido por última vez antes de enterrarlo en el armario por el resto de los días junto a mis esperanzas de ser otra. Me sentí más sola que nunca en la inmensidad de mi habitación.
Me eché en la cama de golpe y cerré los ojos para rememorar los años de secundaria. Sakura-san siempre había sido mi amiga, a pesar de que yo no era de las chicas "populares" como ella. Aún así, nunca tuve un novio, ni fui a una fiesta. Mis notas tampoco fueron fantásticas y no destaqué en ninguna actividad en particular. En fin, no había nada digno de recordar.
Suspiré con fuerza y apreté el dije que colgaba de mi cuello. Sólo pedí que todo fuese distinto de ahora en adelante, quería encontrarme a mí misma, perder mis miedos. Si tan sólo hubiese algo que cambiara mi vida… volví en mí cuando sentí a alguien tocando mi puerta.
—¿Si?
—Hinata, voy a pasar.
Me acomodé en la cama, acto seguido mi padre cruzó la puerta. Me sorprendí bastante porque mi padre no acostumbraba a ir a mi habitación a hablar conmigo.
—Q-qué se le ofrece, otōsan.
—Hay algo importante que debo informarte. —El tono de su voz sonaba bastante serio.
—¿Sucede algo malo?
―Sabes que hemos estado platicando sobre continuar tus estudios en Tokio… ―asentí, aunque en realidad no lo habíamos platicado, mi padre había tomado la decisión por mí —…y sabes que no soy partidario de que vivas en alguna fraternidad, pero tampoco quiero que vivas sola, —asentí nuevamente, pero ahora más extrañada sin entender a dónde quería llegar mi padre ―y esta tarde casualmente estaba hablando con Fugaku sobre el futuro de Sasuke, y nos llevamos la grata sorpresa de que irán a la misma universidad, así que me pareció excelente cuando propuso que se muden juntos.
Aquel nombre me erizó la piel. Quedé paralizada durante un par de segundos mientras mi mente asimilaba lo que estaba sucediendo, no podía creer lo que estaba escuchando. No sólo era el hecho de la noticia en sí, sino que mi padre tomara aquella actitud tan repentina ¿en serio era mi padre? Con voz temblorosa sólo pude pronunciar un imperceptible "hai" al tiempo que otōsan abandonaba mi habitación. En ese momento mi corazón dio un salto y algo dentro de mí presintió que mi vida cambiaría por completo…
Notas de la autora:
Si has llegado hasta aquí te agradezco por tomarte el tiempo de leer mi historia C:
Sé que ha estado un poco confusa, pero así es el inicio se pondrá bueno, lo prometo!
Me encantaría saber tu opinión, duda, sugerencia, crítica (?) xD ¿Me dejas un review?
Besos :D
07/03/14
