Disclaimer: Tokyo Ghoul pertenece a Ishida Sui

Aviso: Este fanfiction participa en el Reto Temático: Recuerdos, perteneciente al Foro Anteiku: la cafetería para fans de Tokyo Ghoul

Número de palabras: 276

Impostor

No era la misma cubierta.

No eran las mismas páginas.

No era el mismo tacto.

Aquel no era ese libro.

¡Kaneki! ¡Kaneki! ¡Ka~ne~ki~! ¡Kaneki, deja ese aburrido libro y vayamos a jugar o algo!

El sólo recordar aquello le pintaba una sonrisa melancólica y una ligera presión en el pecho de incomodidad se presentaba.

Él le había respondido con una tenue sonrisa, ligera molestia reflejada en sus movimientos al cerrar el libro y en aquellos ojos suyos mostrando contrariedad al manifestar amabilidad.

Acarició con parsimonia las hojas impostoras que se mostraban pulcras y burlonas ante él. No eran ningún punto de comparación con las desgastadas y un tanto arrugadas hojas del original.

El original. Se mordió el labio. Su amigo seguía siendo Kaneki Ken, ningún impostor.

¡Eso es muy difícil! ¡Tiene muchos kanji que ni siquiera reconozco! ¡Eres muy inteligente si puedes entender todo esto!

«Ah, Kaneki, siempre has estado un paso delante de mí, ¿eh?»

Recordaba como Kaneki incluso le había prestada aquel libro. El original. Como estuvo a punto de perderlo. Como se había dado por vencido. Como después de todo, con tan solo el cielo estrellado de testigo, su mejor amigo le había contado con una mirada de ilusión y sonrisa amplia la historia de principio a fin, sin perderse ningún detalle.

Dejó el libro sobre la mesa una vez escuchada la voz grave de Amon pronunciar "Nagachika, es hora".

No necesitaba aquel libro impostor. Cuando regresara con Kaneki, podría tener el original en sus manos. Y podía tener de nuevo a su mejor amigo (tal vez, con una taza de café preparada por Ken) relatándole alegremente la historia de nuevo.

Ni yo misma comprendo si cumplió con eso de los recuerdos, buh.

Esto se supone está antes de que fuera la caída de Anteiku, con un Hide en el CCG encontrándose con una copia de un libro que en su tierna niñez leyó (o más bien, Kaneki) y pues le recuerda y ya saben, la cosita bonita que son estos dos.

Gracias por leer.