¡Hola! Soy nueva en esto, es mi primer fic en general y está inspirado en ''Chicas de Alambre'' de Jordi Sierra I Fabra y una que otra idea masoquista que se me viene a la cabeza.
Aclaraciones: Debido a que estoy totalmente enamorada de Mibuchi Reo, decidí darle un poco de protagonismo en esta historia como ''hermano'' de Himuro, una relación similar a la que llevan con Taiga. Bueno, también se me dio por formar un trío, ya bastante visto; Kise/Takao/Himuro (Amistad).
¡Prometo un lemmon en capítulos siguientes!
Como habrán visto es un MibuAka y MuraHimu pero añadiré parejas secundarias a la larga; AoKise, KagaKuro Midotaka...
No hay mucho para decir sólo que gracias a JusticeWillPrevail-L querida enserio mil gracias
Los personajes no me pertenecen si no a Tadatoshi Fujimaki.
Y sin más espero que les guste. ~
- Oh, por favor Sei-chan, estoy tan ansioso al igual que todos ustedes por jugar.- Llevaba inútiles minutos en un intento de hacer entrar en razón a la figura que se encontraba de pie frente a él.- No puedes quitarme del seleccionado así porque sí.- El rostro confundido del pelirrojo lo hizo callar.
- Acaso, Reo, ¿Eso fue una contradicción?- Ladeó la cabeza en un fingido gesto de confusión.- Vaya, sí que tienes agallas para contradecirme, ¿es necesario que te recuerde quién soy? - Mantuvo el mismo tono irónico a la par que se acercaba a Mibuchi. – Puede que seas mi superior en lo que de horarios de clase se trate, pero como ves aquí no estamos en clases, y el capitán del equipo soy yo.
Akashi Seijuuro había hablado.
Cualquier persona en su sano juicio sabe que oponerse al capitán de Rakuzan, con éste apegado a una decisión, era equivalente a cavar su propia tumba en un lecho de adoquín.
Y Mibuchi lo sabía mejor que nadie. Por esa misma razón no prosiguió, sé dejó caer, totalmente disconforme, en la banca del gimnasio, llevándose las manos a su cabello en un vano intento de arrancárselos debido a la frustración que le causaba toda esta discusión.
Quería llorar.
Akashi suspiró y se llevó una mano a la sien tratando de relajarse. Observó a Reo con tranquilidad y terminó por quedar frente a él.
-Mira…- Suspiró abatido y dirigió una mano al cabello azabache del número seis para acariciarlos dócilmente.- ten en cuenta que, éstas, no son ocurrencias mías, tengo entendido que hay un conflicto personal con tu hermanastro, Tatsuya. Y estando presionado de esta forma, no rindes ni el treinta por ciento del entrenamiento que exijo.- Captó la pesadumbre de su compañero y deslizó su mano desde la coronilla hasta su mentón, al cual elevó susceptiblemente, penetrando la mirada llorosa ajena con la suya bicolor. Tomando en cuenta sus posiciones, Akashi lo fulminó con su típico aire de superioridad.- Reo, ya he decidido, no jugarás esta temporada y que no se hable más.
Ante lo último dicho, Mibuchi se quebró en sollozos, llevándose rápidamente las manos a los ojos queriendo impedir que las lágrimas continuasen circulando.
Sin mediar palabra, Seijuurou, se sentó sobre los muslos de Mibuchi, -dejando una favorable diferencia de altura para el pelirrojo- y arropó sus hombros y su cabeza con intenciones de que el pelinegro llegase a interpretar que, de alguna manera, su sentencia lo beneficiaba.
El emperador podría ser muy ególatra, e incluso llegar al punto del narcisismo, cuando se determinaba.
Pero no iba a quedarse de brazos cruzados mientras veía gimotear a Mibuchi. Si bien él era consiente que estaba atraído por el de cabello negro y viceversa, pero, en este período tan decisivo para el equipo no podía permitirse a forzar a Reo más de lo que ya estaba. Si no fuese el caso, de seguro ya estaría como el rubio entrenador de Shuutoku, Miyaji, arrojándoles piñas para que éste se declarase.
Así que corrió las manos ajenas con las suyas, y secó los restos de lágrimas en las mejillas del ojigris
-Haz un buen uso de tu tiempo libre, concéntrate en Tatsuya que es tu prioridad en estos momentos.- El heterócromo le susurraba con tal cariño que Mibuchi sólo asintió aun hipando, aunque encantado por los mimos, que ese semblante tierno de Sei-chan que pocas veces sacaba a luz, le dedicaba solamente a él y a nadie más.
Prosiguió unos largos minutos recorriendo con sus dedos el rostro del mayor.
El más alto asintió, ya más calmado, y cerró los ojos ante las suaves caricias que el pelirrojo no cesaba en su rostro.
-Son las seis Reo, vete.- Finalmente detuvo el roce mas su mano seguía fija en su pómulo.
-Bien, Sei-chan, nos veremos luego entonces.- contempló desde su posición al pelirrojo. Estiró el cuello para poder llegar hasta la nariz ajena y se permitió posar un beso tan delicado como el antiguo roce que el eminente N°4 le otorgaba, que provocó que el más bajo arrugase la nariz seguida de un ademán de sonrisa para finalmente abandonar su lugar, en las piernas ajenas.
Para Reo fue el gesto más adorable que el pequeño emperador haya demostrado a sus, como solía llamarlos, sublevados.
Satisfecho con su labor, el menor, se sacudió el uniforme y colocándose su chaqueta sobre los hombros sin pasar sus brazos por las mangas como de costumbre se volteó al ojigris:
-Suerte.- Enunció antes de salir hacia los vestuarios.
A pesar de que sólo eran las seis en punto pasadas, la calle ya estaba completamente a oscuras de no ser por los carteles excéntricos de la ciudad.
En las noticias afirmaban que, éste sin dudas, era uno de los inviernos más fríos que habría caído sobre Japón en 15 años.
Mibuchi detestaba cuando su preciado cabello se llenaba de escarcha helada por culpa del maldito viento norte, el mismo que azotaba las costas del país en estos momentos.
Detuvo su andar frente a un edificio exuberante de gran altura y colocó la llave de la entrada principal para ingresar. Ya dentro, en el ascensor, oprimió el número correspondiente al piso donde se encontraba su apartamento. Para su sorpresa se ahorró el volver a sacar las llaves de su bolsillo, solamente tuvo que girar el pomo en su puerta para adentrarse a su vivienda, puesto que ésta estaba abierta.
Lo primero que cruzó por su vista cuando pasó a la sala de estar, fue el pelirrojo de Taiga, al que estaba a punto de reprender por lo de la puerta, sentado en una esquina del sofá, quien se dedicaba a ver atentamente el televisor con la cabeza de Himuro reposando en sus piernas y todo su cuerpo estirado en el sillón cuanto fuera posible.
Su hermano estaba totalmente dormido.
Eso fue suficiente para olvidar lo que tenía que hacer.
- Mibuchi, no ha querido volver a comer nuevamente.- Esbozó el ojirrojo colocándose de pie con cuidado de no despertar al mayor.- Le propuse que podría venirle bien ayuda profesional y no creo que quiera saber nada más sobre eso.
Continuará…
Agradecería de todo corazón las críticas constructivas.
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