En la oscuridad

Llovía. La oscuridad reinaba en todos los lugares y solo algunas farolas, que con un débil parpadeo, iluminaban las calles.

Silencio.

Era muy tarde, de madrugada, y todo el mundo se encontraba durmiendo placidamente en sus hogares, todos, excepto una jovencita.

Hermione Granger se dirigía a su casa, hoy había sido un día muy duro, su jefe la había tenido trabajando hasta hacia pocos minutos, casi las 4 de la madrugada.

Trabajaba en una oficina muggle de investigación, podría decirse que colaboraba con la policía muggle. Siempre se le haba dado bien la investigación y los misterios.

Su trabajo le gustaba, no es que ganara dinero en abundancia, pero si lo suficiente para poder independizarse, su casa era sencilla, pero confortable, lo mejor para una chica joven y soltera.

Sonrió al recordar la cara de su madre hacia unos pocos meses al decirle que se mudaba

"Hermione, pero si solo tienes 22 años, ¿no crees que es un poco pronto?"

Por suerte su padre había acudido en su rescate y convenció a su madre de que la dejara hacer su vida.

Mientras caminaba por las solitarias calles de Londres imaginaba como habría sido su vida trabajando en el mundo mágico, cierto era que había acabado Hogwarts con notas únicas en su promoción, y que fácilmente podría haber encontrado empleo dentro del ministerio, pero ella sabia que en el mundo mágico todo se sabia, de una forma u otra, asi que opto por un poco más de intimidad en el mundo muggle, aunque seguía muy en contacto con los magos y las brujas, asi como las noticias de su mundo mágico.

La verdad es que el señor Blay, su jefe, era un ogro de mucho cuidado, siempre haciéndola trabajar de más y cada vez intentando pagarle menos, pero por suerte, eso no estaba a su alcance "menos mal" pensó Hermione.

Tan solo tres manzanas separaban su trabajo de su casa, asi que siempre hacia el recorrido andando, paseaba y hacia un poco de ejercicio.

Dio la vuelta a la esquina.

"Maldita sea, ¿aun no han arreglado las farolas?, ¿qué creen que somos, murciélagos?"

Oyó pasos, se acercaban, se asusto un poco, no es que fuera una paranoica pero con todo lo que se oía por ahí...

Comenzó a andar un poco más rápido, a la vez que buscaba las llaves de su casa en su bolso, era increíble, cuanto más necesitaba sus llaves, más tardaba en encontrarlas, se paro debajo de una farola que por un milagro, no estaba estropeada y comenzó a sacar de su bolso el estuche de maquillaje (siempre hay que estar preparadas), el monedero, los kleenex, hasta que por fin, al final del todo encontró las malditas llaves.

- Buff, por fin

Siguió caminando, pero se detuvo al observar a una persona ante ella, un hombre, oculto en la oscuridad, impidiéndole el paso.

       - hey preciosa, ¿qué hace una jovencita como tu andando sola por la calle?

Sin hacer caso, Hermione intento continuar su camino.

- Espera – dijo el hombre, colocándose de modo que no pudiera pasar - ¿qué tal si nos divertimos un rato?¿qué tal una fiesta?

- Déjeme pasar

- Oh, pero si te vas no habría fiesta ¿cierto chicos?

Tras Hermione aparecieron de la nada dos hombres más, comenzó a sentir miedo, de acuerdo, pánico, asi que en un momento de inspiración le dio al que parecía ser el cabecilla del grupo con todo el bolso en la cara y salió corriendo.

- Maldita zorra! Cogedla!! – gritaba

Hermione corría, miró hacia atrás y vio, aterrorizada como los tres hombres corrían tras ella, y lo malo, es que si no se daba prisa iban a alcanzarla.

Mientras corría se palpo en cinturón, mierda, no llevaba la varita, recordó que no solía llevarla al trabajo por precaución, se maldijo y siguió corriendo.

Un peso enorme le cayo sobre la espalda haciéndola caer, notó un dolor muy fuerte en la cabeza, posiblemente una brecha pues notaba como un hilillo de sangre le caía por el rostro.

La voltearon, un hombre estaba sobre ella, los otros dos la cogieron por las piernas, y aunque Hermione chillara con todas sus fuerzas y pataleara, ellos tenían más fuerza y consiguieron llevarla a un oscuro callejón.

- SOLTADME!!

- Estate quieta preciosa, o lo pasaras mal

- SOCORRO!! – gritaba Hermione

Le pusieron una mano en la boca para acallar sus gritos.

- AHHH!!! MALDITA ZORRA!! ME HA MORDIDO

PLAFF

Una sonora bofetada recayó en la cara de Hermione, las lagrimas corrían por sus mejillas, y la cabeza le daba vueltas.

Jamás en su vida había tenido tanto miedo, estaba paralizada pero reunió fuerzas para lanzar golpes a diestro y siniestro, pero no dio ningún resultado, le agarraron los brazos por la espalda, mientras que un segundo hombre le arrancó la camisa de cuajo, dejando al descubierto su sujetador y su pecho.

Comenzó a llorar con más fuerza, estaba ronca de tanto gritar, pero parecía que nadie la oía.

De repente noto como unas manos se deslizaban por su cintura para llegar al cierre de su pantalón, sintió pánico, grito:

- SOCORRO!!!

PLAFF

Otro golpe

- CALLATE

Ya temía lo peor cuando una intensa luz iluminó el callejón, uno de los hombres gritó, parecía que había sido herido con algo, Hermione, como pudo, miro a la entrada del callejón y vio a un hombre joven, que ya estaba mandando de un puñetazo a otro hombre al final del callejón.

Solo faltaba el que la agarraba de los brazos, pero viendo el estado de sus compañeros, la soltó y huyo, no sin antes recibir unos buenos golpes.

Hermione no sabia si era por los golpes que había recibido, por el miedo, o por el alivio que sentía, pero de pronto noto como sus fuerzas le fallaban y caía.

Por suerte, unos fuertes brazos la sostuvieron y la cargaron.

- no...me hagas...daño – susurro Hermione, medio inconsciente

- tranquila, estas a salvo

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Hola!!!

Este es el primer fic de estas características que escribo asi que espero que seáis buenos conmigo, sé que es un poco corto pero ya habrá más.

Decirme que os ha parecido

¿Quién será el hombre que ha salvado a Hermione?

¿Qué le pasara a ella?

Más cosas en el próximo capítulo

Besukis

Alykea