Una Tarde Más.

Primera Parte.

Ha pasado mucho, mucho tiempo desde la última vez que me dirigí a alguien de una manera tan personal y directa, por lo que no sé exactamente cómo presentarme; puede que para algunos yo sea una vieja conocida, mientras que para otros, lo primero que pensarán al leerme será: ¿Y ésta quién es? Bien, supongo entonces que debo comenzar por donde todo mundo empieza, es decir, por el principio. Soy Lily Del Valle, tengo 33 años, vivo en Barcelona, España, y soy reportera deportiva del periódico español "Tiro de Esquina". No sé si aún haya alguien que me recuerde, hace diez años escribí dos novelas cortas disfrazadas de artículos, "Una Noche Más" y "Un Día Más", en donde narré la experiencia que tuve en Alemania, y su posterior continuación en México, al lado del portero japonés Genzo Wakabayashi, una especie de cuento de hadas de la era moderna, con todo y final feliz. O al menos eso fue lo que di a entender en el epílogo de mi última historia. (¡Increíble lo que una bonita historia de amor de la era postmoderna, con un famoso como protagonista, puede causar en las ventas de cualquier periódico!). Sea como fuere, quizás los lectores más jóvenes sólo recuerden que, alguna vez, escucharon mi nombre en algún reportaje que hablaba de las novias y esposas de los futbolistas más famosos, reportaje en donde habrán leído que yo, Lily Del Valle, era la pareja del guardameta estrella del Japón y, hasta hace unos cuantos años, esto era verdad, pero la vida suele dar muchas vueltas y ahora la situación es diferente.

Para comenzar, diré que esta tercera entrega es diferente; mientras que mis dos reportajes previos fueron escritos a modo de historias (o mejor dicho, de pésimos guiones telenovelescos), esto será narrado de la misma manera en la que una escritora frustrada cuenta sus peripecias en un blog, es decir, como un soliloquio patético y deprimente. Los años pasan y la gente cambia, eso ya todo mundo lo sabe, y me siento más cómoda narrando hechos que haciendo guiones, aunque quién sabe, quizás termine regresando a mis viejas mañas, dicen que el hombre es un animal de costumbres, y tengo que admitir que yo soy bien animal.

Ya sé, los que me reconocen van a sorprenderse cuando sepan que estoy viviendo en España, considerando que muy probablemente la última vez que supieron sobre mí, yo me encontraba en Alemania con Genzo Wakabayashi y nuestro único hijo hasta el momento, Daisuke, trabajando para Sport Heute, la versión alemana de Deportes Hoy. Hasta hace algunos años, los tabloides deportivos aún gastaban su tiempo en hablar de la pareja de uno de los mejores porteros que han existido desde que el fútbol se llama fútbol, es decir, de Genzo Wakabayashi y de mí, y la mayoría de las personas que leían estos reportajes tenían la idea de que la vida es color de rosa, y que Genzo y yo éramos una pareja estable y feliz. ¿Realmente habrá alguien que se crea que existen los "y vivieron felices para siempre"? Supongo que sí, de lo contrario estas revistas no venderían ni un número.

Pues bien, estoy aquí, en otro país y diez años después de mi primera historia para decirles que los Beatles se equivocaron y que "no sólo se necesita amor".

Recapitulando con respecto a mis dos reportajes previos, ya que diez años son toda una vida y lo que pasó hace un mes se convierte en historia olvidada el día de mañana, soy una reportera deportiva de nacionalidad mexicana que tuvo sus inicios en la revista Deportes Hoy¸ cuya sede principal se encuentra en la Ciudad de México; en aquél entonces (estamos hablando ya de hace diez años, cuando yo tenía 22, a punto de cumplir los 23), mi jefe me pidió que viajase a Alemania para hacer un reportaje sobre Genzo Wakabayashi, quien por esas fechas había sido nombrado como el mejor portero de Europa. En dicho viaje, aparte de entrevistar al siempre escurridizo Genzo, ampliamente conocido por su renuencia a dar conferencias, no se sabía si por timidez o por altanería (hoy puedo afirmarles que él no concede muchas entrevistas porque es un hombre extremadamente reservado), tuvimos sexo en una noche en donde descubrí que Genzo también tiene un corazón, y después, para incrementar el desastre, me enamoré perdidamente de él; la tragedia no fue que Genzo no me correspondiera y que me quisiera sólo para una noche, como podría pensarse dado que ni él ni yo nos conocíamos en ese entonces, no, la tragedia fue que, al parecer, a él le ocurrió exactamente lo mismo, es decir, que se enamoró de mí.

El problema vino cuando yo caí en la cuenta de que ambos teníamos carreras diferentes, sueños diferentes y metas diferentes, entre las cuales no se incluía el tener una pareja, y mucho menos una pareja extranjera que vive no sólo en otro país sino también en otro continente, para acabarla de amolar. Además, seamos sinceros, nadie se enamora en tres días, a menos que seas una princesa de cuento de hadas y pretendas creerte que ese príncipe encantado que se te apareció de la nada será el hombre de tu vida, porque no te fijarás en sus defectos ni en que su vida no compagina con la tuya. Eso tal vez podría funcionar para el tipo de mujer cuyo único sueño en la vida es tener un marido, al que está dispuesto a seguir hasta el fin del mundo, sacrificando sus propios deseos y anhelos. Pero no para mí, porque yo no soy así.

De tal manera que, por más que mi corazón de mujer no deseaba dejar escapar ese sentimiento, mi cerebro de profesionista no estaba dispuesto a tirar a la basura todo aquello por lo que había estado peleando durante años, así que, tras haber conseguido la entrevista de mi vida, la que habría de "lanzar al estrellato" a mi carrera como reportera deportiva, regresé a México sin despedirme de Genzo, sin avisar que me iba y sin darle la oportunidad a que él abriera la boca para dar una opinión sobre este tema. ¿Para qué? Si yo ya había decidido que lo mejor para los dos era que cada quien siguiera su camino. ¿Cierto?

Falso. No contaba yo con que Genzo Wakabayashi, aparte de ser un hombre terriblemente terco y determinado a salirse con la suya, también tiene voz y voto propios, por lo que no estuvo conforme con mi decisión y, muy a mi pesar, él fue a buscarme a México. Siempre me pregunté qué habría sido de nosotros si Genzo no le hubiese hecho caso a sus impulsos, si en vez de actuar contrario a sus costumbres se hubiese limitado a continuar con su vida como si nada hubiese sucedido, dejándome en el olvido. Bueno, una cosa es segura, y es que yo no tendría ahora un hijo (porque, como consecuencia de ese viaje a México, en donde Genzo afirmó sentir por mí lo mismo que yo siento por él, quedé embarazada de mi primer y único hijo, hasta el momento), y cuando llego a este punto siempre me contengo y dejo de preguntarme qué habría pasado porque, sin lugar a dudas, Daisuke es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Punto final, no hay discusión.

(Sin embargo, también es egoísta de mi parte el sentirme feliz por haber traído al mundo a un niño que no ha podido conocer lo que es tener un hogar estable, con un papá y una mamá que lo alimenten, que lo cuiden, que lo lleven y lo traigan de la escuela y de sus partidos de fútbol, en vez de un padre futbolista al que rara vez ve porque siempre anda en algún juego/torneo/evento importante y una madre que viaja constantemente para cubrir reportajes deportivos, pero algo que descubrí muy pronto sobre mi hijo es que él, al igual que su padre, se refugia de todos los problemas del mundo en ese juego hermoso e incomprensible que es el fútbol sóccer. De tal palo, tal astilla, dicen).

Cuando Genzo se enteró de que estaba esperando un hijo suyo, lo primero que me dijo fue que quería estar a mi lado, pasara lo que pasara. Yo, quizás llevada por un remolino de hormonas femeninas, me sentí tremendamente emocionada y feliz, creyendo que lo único que necesita esta vida para funcionar era un cargamento de amor puro y verdadero entre dos personas que estaban dispuestas a comerse al mundo. ¿Qué más daba si el padre de Genzo se oponía a nuestra relación, si mi propio padre consideraba que él no era digno de mi inteligencia, si él era japonés y yo mexicana, si él vivía en Alemania y yo en México, si ninguno de los dos tenía planes de cambiar de residencia o de profesión por tener una pareja? ¡Nada de eso importaba, caramba! Nos teníamos el uno al otro, y venía en camino un hijo, el fruto del amor que nos teníamos. ¿No era eso lo único que faltaba en nuestra novela de vida, en donde ambos éramos los protagonistas? ¡No se pierda su telenovela favorita, "El Camino al Amor", por su canal favorito!

Falso. Ridículo y totalmente cursi, por no mencionar que poco adaptable a la vida real. Fue difícil desde el primer instante en el que Genzo y yo teníamos personalidades tan parecidas y tan dominantes, fue difícil desde el momento en el que ninguno de los dos deseaba abandonar sus sueños. Sin ahondar demasiado en detalles que probablemente ya sean del dominio público, todo marchó bien durante los dos primeros años de vida de Daisuke; Genzo continuaba con su carrera al éxito, cosechando triunfos con su equipo y con su Selección; yo, que de momento decidí renunciar a Deportes Hoy, esperando encontrar un trabajo en otra revista, me vi con la sorpresa de que este tabloide deportivo decidió ampliar su éxito en América e iniciar un nuevo proyecto en Alemania, una versión teutona de la revista (llamada Sport Heute), con sede en Hamburgo, y mi antiguo jefe, quizás porque recordaba mi forma de trabajar, quizás porque, al ser pareja de Genzo Wakabayashi tendría aseguradas muchas exclusivas (yo creo que fue esto último), me ofreció un puesto de corresponsal en dicha revista, cosa que acepté. En esos momentos llegué a pensar que la vida estaba dándome la oportunidad de ser feliz al lado del hombre al que amaba, el cual ya me había dado un hijo, y llegué a pensar que eso de ser mujer "emparejada" no estaba tan mal… Hasta que Genzo renunció al equipo Hamburgo y aceptó ser el portero del Bayern Múnich.

Esto, por supuesto, alteró el frágil equilibrio que nos unía. Dado que Genzo y yo decidimos no casarnos, no había un acuerdo legal ni otro compromiso más fuerte que nos uniese, y cuando él decidió marcharse al otro lado del país para jugar en el equipo más fuerte de Alemania, yo elegí quedarme en Hamburgo porque la revista apenas estaba saliendo a flote y no estaba dispuesta a dejar mi trabajo a la mitad, por segunda ocasión, siendo ésta fue la primera de muchas cosas que nos separó. Genzo y yo viviendo en extremos opuestos del país, cada uno demasiado ocupado como para encargarse del otro, sólo nos preocupábamos porque Daisuke viese a su padre tan seguido como pudiera, para que él no sintiera que estaba en una familia dividida. Sin embargo, si bien mi pequeño no resintió tanto la falta de su padre, la distancia sí hizo mella en la relación que llevábamos Genzo y yo.

¿Y a quién no, pregunto? No por nada todos los días se escuchan historias sobre matrimonios famosos que acaban separándose al cabo de tantos años de convivencia feliz, y es que los obstáculos que tiene que superar una pareja que siempre está en la mira de las cámaras son muchos más de los que presenta una pareja "normal", pero más si sólo uno de los dos es famoso. Además, éste es otro punto que tengo que admitir: No pude con la fama de Genzo. Existen muchas mujeres que se mueren por salir del anonimato, que sueñan con que, algún día, algún artista, actor, cantante, deportista, lo que sea, las encontrará trabajando en un café, se enamorará perdidamente de ella y desposará a la joven afortunada que a partir de ese momento compartirá todos sus sueños de fama y fortuna pero… Nuevamente, tengo que decir que yo no soy así. Para mí, la fama es un monstruo horrendo y carnívoro que tiene la facultad de lucir hermoso y radiante para muchos, para atraerlos con su encanto y devorarlos a la primera oportunidad y así continuar después con su camino de destrucción y muerte. Ok, exagero, pero espero que sepan a qué me refiero. Yo no podía soportar que las cámaras me siguieran a cualquier sitio a donde iba, no podía creer que incluso compañeros reporteros que alguna vez estuvieron conmigo en el área de prensa, que me consideraban una más de ellos, después se dedicaran a cazarme para obtener una buena foto y/o nota sobre mí. Era como si, de buenas a primeras, me hubiesen aventado desnuda delante de los reflectores, porque cualquier detalle de mi vida era dado a conocer por cualquiera que tuviese ganas de sacar una nota relacionada. Y realmente, no pude soportarlo. Creo que la gota que colmó mi vaso fue aquélla vez que vi una fotografía de Daisuke, tomada en la guardería en donde lo tenía inscrito, en un reportaje que hablaba de los hijos de los jugadores (lo cual terminó con una hermosa demanda contra el tabloide y la estancia infantil, hay que decirlo).

Con todo esto, mis reclamos hacia Genzo por su fama fueron siendo cada vez mayores, al grado de que él llegó a preguntarme si alguna vez yo pensé que lo nuestro sería algo fácil. Él se sorprendió mucho al ver lo molesta que yo me ponía cuando alguien se metía de más en mi vida, e incluso me llegó a decir cosas del tipo de: "¡Eres reportera! Se supone que tú sabes cómo es esto", lo cual es totalmente cierto, pero las cosas son diferentes cuando es uno quien está en el ojo del huracán. Yo, en vez de darle la razón, atacaba a Genzo diciéndole que probablemente no diría lo mismo si alguien se hubiese dedicado a publicar cosas sobre él y Liesl, esa chica de la que anduvo obsesionado antes de conocerme a mí (ver "Una Noche Más" para mayor información), y obviamente, esto sólo nos hacía discutir más. Conforme fueron pasando los días, y después los meses, Genzo y yo cada vez nos veíamos menos, quizás porque no deseábamos discutir, quizás porque ambos nos sentíamos con pocas ganas de fingir que seguíamos llevando una relación que se deterioraba cada vez más por la distancia y por nuestras peleas. Y al fin, una mañana muy gris, sucedió lo que se veía venir (iba a decir "lo inevitable", pero lo cierto es que esto se pudo haber evitado, claro que sí), y fue que Genzo una noche simplemente no llegó, ocupado como estaba con sus partidos y eventos.

Tengo que aclarar que ésa no fue la primera vez que él dijo que iría a vernos y no cumplió, pero fue la primera vez que me falló en un momento en el que yo lo necesité. Daisuke había estado muy enfermo la noche en la que Genzo no llegó por haberse quedado a una celebración, y yo me gasté mi plan tarifario tratando de localizarlo. Esa noche yo estaba tan enferma como Daisuke (después me enteré de que ambos pescamos el mismo virus), así que de verdad que necesitaba que alguien me ayudara con mi niño, y ese alguien debió haber sido su papá. Cuando la fiebre pasó, me di cuenta de que había sido una idiota por permitir que Genzo me hiciera creer que tenía que depender de él para todo, así que, en cuanto dejé de vomitar (literal y figuradamente hablando), ya había hecho mis maletas y había decidido marcharme de Alemania porque, estrictamente hablando, lo único que verdaderamente me ataba a este país era Genzo. Y si él no estaba, ¿qué carajos seguía haciendo yo ahí?

No lo pensé dos veces y regresé a México, en donde mi antiguo jefe me aceptó de vuelta, aunque no sin haberme dicho, al menos unas cincuenta veces, un "te lo dije" (desde la primera vez que mi jefe supo lo de Genzo, me dijo que lo mío con el portero era una mera ilusión), y durante un par de años estuve trabajando para Deportes Hoy, dejándole muy en claro a Genzo que jamás volvería a Alemania, pero que él podría ir a México a ver a su hijo cuantas veces quisiera. No sé honestamente qué esperaba que él hiciera, mentiría si dijera que pasó por mi mente la idea de que Wakabayashi fuese a buscarme a México, desgarrándose la camisa y pidiéndome que regresara con él, que nunca volvería a dejarme sola y que a partir de ese momento sólo viviría para mí y nuestro hijo. No, la verdad es que no esperaba eso (y de hecho, me habría decepcionado mucho de Genzo si las cosas hubiesen salido de esa manera), pero creo que sí esperaba al menos un "¿Por qué te fuiste?", algo que no recibí. En ese momento pensé que su silencio era la confirmación que necesitaba para saber que lo que había entre Genzo y yo se había acabado de manera definitiva, no fue sino hasta mucho tiempo después, cuando ya se me había pasado el rencor, que me di cuenta de que lo que pasó fue que, para variar, yo había tomado sola una decisión que era de los dos, escogiendo el camino fácil del cobarde en vez de enfrentar las cosas en pareja. (Oh sí, lo mismo hice al final de "Una Noche Más", ¿cierto? Ya lo dije, soy bien animal).

Sea como fuere, no me quedó muy en claro qué pensó Genzo sobre la separación porque no le permití que se acercara a mí, de momento. Cuando él quería ver a Daisuke, era mi tío Roberto quien se lo entregaba y lo recibía de regreso, y cualquier mensaje que mi ex marido tuviese qué decirme me lo daba a través de él, y viceversa, pero yo no tenía mucho por decir, realmente, porque a esas alturas las palabras ya estaban de más. Lo único que Genzo consiguió de mí, tras mucho insistir, fue que yo regresara a Europa, y lo logró cuando usó el futuro de Daisuke para convencerme ya que mi niño, a la tierna edad de cuatro años, ya sabía que quería seguir los pasos de su padre y ser un gran portero (válgame, habiendo tantas profesiones en las que se podía destacar, Daisuke eligió ser portero, cuando pudo haber escogido convertirse en médico, piloto, músico o abogado… No, abogado no, olviden eso último), y si yo realmente quería que mi hijo llegara lejos y cumpliera su sueño, lo ideal sería que él se entrenara en Europa (vamos, seamos sinceros, en México no tendría tantas oportunidades como las tendrá, o eso espero, en el viejo continente). Al final, y sólo gracias a esto, yo decidí volver a Europa pero me negué a regresar a Alemania, y por mucho que me dolió dejar Deportes Hoy, renuncié a la revista para aceptar un puesto como corresponsal en Tiro de Esquina, una publicación española de gran prestigio internacional, lo que además permitiría que Daisuke pudiera ingresar a un buen club en donde desarrollaría su talento (España tiene una de las mejores ligas de fútbol a nivel mundial, ¿cierto? No importa que muchos de sus jugadores sean extranjeros, digo yo).

Así es como llegamos al punto del principio. Vivo en España, con Daisuke, y Genzo visita a nuestro hijo de vez en cuando. Nada más, así de sencillo. ¿Qué pasó entre Wakabayashi y yo? La verdad es que tuvo que pasar casi un año para que yo pudiera aceptar verlo por unos cuantos minutos, los suficientes para que Daisuke viera que no, que sus papás no se odiaban a muerte y que todavía podían comportarse como personas decentes, aunque ya no vivieran juntos y ya no se amaran, aparentemente. Bueno, lo primero podría decirse que es cierto, pero de lo segundo no estoy tan segura, y mucho menos sé si lo tercero sea verdad.

No estoy muy segura de si Genzo llegó a enterarse de mis romances ocasionales (me sorprende la cantidad de hombres que están dispuestos a salir con las ex novias de un famoso; como si eso les diera prestigio en algún club idiota de testosterona masculina, no lo sé), pero yo sí me llegué a enterar de sus aventuras fugaces, las que merecieron la atención de la prensa, al menos. No pude evitar sentir bastante rabia, tengo que admitirlo, cuando supe que Genzo había tenido una relación con Liesl, esa chica alemana con la que no pudo estar antes, y tuve deseos de reclamarle a él, decirle algo así como: "Ah, así que yo fui el pasatiempo mientras te dabas tus ánimos para estar con Liesl, ¿cierto?", pero, por fortuna, nunca tuve la oportunidad de hacerlo porque no pasó mucho tiempo antes de que la prensa anunciara que Genzo Wakabayashi había terminado su relación con la chica Liesl. ¿Qué pasó? No lo sé y no deseo averiguarlo, pero ese noviazgo fue tan rápido que me hizo pensar que quizás Genzo sólo buscaba sacarse la espina con Liesl, y la dejó cuando descubrió que, en realidad, eso había sido sólo una mera ilusión por parte de ambos. Después de Liesl, la segunda en la lista, y la más importante, fue esa modelo holandesa, Katreen von Zorra (de acuerdo, no, no se apellida von Zorra, pero no me acuerdo de su apellido, y éste no le desentona en nada), una rubia bastante provocativa a quien lo único que le interesaba era romper su propio récord de faldas diminutas y escotes pronunciados (ni se atrevan a decir que hablan la envidia y los celos, por favor, que eso no es verdad). Sigo sin entender cómo fue que Genzo anduvo con una mujer como Katreen, digo, ya sé que la mujer no está nada mal (lo admito, está muy bien la condenada, lo digo yo que también soy mujer heterosexual), pero no es del tipo de fémina que le pueda atraer a un tipo como Wakabayashi, ya que, de acuerdo a lo poco o mucho que supe de Liesl (quien puede considerarse como la primera chica que verdaderamente llamó la atención de Genzo), ella encaja más con el tipo de perfil al que pertenezco yo que al que pertenece von Zorra. Quizás es cierto eso de que los futbolistas se buscan modelos o actrices para parejas, quizás porque es más fácil encajar en cuestiones de fama (cosa que, como dije, puede llegar a ser muy importante), quizás porque en el Club de la Testosterona Famosa sea un requisito andar con una modelo, yo que sé.

Sea como fuere, la relación de Genzo y Katreen tampoco funcionó, aunque fue más duradera que la de Liesl; según supe por boca de un amigo que él y yo tenemos en común (no te preocupes, Hermann Kaltz, no pienso mencionar tu nombre), al final Genzo acabó la relación con Katreen porque ella lo engañó con un actor alemán bastante atractivo y famoso, cuando Genzo andaba de gira con su Selección (¿Ven por qué digo que sí le queda el apellido "von Zorra" a esta mujer?). No puedo decir que me sentí mal por Genzo al saberlo, honestamente hasta cierto gusto me dio, no sería mujer, ni humana, si pretendiera que no sentí cierta malsana satisfacción. ¿Qué puedo decir en mi defensa? No mucho, pero cuando una mujer coquetea con cuanto hombre se le pone en frente (como lo hace von Zorra) no puedes esperar que sea muy fiel que digamos. ¿Cómo es que Genzo no se lo vio venir?

En fin, como sea, por mi parte yo también tuve alguno que otro pretendiente; durante un tiempo, cuando al fin me animé a dejar atrás el pasado, mantuve una relación con un reportero español, divorciado pero bastante atractivo, muy decente y sencillo, así como con un chef francés que cocinaba como los ángeles pero, a pesar de que ambos, en su momento, estaban dispuestísimos a ser los padres de mi pequeño ángel, éste nunca quiso aceptar a ninguno de mis pretendientes como su papá postizo, por más esfuerzos que hicieron ellos y por más esfuerzos que hice yo, para tratar de conseguirlo. Nunca entenderé qué manía tenía Daisuke por aferrarse a lo imposible, es decir, a que su verdadero padre y yo volviésemos a estar juntos, pero supongo que no puedo culparlo. Y debo decir que ni el reportero español ni el chef francés fueron los que terminaron con la relación, fui yo la que decidió darse por vencida al cansarme de batallar con Daisuke, pues él estaba más que dispuesto a boicotearme cualquier relación que yo pudiera tener con otro hombre que no fuera Genzo.

Sin embargo, dice un dicho que la tercera es la vencida, y al parecer todavía se me tenía preparada una sorpresa con este portero, sorpresa que ocurrió el día en el que la Selección Alemana arribó a Berlín tras haber ganado la Copa del Mundo, suceso que dio a origen a este cuento, de inicio. Pero, ¿saben algo? Ya lo dije: soy animal de costumbres, y de los que no aprenden ni a trancazos, que es lo peor, no sólo porque tropecé tres veces con la misma piedra sino porque, fiel a lo que soy, voy a regresar a mi antiguo estilo de narrar (es decir, a la manera de un guión barato de telenovela mexicana) para contar lo que sucedió ese día, aunque lo haré en la segunda parte de este pseudoreportaje de revista barata porque me parece a mí que esta introducción ya quedó muy larga.

Qué quieren, algunas mañas son difíciles de erradicar.

Notas:

- Genzo Wakabayashi y los personajes de Captain Tsubasa pertenecen a Yoichi Takahashi y Shueisha.

- Lily Del Valle, Daisuke Wakabayashi y demás agregados culturales son personajes creados por Lily de Wakabayashi.

- El nombre del hijo de Genzo y Lily en "Un Día Más" era Daniel pero lo actualicé a Daisuke porque éste es el nombre que tiene uno de los hijos oficiales de la pareja, además de que actualmente tengo otro personaje original llamado Daniel (apellidado Grimaldi) y no quiero que haya confusiones.

- Ésta es la tercera parte de una trilogía a la que pertenecen los fanfics "Una Noche Más" y "Un Día Más", el primero escrito en el año 2004 y el segundo en el 2005. Sugiero fuertemente leer estos dos fics primero para comprender mejor esta tercera parte, aunque tampoco es indispensable que sean leídos, creo que básicamente el asunto se entiende con leer esta nueva historia.

- Debido a que hace diez años aún no tenía definida la profesión de Lily Del Valle, ella fue reportera en "Una Noche Más" y por lo mismo le dejé esta ocupación en esta tercera entrega para no perder la secuencia, pero actualmente, Lily es oficialmente doctora.